DATOS TÉCNICOS:
Título: LA JAULA DE SAL
Autor: Ibon Martín
Editorial: Ediciones Travel Bug
ISBN: 978-84-946297-6-1
Páginas: 432
Presentación: Rústica con solapas
Llevo una racha extraña a la hora de elegir lecturas. Tendría que hacérmelo mirar. Basta que alguien cuyo criterio estime me diga que ha leído una novela buenísima, allá que voy. En picado. Sin encomendarme a Dios ni al diablo. Y la lío. Esta novela es un ejemplo de todo lo anterior, porque ni siquiera me planteé leer la sinopsis (algo que no suelo hacer cuando se trata de una recomendación), porque, sinceramente, rara es la vez que me convencen, aunque tengo que admitir que esta, en particular, es soberbia. Sin embargo, en este caso y de haberlo hecho, me hubiese dado cuenta de que esta novela forma parte de una saga y que yo, como viene siendo habitual, había vuelto a meter la pata hasta el fondo, empezando por el final.
No obstante, en mi descargo puedo decir que el libro se puede leer perfectamente aunque no se hayan leído los anteriores, si bien es cierto que hay determinadas alusiones a un caso precedente y sus circunstancias, pero solo para desear acabar de leerlo y ponerte inmediatamente con cualquiera de los anteriores.
Ibon Martín (San Sebastián, 1976) Licenciado en Comunicación y Periodismo por la Universidad del País Vasco. Tras terminar sus estudios, comenzó a trabajar en distintos medios de carácter local, compaginándolo con una de sus grandes pasiones: los viajes, motivo por el cual se ha convertido en todo un experto en turismo rural y ha publicado distintas guías de viajes que contienen rutas por Euskal Herria. En sus libros -algunos escritos en colaboración con Álvaro Muñoz- nos descubre aquellos enclaves quizás menos turísticos, pero sí de un encanto peculiar y lo hace desde distintas perspectivas, para distintos tipos de viajeros.
Dentro de la narrativa, ha probado suerte tanto con la novela histórica como la policíaca. Hasta la fecha, ha lanzado al mercado las siguientes novelas:
- El valle sin nombre.
- El faro del silencio.
- La fábrica de las sombras.
- El último akelarre.
- La jaula de sal.
Un salvaje crimen golpea Pasaia cuando solo han pasado dos años de la detención del Sacamantecas, el psicópata que sembró el terror en el pueblo marinero. La elección de la víctima y el lugar, el solitario faro de la Plata, no parecen fruto del azar. La inquietante firma que el asesino traza en el cadáver tampoco. Todo apunta a que ha vuelto a ocurrir.
La escritora Leire Altuna se enfrenta a su caso más personal, una investigación que la llevará a través de las estrechas sendas que separan el amor del odio, la amistad de la traición. Tendrá que luchar con el miedo y con su propia mente, empeñada en distorsionar lo que sucedió aquella tarde. Siniestras amenazas telefónicas pondrán a prueba su resistencia, sobre la que pende además una opresiva fecha límite. En paralelo, la ertzaina Ane Cestero y su equipo avanzarán con unas pesquisas oficiales que destaparán los peores instintos del ser humano.
Ibon Martín crea en estas páginas un absorbente thriller psicológico que arrastra al lector hasta el propio corazón de San Sebastián, para convertir la bahía de la Concha en escenario del horror más desgarrador.
Ponerte a leer una novela y descubrir que es la cuarta de una serie de la que no conocías nada hasta ese momento, es de traca. Si además te enteras después que es con la que el autor pretende dar unas "vacaciones forzosas" a la protagonista, no tiene perdón de Dios. Solo te queda una opción posible: comprarte los tres libros anteriores una vez que has comprobado que su lectura te ha merecido la pena. Esa ha sido mi solución a tanto desatino.
El caso es que una vez que la tuve entre mis manos y nada más leer las primeras páginas, supe que no podía soltarla. Si ya de por sí el título de la novela era de lo más sugerente, el subtítulo era toda una declaración de intenciones que quería saborear:
"El miedo es el peor enemigo"
27 de octubre de 2015, martes: Leire Altuna, una afamada escritora de novela policíaca, se encuentra en su mejor momento personal y profesional: enamorada, embarazada de cuatro meses y con una novela en plena promoción, con un notable éxito de ventas. Pero claro, ni esta es una historia romántica, ni Ibon Martín está dispuesto a que nos lo parezca. Por eso, ya en el primer capítulo, la tragedia se confabula contra ella y entra, sin pedir permiso, en el faro de la Plata, su lugar de residencia, para teñirlo de rojo.
