DATOS TÉCNICOS:
Título: LAS MONEDAS DE LOS 24
Autor: Juan Pedro Cosano
Editorial: Martínez Roca
ISBN: 978-84-9129-059-9
Páginas: 494
Presentación: Rústica con solapas
Título: LAS MONEDAS DE LOS 24
Autor: Juan Pedro Cosano
Editorial: Martínez Roca
ISBN: 978-84-9129-059-9
Páginas: 494
Presentación: Rústica con solapas
Desde entonces me siento en deuda con Juan Pedro Cosano, por lo grandes momentos lectores que me ha hecho pasar sin que, hasta la fecha, haya encontrado el momento de reseñarle. Y ya va siendo hora.
EL AUTOR:
Juan Pedro Cosano Alarcón (Jerez, 1960) es titular del bufete jurídico Cosano y Asociados, S. L. P., en Jerez de la Frontera, aunque desarrolla su actividad en todo el territorio nacional.
Es autor de las novelas Hispania y Las muertes pequeñas y del poemario La noche calma y otros poemas.
En 2014 recibió el Premio Abogados de Novela por El abogado de pobres. Un año después publicó Llamé al cielo y no me oyó, nueva entrega de las peripecias de su personaje Pedro de Alemán y Camacho, abogado de pobres; ambas novelas aparecieron con el sello MR ediciones.
En 2017 ha públicado su última novela hasta la fecha, Las monedas de los 24.
SINOPSIS:
Esta novela, que se puede leer de forma independiente, es la tercera entrega de las peripecias de Pedro de Alemán y Camacho, abogado de pobres de la ciudad de Jerez a mediados del siglo XVIII y protagonista de El abogado de pobres (Premio Novela de Abogados 2014) y Llamé al cielo y no me oyó.
Al comienzo de esta historia, Pedro se ve obligado a aceptar la defensa de un rico artesano de Jerez, que ha sido acusado de violación por su bella y joven sirvienta. Paralelamente, empiezan a producirse en la ciudad unos crímenes terribles: varias muchachas, relacionadas con las casas más nobles de Jerez, son asesinadas de una manera especialmente violenta y en cada escena del crimen se encuentra una moneda romana.
IMPRESIONES:
Cuando conocí a Pedro de Alemán, abogado de pobres en el Jerez de la Frontera de mediados del siglo XVIII este se dedicaba a resolver aquellos casos que como tal le llegaban a su oficina de la Casa del Corregidor. Y aunque en ocasiones eran casos sencillos, en los que las más de las veces el destino del acusado estaba más claro que el caldo de un asilo, independientemente de que fuera el verdadero culpable del delito por el que iba a ser juzgado, el letrado se dejaba prácticamente la vida en el empeño por ofrecerle una defensa justa. Y esa forma de ser del personaje me enamoró de él, más allá de que lejos de estereotipos, tenía sus fallos y aciertos tanto en lo personal como en lo profesional, que llegaban a provocarte ternura las más de las veces.
Por eso ha sido una enorme satisfacción volvérmelo a encontrar un año después, en un caso en el que se ha visto soprepasado en todos los sentidos, más allá de sus planteamientos éticos y morales, que de todo te encontrarás en esta historia. Te pongo en situación:
Las monedas de los 24 comienza un 15 de abril de 1757, Viernes Santo, cuando Dionisia Menéndez, criada del veinticuatro Jerónimo Enciso del Castillo, tras llegar a su humilde vivienda después de dejarse las fuerzas en la casa donde trabajó tras una dura jornada, fue asesinada.
Su marido fue acusado del asesinato. Le encontraron junto al cadáver, borracho y ensangrentado y todas las sospechan apuntaron hacia este tarambana que se pasaba la vida en figones, dejándose en vino lo poco que ganaba. Luego llegaba a casa atormentado y beodo y pagaba con su mujer, moliéndola a palos, sus frustraciones. Eso si, nadie reparó en que junto al cadáver había una moneda antigua, de plata, que difícilmente podía obrar en manos de un pobre de solemnidad con él.
Casi a la par en cuanto a fechas, concretamente el martes 19 de abril, Antonio Galera, dorador con taller abierto en su propio domicilio, situado en la calle Monte Corto de la Collación de San Marcos, a la que representaba como caballero jurado, es acusado de violación por una de sus sirvientas, Evangelina González, que se ocupaba hasta ese día tanto de la casa como de la limpieza del taller. Cuando ve que el alguacil y los corchetes vienen a apresarle, huye despavorido para encerrarse y ampararse en la Iglesia de San Miguel, bajo la fórmula de acogerse a sagrado que para que os hagáis una idea, se utilizaba en España desde los tiempos del Fuero Juzgo, siendo este el código legal visigodo promulgado por Recesvinto en el año 654, aunque en el siglo XVI el papa Gregorio XIV lo reguló en cierto modo para no amparar a reos de delitos graves.
