DATOS TÉCNICOS:
Título: LOS
DÍAS IGUALES DE CUANDO FUIMOS MALAS
Autora: Inma
López Silva
Editorial: Lumen
ISBN: 978-84-264-0341-4
Páginas: 360
Presentación: Rústica con solapa
Parece que fue ayer cuando empezamos a leer,
de manera simultánea en Twitter, esta novela. Y sin embargo ha pasado más de un
mes de todo aquello. Un mes durante el cual el libro me seguía haciendo ojitos
desde la estantería, esperando a que le echara alguna ojeada para poder hacer
una reseña a la altura de las buenas impresiones que me causó mientras lo leía.
Porque otra cosa no será, pero Inma López
Silva, a la que no había leído hasta entonces, me ha resultado una grata
sorpresa como lectora, me ha fascinado la manera en que ha sabido perfilar a
las cinco protagonistas de esta historia tan singular y ha conseguido que
guarde su nombre entre los escritores a seguir a partir de ahora.
LA AUTORA:
Inmaculada López Silva (Santiago de
Compostela, 1978), es licenciada y doctora por la Universidad de Santiago de
Compostela. Además, es investigadora, crítica teatral, colaboradora en distintos medios y profesora
en la Escuela Superior de Arte Dramático.
Comenzó su andadura literaria en 1996 con la
novela Neve en abril y poco a poco empezó a coleccionar los premios más
prestigiosos en su comunidad de origen: el Premio Xerais de Novela con
Concubinas en 2002 y el Premio Blanco Amor, por Memoria de ciudades sin luz en
2008.
A estas novelas le siguieron otras obras, como
las colecciones de relatos Rosas, corvos e cancións y Tinta, así como No quiero
ser Doris Day, New York, New York o Maternosofía (un ensayo sobre la
maternidad).
SINOPSIS:
Ahí están, charlando en el patio o desfilando en el
comedor a la espera de que una compañera les llene un plato de sopa triste.
Parecen iguales, presas sin más, pero basta con mirar despacio y afinar el oído
para descubrir mundos distintos: Margot, cansada de vender su cuerpo por las
calles de la ciudad, se toma un descanso entre rejas. Valentina ha llegado de
Colombia con un niño en brazos y muchas preguntas en la mochila. Sor Mercedes
cumple su condena con fervor religioso y sin remordimientos. Laura quiso ser
bailarina, pero otro destino se impuso, y a menudo contempla la vida entera
como si fuera una condena.
Junto a ellas está la escritora, una mujer discreta que
emborrona papeles e intenta olvidar locuras pasadas. ¿Qué habrá en estos
folios? Nadie sabe, nadie pregunta, pero las historias se cruzan y las páginas
ahí están para descubrir qué hay detrás de estos días iguales que se vuelven
únicos, espléndidos, en las manos de Inma López Silva.
IMPRESIONES:
Los días iguales de
cuando fuimos malas
se publicó, como casi toda la obra de Inma López Silva, en gallego por la
editorial Galaxia Gutenberg, ya que ha sido en su tierra donde la autora ha
conseguido no solo el reconocimiento de la crítica, sino del público en general
y gracias a ello Lumen decidió incluirla en su catálogo con este libro.
La verdad es que descubrí la novela a través de Montse, la administradora del blog Con el alma prendida a los libros, que
para esta Yincana Criminal ha decidido ponerse el mono de faena y tanto a
través de los post publicados en su espacio en los apartados dedicados a
Novedades e Imperdibles, me ha dado grandes pistas y sugerencias sobre lo que podíamos
leer. De hecho, fue ojear la sinopsis de esta novela en una de sus “entradas” y
quedar prendada con la historia que se podía intuir. La portada, por cierto,
también apuntaba maneras.
Después vino todo lo demás: Carmina dando la brasa por
Twitter a propios y extraños, las risas y los nervios con el primer sorteo que
precisamente fue el de esta novela y disfrutar como enanas durante la Lectura
Simultánea. Pero ahora viene lo serio: el querer convenceros, si todavía no lo
habéis hecho, de que tenéis que leer este libro porque, más allá de lo que una
historia carcelaria os sugiera, esta no se parece a ninguna otra y no solo por
su originalidad. Es algo más complejo que intentaré explicar
Como os decía, es la cárcel precisamente -y en concreto
la de A Lama, en Pontevedra- el punto de encuentro donde se dan cita cinco
mujeres a las que iremos conociendo página a página, capítulo a capítulo.
Cuatro de ellas son presas, la otra, funcionaria de prisiones.
