DATOS
TÉCNICOS:
Título:
LA CASA ALEMANA
Título
original: Deutsches
Haus
Autora: Annette Hess
Traductora: María José Díez
Pérez
Editorial: Planeta
Colección: Planeta
Internacional
ISBN: 978-84-08-20676-7
Páginas: 464
Presentación:
Tapa
dura con sobrecubierta
Todos los lectores de
novela –para no extenderme en géneros-, en mayor o menor medida tenemos algún
que otro tema sobre el que no nos gusta leer. En algunos casos son varios, pero
en el mío en particular, quizás porque hay mucha literatura al respecto, hay
uno que procuro evitar: el holocausto nazi o, como se denominó entonces con un
eufemismo sin parangón, «la solución final». Y es curioso porque siempre me han
atraído novelas que tratan la Segunda Guerra Mundial, incluso las que se
desarrollan en Alemania y, por supuesto, tengo debilidad por aquel movimiento
literario, la “Trümmerliteratur” o “Literatura de los escombros”, que surgió
poco tiempo después de finalizada la contienda encabezado por figuras tan
relevantes como Heinrich Böll y Günter Grass y que en los últimos tiempos
volvió a poner de moda Cay Rademacher.
Por eso, cuando me
hablaron de esta novela que hoy sale a la venta, no pude evitar un cierto
repelús, aunque a través de la sinopsis intuí que más que tratar el genocidio
en sí, habría más de lo otro; es decir, abundando en lo que ocurrió en Auschwitz-Birkenau, se trataría tanto el
Proceso de Frankfurt como las consecuencias en la conciencia colectiva que
tales hechos produjeron en la población que sobrevivió a ello. O no.
Nacida en Hannover,
Annette Hess empezó su carrera estudiando pintura y diseño de interiores. Ha
trabajado como periodista, asistente de dirección y guionista. Desde 1998
escribe fundamentalmente para cine y televisión, y es la creadora de las
exitosas series Weissensee y Ku’damm 56/59. Ha recibido el Premio Grimme y el
Premio de la Televisión Alemana.
El salto del cine a
la literatura con La casa alemana ha encumbrado a Annette Hess entre los autores
de mayor éxito de su país en los últimos años. La novela se encuentra en
proceso de traducción en veinte países, mientras se negocian los derechos de
adaptación cinematográfica y televisiva.
La vida de Eva Bruhn gira
en torno a La casa alemana, el restaurante tradicional que regentan sus padres
y en el que la familia comparte las pequeñas cosas del día a día: desde los
entresijos de su trabajo en una agencia de traducción hasta el anhelo de que su
novio se decida por fin a pedirle su mano a su padre.
Pero en 1963 va a
celebrarse en Frankfurt el primer juicio de Auschwitz, y el destino hace que
Eva acabe colaborando con la fiscalía como intérprete, a pesar de la oposición
de su familia. A medida que traduce los testimonios de los supervivientes,
descubre la inmensidad y el horror de lo que sucedió en los campos de
concentración y una parte de la historia reciente de la que nadie le ha hablado
nunca.
¿Por qué todos insisten en dejarla atrás?
¿Por qué faltan fotografías en
el álbum familiar?
¿Es posible vivir igual cuando se atisba la verdad?
Frankfurt, 1963. Alemania,
a duras penas, ha conseguido ponerse en pie tras los desastres de la II Guerra
Mundial y sus habitantes parecen haber encontrado el aliado ideal para conjugar
dos tiempos verbales: presente y pasado a base de trabajo y olvido,
respectivamente, de ahí que el país viva un momento de esplendor económico como
no ha conocido en varias décadas. Pero quizá todo sea un espejismo, porque
incluso la amnesia colectiva prescribe… y más si quienes están preparados para
remediarlo son unos cuantos hombres dispuestos a todo para hacer justicia.
En principio, todo
esto le es ajeno a la joven protagonista de esta historia, Eva Bruhns, más
preocupada en que su novio se decida a comprometerse de una vez con ella y le
pida su mano a su padre que cualquier otra cosa. Y así nos la encontramos, días
antes de la navidad, mientras espera en la calle a que por fin Jürgen
Schorrmann llegue a la casa de los Bruhns y así ser presentado formalmente a la
familia. Y tiene razones para estar preocupada, porque aunque sus padres son
gente honrada y trabajadora, la diferencia de clases entre una familia y otra es
más que evidente, por mucho que regenten “La casa alemana”, un restaurante tradicional,
que no se encuentra en el mejor barrio de la ciudad, precisamente, mientras que
el padre de Jürgen, aunque de avanzada edad, es millonario, dado que al acabar
la guerra se hizo rico al crear una empresa de venta por catálogo.
