martes, 24 de marzo de 2020

UN ASESINO EN TU SOMBRA, de Ana Lena Rivera




DATOS TÉCNICOS:

Título: UN ASESINO EN TU SOMBRA
Autora: Ana Lena Rivera
Editorial: Maeva
Colección: Maeva Noir
ISBN: 978-84-17708-63-4
Páginas: 360 
Presentación: Rústica con solapas






Era la Semana Santa de 2019 cuando una insuficiencia respiratoria provocada por una bronquitis crónica me llevó a ingresar en la Fundación Jiménez Díaz. Imposible olvidar aquellos días y en especial aquel momento en que gracias a dos enfermeras, que me llevaron a un box casi en volandas, hoy puedo contarlo. Y más con la que está cayendo, porque puedo hacerme una idea de lo mal que lo estarán pasando muchos. O los que ya no pueden hacerlo.

Ha pasado un año desde entonces y, curiosamente, tengo asociada aquella circunstancia a un libro que me sirvió de mucho, sobre todo en los primeros instantes de aquella pesadilla: Lo que callan los muertos. Una novela que, además de entretenerme durante las tediosas horas de reclusión mientras intentaba superar aquella crisis, me mantuvo intrigada con una historia singular: la de una investigadora de fraudes a la Seguridad Social que tiene que dilucidar qué se esconde tras la sustanciosa pensión de un militar franquista que en la actualidad sobrepasa el centenar de años y, asimismo, se ve obligada a indagar en el extraño suicidio de una vecina de su madre y los hechos que pudieron provocarlo. 

Y digo que era una historia singular porque su protagonista, Gracia San Sebastián, es una mujer muy seria en lo laboral y, además, arrastra una tragedia de la que apenas conocemos la punta del iceberg, pero que está poniendo entre la espada y la pared su relación matrimonial, que se tambalea sin remisión. Sin embargo, tiene una familia un tanto peculiar, en particular su madre, Adela, con la que no es que sea fácil empatizar, sino que te la llevarías a vivir contigo de inmediato si fuese real o su hermana, Bárbara, cardióloga de profesión y perfeccionista por devoción, tan opuesta a ella; aderezado todo ello con un elenco de personajes muy bien perfilados, que ayudan a la investigación, cada uno a su manera: como el comisario Rafa Miralles, un profesional excelente, de trato cordial, casado con Geni, amiga de la infancia de Gracia y cotilla por definición, no en vano, su segundo nombre es "La Chismes", así como Sarah, su amiga íntima, farmacéutica y feliz a partes iguales. 

Pero lo mejor de todo era que la trama, estupendamente urdida, ayudada con el elenco de personajes mencionados, fluía sola, aderezada con golpes de humor que te hacían soltar alguna que otra carcajada. Y eso era impagable en aquellas circunstancias. 

Y, como no hay mal que cien años dure, poco tiempo después, tanto las yincaneras madrileñas como algunas que se desplazaron a la capital para asistir a la Feria del Libro, tuvimos la enorme suerte de compartir mesa y mantel con la escritora a instancias de la editorial Maeva. Fue un encuentro inmenso, de esos que hacen que te sientas una privilegiada por conocer a la persona que te ha hecho disfrutar tanto con su novela, de conocer los entresijos de la misma y los motivos que la llevaron a diseñar esta historia y no otra. 

Y si a eso le añadimos que Gracia San Sebastián ha venido para quedarse, ¿qué queréis que os diga?. De hecho, esta es la razón por la que hoy os vengo a hablar de Un asesino en tu sombra, la segunda entrega de una serie que amenaza con volverse inolvidable.






Ana Lena Rivera (Oviedo, 1972), es licenciada en Derecho y Administración y Dirección de Empresa por ICADE. Después de casi dos décadas trabajando en una multinacional, cambió el traje sastre para utilizar otro más cómodo que le permitiese dedicarse a su gran pasión: la literatura. 

Su primera novela, Lo que callan los muertos, fue galardonada con el Premio Torrente Ballester. Un asesino en tu sombra es la continuación de una saga que tiene como protagonista a Gracia San Sebastián.




La desaparición de una mujer involucrará a la protagonista en un crimen particularmente perverso. 

Gracia San Sebastián, investigadora de fraudes financieros, se ve envuelta en la desaparición de Imelda, una joven psicóloga a la que encuentran muerta pocos días después en las vías del tren. El marido, artificiero de la Guardia Civil y principal sospechoso, le pide ayuda para descubrir al asesino de su mujer. Junto a su amigo Rafa Miralles, comisario de la policía de Oviedo, Gracia empezará una investigación que la llevará a la caza de un asesino por varias capitales europeas. Al mismo tiempo, la vida de Gracia se desmorona. La relación con Jorge, su marido, pasa por un mal momento, y su reputación como investigadora está en entredicho tras acusar a un funcionario con esclerosis múltiple de fingir su enfermedad para competir en la modalidad más extrema del triatlón, el Ironman.





Creo que a estas alturas ya he dejado claro que Un asesino en tu sombra es la segunda entrega de la serie de Gracia San Sebastián y, por lo tanto, continuación de Lo que callan los muertos. Y sí, aunque es una historia autoconclusiva, que se puede leer sin necesidad de empezar por la primera, yo, que soy la personificación del caos, os aconsejaría hacerlo por orden. La razón es muy sencilla: en esta novela (y me imagino que en las que vendrán), así como la protagonista va evolucionando a nivel personal y laboral, también todo su entorno social cercano, es decir, familia y amigos, uno de los pilares sobre los que se asienta la novela. Y tiene especial relevancia porque en ambas novelas estos personajes, incluida Gracia, son la antítesis del arquetipo al que nos han acostumbrado las novelas de intriga. Son personajes de carne y hueso, cercanos, que viven, actúan y piensan como el vecino de al lado y a los que hay que conocer desde el principio, porque todos, a su modo, son carismáticos, poliédricos,  De hecho, sorprende el modo, por natural, en que Gracia recaba información acerca de los fraudes que investiga: vía internet o cotilleando con las vecinas del sospechoso de turno en cuestión, por citar algunos ejemplos. También la trama más cruel, la de la desaparición de Imelda, le llega a la protagonista por vía de su hermana, ya que es hermana de Teo, el pediatra con el que Bárbara trabaja y algo más que un compañero.

