domingo, 26 de abril de 2020

ESCENARIOS DE NOVELA: El Oviedo de Gracia San Sebastián


Una novela puede generar distintas impresiones en el lector: entretenernos, instruirnos e incluso levantarnos el ánimo en tiempos difíciles. A veces, el autor ni siquiera es consciente de la herramienta que ha puesto en nuestras manos al mostrarnos un mundo lleno de posibilidades. Una de ellas es compaginar literatura y viajes porque, a fin de cuentas, como decía Joan Margarit, la libertad es una librería. De hecho, no hay nada mejor que volver a visitar una ciudad teniendo como cicerone a los protagonistas de sus novelas, calzarnos sus zapatos y recorrerla siguiendo los pasos que ellos dieron mientras nos contaban su historia.


Vistas de Oviedo desde Santa María del Naranco

Para visitar Oviedo, nada mejor que hacerlo de la mano de Gracia San Sebastián. He dudado a la hora de establecer el origen de la ruta. Una opción era la Plaza de la Catedral, que es el motivo central de la portada del primer libro de la serie que comenzó con Lo que callan los muertos o por la iglesia de San Isidoro, protagonista de la de Un asesino en tu sombra, segundo y último libro hasta la fecha. Sin embargo, he considerado que casi que es mejor decantarme por La Losa, la zona donde la investigadora de fraudes tiene su residencia particular y con lo primero que se puede encontrar el visitante que se acerca a esta ciudad, bien en tren, bien en autobús, porque ambas estaciones están prácticamente al lado.

Estación del Norte
La Losa dio origen al paseo del mismo nombre, situado encima de la estación del Norte, -nombre real de la estación de tren- a la que se puede acceder directamente desde los andenes si subes hasta la Plaza de los Ferroviarios por las escaleras mecánicas. Empezó a construirse a principios de 1998, sobre 220 pilares y utilizaron para ello 9.575 toneladas de acero y 30.000 metros cúbicos de hormigón, siguiendo el diseño del ingeniero Leonardo Fernández Troyano. Se inauguró a mediados de 1999. Mide 700 metros, abarcando 38.000 metros cuadrados de superficie. En ella podemos encontrar fuentes, esculturas, un parque infantil y el conjunto de edificios conocidos como Torres Centro. Eso sí, si sales por el acceso tradicional, podrás observar la fachada principal de la estación, construida en 1874 aunque rediseñada en 1946, tan austera como práctica, presidida por un pabellón central que, a su vez, está flanqueado por dos torres laterales. En la planta inferior podemos apreciar una larga galería de arcos de medio punto, todos del mismo tamaño, excepto los tres centrales, más altos. En la planta superior destaca, por sus dimensiones, un original reloj de aguja.

Calle Uría
La estación está ubicada al principio de la calle Uría, la arteria principal de la ciudad y una de las más emblemáticas. El proyecto, diseñado por el ingeniero Salustio González Regueral, tuvo como finalidad, precisamente, acercar la estación al centro histórico de la capital del Principado, aunque su puesta en marcha tuvo como consecuencia una víctima: el derribo del Carbayón de Oviedo, un impresionante roble cuyo tronco medía seis metros de diámetro, tenía una base de doce metros de circunferencia y una altura de treinta. Fue el testigo mudo de todo cuanto sucedía en la ciudad y el que dio origen tanto al gentilicio de los habitantes de la ciudad como a unos deliciosos pasteles de almendra y yema típicos de la misma.

Vinoteo
Es en esta calle, precisamente, donde tiene su despacho Gracia San Sebastián, lo que le permite moverse a pie tanto desde o hacia su domicilio como para realizar cualquier tipo de gestión de tipo laboral, como sus habituales visitas a la comisaría donde trabaja Rafa Miralles y a la cafetería de al lado, donde acostumbra a parar el comisario. O a comer o cenar al Vinoteo, situado en la calle Campoamor, a pocos metros de allí. La última vez que estuve en Oviedo me acerqué al restaurante, inevitable la visita, a juzgar por las veces que se menciona en ambas novelas y los fundados motivos que da para conocerlo. Allí podrás disfrutar del célebre cachopo asturiano (una especie de San Jacobo hecho con un doble filete de ternera empanado que esconde en su interior queso fundido y jamón serrano), no en vano ganaron el Premio al Mejor Cachopo de Asturias en 2017 en la modalidad de cachopín, aunque te recomendaría que atendieses a su carta, porque la oferta gastronómica bien lo merece. Hablé con el dueño, que estaba encantado con el marketing que la autora estaba haciendo del local y las ganas que tenía de conocerla personalmente. Y lamenté no haber terminado Un asesino en tu sombra, porque con gusto me hubiese acercado a La leyenda del Gallo, favorito de la víctima de esta entrega, que se encuentra muy cercano a la catedral.