Y cuando parece que
todo se ha encauzado y Jürgen va a dar el paso, Eva recibe una llamada
telefónica de la agencia de traductores para la que trabaja y su jefe la insta
para que acuda inmediatamente al juzgado, posiblemente para solventar una
nimiedad de un contrato que tiene que firmar un cliente días días.
Solo
que el encargado de recogerla no es un chófer al uso precisamente, sino David
Miller, un pasante mal encarado que la dirige al despacho de la fiscalía. Allí
se encontrará con tres hombres: el fiscal general de Hesse, el fiscal jefe y
otro hombre desconocido para ella: un polaco llamado Josef Gabor y la razón por
la que la han llamado: tiene que traducir el testimonio de este último.
Y es
que resulta que un retraso en el visado del que iba a ser el traductor del
proceso hace imposible su viaje a Frankfurt desde Polonia, motivo por el que se
recurre a la agencia donde trabaja Eva. Y lo que en principio parecía que iba a
ser un trabajo circunstancial se convierte en estable, ya que se ven obligados
a ofrecerle que lleve a cabo la traducción íntegra de todos los testigos que
participarán en lo que se pasará a llamarse El Proceso de Auschwitz.
La joven no acepta a la primera el encargo, aunque pesa bastante en su decisión
posterior el que le puede suponer trabajar de continuo durante una temporada,
aun después de realizar esa primera traducción que le remueve las entrañas.
Una vez habilitado
el lugar donde se celebrará el juicio, pocos días después, el 20 de diciembre de
1963, comenzará un proceso que, presumiéndose corto a priori, durará más de veinte meses. Un proceso del que siempre se
dijo que pudo concretarse por obra y gracia de la casualidad, pero que yo más
bien atribuiría a la sincronicidad. Me explico: A raíz de una investigación
llevada a cabo por un periodista a finales de 1958, un exprisionero de un campo
de concentración polaco le entregó unos documentos que consiguió recuperar del
fuego unos meses antes de finalizar la guerra. En ellos, no solo se daba cuenta
del exterminio que se había realizado en Auschwitz, sino que aparecían los
nombres de los ejecutados, los motivos y los artífices del mismo. Los
documentos estaban firmados por Rudolf Hoess –comandante del campo de
concentración y ejecutado poco después del fin de la guerra- y Robert Mulka –su
adjunto-de ahí que en el proceso fuese el acusado principal y se denominase la
causa como “de Mulka y otros”.
El periodista, al
darse cuenta del valor de estos documentos, se los envió al fiscal general de
Hesse, Fritz Bauer, que enseguida contempló la posibilidad de incoar de oficio
la apertura del sumario y demostrar, por fin, el mecanismo de genocidio
sistematizado que se llevaba a cabo en Auschwitz. Pero como os decía, fue fruto
de la sincronidad en el sentido de que este hallazgo llegó a la vida de Fritz
Bauer en las circunstancias más inesperadas y, sin embargo, en el momento más
oportuno, dado que el remitente tenía claro a quien enviárselo y el
destinatario, judío y socialdemócrata para más señas, llevaba media vida
buscando el modo de hacer justicia contra los crímenes del nazismo. O puede que
yo no lleve razón, que esté confundida, pero, como decía William James, me
gusta la idea de que ““Somos como islas en el mar, separadas de la superficie
pero conectadas en la profundidad”. No obstante, ese fue el origen de un
trabajo descomunal que llevó aparejado el reunir el testimonio de 1.300
testigos a lo largo de los cuatro años anteriores al pleito.
Por lo tanto, se
darán cita en él veintiún inculpados, tres jueces, seis jurados, dos jueces
sustitutos y tres jurados suplentes, además de cuatro fiscales, tres acusadores
particulares y diecinueve abogados defensores. Y una sala abarrotada de
público, donde no faltan los familiares de los acusados. Y, entre ellos, se
encuentra Eva, que todavía no se atreve a dar el paso de aceptar ser la
intérprete de unos testigos que, intuye, cambiarán su vida.
Sin embargo, el
alemán de a pie piensa que todo esto es prácticamente un dispendio que a nadie
importa. Después de casi veinte años de terminada la guerra, lo que allí pasó,
allí quedó y no tiene sentido remover el pasado. De hecho, es lo que piensa la
familia de Eva y le hacen saber que no debe aceptar el trabajo. Y es que tanto
sus padres como su hermana mayor son reacios a remover viejas heridas, ni
siquiera hablan de aquellos años en los que su padre prestaba sus servicios
como cocinero en la guerra. Es el mismo tabú que impera en cualquier casa
alemana. Porque, La casa alemana,
además de ser el nombre del restaurante que regentan, es también una metáfora
del comportamiento y de la forma de ser de cualquier familia tradicional y de
una nación entera. Y es que los Bruhns son gente de lo más normal:
- Ludwig, el padre,
es oriundo de la isla de Juist, en la Baja Sajonia, hijo de comerciantes.
