DATOS TÉCNICOS:
Título: EL ABRAZO DEL MONSTRUO
Autor: Félix J. Palma
Editorial: Destino
Colección: Áncora & Delfín
ISBN: 978-84-233-5443-6
Páginas: 736
Presentación: Rústica con solapas
El pasado 21 de
enero asistí junto a mis compañeras de #SoyYincanera y otros blogueros
madrileños a un encuentro literario con Félix J. Palma. El punto de encuentro
fue la librería La Central de Callao, lo organizaba la editorial Destino y el
resultado fue de lo más satisfactorio. Aunque solo pudimos disfrutar del autor
durante una hora, al final casi tuvieron que echarnos del local porque, una vez
salvado ese primer escollo hasta que se rompe el hielo, las preguntas se
aglutinaban en nuestras cabezas y no veían el momento de salir a la luz tras
haber leído una novela tan espectacular, tan bien armada y tan cargada de
suspense.
Así que intentaré,
además de contaros mis impresiones sobre El
abrazo del monstruo, aderezarlas con lo que allí nos desveló el autor,
porque a mí, en particular, me resultó de lo más enriquecedor.
Félix J. Palma
(Sanlúcar de Barrameda, 1968) es escritor, profesor de escritura creativa y
coaching literario. Como novelista ha publicado La Hormiga que quiso ser Astronauta
(2001) y Las corrientes oceánicas (Premio de novela Luis Berenguer,
2005). Pero su consagración como narrador se la debe a su Trilogía Victoriana,
que se ha publicado en más de 25 países, ha obtenido numerosos galardones y ha
aparecido en la lista de best sellers del New York Times. Está formada por las
novelas El mapa del tiempo (XL Premio Ateneo de Sevilla, 2008), El
mapa del cielo (2012) y El mapa del caos (2014).
Web del autor: https://felixjpalmaescritor.com/
Web del autor: https://felixjpalmaescritor.com/
Diego Arce es un
reconocido escritor de novelas de misterio que no atraviesa su mejor momento.
Desde la publicación de su primera novela, que lo catapultó a la fama, no ha
conseguido reproducir el mismo logro y, después de muchas presiones y de otros
tantos fracasos literarios, accede a los ruegos de su editor para resucitar en
una nueva entrega al personaje al que debe su éxito: un psicópata apodado «el
Monstruo» que secuestraba a niñas en la Barcelona modernista.
Pero una noche,
mientras Diego y su mujer asisten a una fiesta, alguien decide llevar la
ficción a la realidad y revivir al Monstruo secuestrando a la hija de Diego,
Ariadna, de siete años, y en un juego macabro, proponer a Diego tres pruebas
que deberá superar en directo a través de internet, si quiere recuperar a su
hija. Comienza así una terrible carrera en doble dirección para descubrir quién
está detrás del secuestro. Al mismo tiempo que debe demostrar al mundo hasta
dónde es capaz de llegar para salvar a su hija, Diego también tendrá que
reconstruir su vida, con la ayuda de su mujer y del inspector Gerard Rocamora,
para descubrir en su pasado quién puede desearle tanto mal.
Una historia sobre
los terrores y fantasmas de la infancia y cómo se proyectan hasta el hombre
adulto.
Una historia de
superación, de amor y de enfrentamiento a nuestros miedos más profundos.
¿Qué serías capaz de hacer para salvar a
tu hija?