Y es que Oviedo, como sus moradores, es una ciudad amable, donde pasear es un lujo porque todo coge a mano y está muy bien peatonalizada. De hecho, ¿cuántas veces no hemos visto a Gracia salir a despejarse, a hacer deporte o a pasear a Gecko, el perro de su hermana, por el Campo de San Francisco?. Esto es normal porque este parque empieza donde termina la calle Uría, que no es precisamente larga.



El parque, situado en el corazón de la ciudad, está delimitado en el lateral sur por la calle Marqués de Santa Cruz, la calle Uría en su parte inferior, la de Santa Susana en su parte superior y la de Conde Toreno por el norte. Debe su nombre a que, antiguamente, perteneció a una orden franciscana y con la desamortización de Mendizábal en 1816 pasó a titularidad del Ayuntamiento de Oviedo, que lo transformó en jardín botánico. De estilo inglés, cuenta con 127 especies diferentes de árboles y arbustos, predominando el roble, el castaño y una variedad de olmo a la que aquí llaman negrillo. No obstante, lo más agradable de este espacio es recorrer tanto sus paseos –el de los Álamos y el de Bombé- o sus dos avenidas –la de Italia y Alemania-, pararte en el kiosko de música para descubrir el edificio denominado “La Granja”, que a lo largo de su historia ha tenido diferentes usos, aunque en la actualidad alberga la biblioteca municipal y la escuela de hostelería, mientras observas a los pavos reales en libertad, para llegar al estanque de los patos, donde conviven ánades de diversas especies junto a un vistoso cisne y sentarte a disfrutar de este marco idílico junto a Mafalda, el personaje más internacional de Quino, creada por Pablo Irrgang, que fue ubicada en este lugar a raíz de que el humorista gráfico fuese galardonado con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2014.

Plaza de la Escandalera: A la izquierda la Casa
Conde; al lado, el Teatro Campoamor
Y ya, desde el Campo de San Francisco, puedes tomar el acceso que da a la Plaza de la Escandalera y sumergirte en una ciudad fascinante. La primera vez que la visité, seguí la Ruta de las Esculturas –hay más de un centenar-, que os recomiendo. Desde esta monumental plaza, posiblemente la más transitada, podemos observar, en su lado norte, la Casa Conde, de estilo ecléctico e inspiración francesa. El nombre de este edificio, construido en 1904, hace alusión a su primera dueña, aunque en la actualidad es conocido popularmente como el Edificio
Santa Lucía por ser la sede de esta compañía de seguros. O la Casa del Termómetro, que debe el suyo a la forma de su fachada, por la cristalera corrida curva que le da esa apariencia. No obstante, estos no son los únicos inmuebles dignos de mencionar, pero yo me fijaría en Teatro Campoamor, donde todos los años se celebra la entrega de los Premios Príncipe de Asturias y, justo al lado, antes de acceder a la calle Pelayo, apreciar “El culo” (su nombre oficial es Culis monumentalibus), la famosa escultura de Eduardo Úrculo, que tantas veces se nombra en los libros de Ana Lena Rivera cuando va a visitar a su amiga Sarah a la farmacia que posee.

Y ahora sí, piérdete por esta agradable ciudad, hazte una ruta o vaga sin rumbo, acércate a la Plaza de Alfonso II el Casto, para admirar la Catedral de San Salvador, una joya del gótico que empezó a construirse a finales del siglo XIII -y tardó tres en finalizarse- sobre el anterior conjunto catedralicio prerrománico del siglo IX, de ahí que, por ejemplo, esta plaza lleve el nombre del rey que lo mandó construir y que la Cámara Santa, formada por dos capillas superpuestas, date de esa fecha. También podrás admirar en esta plaza, que es la que como dije anteriormente sirve de motivo para la portada de Lo que callan los muertos, la escultura de Ana Ozores, La Regenta de Clarín y, posiblemente la más fotografiada de Oviedo.