Estudió hostelería en Hamburgo, donde conoció a Edith en 1934. Se casaron un
año más tarde, pero pasaron estrecheces por motivos laborales, que les
obligaron a vivir, primero con los padres de ella y luego separados. Cuando
comenzó la guerra, tuvo que alistarse para servir al ejército en las cocinas,
tanto en Polonia como en Francia.
- Edith, la madre,
nació en Hamburgo. Era hija de unos violinistas de la filarmónica y, aunque
tenía la misma vocación que sus padres, no pudo desarrollarla por tener los
dedos pequeños. Después quiso ser actriz, pero no la dejaron y a cambio la
enviaron a la Escuela de Hostelería, donde conoció a Ludwig. Se quedó
embarazada y se casaron. Su primera hija, Annegret nació en 1935 y, cuatro años
después lo hizo Eva. El pequeño, Stefan, años después.
- Annegret es la
hermana mayor. Trabaja como enfermera en la maternidad local. Es muy querida y
respetada por sus compañeros, pues su dedicación a los bebés que cuida es
innegable, aunque a veces tiene comportamientos extraños que van más allá de
salir con hombres casados.
- Stefan es el
menor de los Bruhns. Todavía está en edad escolar y sus ratos de ocio los pasa
jugando con su colección de soldados y su perro Purzel.
Y, por supuesto, la
protagonista de esta historia es Eva. Cuando comienza la trama tiene 24 años. Es
ingenua, perseverante y trabajadora.
Además, posee una indudable belleza que no siempre sabe realzar. Presta sus
servicios en una agencia, bien traduciendo documentos comerciales o como
intérprete en reuniones de trabajo entre empresarios. Los fines de semana ayuda
en el restaurante familiar, aunque lo que realmente desea es independizarse y
comprometerse con su novio Jürgen Schoormann, un joven empresario heredero de
un emporio comercial de la venta por catálogo de naturaleza machista, celoso y
muy conservador que, con respecto al trabajo, piensa que una vez casados ella
debe dejarlo y, al igual que su familia, coincide en que debería abandonar su
cometido en el proceso judicial en el que hace de intérprete.
Y ella, desoyendo a
todos, se lía la manta a la cabeza y decide que sí. Y comienza un viaje sin
retorno que cambiará su vida por completo. La atmósfera familiar se hará cada
vez más opresiva, más irrespirable, pues es como si todos escondiesen algo.
Incluso la relación con Jürgen empieza a tambalearse, hasta el punto de que él
se presenta en el juzgado para solicitar su despido (por lo que ella rompe el compromiso y todo sigue su curso). Y sorprende mucho que se
lo acepten en principio por cómo eran las leyes de entonces, más cuando a nivel
constitucional los hombres y mujeres gozaban de los mismos derechos y
obligaciones, mientras que en la vida real, las mujeres eran absolutamente dependientes
de los hombres y estos podían ejercer su voluntad en todas las instancias. Es
verdad que nos encontramos en la década de los sesenta, que todavía hará falta
mucho tiempo para que las cosas cambien, pero en Alemania me ha sorprendido,
pensaba que era algo más “ibérico”.
A lo largo de los
meses conocerá a los testigos y a los acusados, así como los entresijos de la
fiscalía para, como colofón, viajar a Auschwitz con los miembros del tribunal quienes
examinarán la escena donde sucedieron los crímenes que se han de juzgar y la
experiencia será demoledora.
Por otro lado,
conoceremos los secretos que esconde su familia, similares a los de cualquier
otra. Escarbaremos en el sentimiento de culpa de todo un pueblo que, para salir
adelante, tuvo que cubrirse con el manto del olvido para seguir viviendo.
La casa alemana es una novela, por encima de todo, emotiva
y dura, que aborda muchos temas, principalmente el antisemitismo y la xenofobia
mientras que deja que sus personajes salten al vacío. Porque si hay algo
palpable en esos personajes es que están llenos de contradicciones, desde la
protagonista al último de los secundarios. Y todos, a su vez, se sienten incapaces
de soportar su realidad.
Solo espero que si
coges este libro por primera vez, lo leas con detenimiento, sin prisas. Dejará
en ti una pátina de desconsuelo, no lo dudes, pero nunca igual que el que quedó
en las generaciones posteriores a ese silencio macabro que marcó la vida de
tantas familias alemanas que todavía purgan una culpa irrenunciable.