Dicho lo cual, hablaremos del segundo pilar fundamental de la novela, que no el último. Me refiero a la trama. En esta ocasión nos encontramos a una Gracia San Sebastián que no se encuentra en su mejor momento. Las cosas con Jorge van de mal en peor; de hecho, se ha tomado un tiempo y parece que se ha empadronado en su despacho, de manera indefinida, a jornada completa. Por otro lado, la investigación que ha realizado a un funcionario que estaba cobrando la baja por tener esclerosis múltiple y que, según sus informes, es uno de los mejores triatletas del mundo, asiduo participante de los Ironman,-la prueba más extrema del triatlón-, ha tenido como resultado un juicio perdido por la Seguridad Social y su jefe, Rodrigo Villarreal, responsable del departamento de asesoría jurídica del ente, está que fuma en pipa con ella, porque el señor, que tiene un ego que se ve desde la Estación Espacial Internacional no está dispuesto a consentir que le pongan en evidencia. Así que la investigadora, que sabe que cuando la mayonesa se corta echarle huevos la empeora, decide no plantarle cara al abogado, de momento, y seguir investigando motu proprio, por lo que decide presentarse en Copenhague, donde se celebrará el siguiente evento deportivo.

Y como las desgracias nunca vienen solas, para alargar un poco más la incertidumbre en la que últimamente se mueve, su hermana le pide que investigue la desaparición de Imelda, hermana de su compañero Teo. Gracia no da crédito a la petición, porque ella no investiga temas criminales, pero se ve incapaz de negarle eso dada la preocupación que muestra, así que se presta a ayudar, sin comprometerse demasiado. Y la desaparición se convierte días después en un “presunto suicidio” que deriva en asesinato, al mismo tiempo que la vida de Gracia se lía como una madeja en las zarpas de un gato. Y tirar del hilo, para dar con las respuestas, se convierte en un dogma de fe.

Y de ese modo nos vemos inmersos en una historia que simultanea ambas tramas, que no da respiro, que te mantiene pegada al libro sin poder soltarlo, porque Ana Lena Rivera es una escritora con un sorprendente talento narrativo, que huye del morbo y de los fuegos artificiales para mostrarnos otro modo de hacer, otra forma de entender la novela negra sin recurrir a los mismos paradigmas de siempre.

Y lo vemos incluso en el escenario principal donde se mueve la investigadora, el tercer pilar de la novela: Oviedo, la Vetusta clariniana. Y conoceremos bien la ciudad, porque no para un momento: de su casa en el barrio de La Losa a la calle Uría, donde tiene el despacho; o cuando sale a pasear a Gecko, el perro de su hermana por el Parque de San Francisco; o acercándose al Rialto a por Moscovitas para atravesar la Plaza de Catedral o de la Escandalera. O reflexionar ante el Hotel Reconquista o degustar de la original y sencilla carta del Vinoteo … Fijaos si me gustó el modo en que describe estos lugares que no hace mucho fui a la capital de Asturias e intenté fotografiar la mayor parte de los sitios que se mencionan, con la intención de hacer una especie de reseña fotográfica, paralela a esta, en tono de humor, aunque dadas las circunstancias que estamos viviendo, he debido perderlo en algún sitio. 

Eso sí, en esta ocasión, además de una corta escapada a Gijón para disfrutar del fin de semana de la Semanona junto a su amiga Sarah, se trasladará a Copenhague y Zúrich y de ambas ciudades las descripciones también son la mar de interesantes.




En definitiva, creo que queda claro que Un asesino en tu sombra me ha encantado. No obstante, si no ha quedado claro, intentaré darte cinco razones por las tendrías que leerla, si no lo has hecho ya, o comenzar la serie si tampoco lo hiciste con la primera. Eso sí, si no te convencen, tengo más:

1.- La protagonista es la más atípica de las investigadoras que puedas conocer: es una mujer normal y corriente que vive y piensa como cualquier hijo de vecino, que no tiene grandes vicios y que aparte de una tragedia que arrastra del pasado y de un matrimonio que hace aguas, sabe aferrarse a la vida –o a su familia y amigos- y disfrutar lo que puede, reinventándose cuando es necesario.

2.- El resto de personajes juegan una baza fundamental en la historia. Desde el comisario Rafa Miralles, un gran profesional en lo suyo, pero un hombre feliz en su vida personal, enamorado de su mujer, Geni “La Chismes”, que en esta entrega adquiere un protagonismo inesperado y que nos da una lección a todos, incluida Gracia. También Sarah se nos muestra de una manera más íntima, dejando de lado su parte más epicúrea para revelarse como una persona especial y sensible. Y, por supuesto, Adela, que aunque interviene menos que en el primer libro, cuando lo hace es como cuando toreaba Curro Romero, que aunque aborrezcas la fiesta nacional, sabías que el tipo había salido por la puerta grande de la plaza (la mayor parte de las veces, claro). Pues con ella pasa lo mismo, cada vez que aparece en escena, te preparas para lo mejor. Y es que si hay algo que me gusta de este elenco que acompaña a Gracia en sus aventuras es que la mayoría son mujeres, fuertes, valientes e intrépidas, que no se achican ante nada ni ante nadie y, sin embargo, no van de heroínas.

