DATOS TÉCNICOS:
Título: EL NIDO DE
LA ARAÑA
Autora: María Frisa
Editorial: Ediciones
B
Colección: La Trama
ISBN: 978-84-666-6832-3
Páginas: 480
Presentación: Rústica
con solapas
No hace muchos días
comentaba que no eres realmente consciente de lo mucho que has echado de menos
a alguien hasta que lo vuelves a tener cerca y más en estos tiempos en que el “efecto
burbuja” campa a sus anchas. No obstante, aunque este tipo de reflexión parece
que vaya más encaminada hacia un familiar o allegado muy cercano que otra cosa,
a mí, excepcionalmente, me ocurre con algunos escritores, en especial con aquellos
que alguna vez me cautivaron, esos de los que esperas su nueva novela como agua
de mayo, como si no hubiera un mañana.
Y como habéis
podido deducir, porque se me ve llegar desde lejos, en esta ocasión os hablo de
María Frisa, una escritora a la que conocí allá por el año 2018 a través de su
novela Cuídate de mí y pocos días
después, personalmente, al asistir a un encuentro con blogueros para hablar de
su historia. Quiso la suerte que ese mismo verano, en la Semana Negra de Gijón,
coincidiese con ella y fue entonces que conocí un poco más a la escritora y si
con su libro me cautivó, como persona me fascinó.
Desde entonces,
cada vez que las editoriales hacían públicas sus novedades, soñaba con
encontrar una novela de María Frisa entre ellas y debo confesar que la espera
se me ha hecho larga. Eso sí, ha merecido la pena no sabéis hasta qué punto,
porque El nido de la araña no es que
sea una de esas novelas impactantes o inquietantes que te roban parte de tu alma y casi el
corazón: es eso y mucho más. Es una novela redonda, indescriptible, hasta tal
punto que cuenta con su propia cartelera y a la que no he podido evitar, por analogía,
poner una banda sonora que cuando la escuchéis entenderéis mucho de lo que os
contaré más adelante:
María Frisa (Barcelona, 1969). Se trasladó a Zaragoza siendo muy joven, lugar en el que reside desde entonces. Diplomada en Trabajo Social y licenciada en Psicología Clínica, comenzó a publicar en el año 2000 y colabora en diversas revistas literarias.
Su obra narrativa
ha sido reconocida con numerosos galardones nacionales e internacionales y ha
sido traducida a varios idiomas. Hasta la fecha, ha publicado las siguientes
novelas:
- 75 consejos para sobrevivir a las extraescolares
(Alfaguara, 2000).
- Breve lista de mis peores defectos (Martínez Roca, 2006).
- 15 maneras de decir amor (Martínez Roca, 2008).
- Como entonces (Universidad de Zaragoza, 2011).
- 75 consejos para sobrevivir en el colegio
(Alfaguara, 2012).
- 75 consejos para celebrar tu cumpleaños a lo grande
(Alfaguara, 2013).
- 75 consejos para sobrevivir en el campamento
(Alfaguara, 2013).
- Cómo sobreviví a la madre de Pavlito (Espasa, 2015).
- 75 Consejos para sobrevivir a los exámenes
(Alfaguara, 2015).
- 75 Consejos para ser popular (Alfaguara, 2016)
- 75 Consejos para sobrevivir en el instituto
(Alfaguara, 2016).
- ¡Abajo el cole! (Alfaguara, 2016).
- ¡Abajo el cole! El deporte es lo peor (Alfaguara,
2017).
- 75 Consejos para sobrevivir a las redes sociales
(Alfaguara, 2017).
- 75 Consejos para sobrevivir a los profes (y sus
manías) (Alfaguara, 2017).
-
Cuídate de mí (Plaza & Janés, 2018).
- 75 Consejos para sobrevivir a los amigos, enemigos y
troles varios (Alfaguara, 2018).
- El nido de la araña (Ediciones B, 2020).
¿Por
qué sería capaz de sacrificarlo todo?
Pienses
lo que pienses, cuando termines de leer esta novela habrás cambiado de opinión.
Katy vive con su hija en
un piso de lujo que, tras meses sin trabajar, Katy ya no puede mantener. Así,
ambas se ven obligadas a mudarse a un pequeño apartamento de un edificio casi
vacío de Madrid. Poco después, Katy recibe una misteriosa llamada en la que le
ofrecen el trabajo de sus sueños. Parece el golpe de suerte que necesitaba. Lo
que no imagina es que una compleja telaraña tejida con los errores del pasado
se cierne sobre ella y que su peor pesadilla está a punto de empezar.