San Isidoro El Real
Y muy cerca de la catedral, se encuentra la Plaza de la Constitución (a la que muchos llaman del Ayuntamiento, por encontrarse allí el consistorio). En ella se encuentra la Iglesia de San Isidoro el Real, un templo de factura exquisita en su interior y una de las más antiguas de Oviedo. Es la que se muestra en la portada de Un asesino en tu sombra.

Casadielles del Rialto
Sin embargo, no todo va a ser callejear, así que, a pocos metros de allí, en la calle San Francisco, bien merece la pena hacer una parada en el Rialto como acostumbra a hacer Gracia San Sebastián y merendar como si no hubiese mañana. O tarde. La oferta es abrumadora porque los maestros confiteros de esta casa han hecho de sus especialidades una virtud. O un pecado más bien. No sabrás decantarte por una sola, así que encomiéndate a la Virgen de la Caloría y déjate aconsejar. A mí me encantan las moscovitas, unas pastas muy finas de almendra marcona bañadas con una cobertura de chocolate (aunque las suelo comprar para llevar y regalar), los carbayones y, sobre todo, los casadielles, el dulce de nuez más famoso de Asturias.

Santa María del Naranco
Por último y para no extenderme más, os hago una recomendación: una vez visitado el centro histórico, no debéis dejar pasar la oportunidad de visitar Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, dos joyas del prerrománico astur, mandadas construir por Ramiro I en el siglo IX declaradas Patrimonio de la Humanidad. Se encuentran a poco más de cuatro kilómetros de la ciudad, sobre la ladera sur del Naranco. Ambas edificaciones fueron mandadas construir en el año 842 por el rey Ramiro I, la primera como Aula Regia y la segunda como iglesia. Están a poco más de cien metros entre ellas. 




jueves, 16 de abril de 2020

CAVA DOS FOSAS, de Félix García Hernán






DATOS TÉCNICOS:

Título: CAVA DOS FOSAS
Autor: Félix García Hernán
Editorial: Alrevés
ISBN: 978-84- 17847-45-6
Páginas: 352
Presentación: Rústica con solapas





En marzo de 2009 se fundó la editorial Alrevés, aunque no fue hasta septiembre de ese mismo año cuando comenzaron a publicar las primeras novelas. Ya han cumplido más de una década y, aunque han sufrido algunos cambios desde entonces y han ido reduciendo sus miras en torno a los géneros a abarcar, no han reducido ni un ápice la calidad de su elenco, ahora especializado en novela negra o en no ficción criminal.

Uno de los cambios que han efectuado para conmemorar su décimo aniversario, es el del diseño de las cubiertas tan características y reconocibles. Y creo que ha sido un acierto, al menos en los ejemplares que tengo, porque son más vistosas, además de incluir el número de orden de cada publicación. Inauguraron el cambio de imagen con La casa vacía, de Manuel Barea, La favorita del Harén, de Andreu Martín y Sangre de liebre, de Juan Bolea.

Dicho lo cual, hoy os vengo a hablar de la novela 103: Cava dos fosas.




Félix García Hernán (Madrid, 1955) cursó Derecho en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Sin embargo, ha dedicado su vida a su auténtica vocación: la hostelería, sector en que empezó a trabajar en su adolescencia, desde el peldaño más bajo, como botones, para ir escalando, poco a poco, hasta llegar a dirigir los establecimientos más emblemáticos de Madrid, como el Hotel Villa Real, el Urban y el Only You. pero es, por vocación, hotelero. Ha formado parte del Consejo de Administración de la asociación Small Luxury Hotels of the World y es miembro de la Junta Directiva y censor de cuentas de la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid.

Lector compulsivo y amante de la música clásica y del cine, Cava dos fosas es su cuarta novela.