3.- Porque es entretenida a rabiar y fácil de leer. A falta de una trama, tiene dos y ambas acontecen a la vez, así que ver a Gracia atendiendo a una y a otra, según las prioridades, es como un juego de malabares. Y ambas también están perfectamente urdidas, con un final sorprendente en ambos casos. Asimismo, mientras una sigue el formalismo al que la autora nos tenía acostumbrados en su primera entrega, en el sentido de que se trata de una investigación contra el fraude en su sentido más estricto, la otra trama es mucho más escabrosa, más oscura y es donde más destaca la evolución de la escritora, que ha sido capaz de pergeñar una historia espectacular, de un golpe.

4.- Por si fuera poco, el sentido del humor está siempre presente, sobre todo en esos diálogos bien familiares, bien con amigos, tan cotidianos y tan reales, porque el realismo es una marca de la casa en Ana Lena Rivera y se percibe en cada página. Escrita con una prosa esmerada y lenguaje sencillo, aunque no exenta de riqueza, su escritura es rápida y directa. Narrada simultaneando la primera persona con la tercera, en menor medida, consigue que el relato sea ágil, generando intriga a su vez.

5.- Como buena novela negra, no está exenta de crítica social y, sin embargo, el modo en que se introduce, se reflexiona, se debate, es de una naturalidad pasmosa por el modo en el que la autora los saca a relucir, normalmente a través de los diálogos. En esta ocasión, el tema más recurrente es el del cuestionamiento del Estado del Bienestar, que en lo referente a pensiones de invalidez o desempleo se queda a la altura del betún. Obviamente, también es evidente la serena reivindicación feminista, precisamente porque el peso de la trama la llevan mujeres fuertes y luchadoras, de todos los ámbitos sociales, cada una a su modo.

¿De verdad que te la vas a perder? ¿A que no? Pues eso, aprovecha ahora que el confinamiento es nuestra razón de existir y apúntate al #YoMeQuedoEnCasaLeyendo, porque con Gracia San Sebastian será un placer.


viernes, 20 de marzo de 2020

EL SUEÑO DE LA MÁQUINA DE COSER, de Bianca Pitzorno



DATOS TÉCNICOS:

Título: EL SUEÑO DE LA MÁQUINA DE COSER
Título original: Il sogno della macchina da cucire
Autora: Bianca Pitzorno
Traductora: Maribel Campmany
Editorial: Espasa
Colección: Espasa Narrativa
ISBN: 978-84-670-5904-5
Páginas: 304
Presentación: Tapa dura con sobrecubierta




Vivimos tiempos convulsos, a todos los niveles, en todos los ámbitos. Y como éramos pocos, parió la abuela. Porque esta pandemia que está asolando el planeta y que afecta en gran medida a nuestro país, ha venido a poner la guinda. O quizás este aislamiento al que nos vemos sometidos ayude un poco a cuestionarse otras formas de enfocar la vida, porque, imagino, algo tendremos que aprender de todo esto de cara al futuro.

Mientras, también es tiempo de descubrir otras opciones con las que matar o aprovechar el tiempo porque el que sea de una manera o de otra solo depende de nosotros. En mi caso, me inclino por la iniciativa #YoMeQuedoEnCasaLeyendo, esperando matricularme online en otra que, en condiciones normales, me da mucha pereza: #YoMeQuedoEnCasaReseñando.

Y para facilitarme ambas, hoy os quiero hablar de una novela que me ha seducido no sabéis cuánto: El sueño de la máquina de coser, un título que me atrajo como un imán en cuanto lo vi, que me acrecentó las ganas de leerlo tras leer la sinopsis, quizás porque mi infancia estuvo presidida por una máquina de coser en continuo movimiento, no tanto porque mi madre fuese costurera, sino porque habiendo tenido diez hijos, era ella la que se ocupaba de confeccionar la ropa de todos, la que reciclaba y daba diferentes usos a todos los tejidos que caían en sus manos. Y no os imagináis lo que aquella Singer dió de sí y lo bien vestidos que íbamos todos.

Yo soy una negada para la costura; de hecho, creo que no sé ni en que dedo se pone el dedal, pero entiendo mucho de pespuntes, hilvanados y sobrehilados, de jaretas, vainicas o cadenetas, porque era el argot que más se utilizaba en casa. Y con este libro he vuelto a recordarlo, a la vez que he asistido a un relato apasionante donde la intriga también ha estado presente.




Bianca Pitzorno (Sassari, Cerdeña, 1942), comenzó su andadura literaria en 1970, con un álbum ilustrado para niños: Il grande raduno dei cow boy (La mayor reunión de vaqueros) y, desde entonces, ha publicado más de cuarenta libros, traducidos a muchos idiomas. 

Ha sido traductora de autores como Tolkien, Grossman o Plath y ha sido merecedora de varios premios como el Gianni Roddari, el Pippi, el Cento o el Castello di Sanguinetto. Ha cultivado distintos géneros, como se puede comprobar al descubrir su obra literaria, aunque en España solo se han publicado los siguientes libros:


- La casa del árbol (Anaya, 2005).
- Clorofila del cielo azul (Anaya, 2007).
- Escúchame el corazón (Sabina Editorial, 2008).
- Pequeña bruja (Kalandraka, 2009).
- La increíble historia de Lavinia (Anaya, 2013).
- La voz secreta (Libros Tobal, 2014).
- El sueño de la máquina de coser (Espasa, 2020).





En la Italia de principios de siglo xx, una jovencísima modista lucha por conquistar la independencia a la vez que es testigo de todo lo que acontece tras los muros de las mejores casas de la ciudad y aprende un oficio tan difícil como delicado. Desde su infancia, cuando acompaña a su abuela cada día a las casas para coser, asistimos a su formación como costurera experta y reclamada por las señoras de las casas importantes de la ciudad, con lo que se despliega una maravillosa galería de personajes, anécdotas y situaciones que configuran un complejo tapiz de la sociedad del momento. Una historia de emancipación femenina que viaja perfectamente, con maravillosas descripciones y una voz narrativa que sorprenderá y fascinará a las lectoras de hoy.