La víctima es Iñaki Arratibel, su pareja y padre de la niña que espera. Mientras se duchaba, escuchó una especie de lamento y salió corriendo a ver qué ocurría. Se lo encontró en el recibidor, tumbado en el suelo en un charco de sangre. Tenía el abdomen desgarrado y una herida en el pecho izquierdo por la que se le escapó la vida. La encontraron junto al cadaver, estado de shock y con las manos ensangrentadas, unos operarios del puerto que habían acudido al faro para cambiar una bombilla fundida. La escena no podía ser más dantesca, por lo que llamaron a la Ertzaintza.
En un principio, la escritora fue detenida como sospechosa del asesinato, pero pocos días después el responsable al mando del caso de la comisaría de Rentería, Ion García, comprendió que las primeras hipótesis sobre la autoría del crímen no estuvieron acertadas y la puso en libertad, teniendo en cuenta que Iñaki era un hombre joven, fuerte y deportista y difícilmente pudo caer abatido a manos de su pareja, ya que la herida mortal que recibió fue propinada con un cuchillo cuyo portador tenía que ser alguien de gran fortaleza, ya que le perforó el tórax izquierdo y le seccionó el corazón de una tacada. La otra herida, causada en el abdomen, se realizó post-mortem, a modo de firma, como queriendo llamar la atención sobre un caso anterior en el que Leire Altuna colaboró.
Dado que en Rentería no podían seguir con la investigación por falta de medios humanos, las pesquisas pasaron a ser competencia de la Comisaría de Oiartzun, donde se ubica la Unidad de Investigación Criminal de Gipuzkoa. Se hace cargo de la investigación el Suboficial Madrazo, Jefe de la Unidad de Investigación Criminal y su equipo, formado por Letizia (agente primera) y los agentes de base Zígor, Aitor y Ane, a quienes todos llaman por su apellido, Cestero.
Comienzan a surgir varias hipótesis con respecto al movil del crimen: desde el odio visceral y más que palmario que Felisa Castelao, pescadera de Pasaia, siente por la escritora desde que la Autoridad Portuaria le cediese el faro a Leire, porque ella lo procuró para su hija, a los altercados que en los últimos tiempos mantenía Iñaki con un grupo ecologistas de Altsasu, que trataban de impedir la tala de robles para el galeón ballenero del siglo XVI que estaban reconstruyendo en el artillero de San Pedro. También se une un desfalco que el mejor amigo de Iñaki ha efectuado en el astillero y del que, hasta ahora, solo era conocedor la víctima. Pero para la Ertzaintza, que en un principio se inclinaba más por la tercera de las hipótesis, la teoría que cada vez tienen más clara es la de que Iñaki fue solo un daño colateral y que el asesino, tarde o temprano, acabará con la vida de Leire Altuna.
Y todo empieza a cobrar sentido cuando la escritora comienza a recibir llamadas anónimas amenazantes.
Se iniciará entonces una lucha sin cuartel contra el tiempo, a la que no ayudará nada el seguimiento del caso que llevan a cabo los medios de comunicación y en particular la televisión, que anda volcada en las actuaciones policiales en un programa que se emite en prime time y que tiene como colaborador estrella al destituido comisario de Rentería.
¿Y con qué nos encontramos entonces?
Con el miedo. Miedo en estado puro. Es imposible sustraerse a lo que se nos narra, porque ya formamos parte de esa historia. La novela, al menos en mi caso, ha tomado entidad y parece haberme abducido. El pánico que siente Leire, su madre o la propia Cestero es real. Y cuando se nos muestra el asesino, antes de que lo descubra nadie, es todavía peor, porque nada bueno puede ocurrir una vez que ese pedazo psicópata da la cara.
Y luego está ese final apoteósico, de nota, que te lleva como un potro desbocado y que no te deja despegarte de las páginas. Como diría Federico Trillo ¡manda huevos!, porque hacía mucho tiempo que nadie me daba una alegría tan grande. ¡Todo un lujo!.
Y como de lujos va la cosa, no puedo terminar esta reseña sin hacer mención a los escenarios. He disfrutado como una enana con las descripciones del entorno donde transcurre la novela. Son de una belleza aplastante, rotunda, a lo que el hecho de conocer la zona solo ha conseguido que las disfrutara todavía más y me ha dejado con la necesidad, digamos que vital, de volver a aquella tierra cuanto antes.
Después del desatino de comenzar una saga policíaca por el final, solo os puedo asegurar que la experiencia me ha merecido la pena, porque he conocido a Leire Altuna y a Ane Cestero y ahora quiero seguir leyendo sus historias. Ya tengo las tres anteriores, así que creo que con eso está todo dicho ¿no?.