En la actualidad Diego
es un escritor consagrado; no obstante, se podría decir que vive inmerso en un
continuo bloqueo creativo desde que diez años atrás publicase su primera
novela, “Sangre y ámbar”, que le hizo millonario de la noche a la mañana y,
aunque ha escrito alguna más, no ha conseguido el éxito de público deseado –la crítica
no es tan benévola con él-pues sus fans, lo que realmente ansían, es una continuación
de la que le encumbró a la fama. Y no es de extrañar, porque en ella narra la
historia de un enajenado cirujano que secuestraba a las hijas de las familias
más pudientes de la Barcelona modernista de principios del siglo XX. Niñas,
todas ellas, de tan solo siete años. Y es que el móvil no era precisamente
económico, sino que el peaje a pagar por el rescate de las menores consistía en
superar tres sórdidas pruebas. Eso sí, a la vista de cualquiera que quisiese
pagar la entrada a un teatro donde el padre en cuestión tenía que llevarlas a
cabo, dando comienzo así al Juego de los Retos. Una a una, con unos días de
diferencia fijados de antemano, y cuyas instrucciones, que les llegaban con
puntualidad inglesa a su domicilio en un sobre negro, deberían seguir al pie de
la letra. En caso de superar las tres pruebas, las niñas volverían a su
domicilio; en caso contrario, morirían, teniendo que realizar previo a su
asesinato cada una de ellas la prueba que su progenitor no fue capaz de
realizar. Ningún padre consiguió realizarlas, porque cuando he dicho que eran
sórdidas, quise decir más que macabras. ¿Existe el término?.
No había leído
hasta ahora ningún libro de Félix J. Palma y no será porque no hubiese oído
hablar tanto y tan bien de su más que conocida Trilogía Victoriana. Sin
embargo, como siempre repito, el tiempo es finito y el de una Yincanera,
todavía más. Y tuvo que cambiar de registro el autor para que la oportunidad se
presentase. Algo que me chocó, por otro lado, porque siempre me ha sorprendido
y resultado de lo más atractivo el que alguien que ha triunfado con un género mediante
el cual ha recibido tantos galardones como para vivir de las rentas, que ha
sido publicado en más de una veintena de países y que ha llegado a aparecer en
la lista de bestsellers del New York Times, se atreva a dar un golpe de efecto
y se embarque en otro tan manido como es el thriller. Mucha seguridad se tiene
que tener en lo que se emprende y, a tenor del resultado, está claro que Félix
J. Palma está sobrado de recursos para abordar lo que se le antoje. Y yo que me
alegro, porque una vez que le he conocido, va derecho a mi estantería de
#Imperdibles.
Y es que pocas
veces he tenido la sensación de encontrarme una novela tan bien armada como El abrazo del monstruo. Tendría que
remontarme a autores de la talla de Víctor de Árbol, capaces de fabricar un
universo único. Aunque, ¿he dicho universo? Error. Creo que sería más acertado
hablar de un multiverso hinchado de una materia tan oscura y farragosa que
tanto a los personajes como a nosotros mismos nos imposibilita ver la realidad,
porque nos perdemos en mil y un detalle. Todo ello cargado de magia, en todos
los sentidos. Esta sería la explicación corta del argumento de esta novela.
Pero ya sabéis que yo soy más de explicaciones largas y soporíferas, ¿verdad?,
así que voy a intentar resumir, lo más brevemente, el argumento de esta
historia:
Diego Arce conoció,
casi por casualidad, a Laura, su mujer, en 2004, en Peñafort, su pueblo natal, donde
ella había conseguido una plaza como pediatra. Diego ejercía como profesor en
un colegio para niños bien y, desde el primer momento en que la vió y se
enamoró platónicamente de ella, no ha dejado de hacer todo aquello que fuera menester
para hacerla feliz, primero a ella y, pasado el tiempo, a su hija Ariadna de
tan solo siete años y eso condicionó, en cierto modo, algunas reservas por
parte del escritor que, a posteriori, le pasarán factura.
Quizá por esto,
cuando la pareja regresa a su casa después de asistir a un congreso de
literatura, descubren que Virginia, la canguro, lleva encerrada en el baño unas
horas. El picaporte se ha debido estropear. Pero no, es un engaño piadoso que
en un minuto cae por su propio peso: Ariadna no está en su habitación y por el
despacho de Diego parece que haya pasado Atila en pleno brote psicótico: tanto
las paredes como el techo, las estanterías o los muebles están cubiertos de
sangre y el primer cajón de su escritorio, que siempre ha mantenido cerrado con
llave, destrozado. Han sacado el manuscrito de “Sangre y ámbar” y rasgado sus
hojas hasta formar con él un rimero de sangre y papel en el centro de la
estancia.
