DATOS
TÉCNICOS:
Título:
LOS MIÉRCOLES SALVAJES
Autora:
Susana
Hernández
Editorial:
Milenio
Colección:
Marrajo
ISBN:
978-84-9743-856-8
Páginas:
216
Presentación:
Rústica
con solapas
Conocí a Susana
Hernández en 2013, cuando leí Contra las cuerdas, la segunda novela de la serie de Santana y Vázquez. Para mí
representó toda una novedad, en todos los sentidos. Era la primera vez que me
encontraba con una pareja de policías femenina y, para rizar el rizo, una de
ellas lesbiana. Me enamoré de las tres, autora y policías. De la primera,
porque la historia que narraba me atrapó desde el primer momento, hasta el
punto de querer leer la primera entrega de la serie mientras publicaba la
tercera y de las otras dos porque eran personajes de un golpe, de esas que
cuando las conoces y ya no la cierras hasta que terminas la novela. No hay
quien se pueda resistir a ellas, cada una con su carácter, son magníficas.
Tanto es así, que sigo esperando más entregas de la serie, porque en Cuentas pendientes, se superaron.
Espero que les toque el turno en breve y mientras aprovecho para hablaros de
su última novela, Los miércoles salvajes
que, junto al grupo #SoyYincanera, he leído de manera simultánea en Twitter.
Nació en Barcelona.
Estudió Imagen y Sonido, Integración Social, Investigación Privada y Psicología
en la Universidad de Barcelona. Ha colaborado en varios medios de comunicación
escritos, ejerciendo como crítico musical y redactora de deportes, así como en
medios radiofónicos. Imparte talleres literarios desde 2011.
Ha publicado las siguientes novelas:
- La Casa Roja (Premio Ciudad de Sant Adrià
2005),
- La puta que leía a Jack Kerouac (Lesrain
2007)
- Curvas Peligrosas (Odisea Editorial
2010),
- Enamórate (Odisea Editorial 2012) junto a
otros autores.
- Contra las cuerdas (Alrevés, 2012).
- Cuentas pendientes (Alrevés, 2015. Ganadora
del premio a la mejor novela negra en el Festival Cubelles Noir 2016).
- Males decisions (Alrevés, 2017. Premio
Cubelles Noir a la mejor novela negra en catalán, 2018).
- La reina del punk (Redbook, 2018).
- Los miércoles salvajes (Milenio, 2019).
Asimismo, sus relatos y poemas han sido
incluidos en diferentes antologías y publicaciones literarias. También es
autora de diversas piezas de teatro breve.
En su haber cuentan
diversos premios de novela, relato y poesía: I Premio Poesía Lésbica Versales
2009, Finalista Premio de novela Katharsis 2009, I Premio Ciudad de Sant Adrià
de Besòs de Novela 2005, Premio Contradiction 2003, Premio Villa San Esteban de
Gormaz 2002, y Premio de relato «Mujeres» de Santa Cruz de Tenerife 2001, entre
otros.
Samanta y Hugo,
amigos desde la infancia en las duras calles de Ciudad Meridiana, en el
extrarradio barcelonés, trabajan juntos en la empresa de seguridad propiedad de
Hugo. Sam necesita dinero, mucho más dinero del que gana como escolta privada,
para procurarle un tratamiento a su novio que padece una grave lesión medular
desde hace doce años. Su amigo y jefe le propone un trabajo ilegal y muy bien
pagado que los arrastrará a ambos al oscuro mundo del tráfico de medicamentos
en un espiral de violencia y traiciones.
Los miércoles salvajes nos lleva desde las chabolas de Accra, en Ghana, donde Sirhan y Lewa luchan por conseguir medicinas que traten la diabetes tipo1 que aqueja a su madre, a los entresijos del tráfico ilegal de medicinas comandado por María y Joao, dos hermanos portugueses, y al frío y hermético universo de la industria farmacéutica.
Los miércoles salvajes nos lleva desde las chabolas de Accra, en Ghana, donde Sirhan y Lewa luchan por conseguir medicinas que traten la diabetes tipo1 que aqueja a su madre, a los entresijos del tráfico ilegal de medicinas comandado por María y Joao, dos hermanos portugueses, y al frío y hermético universo de la industria farmacéutica.
Los miércoles salvajes es una historia
con banda sonora. O, quizá, la banda sonora de una historia demasiado negra, espectacularmente
negra. Y este álbum musical, como tal, contiene un total de veinticuatro
pistas: diecinueve en la cara A y cinco en la cara B, así como un Bonus track
al finalizar esta última que se escuchará, como una pista oculta a modo de
epílogo, y que cierra una obra soberbia.
No voy a decir que
lo más impactante de esta novela sea su estructura, porque sería una tontería
superlativa, pero llama la atención. No sé si es porque Susana Hernández,
además de otras muchas cosas es crítica musical, pero me ha encantado ese guiño
a la música, algo que también está presente a medida que pasamos páginas.