En 1931 Federico
García Lorca escribió “Así que pasen cinco años”, subtitulada, a su vez, como
“Leyenda del tiempo en tres actos”. Pero muy al contrario de lo que dice un
proverbio árabe: “Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el
presente es tuyo”, esta obra nos sumerge en un universo en el que el presente
se transforma en una magnitud inabordable, una simple conexión entre el pasado
y el futuro, por lo que vivirlo en plenitud, como un imperativo categórico, es inviable.
Algo así ocurre en El nido de la araña cuando abres sus
páginas y te encuentras con un prólogo que es toda una clase magistral de cómo
con tan solo cuatro páginas alguien puede dejarte sin aliento y con ganas de
agarrarte al libro y no soltarlo hasta terminar el epílogo. Ese alguien tiene
nombre y apellido, claro está, se llama María Frisa y si yo fuese su editora iniciaría
un crowdfunding o cualquier cosa que se le parezca para blindarla con un
contrato muchimillonario de por vida, obligándola a escribir, eso sí, como poco
una novela al año. No se puede ser más buena, ni tener más talento. O sí, si
continuas leyendo después de semejante aperitivo.
Porque, como os
decía al principio, esta novela tiene cartelera propia y banda sonora. Una la
ha puesto María Frisa, la otra una servidora, que últimamente anda escasa de
complejos (espero que ahora se haya entendido el por qué de la elección del
fragmento de la obra de Lorca versionado por Camarón). Y es que a medida que
vamos leyendo, si hay algo que queda claro en el relato es que la autora es una
experta en el arte del suspense, no solo a la hora de practicarlo mediante la escritura
de manera soberbia, sino que parece que tiene un grado en Cinematografía y
nivel experto en todo lo relativo a Alfred Hitchcock. Por ello, encontraremos
numerosas citas a determinadas películas, normalmente al inicio de algunos
capítulos, aunque no será el único modo en que se rinda homenaje al séptimo
arte en este libro y en particular al cineasta británico inventor del término Mcguffin, ya que María Frisa se ha
marcado uno de antología con este prólogo.
De ese modo nos
encontramos con Katy (Catalina Pradal), otrora brillante economista que en la
actualidad se encuentra en paro y sin ingresos, dado que Innovandia, la nueva asesoría
especializada en diseño de estrategias de negocio que está intentando poner en
marcha no acaba de arrancar. Quince meses antes le embargaron su anterior consultoría
y con ella sus propiedades, su flamante BMW, sus cuentas corrientes y acciones.
Solo pudo salvar de la debacle un pequeño piso en un edificio prácticamente
abandonado y que parece haber sido “tomado” por un fondo buitre gracias a que lo
adquirió cinco años antes a través de una sociedad offshore –son los golpes que
tiene la gente que está forrada y sabe “diversificar”- y el dinero negro que
ahorraba y guardaba en casa y que también es consecuencia de una buena
diversificación. Y ese piso, precisamente, es el lugar en el que reside ahora,
junto con su hija de cinco años y en donde ha trabado una estrecha relación con
los dos únicos vecinos que quedan: Esther, una octogenaria virtuosa del piano,
inteligente y refinada pero con un pronto de soberbia importante y con la que a
veces choca por las ideas tan dispares de ambas con respecto a la educación de
Zoe, pero a la que recurre cuando la ocasión lo precisa y Óscar, un cuarentón
metido a hacker, obsesivo y paranoico hasta la saciedad en cuestiones
profilácticas que sacaría los colores al mismísimo Fernando Simón si se
atreviese a cruzar el umbral de su bunker-vivienda.
Sin embargo, cuando
las cosas se empiezan a ponerse realmente mal a nivel económico porque los
recursos escasean y ya no se puede seguir haciendo malabares para sobrevivir y
más mientras Zoe siga yendo al mismo colegio de élite de siempre y haya que
pagar las mensualidades del coworking, que cuestan un pico, una llamada telefónica
devuelve la esperanza a Katy: el departamento de Recursos Humanos de Global
Consulting & Management ha leído su currículo y quieren hacerle una
entrevista. Lógicamente, acude. Obviamente, la contratan.
Pero como dice el
refrán, ¡qué poco dura la alegría en la casa del pobre! Y una tarde, cuando
Katy va a recoger a Zoe al salir del trabajo a casa de Esther, se encuentra con
que la niña ha desaparecido y la anciana se encuentra malherida e inconsciente
en el suelo. Como única explicación una nota en la que le informan que Zoe ha
sido secuestrada. El precio del rescate es todo un dilema.
Y hasta aquí puedo
llegar. Lo demás tendréis que descubrirlo vosotros mismos. Eso sí, agarraos que
vienen curvas peligrosas, porque:
1.- María Frisa ha
sido capaz de superarse a sí misma, cosa que yo, particularmente, creía
imposible. Ya dije que me fascinó con Cuídate
de mí, porque me pareció una novela sublime escrita con una exquisitez
envidiable, sobre todo tratando temas tan delicados como el abuso de menores o
los malos tratos. Pues bien, ahora, con El
nido de la araña ha dado un salto cualitativo espectacular.
