DATOS TÉCNICOS:
TÍTULO: Donde haya tinieblas
AUTOR: Manuel Ríos San Martín
EDITORIAL: Planeta
COLECCIÓN: Autores Españoles e Iberoamericanos
ISBN: 978-84-08-24314-4
PÁGINAS: 528
PRESENTACIÓN: Tapa dura con sobrecubierta
Manuel Ríos San Martín (Madrid, 1965) es
guionista y director de cine y televisión. Licenciado en Ciencias de la
Información, en la rama de Imagen, también es profesor de guión en la
Universidad Camilo José Cela en Madrid. Su vida laboral se ha desarrollado a
caballo entre las productoras de televisión más importantes, ejerciendo labores
de productor ejecutivo, director o guionista: de Globomedia, pasó a BocaBoca donde
en la actualidad es Director de Ficción. Ha participado en series míticas como Médico de familia, Colegio Mayor, Compañeros
(de la cual también dirigió la película No
te fallaré, inspirada en la serie) o Sin
identidad, entre otras. También es autor de las novelas Círculos
(Suma de Letras, 2017) y La huella del
mal (Planeta, 2019), que ha sido traducida al italiano y está siendo
adaptada a la televisión como una serie de ocho capítulos.
El 9 de junio de
2021 se publicó Donde haya tinieblas, su última novela y de la que hoy quiero
hablaros, pero vayamos por partes…
Y nada mejor para
remedar a Juan Martínez que empezar hablando del título de la obra recordando
la charla, a modo de presentación del libro, en la que Manuel Ríos San Martín
le comentaba a Javier Sierra que la novela en un principio se iba a llamar “El
asesino del Génesis”, un título que, para mi gusto, era de lo más acertado teniendo
en cuenta la concepción y finalidad de los crímenes de los que vamos a ser
testigos, pero que descartó porque se asemejaba bastante a aquellos que
utilizaba Agatha Christie. Otro de los que se barajaron fue el de “El pecado de
Dios”, tan interesante como el anterior por las afinidades que guarda con la
trama, aunque al final decidieron que el más adecuado sería el que es,
precisamente porque esta novela está envuelta en tinieblas, metafóricamente
hablando, y estas guardan un estrecho vínculo con todo lo que acontece, donde
la incertidumbre y el misterio campan a sus anchas.
La historia
comienza con la desaparición de Karolina Mederev, una famosa modelo e influencer rusa de diecisiete años de
belleza deslumbrante que ha venido a Madrid para amadrinar la presentación de
una nueva tienda de lencería de lujo. Pero no se ha presentado, así que cuando apenas
han pasado unas pocas horas del evento, la agencia para la que trabaja lo pone
en conocimiento de la UDEV (Unidad de Delincuencia Especializada y Violencia)
de Madrid, pues todo apunta a un secuestro. Los encargados de la investigación
serán los inspectores Juan Martínez y Nuria Pieldelobo que, en principio,
empezarán por analizar sus redes sociales, donde se dan citan multitud de
seguidores, pero también unos cuantos detractores. A través de fotos y en
particular del vídeo de un anuncio grabado un año antes en la televisión rusa,
descubren que la joven tiene una peculiaridad: no tiene ombligo.
Cuando el cadáver
de la joven se revela días después sobre el altar de la ermita de la Virgen del
Ara, en la provincia de Badajoz, la investigación empezará a tomar otros
derroteros. Claro que no será el único, pues días después, otro cadáver
aparecerá en San Juan de la Peña (Jaca) y no será el último. Asistiremos así a
una historia absorbente y espléndida a partes iguales.
Porque Donde haya tinieblas es una novela de contrastes y dualidades y, del mismo modo que en lógica matemática se diferencian dos tipos de condiciones, la suficiente y la necesaria, algo similar ocurre en esta novela. Por ello, podríamos decir que la antítesis es la condición suficiente para que todo tenga sentido y la ambivalencia es la condición necesaria. Y resulta curioso que estos dos conceptos, aparentemente parecidos, sean tan diferentes y a la vez tan indispensables en la trama de esta novela.
Porque en Donde haya tinieblas, la antítesis está más que presente, tanto
en el fondo como en la forma y solo por ello ya sería suficiente para asistir a un relato fascinante. De ese modo, nos
encontramos ante una novela que es tierna y dura a la vez, donde la acción y la
reflexión van de la mano, donde el castigo y la redención es una cuestión de
perspectiva y la misericordia y la intransigencia son la cara y la cruz de una
misma moneda.
