DATOS TÉCNICOS:
Título: EL UMBRAL DE LA MENTIRA
Autora: Elly Griffitths
Traductor: Jofre Homedes Beutnagel
Editorial: Maeva
Colección: Maeva Noir
ISBN: 978-84-17708-91-7
Páginas: 328
Presentación: Rústica con solapas
Cuando Carmina y yo
nos planteamos la Lectura Simultánea de El umbral de la mentira, lo hicimos pensando
en lo sugestivo que podría resultar el traer a la #YincanaCriminal2021 a una protagonista de las características de Ruth
Galloway, una arqueóloga forense afincada en Norfolk (condado situado al este
de Inglaterra, cuya capital es Norwich), que podría poner una nota de
originalidad al tipo de personajes que abundan en la novela criminal. Y ahí nos
quedamos.
Días después
descubrimos que esta novela era la segunda de una serie, así que para poner un
poco de coherencia en mi vida lectora, decidí empezar leyéndome el primer
libro, Los ecos del pantano, y descubriendo, a su vez, los motivos que
llevaron a su autora a pergeñar esta historia y las posteriores. La razón era
bien sencilla: Con un poco de ayuda de su tía, que durante años le había hablado
de los mitos y leyendas de Norfolk y otro poco por los conocimientos que le
transmitía su marido, adquiridos mientras estudiaba Arqueología, la autora
encontró la base necesaria para desarrollar cada uno de los pronombres imprescindibles
con los que debe contar una buena novela de intriga y misterio, sobre todo si
lleva implícita la marca criminal en su ADN y que en la novela se suceden con
una naturalidad pasmosa para describirnos el dónde, el cómo, el quien, el
cuándo o el por qué.
Elly Griffiths (Londres, 1963) es el seudónimo de Domenica de Rosa. Dedicó la mayor parte de su vida al mundo editorial, hasta que decidió dar el paso a la literatura, trasladándose a vivir a Brighton junto a su familia.
Ha escrito más de una
veintena de novelas, englobadas en dos series: la de la arqueóloga forense Ruth
Galloway y la del inspector Edgar Stephens.
La arqueóloga
forense Ruth Galloway regresa con un caso en el que los ritos paganos de la
época celta y romana serán la clave para resolver un asesinato.
Cuando los obreros
que están llevando a cabo las tareas de demolición de una vieja casa en Norwich
descubren el esqueleto incompleto
de un niño,
la arqueóloga forense
Ruth Galloway intenta esclarecer
su procedencia. ¿Se trata de un sacrificio ritual llevado a cabo por nuestros
ancestros o de la víctima de un asesinato? Ruth intentará averiguarlo junto al
detective Harry Nelson. La casa fue un orfanato en la década de 1970, y el
sacerdote que lo dirigía aporta nuevas pistas al recordar la desaparición de
dos hermanos, un niño y una niña, a los que nunca encontraron. La curiosidad de
Ruth aumenta y ni siquiera las molestias de su embarazo impedirán que se
implique en el caso. Sin embargo, pronto se dará cuenta de que alguien está
dispuesto a darle un susto de muerte.
Nos encontramos en
mayo, han pasado tres meses desde la resolución del caso anterior y nos
encontramos a Ruth Galloway que sigue siendo fiel a sus rutinas, a aquellas que
abandonó un poco cuando se prestó a colaborar con la policía para resolver un
caso bastante peliaguado en el que sus conocimientos fueron la piedra angular
sobre la que que asentó la investigación tras el hallazgo de unos huesos
humanos de más de dos mil años en las marismas y que desembocó en el esclarecimiento
del secuestro de una niña de cinco años. Sin embargo, ahora, su vida personal
ha dado un giro importante, pues está embarazada, algo que no impide que siga
impartiendo clases en la universidad, corrigiendo exámenes o que acuda a
algunas de las excavaciones que se realizan en la zona. Tanto es así que no
duda en acercarse a Swaffham, un pintoresco pueblecito de los alrededores donde
el equipo del doctor Max Grey, de la Universidad de Sussex, ha hallado lo que
parece ser un asentamiento romano y, en lo que aparentemente fueron los muros
de una villa, ha aparecido un cadáver decapitado, que podría ser indicio de un
culto ancestral, celta o romano.
Comienza así el
período de documentación, delineando tanto el modo de enterramiento como el del
esqueleto sobre el plano para contextualizarlo correctamente y la datación.
También es la excusa ideal para que Ruth y el inspector Harry Nelson vuelvan a
ponerse en contacto.
Sin embargo, esta
excavación pasa a convertirse en secundaria cuando otra urgencia reclama a Ruth
en el centro de Norwich, ya que en las tareas de demolición de una vieja casa
victoriana han encontrado el esqueleto de lo que parece ser, por tamaño, un niño sin
cráneo, justo debajo de la entrada principal, por lo que la forense decide
llamar a Harry Nelson para informarle del hallazgo. La casa está situada en la
calle Woolmarket y es propiedad de los Spens –una empresa familiar cuyos
miembros pertenecen a la élite del condado- y en el solar pretenden construir
setenta y cinco pisos de lujo, con mucha prisa, porque la crisis amenaza con un
desplome de la industria inmobiliaria y un parón implica la pérdida de miles de
libras al día.