Inmediatamente se ponen
en contacto con el inspector Gerard Rocamora, amigo de la familia, que se
persona, casi con urgencia, junto con algunos miembros de su unidad y un equipo
de la científica en el domicilio de los Arce para iniciar las pesquisas, porque
las primeras horas, en un secuestro, son vitales. Es entonces cuando el Jefe de
la Científica descubre, entre un póster de Frozen y una foto de Bing Bong un
sobre negro…
Y comienza entonces
una frenética lucha contra el reloj, porque “El Monstruo existe, vive, es real” y pondrá a prueba no solo a Diego,
sino a todos aquellos que desean que Ariadna vuelva a su casa. Además, se ha
actualizado y ahora, en vez de tener que trasladarse a un teatro, su escenario
será internet, por lo que las pruebas tendrán que llevarlas a cabo en directo,
sin cortes y sin editar contenidos, teniendo no solo al Monstruo como testigo, sino
a los millones de curiosos que se asomarán a ver su gesta en cualquier
dispositivo con conexión a la red. La primera se tendrá que ejecutar en tres
días y ese será el plazo que transcurrirá entre esta y la siguiente.
Y mientras,
Rocamora, trabaja sin descanso. Se empieza a reparar en los posibles sospechosos:
enseguida quedan descartadas tanto la mujer que limpia la casa de los Arce como
la chica que cuida de Ariadna. Se investiga a los vecinos, pero, sobre todo, se
empiezan a lanzar hipótesis sobre aquellas personas que pudiesen albergar tanto
odio como para secuestrar a una niña y someter a su padre a unas pruebas tan
funestas. No faltan candidatos, porque por un lado tendremos a Helena, íntima
amiga de Laura que siente un rechazo infinito por Diego, además de estar
enamorada de ella; o bien Julián Bassol, un antiguo novio de Laura, al que su
obsesión por ella la llevó en su día a denunciarle. Durante años estuvo
ejerciendo como médico en Inglaterra, pero ha vuelto a Barcelona hace un
tiempo. También podría ser Héctor, el propio hermano de Diego, con el que hace
años no se habla –aunque nunca se han llevado bien- y al que dejó arruinarse en
su día. Y las conjeturas van a más a medida que se sigue escarbando porque, sin
ir más lejos, en los tiempos en que el escritor ejercía de profesor en su localidad
natal, uno de sus alumnos se suicidó y quien sabe si alguien se quiere vengar a
estas alturas.
Y comenzamos a ser
partícipes de una historia que se bifurca en distintas direcciones, que abarca
ese multiverso al que me refería al principio. Con distintos ritmos, en épocas
diferentes. Y es ahí donde el autor echa el resto. Por un lado, se irán simultáneando
pasado y presente al combinar algunos capítulos de “Sangre y ámbar”, que nos
permitirá conocer al primer “Monstruo”, aunque no será el único. Transitaremos
entonces por la Barcelona de principios del siglo XX, conoceremos a la alta
burguesía catalana, sus costumbres, sus desmanes. Pasearemos por los Almacenes
El siglo acompañando a esos criados negros, o mejor dicho, esclavos, que se
convirtieron por obra del Monstruo en guardaespaldas infantiles improvisados (poco
se ha hablado de este tipo de “detalles” en la literatura española, cuando en
pleno siglo XX todavía quedaban algunos, que se dice pronto, aunque la
esclavitud se aboliese en 1867, pero es que precisamente esta burguesía que
basó su fortuna en la trata de esclavos en las Antillas, podía traerlos desde
sus plantaciones en Cuba a España, a seguir haciendo lo único para lo que los
querían, que básicamente consistía en deslomarlos y no metafóricamente hablando,
como ocurre con uno de los personajes, Karel, que es un buen ejemplo de ello),
por el casino de la Arrabassada, para conocer su legendaria Habitación de los
Suicidas e incluso nos colaremos en una Sagrada Familia no solo en construcción
como hasta ahora, sino en la que el propio Gaudí se había instalado junto al taller
de maquetas a escala, emplazado al lado del ábside, donde realizaba sus diseños
y estudiaba las esculturas. Porque Barcelona, en donde Félix J. Palma lleva
residiendo más de ocho años, es el escenario por excelente de esta fantástica
novela y, según él, el único posible.