Por eso, además,
nos encontramos con dos protagonistas de lo más antagónicos y con un trasfondo
humano que los hace únicos: Juan Martínez y Nuria Pieldelobo. Él un boomer,
ella una milenial; uno de educación religiosa y tradicional, ella laica y
liberal; él es un pelín machista aunque no quiere reconocerlo, ella feminista
impenitente; él, caótico por definición, tiene una capacidad de dispersión
asombrosa, ella es ordenada y metódica, concentración en estado puro; y así puedo
seguir aportando una infinidad de diferencias, aparentemente insalvables, que
dan lugar a multitud de desencuentros, porque ambos, aunque en particular ella,
son máquinas de discusión masiva. Y esto repercutirá en una trama en la que con
el asesinato de la modelo rusa se abrirán dos líneas de investigación
diferentes: por un lado, la que plantea Martínez, al que le parece que se trata
de un crimen de carácter religioso y ritualístico; por el otro, la que defiende
Pieldelobo, en la que la mafia rusa sostiene una red de prostitución de lujo
con menores de edad. Y, en medio de ambas tesis, se sospecha de algún que otro hater obsesionado con las fotos y stories que la modelo publica en
Instagram.
Pero también en Donde haya tinieblas la ambivalencia juega un papel
preponderante, por lo que se convierte en condición
necesaria y viene a enriquecer un
relato perfectamente construido en todos los sentidos: ya sea por sus
personajes (todos ellos, en mayor o menor medida, son ambivalentes, de ahí las
contradicciones e inconsistencias en las que caen), los escenarios (y no tanto
por ellos en sí, sino porque aquí juega una baza importante la religión y el
modo en que se enfoca la concepción de Dios, bien como un juez digno de ser
temido, todopoderoso y castigador o bien como un Ser protector y misericordioso
al que alguien quiere enmendarle la plana) o porque Manuel Ríos San Martín
posee un estilo literario único y depurado, brillante y sólido, que atrae y
seduce en la misma medida (aunque en este último punto la ambivalencia sea
nula).
Así que ahora
intentaré desarrollar un poco más los puntos anteriores de esta novela escrita
en primera persona, desde el punto de vista de Martínez. Esto implica que el
autor, al narrar de esta manera, rompe una muralla muy sutil de cara al lector
y consigue que dejemos de verle como un personaje por la empatía que nos
genera, del mismo modo en que es capaz de depararnos infinidad de situaciones
hilarantes, sobre todo cuando va describiéndonos a todos los personajes que
intervienen en la trama, a los que suele apodar para hacer más fácil su
identificación, ya que tiene problemas, desde siempre, para recordar los
nombres. De ese modo, nos encontramos algunos en el entorno de Karolina Mederev
tan variopintos como:
- Sophie Villeneuve, alias La Botox:
Directora de la agencia de modelos para la que trabaja Karolina Mederev. Es una
mujer que, habiendo cumplido los cincuenta, es muy atractiva y con una figura
envidiable. De hecho, para definirla el protagonista la cataloga con el término
MILF (acrónimo de la frase “Mother I'd Like to Fuck”.
- Marcelo Belleti, alias El Muñequín:
Asistente de Karolina Mederev. Un joven ciertamente ambiguo de poco más de
veinte años, guapo, desenvuelto y un poco bajo de estatura. Debe su apodo a su
buen gusto en el vestir.
- Mateo, alias El
Fitnessmanager:
Aunque en el gimnasio al que acudía Karolina Mederev cuando reside en Madrid,
todo le llaman Chuwi. Lógicamente, siempre viste ropa deportiva y hace gala de
sus músculos al menor descuido.
- Álvaro Williams: Veintitrés años, modelo, instagrammer
y presunto novio de Karolina. De hecho, fue en el domicilio de éste donde desaparició.
Habían pedido comida a domicilio y, al parecer, contenía alguna droga que los
dejó inconscientes. Por otro lado, el móvil de la modelo se apagó a las 21:14
h. de ese día en las inmediaciones de la Plaza de Paja, donde vivía el chico y pasaron
la tarde y parte de la noche.
- Masha Klimov: Madre de Karolina. Chapurrea cinco idiomas
y consigue hacerse entender a pesar de ello, insultos incluidos. Es una mujer fibrosa
que derrocha energía. Muy atractiva, tiene la cara llena de pecas y una
cicatriz que le cruza la mejilla sin restarle belleza, quizás la prueba
palpable de que esconde un oscuro pasado.
En la comisaría,
acompañando a los protagonistas, entre otros, se encontrarían el Inspector Enrique Castejón, alias Bigdata, de poco más de treinta años,fuerte,
aunque delgado y que debe su apodo a que es un friki de las redes sociales y
los videojuegos, el comisario Trashorras,
un buen hombre excesivamente clásico, que siempre viste con traje y porta un
bigote de otra época, posiblemente por ello y Romera, un personaje digno de un estudio psicológico profundo. O
algo peor.
Lógicamente, solo
he destacado algunos de los muchos personajes que aparecen en esta novela, porque
hablar de todos me resultaría prácticamente imposible, para no eternizarme, razón
por la cual no puedo obviar a los protagonistas:
- Juan Martínez: No solo es un personaje, sino que, además,
será el narrador de esta historia. Tiene una visión del mundo muy particular.