Javier Gallardo, a sus cincuenta y cinco años, es uno de los comisarios de policía más respetados y brillantes del país. Sin embargo, desencantado, decide aislarse un tiempo en la Vall de Boí y replantearse su futuro en el cuerpo. Allí, mientras disfruta de este retiro, tendrá que enfrentarse a una oscura y reaccionaria forma del mal con la que se encaró recién salido de la academia y que marcó su carrera y su corazón para siempre.

Porque los inicios de Gallardo en el cuerpo, en una sociedad frágil que afrontaba sin ninguna garantía su transición hacia la democracia, no fueron fáciles. A fuerza de desengaños, pronto aprendió que el enemigo, a veces, estaba mucho más cerca de lo que podía imaginar. Treinta años después, sus adversarios, que ya creía sepultados, volverán con más inquina que nunca para saldar cuentas pendientes con un plan maquiavélico que atacará directamente a aquello que más le importa.

Con una tensión dramática digna de los mejores autores del género y una prosa directa y contundente, Félix García no da tregua al lector hasta la última palabra y lo sumerge en un viaje sin concesiones por las más oscuras trincheras del poder, para descubrir que treinta años no son suficientes para enterrar todos los demonios del pasado.




Si hay un dicho que forma parte del acervo popular de manera más que explícita es aquel tan conocido como “Del cerdo, hasta los andares”. Vale, pensaréis que con tanto confinamiento me he vuelto loca y que a santo de qué viene el mezclar literatura con gastronomía, y no os quito la razón, pero es lo primero que me ha venido a la cabeza al terminar de leer Cava de fosas. Y el paralelismo existe, creedme, porque esta novela, al igual que un ejemplar manchado de Jabugo –también valdría cualquiera de los que se crían con mimo en las dehesas onubenses- es un lujo al alcance de unos pocos. Los que buscan una historia vibrante, un bocado delicioso y mucho más. 

Y es que mientras el primero ha tenido una trascendencia significativa desde la antigüedad, desempeñando un papel fundamental en la alimentación del hombre, porque de él se aprovecha todo, ocurre algo similar con este libro, que alimenta no solo la mente, sino que una vez que te sumerges en su historia, te abre las puertas a infinidad de universos íntimos y personales por el extraordinario poder que ejerce sobre el lector, por la cantidades de sensaciones que es capaz de desatar por las situaciones narradas, al vivirlas en primera persona. Sin remisión. 

Así que una vez que me he metido en este jardín de establecer paralelismos entre cerdos y novelas, vayamos al tajo despedazando a uno y otra:


Es imposible pensar en este libro y no considerar la trama como la parte esencial de la novela. Y es esencial, ya digo, porque teniendo claro que Cava dos fosas es una novela redonda, discernir qué es lo más exquisito de ella tiene su mérito. Y hablo de trama, en singular, cuando, en realidad, hay tres distintas aunque todas protagonizadas por casi los mismos personajes. O bien, podría decir que son dos historias diferenciadas en tiempo y lugar, una de ellas consecuencia de la otra. Pero insisto en que para mí hay tres tramas, que serían, obviamente, las partes más exquisitas del noble animal que me va a acompañar en esta reseña. Una transcurre durante la transición española, bien arraigada la década de los ochenta, recién alcanzado el poder por el partido socialista; la segunda, transcurre en la actualidad, treinta años después y la tercera, también en la actualidad y paralela a ella, narra la investigación llevada a cabo para resolver un secuestro espantoso. Cada una de las tramas, por sí misma, es toda una aventura, una lucha sin cuartel contra lo más abyecto del ser humano:

- Jamón: ¿Qué se puede decir del pernil de un manchado de Jabugo y no caer en el entusiasmo extremo? Pues eso es lo que ocurre cuando pienso en la trama que transcurre en la actualidad, en la que nos encontramos con Javier Gallardo, un comisario de policía prácticamente vencido a sus cincuenta y cinco años -a pesar de tener un currículum impresionante a nivel laboral- y que aun así ha hecho un impasse en su vida para retirarse del mundanal ruido y así recalar en una casita rural del pirineo leridano, en la Vall de Boi, donde replantearse su futuro. Sin embargo, su tranquilidad se verá interrumpida cuando, a pesar de las muchas medidas que ha tomado para no ser localizado, es secuestrado.