Y todo parecería de lo más normal, una historia conocida
¿verdad? Ya se sabe, el día a día de las internas por un lado y por el otro el
de quienes las custodian; el indagar en sus delitos, el qué las llevó allí y el
futuro que las espera y, como es lógico, las típicas escenas de patio, comedor,
etc. etc. Pero no, porque aun existiendo esos momentos dado que son los
escenarios habituales de este tipo de novelas, estos apenas tienen relevancia.
Los días iguales de
cuando fuimos malas
es una novela introspectiva, reflexiva, que tiene como hilo conductor a dos
tipos de narradores: un narrador testigo
y otro equisciente. El primero de
ellos está en mano de una de las protagonistas, (dado que se trata de una novela
coral), que una vez que ha salido de la cárcel decide contar sus vivencias y
las de las mujeres que la rodean desde su particular punto de vista. El segundo
es más interesante, dado que en ocasiones nos da la impresión de que sería el
más habitual de cualquier novela, el omnisciente, quizás porque también narra
en tercera persona. Para que os hagáis una idea, un ejemplo de este tipo de
narrador sería la novela Juego de Tronos,
en la que los personajes más relevantes tienen capítulos exclusivos y son ellos
los que nos cuentan su propia versión de la historia que les atañe.
Pero vayamos con las protagonistas, que, a fin de
cuentas, son los puntales de esta novela:
- Margot: Gitana de
nacimiento, fue desterrada por los suyos nada más tener a su primer hijo. Resulta
que el niño nació rubio y con los ojos verdes, pero en su clan no se plantearon
que podía haber otras alternativas antes que el infundio, más tratándose de la
niña que todavía era. Se tuvo que buscar la vida después de haber sido
abandonada a las puertas de un hospital tras una terrible paliza. Desde
entonces ejerce la prostitución en el Berbés, donde ha llegado a lo más alto en
lo suyo, y vive modestamente en una casita del Barrio del Cura, en Vigo. Sueña
con vivir en París, abrazar alguna vez a su hijo y congraciarse con su madre y
no por este orden, aunque cada vez sus anhelos se van difuminando con más
rapidez.
La primera vez que pisó la cárcel apenas tenía veintiún
años. El delito: robo con violencia, que no fue tal –la segunda parte del
enunciado-, pero que la enseñó a perfeccionarse como carterista y a encontrar
un lugar a donde ir de vacaciones y descansar de los hombres de vez en cuando con
cargo a los presupuestos del Estado.
- Valentina: Era tan solo una
adolescente cuando fue violada por un cafre de El Calvario, la pequeña aldea en
la que había nacido y en la que residía junto a su madre y hermanos en la
provincia del Meta, en la Colombia central. Sin embargo, nunca se quejó de tal
acción, llegando incluso a pensar que lo sucedido fue por su culpa. Desde ese
día, hasta el que se puso de parto y tuvo a Daniel en soledad, siguió haciendo la
vida a la que estaba acostumbrada, ayudando a su madre en las labores
domésticas, atendiendo a sus hermanos e intentando sacarse un jornal con el que
ayudar en casa. Una vez nacido el niño notó que la presión del lugar la ahogaba
y que hasta su propia madre sentía vergüenza de ella. Decidió entonces poner
rumbo a otras tierras con su niño en brazos. Primero fue la ciudad de Acacias,
donde encontró cobijo a cambio de trabajar limpiando y cocinando en una casa
sin saber que había recalado en la boca del lobo. Allí conoció a Agustín, su
perdición, que la llevó a Bogotá y la convenció para convertirse en una “mula”
y, así empezar de cero en España a cambio de pagar las deudas contraídas y una
pequeña cantidad de dinero. En cuanto pisó el aeropuerto de Barajas fue
detenida y enviada a prisión con diez años de condena encima. Lo peor de todo
fue que le quitaron a su hijo, porque no había espacio para él en la cárcel de
A Lama.
- Sor Mercedes: Huérfana desde
niña, se crió con las monjas de su localidad natal, Monforte de Lemos. Tras una
adolescencia revuelta tomó los hábitos, quizás por una rareza suya consistente
en que odiaba a los hombres y no soportaba su cercanía física, o quizás por
comodidad, porque ya tenía medio camino andado. No obstante, una vez acabado el
noviciado nunca permaneció en el convento porque se hizo enfermera. Fue
condenada a veinte años de prisión, sin embargo, nunca se consideró culpable de
ningún delito, pues cuando decidió hacer lo que hizo, estaba totalmente
convencida de que era para bien. ¿Su delito? Decidir por sí misma el destino de
las criaturas que traía al mundo en base a lo que podía intuir sobre la
situación personal o económica de sus madres, entre otras gracias.