Y como yo soy muy
de hacer las cosas al revés, voy a hablaros de la cara B de esta historia, porque
son capítulos que se van alternando en la novela mientras la trama se sucede y esconden
el componente más humano de quienes los protagonizan y, como se suele decir, ni
son todos los que están, ni están todos los que son porque intervinientes en la
trama hay muchos, pero indispensables para entender a los protagonistas, pocos.
No obstante, dado
que empiezo al revés, me voy a permitir ser un poco ordenada y os contaré que
la novela se divide en tres partes. En cada una de ellas incluiré esas pistas
que tanto me han llamado la atención:
PARTE I:
Cara
B – Track 1:
Verano del año
2000. Sam tiene diecisiete años y ocho meses. Vive sola en Ciutat Meridiana,
pues su padre está pasando una temporada en Mula. Cosas de traficantes de poca
monta. Un año antes pasó unos meses en un centro de menores por hackear el
ordenador del colegio y ha aprendido la lección, hasta el punto de esforzarse
por sacar el bachillerato y empezar a buscarse la vida después de un verano que
espera disfrutar yendo con sus amigos del barrio a la playa. Hasta que aparece
Néstor, un joven músico amigo de su padre que quiere probar suerte en
Barcelona, del que se enamora en poco más de diez días.
PARTE 2:
Cara
B – Track 2
María la Portuguesa
no solo tiene nombre de fado, es la personificación del fado en sí misma. Claro
que María nunca ha sido de sonreir, excepto en el breve espacio en el que
conoció a Ricardo hasta que la parca se lo llevó, demasiado pronto para su
gusto. Pero es que su vida nunca fue fácil desde que una cojera, siendo niña,
la convirtió en el blanco fácil de las burlas de otros niños. Y eso la llevó a
alimentar un odio insano contra el mundo. Y de ahí su inquina. Claro que si al
hacerte mayor eres la matriarca de un clan mafioso, eres inteligente y no
tienes principios ni intención de tenerlos, la vida, la de los otros, puede ser
cualquier cosa menos un paseo militar. Y, si no, que se lo pregunten a su
hermano, al cual desbancó en el escalafón familiar y le ningunea como si no
hubiese mañana. O quizás el hombre se lo merezca, por flojo. Por dudar cuando
no se debe.
El caso es que
quizá, sobre todos los demás, es un personaje exportable a cualquier novela
negra que se precie, porque es una mina la señora. Cuando “heredó” el poder de
manos de su padre, la familia se dedicaba al mundo del juego, controlando las
apuestas en el norte de Portugal, pero el negocio entró en crisis con la llegada
de las nuevas tecnologías y hubo que cambiar la razón social de la entidad y no
le costó nada dar con la gallina de los huevos de oro: el tráfico ilegal de
medicamentos, mucho más rentable que cualquier otro conocido.
Cara
B – Track 3
Verano del año 2000.
Hugo nació y creció en Ciutat Meridiana –Ciudad Desahucio para muchos-, un
barrio del distrito de Nou Barris, situado en el extremo norte de Barcelona y
el más pobre de la ciudad. Nunca le gustó vivir allí, por eso, en cuanto
pudo, hizo el petate y se marchó a Ibiza. Sin embargo, ha tenido que volver
porque no entiende que ahora que parece que la vida le sonríe, que ha
encontrado la fórmula para encauzar su vida, Sam, su amiga de la infancia y de
la que secretamente está enamorado, no haga las maletas y le acompañe. Sin
embargo, la suerte no le acompaña en ese sentido, pues Sam acaba de conocer a
Néstor y se ha enamorado de él hasta las trancas.
PARTE 3:
Cara
B – Track 4
Dicen que cambiar
de equipo de fútbol es una de las decisiones más difíciles de tomar en la vida.
Da igual que en su día eligiésemos un equipo bien porque realmente nos gustaba
o porque nos indujeran a ello. De hecho, dicen también, que si se comparase con
otras que tomaremos a lo largo de los años, como cambiar de religión, partido
político e incluso de pareja, estas no serían tan complicadas de tomar como la
primera. La razón es muy sencilla: normalmente nos hacemos aficionados a un
equipo a una edad temprana, cuando nuestra personalidad todavía no está formada
por lo que este cambio implicaría desertar del nexo que nos une a ese momento
en que estábamos construyendo nuestra identidad.
Pues bien, el
protagonista de este tema no tuvo ningún reparo en cambiar de equipo llegado el
momento. Y, aunque su padre le llamó Rui en honor a un futbolista del Benfica
del que era seguidor, en cuanto el hombre murió y el pequeño se fue a vivir con
su tía la Coja, que tenía la casa llena de fotos de jugadores del Oporto,
abrazó esa afición. Su tía le consideró de los suyos porque, lo que no una el
fútbol, no lo une ni Dios que eso sí que es un sacramento y lo demás tontería. Pero
el chico no se hizo ilusiones y dedicó sus esfuerzos a estudiar con ahínco algo
que le hiciese ganarse un puesto de confianza en la familia, así que eligió
Farmacia. Una vez terminada la carrera con excelentes notas y después de algún
que otro trabajo, empezó a trabajar en la sede barcelonesa de los laboratorios
Heinch, donde aparte de sus funciones como becario, robaba las fórmulas de los fármacos
que allí producían para que los químicos de su tía los clonasen. Hasta que el
Axfin, un medicamento que podría revolucionar su vida, se cruzó en su camino.