Hay veces que los libros son como un regalo para el alma. Quizás porque llegan en el momento oportuno, cuando necesitas olvidarte un poco de todo lo que va mal y te invitan a replantearte donde reside lo realmente importante, que no es más que en las pequeñas cosas, como cantaba Serrat.

El sueño de la máquina de coser es una de esas novelas que te reconcilian con lo mejor del ser humano, por el candor con el que está escrito, por el calor que trasciende más allá de sus páginas.

Empiezas a leer y no puedes evitar emocionarte al descubrir a su protagonista y su amor incontestable hacia su abuela, una mujer que, pobre de solemnidad, cuando se quedaron solas tras perder a toda su familia en una epidemia de cólera que asoló Italia (imagino que la que se propagó por el país allá por el 1884 y que se propagó en particular por los barrios populares, debido a las precarias condiciones en las que vivían sus habitantes), no tuvo más remedio que enseñarla a coser, primero por subsistencia y, segundo, para que tuviese un oficio que le diese independencia de cara al futuro.

Y será a las faldas de su abuela como aprenderá el oficio, especialmente la confección de lencería y, cuando esta falte -demasiado pronto porque la suerte no le viene de fábrica- se quedará con sus pocos clientes. Uno de ellos será el señor Artonesi, un rico terrateniente y empresario de la ciudad que, cuando su hija Ester se enamora del marqués Guelfo Rizzaldo, las encarga el ajuar de casa. Tardarán en el empeño dos años, lo que nos servirá para conocer todos los detalles acerca de cómo se fraguó el romance y la posterior boda, de las aficiones y costumbres de la joven y mil y un pormenores de su existencia, así como de la estrecha relación que poco a poco se irá fraguando entre ambas y que se mantendrá a lo largo de los años.

Pero el relato no se limitará a esta historia, porque el trabajo de la costurera nos llevará a conocer los secretos más íntimos de la burguesía y la aristocracia italiana más rancia. Como un suceso, el acaecido en casa del abogado Bonifacio Provera del que, por su condición, fue testigo cuando la contrataron para trabajar allí. Y es que resulta que este elemento, avaricioso y miserable hasta la médula, prefería amasar riqueza e incrementar su patrimonio haciéndoselo pasar mal a su familia. Casado con Teresa, una mujer acostumbrada desde la cuna a nadar en la abundancia, tras su matrimonio y, de la noche a la mañana, se vió obligada a vivir con estrecheces, sin poder disponer siquiera de unas simples monedas para sus gastos personales o los de las dos hijas, Ida y Alda, que tuvieron, ahora en edad casadera. Sin embargo, en la ciudad las tres eran conocidas por su elegancia y eran la envidia de la flor y nata de la sociedad más elitista, ya que se hacían traer los vestidos y complementos con los que acudían a la iglesia o a las recepciones más distinguidas de una de las boutiques más distinguidas de París. ¿Qué cómo era eso posible? Descubrirlo fue un delirio y el resultado fue un escándalo que recogió la prensa del momento, ya que se vió afectada hasta la por aquel entonces reina de Italia.

Sin embargo, hay otro personaje adorable que me ha dejado un sabor agridulce (casi tanto como el epílogo) y que no puedo dejar sin mencionar: se trata Lily Rose, a quien nuestra protagonista suele referirse como “la miss americana”, una mujer extravagante para la época, a la que las “buenas familias” de la ciudad no aceptaban al no entender que una mujer se ganase la vida por sí misma y que lo hiciera, además, recorriendo el mundo. Durante años fue la profesora de inglés de Ester Artonesi, aunque era una reputada crítica de arte y coleccionista, así como pintora vocacional.

Por supuesto, la guinda a este pastel se la pone la familia Delsorbo, en especial la matriarca, Lavinia, una mujer con toda la mala baba del mundo concentrada en sí misma, que no puede soportar, ni admitir, que su nieto se enamore de la costurera. Removerá Roma con Santiago para buscarle su ruina, porque quien acuñó la frase Homo homini lupus, se quedó corto al no reparar en que las mujeres, a veces, somos todavía peor entre nosotras mismas.




El sueño de la máquina de coser es un libro protagonizado por mujeres que, en los albores del siglo XX, lucharon por algo tan sencillo hoy en día como es la independencia, la propia, pero muy complicado entonces. Algunas lo consiguieron gracias a que tenían los medios necesarios, en particular el dinero suficiente como para no domeñarse a los atavismos de la época, que bien podían pasar por abandonar a un marido ingrato o luchar contra los roles establecidos y las servidumbres impuestas. Pero también otras, como la protagonista, que precisamente por no tenerlo, tuvieron que luchar contra viento y marea para conseguirlo. Narrado en primera persona por la protagonista, con una sensibilidad y una elegancia espléndida, no puedo hacer otra cosa que recomendarlo porque, como decía al principio, acaricia el alma.

Así que si has llegado hasta aquí, aprovecha para comprarlo online porque aunque todavía debería estar en la sección de Novedades de cualquier librería porque se publicó hace unos días, ahora que no se puede ir a ellas por estar cerradas, haz como yo y súmate a la iniciativa #YoMeQuedoEnCasaLeyendo. Saldrás ganando y disfrutarás unos momentos inolvidables.



martes, 10 de marzo de 2020

EL ACCIDENTE DE LAUREN MARSH, de Guillem Morales





DATOS TÉCNICOS:

Título: EL ACCIDENTE DE LAUREN MARSH
Autor: Guillem Morales
Editorial: Plaza & Janés
ISBN: 978-84-01-02392-7
Páginas: 320
Presentación: Rústica con solapas






El pasado 18 de febrero asistimos algunas yincaneras y yo a un encuentro en las oficinas de Penguin Random House en Madrid con Guillem Morales, guionista, director de cine y televisión y ahora escritor tras publicar su opera prima: El accidente de Lauren Marsh. Actuaba como maestro de ceremonias su editor, Alberto Marcos. Y tengo que decir que lo hizo de lujo porque la novela y todos sus vericuetos dieron mucho de sí. Y lo que es más importante y que siempre me subyuga porque no deja de sorprenderme: que parece mentira que una misma historia sea capaz de generar diferentes lecturas, distintas impresiones, que lo consiguen es ennoblecerla por todo lo que es capaz de generar.