A simple vista, por
las líneas de superposición de las capas o estratos de la tierra, el
enterramiento parece reciente –dentro de un orden-, así que la primera vía de
investigación por la que tiran es por la de descubrir quienes fueron sus
anteriores moradores. Y eso les lleva a conocer que durante la década de los
setenta el edificio pasó a convertirse en un hogar infantil regentado por las
monjas del Sagrado Corazón y dirigido por Patrick Hennessey, un cura católico. Y
es precisamente este último quien pone a la policía tras la pista de unos
hermanos que desaparecieron de la noche a la mañana del orfanato y nunca más se
volvió a saber de ellos y, a la vez, el que sin merecerlo aparentemente atrae
las suspicacias del inspector y su ayudante, que recelan de él por sistema,
independientemente de la opinión más que favorable de todos los que le conocen.
Comienza así una
carrera de obstáculos para descubrir la identidad del cadáver de la calle Woolmarket
y, aunque la investigación va dando sus frutos, cada vez se hace más angustiosa
porque acercarse al asesino implica, a su vez, que este también se vaya
acercando a Ruth con intenciones bastante perturbadoras. Y si teníamos poco con
esa atmósfera de incertidumbre que paulatinamente se ha ido instalando en la
historia, hay que añadir que al inicio de algunos capítulos aparece un texto
escrito en cursiva. El título de cada uno de ellos corresponde con la efeméride
de alguna festividad romana y nos habla de los sacrificios que realiza el autor
de lo que podría ser su diario. Y saber que tarde o temprano ambos relatos
confluirán te deja con el corazón en un puño.
Al margen de todo
ello y como curiosidad, diré que hay algo que me ha parecido curioso en ambos
libros: los títulos y sus traducciones. Es una práctica habitual, lo sé, aunque
la tendencia actual sea la de traducir literalmente, salvo raras excepciones en
las que se acierta de plano con la traducción libre. Por ejemplo, el primer
libro de la serie, para mi gusto es bastante sugerente y acertado en español, sin
embargo, el original (The Crossing Places, que vendría a ser: Los lugares de
cruce), nos describe, para mi gusto, la esencia de la historia que se nos narra
por lo que tiene de mágico el lugar en el que transcurre. Con respecto al
segundo, El umbral de la mentira me ha parecido muy prometedor, no lo
niego, aunque en inglés fue titulado como The Janus Stone; es decir, La piedra
de Jano, ese dios protector de dos cabezas que le permitían ver hacia adelante
y hacia atrás para vigilar, simultáneamente el pasado y el futuro y al que el
mes de enero (januarius) debe su nombre, hace alusión, de manera tácita, o
quizás sesgada, a lo que nos vamos a encontrar.
1.- Es una lectura
muy amena, de las que te obliga a pasar páginas como si no hubiese un mañana.
Buenas y justas descripciones, que te hacen soñar con hacer una escapada al
entorno donde transcurre; estupendos diálogos donde la ironía y el sentido del
humor son la marca de la casa; ritmo ágil que crece y se acentúa para dar lugar
a un desenlace que roza el de un thriller y una ambientación excelente.
2.- Personajes: He
disfrutado mucho de los protagonistas (Ruth y Nelson), a los que conocí en la
primera entrega, así como a Shona, esa amiga que parecía que no lo era tanto en
la novela anterior pero que parece que está dispuesta a redimirse; y Cathbad, mi
querido druida que me las hizo pasar canutas en Los ecos del pantano pero con el que ahora he disfrutado más por su
empatía y cercanía para con Ruth, aunque su personalidad se haya diluido un
poco en esta ocasión. Con respecto a los padres de la forense me da incluso
pereza hablar de ellos, aunque, a priori, si fuese andaluza diría que son,
especialmente su madre, una jartible de tronío. Así, en general. Esto por lo
que se refiere a los de una parte porque, por otro lado, estarían los
compañeros de Harry Nelson, que poco a poco se van quitando capas y van dándose
a conocer y los “nuevos”, esos que solo afectan a esta novela. De esos nuevos,
precisamente, me ha encantado el padre Hennessey, que a su vez ha dado lugar a algunas
críticas sobre el catolicismo por parte de otros y he sentido cierta pena,
desde el principio, de Max Grey, el colega de Ruth que dirige la otra
excavación cercana.
3.- Situaciones
cercanas: Más allá del tema que trata la novela, donde lo criminal o la
arqueología no lo son todo, aunque sí lo fundamental, en todo momento observas
naturalidad por los cuatro costados, tanto en los diálogos como en los
procedimientos para llevar a cabo la investigación, también en el modo en que
la ambición se enseñorea en todas las circunstancias, en todos los estratos o
la manera en que cada uno enfoca su vida personal o familiar.
4.- Ambientación:
Gracias a unas descripciones rigurosas y nada farragosas, la autora nos
traslada a ese pequeño enclave que es el condado de Norfolk para hacernos
transitar por sus pueblos más pintorescos y acercarnos a esas marismas de la
región de East Anglia. Y gracias a la protagonista, la autora nos acerca a otro
tipo de paisaje, el arqueológico, donde conceptos teóricos, metodologías y
procedimientos analíticos se nos explican con una llaneza y claridad meridiana,
para poderlos aprehender con absoluta naturalidad.
En definitiva, una
novela más que recomendable llena de intriga y misterio que no te deberías
perder.
Esta reseña
participa en la iniciativa:
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