EL ÁNGEL, de Sandrone Dazieri

DATOS TÉCNICOS:

Título: EL ÁNGEL

Título original: L’Angelo

Autor: Sandrone Dazieri

Traductor: Xavier González Rovira

Editorial: Alfaguara

Colección: Literaturas

ISBN: 978-84-204-2629-7

Páginas: 544

Presentación: Rústica con solapas

Si te gusta la novela negra y criminal y quieres estar al día de lo que se publica sobre el género, te recomiendo que acudas siempre al blog Con el alma prendida a los libros y en particular a su apartado Imperdibles. De ese modo te asegurarás que cualquier libro por el que optes no es que sea bueno, sino que será buenísimo. Montse, su administradora, es una máquina de leer, por lo que utiliza este espacio para elevar a semejante categoría a aquellos libros que previamente ha leído, pero que todavía no ha reseñado. Yo ya llevo unos cuantos meses utilizando “sus servicios” y me he encontrado joyitas, como este del que hoy os vengo a hablar. La única pega que he encontrado ha sido por mi culpa, ya que las ganas que tenía al libro me cegaron y no seguí al pie de la letra su consejo, que no era otro que esta novela era la segunda parte de otra anterior, No estás solo y cuando llevaba unas cuantas páginas leídas me di cuenta de que tenía lagunas… pero ya no pude dejar de leer.

EL AUTOR:

Sandrone Dazieri (Cremona, Italia, 1964). Tras abandonar la carrera de cocinero, empezó a escribir para convertirse más tarde en uno de los más apreciados escritores y guionistas del panorama literario italiano. En 1999 publica su primera novela, Attenti al gorilla, a la que siguió La cura del gorilla, que inspiró la película homónima, y La bellezza è un malinteso. Como guionista es autor de las exitosas series de la televisión italiana Squadra antimafia, Intelligence y R.I.S. Roma. Con motivo de la publicación de No está solo, su última novela y la primera traducida al castellano, que ha cosechado un gran éxito y está siendo traducida en varios países, ha declarado la muerte de la novela negra y el renacimiento del thriller como género. No está solo está siendo adaptada al cine y a una serie de televisión, con guion del propio Dazieri. El Ángel es la segunda entrega de esta aclamada serie protagonizada por Dante Torre y Colomba Caselli.

SINOPSIS:

La muerte llega a Roma a las doce menos diez minutos de la noche con un tren de alta velocidad procedente de Milán. Del coche de lujo extrañamente no sale nadie. Todos los pasajeros están muertos.

La subcomisaria Colomba Caselli, que acaba de reincorporarse al servicio tras su último y escalofriante caso, es quien se encarga de evaluar la masacre. Aunque todo apunta a un ataque de terrorismo y el ISIS reivindica la autoría a través de un vídeo, Colomba prefiere pedir consejo a la única persona capaz de ver lo que nadie más ve: su excolaborador Dante Torre, al que no dirige la palabra desde hace meses. Este deberá juntar los indicios uno a uno hasta llegar al Ángel.

IMPRESIONES:

Como os decía al principio, empecé a leer esta novela sin saber nada sobre ella, ni siquiera ojeé la sinopsis porque me dejé llevar por Montse que la consideraba Imperdible. Podía haber recordado que me había dicho que era la continuación de una anterior, si, pero no lo hice. Creí que formaba parte de una serie y que bueno, que tampoco pasaría gran cosa, porque en este tipo de novelas policíacas los casos suelen ser autoconclusivos y que, como mucho, me encontraría con unos personajes un poco más evolucionados que en la primera entrega. Es más, ahora mismo me estoy leyendo Ojalá estuvieras aquí, de Julio César Cano, que es la tercera de una serie y, a pesar de no haberme leído las anteriores (que lo haré, porque me está gustando mucho el estilo del autor), no encuentro mayor problema. Pues bien, con esta novela os recomiendo que empecéis por el principio, porque es vital para entender a los protagonistas, que locas como yo, cuanto menos, mejor.

El primer mazazo que recibí, porque como tal lo sentí (después habría que añadir una larga serie de ellos que en forma de latigazos me iban removiendo el alma y la conciencia como pocas veces un libro ha conseguido) llegó en el primer capítulo, escrito en cursiva para diferenciar las dos tramas que se dan cita en esta historia. Esa fue la razón por la que no pude parar de leer y prácticamente beberme esta novela que más parecía una pócima por lo hiriente y corrosiva que podía llegar a ser. Os dejo un ejemplo:

«En la Caja uno solo puede esperar la muerte. La Caja no es un edificio, no es una cárcel. Es un cubo de hormigón sin ventanas. La luz del día se filtra a través de las rejillas del patio que está sobre sus cabezas, un patio que quienes son como ellos pueden ver solo una vez, la última. Porque cuando te sacan al aire libre significa que para entonces ya estás demasiado enfermo. Porque atacaste a un guardia, o mataste a un compañero de celda. Porque te has mutilado, o has empezado a comer tus excrementos. Porque ya no reaccionas a los tratamientos y te has vuelto inútil».

Y no eran tanto las sórdidas descripciones del lugar las que me tuvieron en vilo, sino los personajes que protagonizaban esas escenas: una niña de apenas trece años a la que llaman La Chica, un policía y un fabricante de zapatos que ocupaban la misma celda. Y lo que sucedería a partir de ese momento.