2.- Porque es
imposible soltar la novela una vez iniciada la lectura, porque María Frisa es
realmente la araña de este relato por mucho que quieras buscarla en algún
personaje, aunque haya alguna otra. Es ella quien va tejiendo esa red de hilos aparentemente
quebradizos, aunque más fuertes que un hilo de metal del mismo volumen. Te va
envolviendo y, sin darte cuenta, te involucras en la historia, pasas a convertirte
en un personaje más en sus manos. Sufres, te desesperas, te rompe los esquemas
a su antojo. Hasta el infinito. A mí me recordaba, a medida que me surgían
otras obligaciones, aquel fragmento de La
historia interminable: "Me
gustaría saber", se dijo,"qué pasa realmente en un libro cuando está
cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin
embargo...Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una
historia entera”. Porque es esa la cuestión: necesitas saber qué ocurre
mientras tú estás a otras cosas, porque sientes que la historia tiene vida propia.
Pero también es verdad que cuando
llegas al desenlace te sientes un privilegiado por haber participado de esta
aventura, aunque sientas que la autora es maquiavélica, diabólica, porque
habiendo puesto las cartas sobre la mesa desde el primer momento, te ha llevado
por los derroteros que ha querido sin darte cuenta.
3.- Porque siendo
una novela particularmente psicológica, más allá de que las descripciones de
los personajes vayan encaminadas en este sentido, sin obviar otras
características, empatizas con su situación. Y eso que es complicado, porque a
la inmensa mayoría de ellos no te los llevarías ni a tomar una caña por la
desconfianza que te generan. Si acaso, de todo el elenco yo solo compraría a Javi,
el dueño del Lolita Vintage Café y su pareja, Marcos, que trabaja como médico
en una ambulancia del SAMUR en turno de noche. Y esa percepción con respecto a
los personajes se puede extrapolar a los lugares en los que se desarrolla la trama.
Resulta curioso, por ejemplo, que el inmueble donde vive Katy se encuentre en
una calle que da a la Plaza de Soledades y que tan solo queden tres vecinos en
el mismo. Dos adultos que, a su vez, viven solos. O el edificio donde se ubica
la sede Global Consulting & Management, prácticamente inaccesible y
sobrecargado de cámaras de vigilancia. Es decir, ambientes claustrofóbicos que
invitan a una orgía de recelos e incertidumbre.
4.- Me ha fascinado
el modo en que se utilizan los tiempos (presente, pasado e incluso futuro)
según en qué parte de la historia estés, así como la utilización de un narrador
distinto en cada una de ellas. Es uno de los motivos por los que la famosa
canción de Camarón no dejaba de espolearme mientras leía. Incluso el ritmo era
acorde con el estado de angustia y excitación que la novela me imponía y el que
iba adquiriendo la trama una vez entrada la segunda parte, convirtiéndose en
vertiginoso. Y me hubiese gustado referirme en este sentido a Cronos, Aión y
Kairós, las tres deidades del tiempo, a los que he podido atisbar entre
bastidores, pero no me quiero alargar. O mejor todavía, os dejo con la duda.
5.- Y para
terminar, dejándome mucho en el tintero, hablaré someramente de las partes en
que se divide la novela, aunque las he mencionado por separado. El nido de la
araña se compone de prólogo, dos partes y epílogo (además de una nota de la
autora tan aclaratoria como dolorosa por la información que nos ofrece,
agradecimientos e índice). Del prólogo, decir que es extenuante es quedarse
corta, aunque creo que ya me he explayado anteriormente. Con respecto a las dos
partes, decir que la primera está narrada en primera persona por la
protagonista, el ritmo es pausado y es donde conoceremos a la mayoría de
personajes que gravitan en torno a Katy. En la segunda parte asistimos a un
giro importante en la trama que se convierte en policial cambiando a su vez el
narrador por uno omnisciente. Aquí el ritmo se acelera, se empiezan a resolver
los conflictos y se disipan las dudas. Y lo mismo el mundo se te viene abajo
que te eleva a las alturas, viendo como la realidad de difumina, para acabar
con un epílogo que vuelve a dejar una carga de incertidumbre que te dejará
tocado por mucho tiempo.
Poco más puedo
añadir. O sí, pero no quiero aburriros. No obstante, me gustaría hacer una
advertencia: Si ya has leído esta novela, haz caso a la frase de Hitchcock en
el cartel de su película más popular protagonizada por Anthony Perkins y Vera
Miles y aplícaselo a El nido de la araña:
Psicosis debe verse desde el principio…
y, por favor, no revele Vd. El final. No dispongo de otro. María Frisa, tampoco.
Y si no la has
leído, no seas insensato y sal corriendo a la librería.