Será también a
propósito de estos pasajes de “Sangre y ámbar” donde la novela adquiera su
parte metaliteraria. Precisamente en el encuentro que mantuvimos con el autor, hablamos
sobre ello. Siendo el protagonista un escritor, que coincide además con él en
que ambos han sido profesores de escritura creativa, aprovecha para que Diego
salpique el relato de alguna que otra crítica al mundo literario, ya sea a
editores (su relación con el suyo no es precisamente para tirar cohetes y eso
que, en teoría, es el mejor para triunfar), a las editoriales, a esos lectores
picajosos que no perdonan una, ya sea una licencia o un error de documentación
(para ello, Diego es de traca) y, en definitiva, a los que son incapaces de
agradecer el esfuerzo que hay tras una buena trama donde él no se permitiría,
ni por asomo, recurrir a algo inverosímil para sostenerla. Disfruté un montón
cuando comentó esa situación tan recurrente en el oficio a la que él denomina “el
momento cogido por los pelos”, ese en el que para llegar a una escena en
concreto, hay que pasar por otra que puede no convencer lo suficiente y que se
da más de lo que se cree. Por ello, no queda otro remedio que hacer malabares
con el lector, prácticamente un juego de espejos para que mire hacia el lado
que interesa al autor.
Como os comentaba
antes, la novela tiene dos atmósferas: la de 1913, gótica como ella sola,
cargada de misterio y minuciosa como pocas. Si piensas en “thriller”, no es el
momento. Tampoco el lugar. Aquí el autor se recrea en las descripciones tanto
de lugares, personajes o situaciones, como en un adagio. Tendremos que
situarnos en la actualidad para que el tempo pase de andantino a presttissimo,
pasando por todas las fases. Entonces el ritmo de thriller se aprecia en todas
sus vertientes, tanto en el modo en el que se organiza la investigación
policial como en la angustia que el sometimiento a las pruebas por parte de
Diego Arce implica. Porque estas van llegando y, a falta de resultados, el
escritor se tiene que rendir a su destino.
Y el Monstruo
parece que se ha materializado de una manera más rotunda. El que asolaba a la
población de la Barcelona de 1913 se queda en un juicio de faltas al lado de
este, porque el primero tenía un componente humano, era una reacción
causa-efecto, desmedida, eso sí, a una tragedia. El actual es la maldad
personificada. Y. junto a él, aparece el propio fantasma y los miedos que
arruinaron prácticamente la infancia y juventud de Diego, hasta que los vomitó
con “Sangre y ámbar”, y todo eso aflorará, verá la luz y se producirá la
catarsis. Empezaremos a conocer a un personaje más íntimamente y será fácil
empatizar con él una vez que es capaz de enfrentarse a su cobardía, su
pusilanimidad, su fragilidad y sus flaqueza, porque ¿quién no guarda un
fantasma en el armario?
En resumen, El abrazo del monstruo es una novela
construida a fuerza de tesón literario que funciona como un reloj suizo. Todo está
sincronizado, la prosa es deliciosa, los diálogos, inteligentes y la trama,
fascinante. ¿De verdad que no te seduce en embarcarte es esta historia?