La muerte llegó a Roma a las 23:50 h. procedente de Milán

Digamos que la trama principal comienza cuando un tren de alta velocidad llega a la estación de Termini a las doce menos diez minutos de la noche, procedente de Milán. El andén de la vía número 7 se llena poco a poco de viajeros, prácticamente una cincuentena, pero ninguno del tren de lujo. Incluso las puertas neumáticas tuvieron que ser desbloqueadas desde fuera por el jefe de estación y, una vez allí, éste aprovechó para asomarse al vagón por si acaso alguien se había quedado dormido. Pero no llegó más que al pasillo de intercirculación, Giovanni Morgan cayó muerto en ese instante.

Su cuerpo lo descubrió un compañero, un agente de la Policía Ferroviaria con el que quedaba a tomar unas cervezas después de la jornada laboral y que, extrañado por la demora, se acercó al coche para ver por qué no acababa de salir de allí. Inmediatamente llamó al Centro de operaciones para avisar del hallazgo y que la Policía Judicial y el juez de guardia se personasen en el lugar. La inspección ocular fue responsabilidad de la subcomisaria Colomba Caselli, perteneciente a la sección tercera de la Brigada Móvil (lo que conocemos como Homicidios), recién incorporada al servicio tras una dilatada convalecencia con secuelas tanto físicas como mentales acaecidas en un caso anterior. Y lo que presumía, tras un primer vistazo a través del cristal de la puerta del vagón de lujo se hizo realidad en un instante: todos los viajeros y parte del personal estaban muertos… y lo que era más grave, no había heridas que delatasen el modo en que habían sido asesinados, por lo que enseguida se dio percató que solo podía ser mediante un veneno en la comida o en el aire. Rápidamente se activó el protocolo de emergencia Nuclear, Bacteriológica y Quimica en toda la estación.

Horas después se comprobó que la subcomisaria no se había infectado y le dieron el alta, justo cuando el ISIS reivindicó el atentado mediante un vídeo y, tras la reunión mantenida entre el primer ministro y el de Interior, empezaron a tomarse medidas para evitar que se siguieran perpetrando otros ataques de índole terroristas al elevar el nivel de alerta de la capital italiana a nivel Alpha 1. También se analizaron las causas de los asesinatos en el vagón de lujo y repasaron el vídeo en el que dos jóvenes reivindicaban el atentado como obra del ISIS.

Se puso en marcha la Operación Tamíz, con el apoyo del Arma de Carabineros y los Boinas Verdes. A Colomba Caselli le asignaron una de las zonas en que habían dividido la ciudad –Centocelle- y en particular el Centro Islámico que tenía su sede allí. La operación fue un puro despropósito y acabó en tragedia, pero también consiguieron una pista de la cual tirar. Una pista que llevaría a Colomba a requerir los servicios de Dante Torre, un experto en descifrar el lenguaje corporal. A fin de cuentas, cuando la boca calla, el cuerpo habla.

Y comienza entonces una aventura desquiciante, que llevará al dúo Colomba-Dante (con la inestimable ayuda de Los Tres Amigos: nombre inventado por Alberti para denominar al grupo que dirige Caselli, aunque ella considera que debería llamarse Los Tres Pringaos, formado por el propio Alberti, el inspector Claudio Esposito y el subcomisario Alfonso Guarneri, en la distancia) a tomar la iniciativa en una desquiciante lucha contra-reloj, porque empiezan a sucederse asesinatos a su paso de los que Dante intuye el origen pero no la razón.

Será una huida hacia delante en la que los protagonistas se liarán la manta a la cabeza para descubrir una trama que se inicia en la actualidad para echar la vista atrás y devolvernos a otra época y otros lugares, donde la Guerra Fría cobra una importancia decisiva y las cárceles rusas se convirtieron en el caldo de cultivo donde se gestaron más tragedias de las que nos podemos imaginar. Ello dará lugar a que conozcamos y profundicemos más y más en la personalidad de esta pareja tan outsider (porque incluso calificarlos como sui géneris me parece sería quedarme corta) y nos enamoremos de ellos. Tengo que reconocer que Dante fue mi debilidad, su vulnerabilidad me producía ternura; su inteligencia me deslumbraba; sufría cuando tenía un ataque de claustrofobia y la vivía como propia… entendía sus adicciones y me divertía con su fijación por el café, porque en tiempos yo fui igual de maniática. Colomba me pareció tan fuerte, tan segura y tan respetada por todos que quizás entendí que ella era una superviviente nata, que no necesitaba estímulos ajenos y, quizás por eso, no me impresionaba tanto, porque como llegué a creerme a ambos, daba por hecho que ella ya tenía el reconocimiento que él nunca conseguiría. Pero lo que también es indudable es que es el tándem, en conjunto, la esencia de la novela y entiendes a uno gracias a la existencia de la otra y viceversa.

CONCLUSIONES:

He dejado pasar unos días desde que leí esta novela y todavía persiste en mi cabeza esa sensación de haber tenido entre mis manos un novelón de los que hacen época. No se trata solo de haber experimentado durante toda la lectura una sensación de angustia difícil de sobrellevar, o del realismo que el autor ha sabido imprimir en la investigación lo que me hacía creer que todo a lo que estaba asistiendo podía ser posible, ya que más allá de que los personajes fuesen muy creíbles aún pesando determinadas particularidades que los convertía en únicos e irrepetibles (hablo de Dante, en particular, aunque se puede extrapolar a algún otro), no, hablo de una historia que me ha robado el aliento durante un par de días, llena de giros, que retrata con una crudeza inusitada una realidad demasiado palpable, demasiado dura, donde las persecuciones nos trasladan a distintos escenarios a una velocidad frenética que dará lugar a un final memorable. ¿Qué más se le puede pedir a una novela? Os aseguro que nada, porque como bien la ha catalogado Montse, es una novela imperdible por derecho propio.

Esta reseña participa en la Yincana Criminal en el apartado “La acción transcurre en cualquier país europeo".