Cuando el párroco de San Miguel, Don Ramón Álvarez de Palma, habla con él y toma conciencia de la situación, le aconseja que se ponga en manos de un abogado y dado que el dorador no conoce a ninguno, le recomienda los servicios de Pedro de Alemán, a quien conoció dos años antes en aciagas circunstancias. Y gracias a la intermediación del cura, el dorador y caballero jurado se convertirá en cliente del abogado de pobres.
Pero ambos casos, en los que el protagonista de esta novela tendrá mucho que decir, solo son el origen de una historia criminal que se tornará fascinante página a página y que tú tendrás que descubrir, porque un asesino en serie se paseará por las calles de Jerez de la Frontera con total impunidad mientras quienes deben velar por la seguridad de sus habitantes parecen mirar hacia otro lado.
EL ESTILO DE JUAN PEDRO COSANO:
Hay algo en el estilo de Cosano que roza lo exquisito. No es solo su forma de escribir o la utilización de un vocabulario que más que refinado, que también lo es, para que no te asustes te diré que utiliza la palabra adecuada en el momento preciso. También te diré que es diestro con infinidad de recursos literarios, que es capaz de construir las metáforas más soberbias así como de recurrir a dichos, refranes o chascarrillos de la época para adecuarse al lenguaje más conveniente. Y aún así, lo que yo destacaría de él es el modo en que nos hace sentir a través de sus personajes, de sus comportamientos, y en particular cuando entra en escena Pedro de Alemán, de sus inquietudes y sentimientos hasta el punto en que consigue que hagamos nuestra su angustia y que esta corra por nuestras venas como un potro desbocado.
Y ya te advierto que una vez te acostumbres a su prosa (no olvides que la acción transcurre hace unos siglos, donde no solo la mentalidad era otra, sino que el lenguaje, las costumbres e infinidad de detalles también eran distintos), te sentirás como el que asiste a la construcción de una obra magnífica: con unos cimientos más que suficientes, capaces de abarcar el peso de una gran mole artística, observarás la riqueza de cada uno de sus detalles, donde nada desentona, porque el material literario utilizado es el más adecuado y ha sido tratado con mimo, como solo hacen los grandes maestros.
PERSONAJES:
Si hay algo que abunda en esta novela, eso son los personajes. Los hay de todos los tipos: reales y de ficción y de todas las clases sociales. Están perfectamente definidos, tanto en el aspecto físico como en el psicológico. Unos nos parecerán odiosos, otros nos acomparán para siempre, porque se han hecho querer y han demostrado que en cualquier época hay gente que merece la pena y que no son las circunstancias lo que hacen mejores personas a alguien, sino que esto depende de cada uno, porque siempre hay quien está dispuesto a arriesgar por mantenerse en sus principios, siempre que se tengan, claro.
Para quien no haya leído la novela y le suene extraño lo de "los veinticuatro", el autor nos da cumplida cuenta en la novela del origen de esta singular denominación:
"Las leyes del reino encargaban el gobierno de las ciudades a los regidores y a los jurados. Los primeros, desde los tiempos de su majestad don Enrique el Cuarto, eran en Jerez los caballeros veinticuatro, todos pertenecientes al estamento de la nobleza; los segundos, los caballeros jurados, tenían por misión en el cabildo la de ver y oír, y sólo les estaba dado intervenir en las sesiones capitulares cuando lo que se hacía y acordaba venía en daño y perjuicio de su majestad el rey, de las leyes de España o de las propias ordenanzas municipales. Antaño, los jurados eran cargos electivos y se votaban a razón de dos por parroquia, lo que hacía un total de dieciséis. Las necesidades del erario público hicieron, sin embargo, que las juradurías se convirtieran en objeto de compras y de ventas y perdiesen su carácter popular. Había en Jerez por estos años sesenta juradurías, todas perpetuas".
Al final de la novela, nos encontramos con la Dramatis Personae, que me he permitido ampliar en cuanto a detalles, pero que he reducido para centrame en los personajes que me han parecido indispensables. Los nombres que aparecen en rojo, corresponden a personas que realmente existieron en ese Jerez del siglo XVIII que con tanta maestría nos describe Juan Pedro Cosano:
FAMILIA, AMIGOS Y COLEGAS DE PEDRO DE ALEMÁN:
- Pedro de Alemán y Camacho: Abogado de pobres de Jerez de la Frontera, cargo en el que lleva más de nueve años. Casado con Adela Navas y Rubio, tienen una hija, Merceditas. Aparentemente, todavía se conserva joven, aunque ya ha entrado en los cuarenta. Tiene el cabello castaño, aunque ya le empieza a escasear. La mirada curiosa,
- Don Bartolomé Gutiérrez: Sastre e historiador, ejerce desde la infancia del abogado como un segundo padre para él y como tal lo tiene. En esta ocasión, nos lo encontramos en las postrimerías de su vida y aún así, seguirá ayudando con todas las fuerzas que la salud le permiten al letrado.