- Solomillo: Por su textura y sabor es la pieza más demandada, del mismo modo que ocurre con la trama que transcurre treinta años antes, porque es natural que queramos saber qué fue aquello que pasó que ha dado lugar a tanto horror. Y el autor lo lleva a cabo de la manera más natural posible: alternando los capítulos en los que discurren ambos momentos. Y lo hace con una solvencia digna de quitarse el sombrero, contextualizando una realidad histórica fácilmente reconocible –sobre todo si, como yo, has vivido aquella época- en los albores de una España que prácticamente estrenaba democracia, aquel famoso período denominado transición, en el que los temidos poderes fácticos se empeñaban en asumir el poder político desde la trastienda, sin una legitimidad que los sustentase mientras los pobres ingenuos que creían que la democracia estaba más que asumida. Es así como conocemos a Javier Gallardo, un joven policía prácticamente recién salido de la academia de Ávila, número uno de su promoción, que tiene que investigar el asesinato de un homosexual acaecido en el madrileño Parque del Retiro. Hasta que pincha en hueso y la pareja de la víctima reconoce al cabecilla del crimen y a uno de sus acompañantes, aunque no por ese orden. Y la maquinaria se pone en movimiento para ocultar responsabilidades y apartar al policía del caso. En la misma situación se encuentra su amigo y colega Fernando Luengo y ambos, junto a otra amiga del segundo, también policía, deciden jugarse el tipo y algo más para esclarecer no solo ese homicidio, sino otro más que parece haber rubricado el mismo sujeto. E idearán un plan sabiendo que tienen todo en contra, bordeando la ley.

- Carrilleras: Que el cerdo se puede comer de distintas maneras es una obviedad, del mismo modo que un secuestro se puede resolver de otras tantas. Solo tienes que contar, sea para una cosa o para otra, con ingredientes de excelente calidad, como es el caso que nos ocupa. De esa forma, si cuentas con unos personajes de rompe y rasga, si lo condimentas bien acompañándolos de otros tantos, si lo dejas cocer a fuego lento para que la intriga te devore, el resultado será el que ha conseguido el autor: que no puedas dejar de pasar páginas esperando una resolución que te dejará, como poco, exhausta y jurando en arameo por la tensión vivida. Doy fe y no soy notaria.



Y si tres son las tramas, tan importantes como la propia historia que en ellas se narra lo son los protagonistas de las mismas. Personajes poliédricos, con fisuras y claroscuros, con los que es fácil empatizar, a los que puedes aborrecer con toda tu alma… en definitiva, hay de todo, como en la viña del Señor.

 - Paleta: Del mismo modo que el jamón es la pata trasera del cerdo, la paleta es la delantera. Y tiene el mismo proceso de elaboración. Por ello, dado que el jamón, por similitud, corresponde a la trama que acaece en la actualidad, sus protagonistas han de ir acordes. A fin de cuentas, a excepción del peso y la proporción de grasa entre ambas piezas, hay otra diferencia, aunque apenas perceptible: mientras que uno es más complejo y suave en cuanto a gusto, la otra es más potente e intensa. Precisamente es lo que ocurre con los protagonistas de esta trama, focalizando el protagonismo en Javier Gallardo, Fernando Luengo y, obviamente, Diego López de Arbeloa, que a lo largo de los treinta años que han pasado desde que coexistieron en tiempo y lugar, han evolucionado para hacerse más fuertes, agudos y, en el tercer caso, más virulento. 

- Carré: Serían los protagonistas de esta trama, personajes que se repitan en la anterior. Sin lugar a dudas, estos serían Javier Gallardo, Fernando Luengo y Carmen Núñez-Quiroga por un lado y Diego López de Arbeloa, por otro. He de decir que son personajes inconmensurables, enormes. Los tres primeros están íntimamente relacionados, son compañeros de fatigas en la policía y amigos leales. El cuarto es el mejor de los antagonistas posibles, un personaje de un golpe, sin fisuras, que acumula en su haber todos los atributos posibles que debe ostentar un psicópata de manual. Y alguno más.