Guillem Morales (Barcelona, 1973) es guionista y director de cine y televisión. Fue nominado al Goya a la Mejor Dirección Novel por su aclamada primera película, El habitante incierto. Su segundo largometraje, Los ojos de Julia, protagonizado por Belén Rueda, fue un gran éxito de taquilla y recibió el clamor unánime de la crítica. Tras este éxito, se mudó a Londres, donde dirigió varios episodios de la serie Inside No.9, trabajo por el cual fue nominado al Bafta. Ha estado a cargo de la adaptación para la BBC de la clásica obra de Evelyn Waugh Decline & Fall, donde dirigió a Jack Whitehall y Eva Longoria, además del éxito internacional The Miniaturist, basada en la premiada novela de Jessie Burton. En 2018 regresó a Barcelona, donde escribió la adaptación teatral de Frankenstein, montaje dirigido por Carme Portaceli en el Teatre Nacional de Catalunya. Recientemente ha dirigido los tres primeros episodios de La Templanza, la serie de Amazon Prime Video que adapta la novela homónima de María Dueñas. El accidente de Lauren Marsh (Plaza & Janés) es su debut como novelista.



¿Qué amenaza se cierne sobre los habitantes de la urbanización Century Europa?


Lauren Marsh sale a correr, como cada mañana, y cae en un socavón mal señalizado en las obras de reforma de la urbanización Century Europa donde vive. Afortunadamente, la mujer no sufre heridas mortales, pero Cédric, el inspector de seguros encargado de la investigación, descubre indicios de que el accidente no ha sido fortuito. A partir de ese momento, se verán envueltos en una trama de misterio donde nada es lo que parece: sucesos sangrientos, vecinos que guardan secretos y una verdad oculta de la que es imposible salir indemne. Los accidentes en Century Europa no han hecho más que empezar...

El accidente de Lauren Marsh, la primera novela del director de cine y guionista Guillem Morales, es una reflexión sobre la soledad, la culpa y el aislamiento en una gran ciudad, con la forma de un original y demoledor thriller de ritmo absorbente, trama retorcida y un final sorprendente incluso para los lectores más avezados.




«La gente suele correr para huir de un peligro. Lauren, en cambio, corría para caer en uno.»

Así comienza El accidente de Lauren Marsh, la primera novela del guionista y director de cine y televisión Guillem Morales. Y es toda una declaración de intenciones, porque, en este thriller psicológico, no vamos a encontrar un asesinato, pero sí acción y tensión a raudales, aunque con matices, porque si hay algo que caracteriza a esta novela es que es, por encima de todo, insólita, por todo lo que tiene de atípica y original.

¿Es esto un problema? No. O puede que sí, en el caso de que seas de aquellos lectores con prejuicios, de los que solo entienden el thriller en base a sus temáticas más comunes: asesinatos, desapariciones, secuestros, conspiraciones políticas, etc. o porque su protagonista sea un tipo aguerrido, experimentado y acostumbrado al peligro, capaz de enfrentarse a un antagonista a la altura.   

Porque El accidente de Lauren Marsh, tanto en los referente a temática como a personajes es todo lo contrario y, sin embargo, fascinante. Está estructurado de manera clásica, en la que en un principio aparecen los protagonistas y el conflicto principal para, seguidamente, llegar al nudo en el que se suceden la mayor parte de las situaciones y de ese modo rematar en un desenlace en el que no solo se resuelven todos los conflictos planteados, sino que el giro final deja boquiabierto, como poco, al lector más avezado, a lo largo de veintiún capítulos cuyos títulos son un anticipo de lo que nos encontraremos en cada uno. Finaliza con los típicos agradecimientos.

Todo gira, como bien dice el título de la novela, en torno a un accidente: el de Lauren Marsh y a dilucidar las causas que lo provocaron.

Lauren Marsh, de nacionalidad inglesa, es ingeniera técnica industrial. Tiene treinta y siete años y es una apasionada del deporte; de hecho, sale a correr tres días por semana, a las cinco y media de la mañana. Es una rutina que mantiene desde hace cuatro años y nada ni nadie ha podido cambiarla. De hecho, hace uno ocurrió un suceso en su vida que la puso del revés, que acabó con todas sus esperanzas y, ni por esas, ha dejado de hacerlo. Quizás porque eso la ayuda a no tirar la toalla sobre lo que aquello supuso en su fuero interno.

El accidente tuvo lugar en Century Europa, una urbanización situada a las afueras de Bruselas, en una de las calles más deshabitadas de la urbanización, que se encontraba en obras para modernizar las fosas sépticas de uno de los edificios, por lo que el asfalto estaba levantado como consecuencia de las excavaciones que se estaban realizando. El proyecto corría a cargo de la empresa Urbanis, que había reutilizado la antigua fosa para volcar en ella desperdicios como los bloques de cemento agrietados o quebrados, cristales rotos o cualquier tipo de material de desecho. Y Lauren ha caído en ella accidentalmente, quizás debido a una escasa señalización o a la falta de luz, dado que la única farola que alumbraba el lugar estaba fundida. El resultado ha sido un tremendo susto y una pierna rota.

Será Cédric Dereumaux, perito de la Agencia de Seguros Carlson & Vaughin, el encargado de tasar las pérdidas y la investigación judicial del siniestro. Es su primer día de trabajo, ya que acaba de incorporarse después de una larga baja por enfermedad que ha durado más de un año. Tras personarse en el lugar de los hechos, comprueba que las barreras de seguridad no estaban puestas en el momento del accidente, aunque el jefe de obra, Alain Courbet, niega tal circunstancia. No obstante, las circunstancias personales del alarife no hacen que su testimonio sea muy creíble porque Cédric encuentra alguna que otra contradicción.