- Don Francisco de Mesa y Xinete: Canónigo de la colegial.
- Jerónimo de Hiniesta: Procurador, normalmente y cuando la ocasión lo requiere, trabaja para Pedro de Alemán, lo que no deja de traerle problemas. Está casado con Elena Castillo.
- Don Luis de Salazar y Valenzequi: Ilustre y veterano abogado jerezano, especializado en cuestiones eclesiásticas. Suele defender a curas y conventos cuando la ocasión lo requiere.
LOS JUSTICIAS MAYORES Y MENORES
- Don Rodrigo de Aguilar y Pereira: Juez de lo criminal, de capa y espada, no letrado, con residencia en el corregimiento de Jerez. De considerable altura, delgado, con los rasgos muy marcados y gesto huraño.
- Don Bernardo Yáñez y de Saavedra: Nuevo promotor fiscal del concejo, quien antes había ejercido como fiscal en la Real Chancillería de Granada y que llegó a Jerez de la Frontera para sustituir a don Laureano de Ercilla al encontrarse enfermo de gravedad por una afección pulmonar. A sus poco más de treinta años, todavía es soltero y vive con una hermana menor. Tiene el cabello pelirrojo, que disimula con una peluca de color castaño. Muy blanco de piel y ojos claros, su voz es grave y bien modulada, lo cual da empaque a su cuidada oratoria. Altivo y de buena estatura, gusta de maltratar a reos y testigos... y no os voy a mencionar aquí la clase de torturas que se daban en la época que bastante bien detalladas están en el libro.
- Don Rafael Ponce de León: Asesor letrado del juez.
- Don Manuel Cueva Córdoba: Caballero veinticuatro y alguacil mayor del concejo. De apariencia corpulenta y rolliza, tiene una voz muy potente.
- Don Damián Dávalos y Domínguez: Escribano del Cabildo.
- Tomás de la Cruz: Jefe de los alguaciles jerezanos.
Benito Andrades: Alguacil. Excesivamente alto y muy delgado, tiene los ojos saltones y la piel muy blanca.
Gil Benítez: alguacil.
LOS CABALLEROS 24 Y SUS CASAS:
- Don Jerónimo Enciso del Castillo: caballero veinticuatro con casa en la Porvera, junto a la puerta Nueva. La gran balconada que adornaba la fachada de su casa-palacio servía como lugar de encuentro, año tras año, para reunir a la mayoría de los caballeros jerezanos para que estos asistieran, el día de Viernes Santos, al paso de la cofradía de la Soledad.
- Dionisia Menéndez: criada en la casa de don Jerónimo Enciso, empezó a trabajar para él siendo niña. Además de ayudar en cocina, amasaba el pan, lavaba la ropa, limpiaba la casa, regaba las macetas y hacía los recados. Delgada hasta la extenuación, en su rostro demacrado se apreciaba la unos ojos apagados, debilitados por la pena. Tampoco ayudaba mucho a su aspecto el tono mate de su piel o su cabello fino. Casada con Francisco Porrúa, llevaba una vida miserable en su humilde vivienda del callejón de la Garrida, por las palizas que recibía más a menudo de lo soportable.
- Don Lorenzo Fernández de Villavicencio y Spínola: veinticuatro de Jerez y alcaide de sus alcázares, tercer marqués de Vallehermoso y Señor de Casa Blanca.
- Doña María Consolación Perea y Vargas Espínola: Dama de ancestral linaje y dueña de una veinticuatría. Su criada, Felisa Domínguez, también fue asesinada.
- Don Tomás Manuel López de Castro y Londoño: Caballero alférez, teniente de veinticuatro de doña María Consolación Perea.
- Don Esteban Juan Medina Martínez: Caballero veinticuatro, casado con Doña Juana de Morla. Tienen una hija, Isabel María Medina y de Morla.
- Don Francisco Hinojosa y Adorno: Caballero veinticuatro con morada en la calle San Marcos, casado con Doña Francisca Madán Gutiérrez.
- Don Tomás Luis de Arellano y Ponce de León: Caballero veinticuatro con casa en la Corredera.Tiene una hija: Rosa María de Arellano y López de Carrizosa.