Hola!
ResponderEliminarEs cierto que a algunos lectores nos van más unos géneros que otro. Personalmente este libro no me llama mucho, pero se que a mi madre le encantaría, tomo nota para un futuro regalo.
Mil besos, Celia | 1000 LIBROS blog
¡Hola!
ResponderEliminarMe pasa un poco como a ti con este tema. En mi caso es un género que siempre he disfrutado, pero llegó un momento que ya no me apeteció seguir leyendo más y desde entonces elijo muy bien lo que leo sobre ello. No sé muy bien de dónde sale mi "rechazo" aunque supongo que leer sobre tantas cosas horribles y, sobre todo, reales, minó mis ganas de continuar... En cualquier caso, de vez en cuando cae alguna y esta que traes tiene buena pinta.
Besos!
Yo también huyo de las novelas que tienen que ver con la "solución final" pero en este caso, leyendo tu reseña, estoy deseando conocer esta historia.
ResponderEliminarAl contrario de ti, me gustan las novelas históricas que abarcan cualquier época. Si bien, esta en concreto es una de las más dolorosas, creo que merece la pena leerla. Además, tu reseña es muy completa e invita a hacerlo.
ResponderEliminar¡Hola! En mi caso, la II Guerra Mundial es una de mis debilidades, por eso tengo muchas ganas de leer este libro, más después de leer esta reseña. Aunque creo que sufriré con su lectura, la leeré pronto :)
ResponderEliminarMe gusta mucho leer sobre este periodo. No debemos olvidar para que no se vuelva a repetir. Pero son lecturas que suelen, sin duda. Cuesta creer tanto horror, tanta crueldad... Es un libro que quiero leer. U tu reseña es magnífica, como siempre.
ResponderEliminarBesotes!!!
Una reseña fantástica que, a pesar de haber leído muchas novelas de esta temática, invita a leerla. Tengo la impresión de que aporta una visión nueva, la de como los alemanes de a pie han llevado todo lo que allí paso, que no es poco. Un beso
ResponderEliminarA mí sí que me llama esta época y creo que este libro me gustaría, pero no en este momento, es una lectura dura.
ResponderEliminarBesos
¡Hola! ^^
ResponderEliminarTodos los libros relacionados en mayor o en menor medida con la Segunda Guerra Mundial me interesan, así que tomo nota.
Besos!
Con ganas aún más de leer esta novela que estoy segura no me defraudará.
ResponderEliminar¡Hola, Kayena!,
ResponderEliminarVi esta novela hace poco entre las novedades de Planeta y me llamó la atención.
Creo que es una lectura necesaria que pone el foco en unos hechos que marcaron a todo un pueblo y a buena parte del mundo.
Un besito de tinta y hasta pronto.
Nos leemos :D
No es uno de mis períodos favoritos para leer sobre ellos, pero es verdad que este se sale un poco de lo común, tiene buena pinta.
ResponderEliminarBesos
Hola, Kayena. Yo últimamente no selecciono novelas de este periodo histórico por haber leído mucho ya sobre este tema, aunque sé que hoy más que nunca es necesario recordar estas atrocidades y gracias a tu reseña recomendaré el libro.
ResponderEliminarBesos y feliz semana.
Hola preciosa!
ResponderEliminarSi ya le tenía ganas a este libro por las buenas opiniones que he leído sobre él ahora después de leer tu reseña no veas con que ganas me has dejado así que espero leerlo y seguiré tu consejo de leerlo poco a poco y sin prisas.
❀ Fantasy Violet ❀
Besotes! 💋💋
Hola.
ResponderEliminarLos libros ambientados en la II G.M. o relacionados con ella sí me tientan bastante y La casa alemana tiene muchos elementos que me atraen. Me la apunto para futuras lecturas.
Un saludo y gracias por la reseña.
Pues no lo conocía y pinta muy bien... el período histórico que trata me llama mucho la atención =)
ResponderEliminarBesotes
Me ha dejado un poso de mal rollo leer la historia a través de tu reseña, así que ahora no creo que esté en mi mejor momento para leerla. Pero creo que algún día me animaré, que me ha llamado muchísimo.
ResponderEliminarA mí me llama especialmente la atención porque he leído mucho sobre el tema pero nada sobre algo así en concreto. Así que te hago caso y me la anoto para un momento de lectura tranquila ;)
ResponderEliminarBesitos
Un tema muy interesante. Y se sale de lo publicado hasta ahora, por lo menos de lo que yo he leído sobre esa época.
ResponderEliminarUn abrazo
Es una novela genial, a mi me ha gustado bastante y me ha marcado mucho el hecho del secreto de padres a Hijos. No lo entiendo.
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