DATOS TÉCNICOS:
Título: LA MADRE
Autor: Fiona Barton
Traductor: Albert Vitó
Editorial: Planeta
Colección: Planeta Internacional
ISBN: 978-84-08-19346-3
Páginas: 544
Presentación: Tapa dura con sobrecubierta
El pasado 9 de octubre las yincaneras madrileñas asistimos a un encuentro literario organizado por Planeta Internacional para conocer a Fiona Barton y hablar de su nueva novela, La madre.
Más allá de lo interesante que como lectora me parecen este tipo de actos, hubo dos aspectos en este encuentro que me llamaron poderosamente la atención: por un lado, me apetecía mucho conocer los motivos que impulsaron a la autora a abandonar una profesión tan vocacional como la de periodista, en la había alcanzado mucha notoriedad gracias al tesón y al esfuerzo realizado durante décadas, para volcarse en la literatura y, por otro, conocer cómo se había pergeñado la novela y en particular que respondiera a una pregunta que a lo largo de la lectura se convierte casi en un mantra en la mente del lector y en la que la editorial puso especial énfasis: “¿Hasta qué punto estarías dispuesto a guardar un secreto?”
Y tanto esas, como todas las cuestiones que se plantearon fueron respondidas, porque Fiona Barton es una escritora cercana dispuesta a satisfacer al lector más curioso.
Fiona Barton es una afamada periodista que cuenta con una dilatada carrera forjada a lo largo de varias décadas tras su paso por distintos diarios como el Daily Mail, el Daily Telegraph y el Mail on Sunday.
Ha sido galardonada con el Premio Nacional de la Prensa británica. Con su primera novela, La viuda, se convirtió en un fenómeno editorial internacional, al haberse publicado en más de treinta y cinco países.
Un escueto párrafo en el periódico anuncia el hallazgo de unos restos antiguos de un bebé en una zona en construcción de Londres. Muy pocos lectores siquiera le echarán un vistazo.
Para tres mujeres, sin embargo, la noticia es imposible de ignorar.
Para la primera, es el recuerdo de lo peor que le ha pasado en la vida.
Para la segunda, la peligrosa posibilidad de que su secreto más oculto sea revelado.
Para la tercera, la periodista Kate Waters, la primera pista en una carrera para descubrir la verdad.
Secretos guardados durante años, enterrados bajo tierra y en el fondo del corazón, saldrán a la luz para cambiar tres vidas para siempre.
Fiona Barton vuelve con su protagonista Kate Waters en un nuevo thriller imposible de olvidar.
¿Puede una simple noticia de corta extensión -poco más de treinta palabras- desencadenar una historia como la que nos vamos a encontrar en esta novela? Puede, claro que puede, sobre todo si pensamos en que por culpa de un lerdo la humanidad dejó de poder vivir a cuerpo de rey porque al tipo le dió por comerse una manzana en el momento más inoportuno. Desde entonces, y hace miles de años, cualquier cosa es posible.
- Angela Irving: De profesión enfermera, está casada con Nick Irving, un militar con el que tuvo tres hijos: Patrick, Louise y la pequeña Alice, que desapareció en la clínica al día siguiente de su nacimiento y de la que todavía no han tenido noticias, cuatro décadas después. Viven en Winchester, una ciudad que se encuentra a unos noventa kilómetros de Londres.
- Emma Simmonds: Tiene cuarenta y dos años y está casada con Paul Simmonds, un profesor de universidad. Trabaja en su casa, desde hace más de una década, para una editorial como redactora de biografías de famosos. De esos que publican sus memorias como si fuesen de puño y letra, pero quien las escribe no puede firmarlas. Anímicamente es una mujer amargada porque acumula muchos remordimientos desde su adolescencia, especialmente por un secreto que solo conoce su madre.
- Jude Massingham: Madre de Emma, tuvo a su hija siendo soltera, ya que el padre, Charlie, nunca quiso comprometerse. En su día, ahora está jubilada, trabajó en una editorial y triunfó como abogada especializada en derechos sociales. Aunque la infancia de Emma fue más o menos tranquila, al llegar a la adolescencia comenzaron los problemas con su madre y en ellos tuvo mucho que ver Will Burnside, su pareja.