A continuación se entrevista con la señora Sanders, una abogada internacional que se encontraba trabajando a esas horas de la madrugada y pudo ver cómo Lauren caía al socavón y corrió a ayudarla. Fue ella quien llamó a los paramédicos y de su testimonio Cédric puede corroborar que las barreras se habían movido intencionadamente.

Aunque será la declaración de la propia Lauren la que le haga replantearse todo, la que ponga en el disparadero su intuición y le lleve a buscar indicios, porque ha visto un destello de pánico en los ojos de la mujer y entiende que está en peligro. Tendrá que demostrarlo. Y se emplea a fondo.

Y es que El accidente del Lauren Marsh es una historia perturbadora. Desde las primeras páginas se respira una atmósfera inquietante, provocada por dos de los pilares sobre los que se sostiene la novela: la ambientación y los personajes.

Para crear esa pátina de intranquilidad, Guillem Morales nos traslada a una urbanización a las afueras de Bruselas, posiblemente una de las ciudades más cosmopolitas y multiculturales de Europa, porque no en vano es el epicentro político de Europa. El proyecto megalómano de Thèodore Dubois, un prócer de los negocios con más ambición que juicio, que decidió construir un  macrocomplejo residencial y exclusivo allá por la década de los setenta para pasar casi desapercibido en la de los noventa, a pesar de los esfuerzos de su creador por hacerlo crecer sin medida. En la actualidad se ha convertido en poco más que una ciudad fantasma en la que las averías y los desperfectos son el pan nuestro de cada día con las que tiene que lidia el equipo de mantenimiento, que no tiene presupuesto para tanto exceso y eso afecta, sobre manera, en el día a día de sus habitantes, que han empezado a denunciar al grupo empresarial propietario de la urbanización, que se encuentra en estado ruinoso, por incumplimiento de contrato.

En el capítulo de los personajes, los ha bordado. No quiero desvelar mucho de ellos, porque es uno de los platos fuertes de la historia, por la cantidad de sensaciones que han sido capaz de generarme, por la intrincada historia que sobrellevan, por el modo en que se enfrentan a sus demonios personales y como los conjuran. Porque el accidente padecido por Lauren Marsh es solo uno más entre otros muchos que han sufrido otros habitantes de la misma urbanización. 

Y, con esos mimbres, Cédric va resolviendo un crucigrama blanco imposible, donde otros han elegido el tamaño de la cuadrícula y las pistas de las definiciones son un tanto engañosas. Hasta que empieza a tomarle la medida y va descubriendo las casillas negras. Claro que el camino es tortuoso, porque las palabras “expiación” y “accidente” aparecen en la primera línea horizontal y, desde ahí, se le antojan una inmensidad de sinónimos para concretar otras muchas, como “fantasmas”, “soledad” o “clandestinidad” y “culpa”, continuamente, en todas sus acepciones.






El accidente de Lauren Marsh ha sido una lectura francamente interesante. La intriga se plantea en las primeras páginas y la tensión va en aumento, a medida que avanzas, de forma exponencial. Escrito con un estilo muy cinematográfico (no podía ser de otra manera) y una prosa sencilla y cuidada. El final es espectacular. El único posible. Un broche de oro para una ópera prima notable.




lunes, 2 de marzo de 2020

EL ALANO, de José Zoilo Hernández





DATOS TÉCNICOS:


Título: El alano (Las cenizas de Hispania I)
Autor: José Zoilo Hernández
Editorial: Ediciones B
ISBN: 978-84-666-6569-8
Páginas: 544
Presentación: Tapa dura con sobrecubierta




El pasado mes de noviembre de 2019 asistí a la octava edición del Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. De lo que allí viví, podéis encontrar parte de mis impresiones en este enlace. El caso es que, precisamente, el mismo día de nuestra llegada hubo dos presentaciones en la librería Libros prohibidos de la ciudad ubetense: la de Historia de una flor, de Claudia Casanova y, a continuación, la de Las cenizas de Hispania, una trilogía escrita por José Zoilo Hernández, compuesta por los siguientes títulos: El Alano, Niebla y acero y El dux del fin del mundo.

Más tarde, en la cena, tuvimos la oportunidad de conocer al autor quien, junto a su esposa, nos fueron desgranando más detalles sobre la obra. Pocas veces he visto tanta implicación, tanto candor y a la vez tanta resolución a la hora de hablar sobre la trama, sobre los personajes y, en particular, sobre ese protagonista que amenazaba, por lo escuchado, con robarme el corazón. Y entonces llegó la puntilla: Zoilo me comentó que una lectora lo había comparado en cuanto a carisma a Tyrion Lannister y ahí ya me ganó, le compré la trilogía sin remisión y me atreví a fantasear con la idea de hacer un “completo” literario; es decir, una Lectura Simultánea de toda la serie, dando por hecho que me iba a gustar… ¿a que tengo buen ojo?, porque no me quiero ni imaginar lo que hubiese pasado de no haberme gustado la primera entrega…






José Zoilo Hernández (Tenerife, 1977), biólogo de profesión, trabaja en el ámbito de la agricultura y el desarrollo rural.

A pesar de que en el terreno profesional se ha inclinado por el lado de las ciencias, es un entusiasta de la Historia desde muy temprana edad. El alano fue su primera novela y el origen de su trilogía Las cenizas de Hispania, una conmovedora recreación de la Hispania tardorromana. Niebla y acero fue su continuación, a la que seguiría después El Dux del fin del mundo.






Hispalis, año 438 d.C.: Ante la alarmante aparición de una horda sueva dispuesta a asolar sus tierras, Attax, un bárbaro alano, decide unirse al ejército de un viejo amigo para luchar por la defensa de su gente. La gloria que él espera, desaparece al ser hecho prisionero y vendido como esclavo.