- Inma: Es escritora y
quizás la más compleja de las reclusas. Apenas habla con nadie, ya que tiene la
misma empatía que una mata de habas y prefiere volcarse en la escritura. Es
también narradora, en este caso testigo, de esta historia, por lo que se
convierte en un perfecto hilo conductor de la misma. Con la que más migas ha
hecho es con Valentina, su compañera de celda. Su delito fue asesinato en grado
de tentativa, pero el dinero y las influencias hacen maravillas a la hora de
recurrir sentencias.
Laura: Iba para bailarina
de ballet, la profesión que prácticamente desde la cuna había elegido su madre
para ella, pero un buen día se cansó de tanto ensayo, de tanta dieta y tanta
disciplina y lo dejó. Tenía muy claro qué quería ser, ya que siendo una cría un
buen día decidió que quería hacerse funcionaria de prisiones como quien decide ir
al cine tras mirar la cartelera. Tampoco es que dejase ni las puntas ni los
maillots de la noche a la mañana, sino que siguió preparándose en la danza y en
los estudios como excusa para poder alejarse del domicilio paterno en Galicia y
seguir su destino. Por ello, se trasladó a Barcelona, donde compatibilizó la
danza con el derecho y un par de años después conoció a Raúl. Y todo iba bien,
hasta que un buen día, sin previo aviso, él la dejó por otra y todo su universo
se vino abajo, convirtiéndose en una persona obsesiva.
La trama se inicia cuando Inma ya ha abandonado la
cárcel. Se ha propuesto escribir una novela incitada por su “amor”, al que con
un estilo confesional le hace partícipe de todos sus miedos y limitaciones,
incluida la poca fe que tiene en sí misma para llevar a cabo tal empresa.
«Amor, cuando estaba en la cárcel lo único que
quería era que pasasen los minutos y que la sensación de relojes parados se
marchase al ritmo del cumplimiento de la condena. Ahora que eso ya ha pasado y
el tiempo corre, siempre tengo miedo de que el teléfono suene estrepitosamente
y me anuncie tu muerte. Puedo, como me dices siempre, ahuyentar fantasmas
escribiendo esta novela que ya tarda».
He de confesar que fue la primera sorpresa que me llevé
con el estilo de la autora, porque de ese modo me ha hecho sentirme en
ocasiones como un convidado de piedra, como alguien que lee la correspondencia
ajena vulnerando algo muy íntimo. Sin embargo, en ese testimonio encubierto hay
tanta incertidumbre que no puedes evitar seguir pasando páginas porque te urge
conocer lo que está pasando en ese momento y lo que sucedió antes. No obstante,
fue la primera sorpresa, pero no la única, porque Inma López Silva como
narradora no tiene precio: es aguda, inteligente, incluso ácida cuando la
ocasión lo requiere. Tiene una habilidad pasmosa para elegir los tiempos, para
dejarte con la intriga y volver al cabo del tiempo con lo que te carcome. Eso
por no hablar con su coqueteo con la metaliteratura, que en muchas ocasiones me
ha parecido fascinante.
Y después está ese querer saber todo de estas mujeres
indelebles, de su pasado, de su futuro. Mujeres que te obligan a reflexionar no
solo por algunos de los temas sobre los que discurre su existencia, sino porque
llegas a empatizar con algunas de ellas y a aborrecer a otras. Por ejemplo, un
elemento común a todas ellas es el tema de la maternidad, ya que todas
mantienen una relación cuestionable al respecto, sean madres o no. Se aborda
desde distintas perspectivas: la de Margot, que tuvo que abandonar a su hijo
tras su exilio y al que no ha vuelto a ver desde el día en que nació y, por
otro lado, su relación con su madre, a la que ha seguido viendo esporádicamente
a pesar de las consecuencias que podría sufrir la mujer en caso de ser
descubierta; o la de Valentina, que se ha visto obligada a dejar a su hijo en
un hogar de acogida porque en la prisión no hay sitio para él, que removerá
Roma con Santiago hasta conseguir estar con él; o Sor Mercedes, que no conoció
a su madre y este hecho le marcó de por vida; o Inma, que no se siente
capacitada para cuidar de su hija y vive en una paranoia permanente; o Laura,
que es capaz de vivir en una obsesión permanente por culpa del novio que la
dejó, limitándola hasta el punto de supeditar su deseo de quedarse embarazada.
Y también la soledad. Antes, durante y después, siempre la soledad. Solas o en
compañía de otras, ninguna ha sabido canalizar las heridas del alma. Y lo vamos
descubriendo página a página y con tanto arte que no te puedes despegar del
libro, porque más allá de que parezca una historia triste en su conjunto, es
una lección de vida.