Genera mucha empatía, quizás porque lo de ser políticamente correcto no esté
hecho para él. O puede que también sea debido a su “dispersión manifiesta”, a
pesar de haber hecho un curso de control mental a instancias de su mujer. Boomer
de manual, está chapado a la antigua, aunque intenta estar a la moda, cosa que
no consigue con facilidad. De hecho, se cree un crack en el manejo de las redes
sociales, porque conoce la mayoría de las existentes, pero la realidad es que
excepto vigilar a sus hijos con cuentas ocultas, poco partido saca de ellas. Cuando
se compara con viejos amigos y conocidos, se ve mucho mejor que ellos, por lo
que se considera un fofisano integral.
También es digno de
mención su entorno más cercano. Resulta conmovedor ver como retrata a Teresa,
su mujer, el motor de su familia y los esfuerzos realizados por ella para
mantenerla a flote mientras él se dedica en cuerpo y alma a su trabajo. O sus
gemelos, a quienes describe con una naturalidad pasmosa, no exenta de ironía. O
el esfuerzo de Alicia, su hija mayor para mantenerlos a raya.
- Nuria Pieldelobo: Pertenece a otra generación: como
treintañera, es milenial, feminista, cinturón negro de aikido y una de las
promesas de la UDEV por su brillante inteligencia, porque fue número uno de su
promoción, habla dos idiomas, además del castellano y catalán y tiene un grado
en Criminología. Rubia, ojos verdes y de indudable belleza, tiene una mala
leche proverbial, hasta el punto de que su compañero, aficionado a poner apodo
a todo aquel con el que se cruza, se ve incapaz de hacerlo con ella, dado que
su apellido la define. De educación laica, este caso la lleva a “doctorarse” en
religión sobre la marcha, sacando unas conclusiones interesantes, ya que le da
la vuelta a todo.
También los escenarios son una condición necesaria en esta novela; de hecho, sin ellos no hubiese
sido posible construir una trama tan contundente como la que transcurre en Donde
haya tinieblas.
Junto a los
inspectores Martínez y Pieldelobos nos desplazaremos a Fuente del Arco, un
pequeño municipio de casas encaladas y calles empinadas de Badajoz, situado en
las estribaciones de Sierra Morena, casi lindando con la provincia de Sevilla
porque allí, en la Ermita de la Virgen
del Ara, ubicada a seis kilómetros de la localidad, ha sido hallado el
cadáver de Karolina Mederev, tendido sobre el altar.
Comenzarás entonces
a disfrutar de lo lindo con las descripciones que Martínez hace de esta ermita
del siglo XV, de su pórtico mudéjar, de su retablo mayor de estilo barroco, de
su cúpula octogonal o de su bóveda decorada con frescos que aluden a escenas
del Génesis. Tanto si te gusta el arte
como la arquitectura religiosa y, si no es así, también, porque todo lo que
rodea este lugar es francamente interesante y será un lugar clave para todo lo
que sucederá en adelante.
El siguiente
destino será el Real Monasterio de San Juan de la Peña, en Jaca, un lugar tan
espectacular como legendario y donde el inspector encontrará las claves para
mantener su teorías observando los capitales del claustro.
Y aunque a este
extraño peregrinaje criminal aún le quedan unos cuatros kilómetros para
terminar, otra de las escalas nos llevará al Santuario de Nuestra Señora de
Aránzazu, patrona de Guipuzcoa y seguiremos disfrutando de las explicaciones de
Martínez, deseando tener la oportunidad de visitarlos en algún momento, porque,
quizás, al igual que como policía, como guía turístico no tiene precio.
Así que no me queda
más remedio que recomendarte una de las mejores novelas que he leído en mucho
tiempo. Una novela que, a pesar de sus más de quinientas páginas, más que
leerse, se devora. Y por mucha intención que pongas en dosificarla, para que el
placer de su lectura dure más, es imposible, porque te supera, porque lo
primero que sientes, nada más empezarla, es el oficio del autor a la hora de
dosificar la información y no solo en lo referente a la parte policíaca, sino porque
también los protagonistas esconden su propio vía crucis que nos irán mostrando en una espiral de asombro. Porque,
me reitero, hay mucho oficio detrás de cada palabra escrita.
Una novela
absolutamente visual, muy cinematográfica, en la que desde las primeras páginas
pareces deslizarte sobre una montaña rusa de emociones, no tanto por el ritmo
en que se narran los acontecimientos como por todo lo que ocurre en tan breve
espacio de tiempo y que es analizado e investigado al detalle, mientras los
inspectores son los encargados de ponerle una banda sonora tan atíplica como libre,
en la que no faltan Bebe, Rosalía, Vanesa Martín, Los Enemigos, Ilegales,
AC/DC, Antonio Vega, Sting o el maestro Sabina.