Tras 11 años de servidumbre, Attax debe emprender una nueva vida tras el asesinato de su amo, con la compañía del hijo de este, Marco. Attax se sumergirá en un intenso viaje por la moribunda Hispania, que le llevará a comprender el valor de la amistad y el amor, así como el precio de perder ambos. Un recorrido hacia la madurez que despreció en su juventud.


Suevos, vándalos y alanos cobran vida en el escenario de una Hispania convulsa y decadente, abandonada a su suerte por un imperio romano que se desvanece.





El alano es la primera parte de la trilogía Las cenizas de Hispania, del escritor tinerfeño José Zoilo Hernández, una novela cargada de acción que nos transporta a la Hispania tardorromana de mediados del siglo V, un territorio desvalido y desahuciado por un imperio romano que ya no es ni la sombra de lo que fue, recuperando del olvido a otros pueblos, los mal llamados bárbaros, que, por aquel entonces, ocuparon la península para asentarse en ella. Sí, hablamos de suevos, vándalos y alanos, aquellos a los que esa otra Historia, la que se cuenta en colegios o institutos y que puntúa para la selectividad, no ha tratado demasiado bien, porque, en el mejor de los casos, se pasaba de puntillas con respecto a sus logros cuando no se los ninguneaba directamente. ¿Quién no ha oído contar que tras la caída de Roma en la península se estableció el reino visigodo, que se mantuvo desde el siglo V hasta el VIII? y, en el peor, nos ha dejado adjetivos como el de vandálico, cuya definición es harto elocuente:
Así que ha tenido que venir José Zoilo Hernández para ponerle remedio, para darnos a conocer un período tan fascinante como poco frecuente con unos personajes de tronío. ¿Qué cómo lo ha hecho? De la manera más amena, sencilla y profunda que una puede imaginarse.

Pero vayamos por partes, que me pierdo.

La novela está estructurada en:


- Prólogo: Narrado por un joven que atiende al protagonista mientras se encuentra convaleciente de unas fiebres que le aquejan desde hace meses y que va anotando sus vivencias en las páginas en blanco de unos misales prestados, a falta de mejor material.

- Tres partes, narradas en primera persona y en un eterno racconto por el protagonista, que corresponden a tres etapas vitales distintas, aunque consecutivas, en diferentes escenarios:

a) Libro I: Hispalis, año 438. Cuando comienza el relato, nos encontramos al protagonista, Attax, bien entrado en la veintena; sin embargo, en las primeras páginas del libro, nos pone en antecedentes acerca de su infancia, del largo camino que emprendió su pueblo allá por el 406 cuando aprovechando la congelación del Rhenus iniciaron el largo peregrinar que les llevaría tres años hasta Hispania, atravesando los Pirineos junto a suevos y vándalos. Él nació cuando su familia ya estaba asentada en Emerita Augusta y allí vivió su infancia hasta que en el 418 el emperador Honorio decidió acabar con los bárbaros de la península encargando tal misión a godo Walia, que se tomó muy en serio la tarea de exterminar a los alanos. Por suerte, su padre, presintiendo la fatalidad que se avecinaba, intentó salvarle pagando una elevada cantidad a un anciano para que le escondiera en el sótano de su vivienda. El hombre cumplió su parte y días después de la masacre que dejó a Attax sin familia, un superviviente alano, Fariban, se presentó en la vivienda y se hizo cargo de él. Juntos marcharon, durante meses, en una arriesgada huida hacia el norte, en busca de los vándalos asdingos, sus aliados naturales para comenzar una nueva vida en Gallaecia que, un año después, se truncó en batalla contra los suevos a instancias de Roma. Attax pudo salvar su vida gracias a que Fariban lo subió a uno de los carromatos familiares que emprendieron la huida hacia el sur ante el muro protector que formaron los guerreros vándalos. Lo acogió como su propio hijo Iselda, madre de Anderico, quien pocos días después pudo unirse a la comitiva tras sobrevivir a la batalla en que su padre perdió la vida. 

Diez años después, en el 428 y con dieciocho años, Attax llegó a Hispalis junto con el ejército vándalo de Gunderico. Pero aunque tomaron la ciudad, la ocupación duró poco y, tras la muerte del rey, su hermano y sucesor Genserico decidió abandonarla rumbo a África. No así el alano, que andaba enamoriscado de una hispana, Aelia.

Pero, volviendo al presente, nos enteramos que Attax lleva ya ocho años trabajando en Villa Balbina, una finca olivarera propiedad del dominus Balbo, como guardaespaldas de su villa y lo que en ella se produce, claro que, como a un buen bárbaro, la mayor parte de su tiempo libre le gusta pasarla entre riñas, juegos de azar y amoríos. Nos cuenta su día a día y, con una conmovedora naturalidad, nos explica todo el proceso de la explotación en la almazara o las técnicas utilizadas con las olivas para su posterior elaboración.

Y precisamente, cumpliendo un encargo de su patrón, se traslada a Corduba para llevar un cargamento de aceite al obispo de la ciudad para que él organice su distribución y difunda sus excelencias. Sin embargo, la ciudad se encuentra en plena efervescencia, ya que están esperando la invasión de los suevos y se está preparando un ejército con los voluntarios y algunas tropas regulares de la región bajo la bandera del gran Andevotus, un importante terrateniente de la zona, con mucha experiencia en el campo de batalla. 