Quizás, solo ha habido algo que no supe encajar: el final. Es posible que sea el más adecuado, pero, como me dijo mi querida Montse (si, la misma a la que menciono al principio), parafraseando al maestro Sabina, "hubiese preferido otra corbata". Pero esto solo son impresiones personales. ¿A vosotros qué os ha parecido?
Quizás, solo ha habido algo que no supe encajar: el final. Es posible que sea el más adecuado, pero, como me dijo mi querida Montse (si, la misma a la que menciono al principio), parafraseando al maestro Sabina, "hubiese preferido otra corbata". Pero esto solo son impresiones personales. ¿A vosotros qué os ha parecido?
CONCLUSIONES:
Si has llegado hasta aquí, entenderás que la lectura de
Los días iguales de cuando fuimos malas
me ha resultado una lectura gratificante, que me ha permitido cuestionarme un
sinfín de situaciones, incluidos ciertos prejuicios que todos tenemos y
normalmente obviamos ante determinados delitos o, lo que es más importante, el
por qué determinadas personas han llegado a cruzar ciertos límites, todo eso
sin contar lo mucho que me dejo en el tintero y, por supuesto, el gran
descubrimiento que me ha supuesto el conocer la prosa de Inma López Silva. No
olvidéis su nombre.
Esta reseña participa en la Yincana Criminal en el apartado “La
acción transcurre en España”
Me quede sin la novela en el sorteo de la Yincana, y de momento no me importó, pero cuando empece a ver los comentarios que hicisteis en la lectura conjunta y después de leer tu reseña, me la compro ya, vamos que el lunes estoy la primera en la librería. Besos
ResponderEliminarCoincidimos en casi todo, ha sido un gran descubrimiento tanto en el fondo como en la forma. Las frases y pensamientos que va dejando caer la autora son pequeñas gotas de sabiduría que se quedan contigo. Una belleza de libro, lejos de lo que hay ahora mismo en el mercado. Buena reseña
ResponderEliminarPor lo que cuentas, merece la pena, la apunto y seguro que cae. Besinos.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con lo que cuentas.Es una novela muy recomendable.😘
ResponderEliminarPor lo que nos cuentas en tu reseña parece una novela muy interesante, qué lastima que no pueda seguir la Yincana por twitter, aun no me di de alta en esa red social, a ver si me animo y puedo ver vuestros comentarios, lecturas simultáneas y optar a los sorteos que haceis, que la verdad son muy atractivos.
ResponderEliminarBesos
Pues sí, me imaginaba el típico drama carcelario sin más y ni siquiera le había hecho caso, solo había leído la sinopsis porque el título me atrajo. No me esperaba esta profundidad de la que hablas y que sea capaz de revolver las creencias y opiniones del lector respecto a temas sobre los que creemos tener las cosas muy claras. Lo que menos me llama es esa sensación de que la gente que está en la cárcel no se lo merece. Me la apunto de todas formas.
ResponderEliminarBesos
Una novela magnífica. Gracias por la información. Pilar Arias
ResponderEliminarQuerida archi, como el buen vino, mejoras con la edad, tienes solera.
ResponderEliminarHemos hablado largo y tendido de esta novela, y de que hubiésemos preferido otra corbata, pero no para ahorcarnos, porque hubiese sido un regalo (final) mejor.
Y ahora voy a plagiarte, verás lo mal que sienta leerlo: después de este reseñón que te has marcado, ¿cómo me voy a atrever a hablar sobre Inma y lo que me ha transmitido su novela?
Besotes.
Le ha dado usted donde mas duele espero se deje de tonterias la muchacha
EliminarHola Kayena, he leído tu reseña y me ha sorprendido por lo que nos cuentas; en un principio ni el titulo ni la portada me llamaron la atención, pero he cambiado de opinión. Lo tendré presente la próxima vez que pase por la liberia. Muchas gracias por la información. Besos
ResponderEliminarTiene buena pinta, gracias!
ResponderEliminarEsta novela es para mi algo especial, fue la primera que leímos, dio para mucho comentario, lo hemos hecho por telefono, por wasap por tuit, en fin más jugo no le hemos podido sacar y tus impresiones son de díez, así que cuando me toque reseñar voy a olvidar todo lo que he leído aquí si no mi página se va a quedar en blanco
ResponderEliminarMe extraña que tu dejes una página en blanco...
EliminarUn título interesante, sin duda, que no descarto leer si cae en mis manos. Creo que no estuve muy pendiente a esa lectura simultánea que hicisteis por twitter, pero sí recuerdo algún tuit en el que poníais bien la novela, y tu reseña hace justicia para demostrar que sí os ha gustado; si la economía acompañara, me iría rápidamente a por ella.
ResponderEliminarBesos.