Pero antes de empezar a hablar de la trama de la novela, me gustaría detenerme en el escenario en el que se desarrolla. El lugar no es otro que un edificio en demolición, recientemente expropiado, de la calle Howard Street, en el londinense barrio de Woolwich -distrito de Greenwich-, al sureste de Londres.
Se trata de un enclave muy particular y con una trascendencia incluso histórica, ya que esta calle, junto con las vecinas de Norfolk, Surrey o Arandel, se edificaron sobre lo que antaño fueron los terrenos donde se levantaba la Casa Arundel y sus jardines (propiedad de la familia Howard, duques a su vez de Norfolk). En 1970 se inició un proceso de derribo con la intención de modernizar la zona y crearon un complejo de bloques -el Arundel Great Court- que posteriormente fue derruído también, comenzando las labores de demolición en 2012, al amparo de los proyectos urbanísticos y de adecuación de la ciudad con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos que afectaban a esa zona de la ciudad donde se encuentra el estadio del Arsenal F.C., momento en el que se inicia este relato, porque son precisamente en estas obras en demolición donde los operarios encuentran los restos de un bebé muerto hace muchos años.
Y la noticia aparece en la sección de Breves del Evening Standard el 20 de marzo de 2012. Y la leerán las tres mujeres que os he presentado al principio.
Emma Simmonds entrará en pánico directamente nada más leerla; la impresión no la dejará ni respirar. Y su marido, sin saber a qué se debe tanto desconsuelo, intentará animarla y consolarla. No necesita explicaciones, la quiere tal y como es. Pero ella sabe que ese secreto que lleva ocultando durante tantos años pugna por abrirse paso hacia la luz.
Angela Irving, que cada vez que se acerca la fecha del que tendría que ser el cumpleaños de su hija Alice, rememorará, con más énfasis que nunca, el aciago suceso que vivió hace más de cuatro décadas, cuando secuestraron a su hija de tan solo un día en la habitación de la clínica donde había nacido. Nunca se resolvió el caso, ni para bien ni para mal y eso afectó y marcó tanto su vida como la vida de su familia. Tampoco ha podido superar la tristeza que se convirtió, desde aquel día, en su compañera de viaje.
Jude Massingham entenderá que quizás haya llegado el momento para restablecer la relación tan tortuosa que ha llevado con su hija y que desde su adolescencia las ha traído de cabeza a ambas. De hecho, pueden pasarse meses y meses sin hablarse y, cuando lo hacen, entran en una espiral de reproches que no conducen a nada.
Pero también leerá esa noticia la periodista Kate Waters, solo que con otros ojos, ya que verá en ella tanto la posibilidad de volver a ponerse en el candelero como la promesa de una historia impactante que deberá investigar a la antigua usanza por la cantidad de preguntas que empiezan a aglutinarse en su cabeza para las que no encuentra respuesta: «¿Quién era el bebé? ¿Cómo murió? ¿Quién sería capaz de enterrar a un bebé? ¿Qué motivo podía llevar a alguien a matar a un bebé?».
Y es así como cuatro días después de aparecer ese amago de noticia, el sábado 24 de marzo, Kate escribe su primer artículo, cuyo titular reza así: «¿Quién es el bebé de las obras?». Solo cubre una pequeña entrevista con el obrero que encontró los restos del bebé, pero la maquinaria se pone en marcha con un único objetivo: descubrir todas las preguntas que semejante hallazgo suscita.
Empezaremos, entonces, a conocer a esas tres mujeres en profundidad a medida que vayamos pasando capítulos, porque La madre transcurre a lo largo de dos meses y unos días: entre el 20 de marzo de 2012, cuando aparece la primera noticia en el Evening Standard, hasta el 26 de mayo de ese mismo año, independientemente de que haya un corto epílogo que nos es más que un capítulo corto, fechado el 1 de abril del año siguiente.