- Antonio Galera: Caballero jurado en el concejo de la ciudad y dorador desde hace más de dos décadas. De poco más de cuarenta años de edad, tiene dos hijos con negocio propio y muy rentable y dos hijas "bien casadas". Viudo desde siete años atrás, lleva una vida aparentemente tranquila. Vive en la calle Monte Corto, donde también tiene su taller, algo considerado indecente por sus iguales.
LOS CURAS:
- Don Ramón Álvarez de Palma: Cura párroco de San Miguel. Iglesia principal de Jerez junto con la Colegial. De mediana edad, cabello canoso y gran apariencia, transmite autoridad a raudales, lo cual no está reñido con que esté considerado uno de los hombres más preclaros de Jerez y con fama de santo entre otras cosas por ser el fundador del Hospital de Jesús, María y José para mujeres incurables, situado en un solar de la calle Vicario Viejo, que el mismo párroco había comprado con sus ahorros particulares.
- Don Anselmo García de Rozas: Cura, vicario general y juez provisor de la archidiócesis y canónigo del cabildo colegial.
LOS MÉDICOS:
- Don Alejo Rodríguez: El más reputado físico jerezano con consulta abierta en la cuesta de Orbaneja.
- Don Clemente Álvarez: médico del concejo.
- Don Juan Polanco Ceballos: Caballero veinticuatro y médico.
LOS SECUNDARIOS:
- Evangelina González: moza que trabaja en el taller del dorador Antonio Galera. Hila de Sebastián González y Trini. Mantiene un noviazgo con Jesús Nieto, un joven que la abandona tras el juicio por violación que mantuvo con el jurado Antonio Galera con el que trabajaba el su casa-taller.
- Atanasio Sánchez y Luis Pantoja: Vecinos de San Pedro, amigos y compañeros de juerga de Francisco Porrúa.
- Cándido Mena, Eusebio Vaca y Juan Torre: Testigos en el juicio de la falsificación de moneda.
- Luisillo: Monaguillo de San Miguel, es apenas un niño, muy vivaz, nervioso y con mucho desparpajo. Fue el encargado de personarse en la oficina del abogado de pobres a instancias de Don Ramón Álvarez de Palma, párroco de San Miguel, para que se ocupara de la defensa del dorador Antonio Galera que se había acogido a sagrado.
JEREZ: LA MUY NOBLE Y MUY LEAL CIUDAD
Si como comentaba anteriormente en esta novela se da una gran cantidad de personajes, de toda clase social y calaña, la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera puede considerarse uno más y, si me apuráis, coprotagonista de la misma.
Está descrita en todo su esplendor... y con los cinco sentidos. Podemos admirarla a través de los ojos del autor, que con mirada enamorada, nos muestra y nos describe tanto sus calles como sus edificios, civiles y religiosos de forma magistral:
"Se admiró una vez más con la grandeza del edificio, la impresionante nave central con sus columnas de estilo gótico florido adornadas con doseletes y la magnífica bóveda de crucería...".
Eso, cuando no lo hace desde la perspectiva del olfato:
"La calle Larga comenzaba a tomar vida en esos instantes: carros cargados de verduras, los olores de las dulcerías de la calle Bizcocheros, los aromas blandos de las tahonas, la fragancia caliente del café de los palacios que la flanqueaban.".
Y así podríamos seguir con el tacto, el gusto o el oído:
"La voz de don Ramón retumbó en el silencio del templo y después lo hicieron los pasos de los tres hombres sobre su suelo ajedrezado. El abogado continuó en silencio, aunque de sus labios pugnaba por escapar más de una pregunta.".
CONCLUSIONES:
Si has llegado hasta aquí, te habrás dado cuenta que Las monedas de los 24 es para mi una novela imprescindible en la que más allá de descubrir la identidad de un asesino en serie en pleno siglo XVIII, he disfrutado plenamente por distintas razones. A lo maravilloso de sus descripciones, donde daba igual que fueran de un lugar concreto o de la manera en que el autor narraba cómo era la vida cotidiana por aquel entonces para así construir una cautivante historia con una extraordinaria recreación histórica, habría que añadir el modo en que ha definido unos personajes rotundos, a los que más allá de sus rasgos físicos, he conocido por como sienten, por el material del que estaban construidos sus sueños, sus dudas, sus traiciones, sus miedos. Y lo que es más importante, una vez desvelado el misterio, una vez acabada esta historia que tiene ese punto de sordidez que no te dejará indiferente, me he dado cuenta que lo que prevalece por encima de todo es la belleza, porque Juan Pedro Cosano me ha cautivado con el lenguaje, porque ha obrado un hechizo por medio de la palabra y me ha fascinado.
Esta reseña participa en la Yincana Criminal en el apartado “Uno de los personajes es abogado".