Cara
B – Track 5
Hugo y Sam vuelven
a encontrarse tres años después del verano del 2000. Pero las circunstancias no
son las mismas de entonces. Ella trabaja catorce horas al día para sacar
adelante a Néstor, a quien dieron una paliza y le dejaron tetrapléjico y con
una lesión medular. Hugo ha podido llevar a cabo su sueño y ha montado una
empresa de seguridad con sede social en el Eixample. Una empresa que le ha
convertido en todo un empresario con un nivel de vida que roza lo escandaloso y
que conseguirá que ella tenga una vida mejor.
Pues bien, cuando
comienza la novela, todo lo que aquí os he contado hasta ahora hace años que ocurrió,
excepto lo referente a Rai, el portugués sobrino de María la Coja. Y es
precisamente, con esta última, con la que arranca la historia. Y no os podéis
imaginar de qué manera, porque en tan solo cinco páginas, Susana Hernández no
solo te presenta un personaje impresionante, sino que te describe una realidad
tan espantosa que me niego describirla, porque entiendo que debes conocerla por
ti mismo. Es de alu-cine. Y después de eso, se supera. Increíble pero cierto.
Por otro lado, Sam
sigue trabajando como escolta para Hugo y Néstor vive en una residencia de lujo
atendido por por un gran equipo médico y humano. Sam, en cuanto tiene un rato
disponible, acude a visitarlo y siempre está al tanto de cualquier avance médico
que pueda suponerle una mejora en su estado físico. Sigue amándole y su vida
orbita en torno a él.
Y es precisamente el
anuncio de la posibilidad de incluirle en un estudio experimental el origen de
todos los problemas que vendrán después. Porque nada es gratis y, para irlo
llevando, Sam necesita más de quinientos mil euros para empezar a moverlo. Y
nunca mejor dicho. Así que la única opción es pedirle a su jefe y amigo que la
tenga en cuenta para hacer algún tipo de “trabajillo” tan rentable como para eso.
Y el trabajo
existe, claro: robar una fórmula farmacéutica.
Y comienza la
fiesta.
Y no nos faltará de
nada en ella, ni fuegos artificiales, porque en el impasse Sam conoce a Asier
en una galería de arte y el hombre, además de pintar, tiene ganas de encontrar
su musa y su modelo particular. Y darán más vida al diván del estudio de lo imaginable. Y
los miércoles dejarán de ser un día más de la semana para convertirse en
salvajes.
Y luego está María
la Portuguesa. Más conocida a partir de ahora como “el personaje”. Falta de
principios y escrúpulos, tiene muy claro lo que hacer con la vida, con la
propia y la ajena. ¡Sublime!.
Y la denuncia
social. Porque es estos tiempos que corren, en que una novela puede ser negra-histórica-romántica-thriller
y todo lo que se te ocurra y todo a la vez, encontrarte una novela negra pura y
dura es casi una lotería. Y te sabe a gloria. Y la denuncia es meridiana, como
el barrio en que nacieron Sam y Hugo. La industria farmacéutica mueve montañas,
más allá de pensar en lobbies o confabulaciones judeo-masónicas, es una
obviedad el tema de las patentes que afecta sobremanera a los países en vías de
desarrollo, ya que estas no responden al fin para el que se establecieron, sino
que extienden el período de exclusividad de los fármacos con distintos
mecanismos. Y después, más sangrante si cabe, está el tráfico ilícito de
medicamentos, que mueve más dinero que la trata de personas o la droga.
De ese modo, Susana
Hernández nos conduce a Ghana y conocemos a Sirhan y Lewa, dos críos prácticamente
que se quedaron huérfanos de padre demasiado pronto y que ahora tienen que
hacer frente a un gasto adicional al que no pueden atender ni en el mejor de
sus sueños. Su madre padece diabetes de tipo 1 y al no ser beneficiarios del
sistema sanitario, tienen que conseguir el fármaco con muchos esfuerzos. Hasta
que llega un momento en que les resulta prácticamente imposible y el modo en
que lo logran te romperá el alma. Y, lógicamente, surgirá alguien que les lleve
de la mano al mercado negro. Más barato… ¡dónde va a parar…!
Me quedan muchas
cosas por contar. Siempre tengo esta sensación, pero no deja de maravillarme
que esto me ocurra con una novela que apenas supera las doscientas páginas.
Porque es una historia intensísima, demoledora y francamente buena.
Exquisitamente buena, porque a la fuerza narrativa de la autora, a la que no le
sobra una “coma”, se une un ritmo endiablado, unos personajes inolvidables y
una denuncia social que te dejará boquiabierto en el mejor de los casos, porque
sacude, estremece y no te da tregua.
Y por eso, cada vez
que me entero que Susana Hernández ha escrito una novela, me relamo de gusto,
porque soy una insomne impenitente y nada mejor para una noche en blanco que
tener al lado una novela suya.