La novela está narrada desde la perspectiva de las cuatro mujeres que protagonizan la historia y cada capítulo resumirá, casi como si se tratase de un diario, el día a día de cada una de ellas desde aquel fatídico momento en que aparece la noticia. Solo una de ellas lo hará en primera persona, aunque será la periodista la que concentre mayor número de capítulos, ya que, a fin de cuentas, es ella la que conecta con los distintos personajes, sus vivencias y el resto de actores que participan en la trama. También será a responsable de la investigación. Incluso la que tira de ese carro.
Al principio será lentamente, pero enseguida irá subiendo el ritmo hasta convertirse en un thriller psicológico en toda regla. No obstante, conocerlas no es empatizar con ellas, porque los temas de fondo que trata la novela son sórdidos hasta la extenuación: seremos testigos de lo que implica el sentimiento de pérdida, lo complicado que puede resultar sobreponerse a una tragedia como puede suponer el que te roben a un hijo cuando acaba de nacer prácticamente. Del sentimiento de culpa que se genera, pasando por los abusos sexuales, las relaciones tóxicas, lo complicadas que pueden llegar a ser las relaciones materno filiales o el peso de un secreto guardado durante demasiados años. Un secreto que trastoca tu vida, tu mente y tu salud mental, sin posibilidad de solución.
Y, de fondo, hay una crítica velada al mundo del periodismo. A cómo funciona en la actualidad, donde lo importante es generar enlaces sin piedad sobre temas superficiales, dejando lo importante al margen. Con Kate viviremos lo que es una investigación periodística a fondo, partiendo de una noticia inconsistente porque tanto el tiempo transcurrido como la falta de pistas lo ponen todo en contra. Pero ya se sabe que una periodista de raza nace y además se hace, porque el tiempo ayuda a que uno se especialice, aunque sea moviéndose en el alambre, sobrepasando límites.
Si alguien os dice que esta es una novela "de mujeres", os recomiendo que lo pongáis en cuarentena. Si bien es cierto que tiene a tres protagonistas espléndidas, el elenco masculino está a la altura. Obvio es que sobre ellas se cimenta la historia, pero ellos, aunque tengan menos peso, son esenciales. De hecho, son cualquier cosa menos arquetípicos. Te generarán todo tipo de sensaciones. Paul Simmonds te provocará ternura porque es capaz de aglutinar todo el amor que se puede profesar a una mujer, hasta el punto que ella llega a pensar, prácticamente a diario, que la debería haber dejado hace mucho tiempo y, sin embargo, sigue a su lado a pesar de lo complicado que es vivir con ella.
Pero no solo son importantes los hombres a los que el drama de las protagonistas coge de cerca, sino que también los tendremos en el mundillo del periodismo. Con Joe Jackson descubriremos lo complicado que es hoy en día hacerse un hueco en este gremio, aún siendo hijo de una de las más famosas plumas del mundillo. Es becario en el Herald y se lo asignan a Kate. Tendrá que aprender a manejarse en el tú a tú, comprender a la gente y empatizar para poder meter la cabeza en cualquier investigación. Kate le dará la oportunidad, sin menospreciar sus habilidades con las nuevas tecnologías y el abanico de posibilidades que le brinda internet, donde se mueve como pez en el agua. Terry, el jefe de redacción, nos hará partícipes de la inestabilidad que sufre el sector y de los encajes de bolillos que hay que hacer con una plantilla menguada cuando lo único que prima son los clicks de las ediciones digitales. Viviremos en carne propia el triste destino de Gordon Willis, el compañero de fatigas de Kate en "Sucesos", que bien podía haber escogido el camino fácil que en su día eligió Colin Stubbs, que ahora trabaja en el departamento de prensa de Scotland Yard. Y así, unos cuantos más.
También merece mucho la pena por todo lo dicho, bien sea los temas que trata, por la intriga generada y por el estilo de la autora. ¿Se puede pedir más? Yo creo que no.