Y cuando se encuentran a las puertas del palacio del obispo, descubre que el aclamado Andevotus, el dux bellorum, no es otro que su viejo amigo Anderico, el vándalo con el que creció y al que creía en tierras africanas junto al noble Gelimer. Y este no tarda en hacerle un ofrecimiento que no puede rechazar: participar en la batalla en defensa de Corduba contra los suevos… Y el horror se hizo verbo y se convirtió en masacre. Es lo que tienen las batallas.

b) Libro II: Conimbriga, año 438. La vida, tal y como la contemplaba Attax, era una entelequia. Ahora ha dado un giro de ciento ochenta grados y, en esa Hispania profunda en la que le ha tocado vivir, ha sido hecho cautivo y vendido como esclavo. Sus captores le llevan a Conimbriga, donde un mercader de caballos, de nombre Quinto Vipsanio Celer, le compra, precisamente por la fama que tienen los alanos como buenos conocedores de los equinos y mejores jinetes. Su vida la finca de Celer fue un bálsamo para sus heridas, quizás porque la cría y doma de estos nobles animales le proporcionó la paz que anhelaba. Entabló una estrecha amistad con el capataz, Medulio y, con el tiempo, además de con todos los habitantes de la casa, incluso con su amo y el hijo de éste, al que conoció cuando apenas levantaba un palmo del suelo para unir después su destino y existencia para siempre. 

Pero nadie dijo nunca que la vida de Attax fuese fácil y otra vez la tragedia apareció en su vida para teñirla de rojo y emprender rumbo a otros enclaves más pacíficos.


c) Libro III: Lucus Augusti, año 450. Después de un nuevo éxodo, que parece ser la enseña de la vida de nuestro héroe particular, recalan en Lucus Augusti, porque Attax, esta vez, no viaja solo. Acuden a la domus del hermano de Quinto Vipsanio Celer con intención de establecerse definitivamente. ¿Lo conseguirán? Creo que deberíais comprobarlo, porque en aquellos tiempos, solo aptos para indómitos, todo es posible. O no.


No quiero detenerme a hablar del resto del elenco de esta novela, porque sería estropearos la sorpresa de conocerlos vosotros mismos, dado que son estos secundarios uno de los puntales sobre los que reposa buena parte de la obra, los que hacen más grande al protagonista sin ser su comparse. Si bien es cierto que Attax es ese tipo de personaje que casi eclipsa a cualquier otro, la mayoría salen bien parados de la criba, porque la inmensa mayoría –y son muchos-, están perfilados con precisión cirujana. Da igual a qué clase que pertenezca cada uno de ellos, son una maravilla. Podría destacar, del primer libro, al noble Fariban, que protegió al niño Attax con su vida en varias ocasiones, al dominus Balbo, un buenazo de manual, a la solícita cocinera Livinia, al displicente Antonio el mayordomo, o  al leal capataz Tulio y, por supuesto, a los gemelos Sebastián y Silas. También hay que decir que aparecen otros, como Escauro y su esbirro Lucio, que dan pavor solo de ver como rentabilizan el negocio del primero. Y, lógicamente, a su familia vándala: Anderico y su primo Gelimer, que fue su primer instructor en uso de las armas, sería un pecado.

Del segundo libro soy incapaz de dejar sin mencionar a alguien, porque quizás la vida que Attax lleva en Conimbriga es la emotiva y la que forja un nuevo carácter en el bárbaro. Dicen que si donde no hay amor, pones amor, encontrarás amor y eso, quizás, sea el cambio que vemos que se opera en él y que no deja de evolucionar página a página. Para ello, es imprescindible la figura del amo Quinto, su gesto sereno y su confianza explícita sin conocerse apenas. Y que era un buen hombre, claro. Pero Medulio también se nos presenta como un tipo al que tenemos que querer y no solo por su sentido del humor. Incluso Jantipo, el administrador de la finca, del que al principio recelamos, quizás por su aspecto, su seriedad o por ser un maniático de la disciplina, pero al que acabas queriendo. Ni qué decir tiene que el resto de sirvientes o esclavo, entre los que tengo que destacar a Aspasia, de la que se enamora desde el primer instante, están a la altura de esa gran familia que acabarán siendo. Leales por encima de todo y de cualquier circunstancia.

En el tercer libro siguen apareciendo personajes nuevos, también a cual más interesante, porque esta novela es una noria, en la que caben todos los perfiles posibles. Todos atractivos, para bien o para mal. Todos importantes, para dar juego a una trama que te embaucará desde la primera página.

Tampoco quiero dejar pasar la oportunidad de hablaros de los escenarios, porque José Zoilo Hernández nos conduce, de la mano de Attax, por la decadente Hispania del siglo V, aquella diócesis romana que dos siglos antes creara el emperador romano Diocleciano y que prácticamente desapareció con la llegada en el 409 de los suevos, vándalos y alanos, para presentarnos cómo era la vida en aquella época tan lejana.  Visitamos con él las domus más espléndidas de la Baetica, los plúmbeos bosques de la Gallaecia, las intrincadas callejuelas de Hispalis o Conimbriga, las colmadas riberas del Urbicus o el Hiberus y nos invita a entrar o salir, enseñándonos las tretas con las que engañar a los guardias y así hacerlo a horas intempestivas, de la imponente muralla de Lucus Augusti.


Porque tanto en este aspecto como en los mil y un detalles que encontramos a lo largo del relato, se vislumbra el inmenso trabajo de documentación realizado, porque no solo se aprecia en sus frases, sino en esos espacios en blanco donde el talento del autor te deja sin aliento.



Poco más me queda por decir sobre El alano, una novela que me ha fascinado, excepto que me ha dejado con unas ganas tremendas de leer su continuación, pues tengo la sospecha de que esto no ha sido nada más que el exquisito aperitivo de lo que nos espera, porque en ella José Zoilo Hernández no solo se ha limitado (y no sabéis de qué manera) a ubicar en vereda a unos personajes indelebles para convertirlos en testigos de excepción de aquel trémulo y agitado siglo V, sino que nos ha ido mostrando los hechos más significativos acaecidos en aquella época contando, claro está, con el mejor de los narradores posibles en primera persona: un alano rebelde e indómito capaz de convertirse en ese héroe de leyenda que todo lector ansía encontrar.

¡Larga vida a Attax!



¡Imprescindible!