- Costillas: Si hay un protagonista en esta trama, una pieza en este puzle suculenta como pocas, ese lugar lo ostenta, con solvencia, Raúl Olaya, inspector jefe y discípulo de Javier y tan minucioso y tenaz como el maestro, aunque no serán las únicas virtudes que compartan, pues es capaz de buscar una aguja en un pajar con tal de dar con una pista ínfima que ayude a dar con el paradero no solo de su jefe, sino el de los tres secuestrados. 


- Pluma ibérica: Si los protagonistas de esta novela están pergeñados de forma magistral, los secundarios están a la altura, por su gran atractivo: como Alfonso Gallardo, hijo del comisario, que se ve envuelto en este monstruoso disparate consumado por López de Arbeloa; o Críspulo, escudero de faenas de Diego, al que conoció siendo un niño y que desde entonces no se ha separado de él. El tonto útil por definición; o la prostituta del lupanar que frecuenta Críspulo; o Mosén Estanis, el párroco de la Vall de Boi y, por supuesto, el camionero al que un día atendió en la comisaría Javier Gallardo y que este, en un ejercicio de lealtad, no dudó en ayudarle cuando llegó el momento. No son los únicos secundarios, pero sí una muestra de lo más destacable por diferentes motivos.

- Secreto ibérico: Comienza el libro con la siguiente advertencia: “Esta novela ha de valorarse como producto de la imaginación del autor. Por tanto, no debe inducir a atribuir conductas, acciones o palabras concretas a ninguna persona existente o que haya existido en la realidad”. Y claro, cuando terminas la novela y vuelves a reparar en la advertencia, piensas en que, como esta pieza gastronómica tan difícil de encontrar -y más cuando el ejemplar es un ibérico alimentado con bellota, porque todavía es más reducida y en ocasiones pasa inadvertida-, por mucho que nos quieran convencer de que todo es producto de la imaginación del autor, que sí, que también, hay tanta verdad en la novela que asusta por sus visos de realidad.

- Presa ibérica: Al igual que el secreto, es una carne situada en un lugar muy especial: entre el lomo y la cara interna de la paleta. No obstante, es tan jugosa como sabrosa y considerada por muchos como la más deliciosa del animal, al igual que el título de la novela que, aunque a priori suene a película de clase B o serie gore, hace referencia a la célebre frase de Confucio: “Antes de comenzar un viaje de venganza, cava dos fosas”.

- Chuletero: Así como la historia es la columna vertebral de esta novela, el estilo de la misma podría considerarse el músculo intercostal capaz de mantener la actividad de una trama perfectamente construida. Y es precisamente esta pieza de carne una de las más suculentas debido al ejercicio practicado. Eso lo consigue el autor con una prosa directa y unos diálogos brillantes en los que afloran los sentimientos de cualquiera de los personajes, ya sea cuando tratan temas como la amistad, el amor, el deseo de venganza o el afán de justicia. Cava dos fosas es un relato apasionante, a ritmo de thriller y experiencias al límite.

- Lomo: Dicen que esta pieza de carne es la más noble del animal por las distintas características que la avalan. Normalmente, se consume tanto en fresco como embuchado, estando a la misma altura del jamón cuando el ejemplar es un ibérico de bellota. Y es precisamente en este contexto donde se puede establecer una similitud con el género al que pertenece esta novela porque, sin lugar a dudas, Cava dos fosas es una novela negra de una calidad superior, tanto por su forma como por el fondo, en el que la crítica social es más que obvia, un juego de espejos envuelto en un velo de falsas apariencias impuestas por los poderes fácticos, capaces de corromper cualquier institución. ¡Bocatto di cardinale!







Cava dos fosas es una novela policíaca sublime y negra como la boca del lobo, que invita a la reflexión sobre la condición humana porque, a fin de cuentas, también es una novela de personajes poliédricos, escrita con fluidez, con momentos inolvidables de extremada angustia porque su trama está construida con una destreza extraordinaria. Una novela que, como un puzle, va encajando sus piezas a medida que las páginas se deslizan entre nuestras manos, hasta conformar un mosaico de historias que convergen en la figura de Javier Gallardo. Merece la pena y mucho. Palabrita de Yincanera.