DATOS
TÉCNICOS:
Título: LA HIJA
DE CAYETANA
Autora: Carmen
Posadas
Editorial: Espasa
ISBN: 978-84-670-4773-8
Páginas: 448
Presentación: Tapa dura con
sobrecubierta
Pensar en volver a reseñar se me hacía muy cuesta arriba, por lo que los
meses se han ido sucediendo uno tras otro por temor a que mis habituales espantadas
se convirtiesen en legendarias. Aún así, como sigo leyendo al mismo ritmo que
siempre, solo se trata de encontrar aquellas novelas que realmente me generen
las ganas suficientes como para animarme a mostrar mis impresiones. Han sido
unas cuantas, no os vayáis a creer, de las que intentaré dar cuenta a lo largo
de los próximos meses de este nuevo año que comienza, pero no contaba con que
una de mis escritoras favoritas haya sacado una nueva novela al mercado y que
me volviese a encontrar de nuevo con ella gracias al “Encuentro para blogger”
organizado por la editorial Espasa hace unas semanas.
Decir que me lo pasé de lujo sería quedarme corta, porque escuchar a Carmen
Posadas hablando de cualquiera de sus novelas, de su modo de abordar el trabajo
o las mil y una anécdotas que surgen con cualquiera de sus personajes debería
ser una asignatura obligatoria en primero de blogs.
LA AUTORA:
A estas alturas,
intentar descubrir quién es Carmen Posadas me parece un despropósito, por lo
que he preferido dejaros aquí lo que en su web oficial se destaca de su vida y
de su obra. Tiene varios formatos de biografía (corta, intermedia y larga) y he
preferido la última de ellas por ser la más completa:
Carmen
Posadas nació en Montevideo en 1953, reside en Madrid desde 1965, aunque pasó
largas temporadas en Moscú, Buenos Aires y Londres, ciudad en la que su padre
desempeñó cargos diplomáticos.
La colección
de relatos titulada Nada es lo que parece (1997) la consagró como autora de éxito entre los lectores y críticos,
distinción que ya había alcanzado con la publicación, un año antes, de su
primera novela, Cinco
moscas azules (1996).
Ha escrito,
además, cerca de veinte libros de literatura infantil, entre ellos El señor viento Norte, que obtuvo el Premio del Ministerio de Cultura al mejor libro infantil
editado en 1984, y es autora de una decena de ensayos y además de guiones para
el cine y la televisión.
En el año
1998 gano el premio planeta con la novela Pequeñas Infamias. Su obra que ha sido traducida a veintitrés idiomas y se vende en más de
cuarenta países con gran éxito de público y ventas en muchos de ellos.
De Pequeñas
Infamias el New York Times comento que era: “una delicia que se derrite en la boca
sostenida sobre una ácida y sorprendentemente trama de misterio”. Mientras que
el Washington Post opinó que era “una novela que lo tiene todo, un decorado
elegante, una construcción espacio temporal perfecto, unos personajes
intrigantes y una escritura maravillosamente trabajada”.
En el año
2002 la revista Newsweek destaco a Carmen Posadas como una de las autoras
latinoamericanas más destacadas de su generación.
En el año 2001 publicó La Bella Otero, que pronto será llevada al cine y en
el año 2003 El Buen Sirviente.
En el año 2004 publicó A la sombra de Lilith.
En abril del 2006 publica su novela Juego de niños y en
el año 2007 publica Literatura, Adulterio y una Visa
Platino.
En febrero de 2008 publica, junto a su hermano Gervasio Posadas, Hoy caviar, mañana sardinas.
En Mayo de 2008 publica Deseos
de mujer junto a Maríangeles
Fernández, Clara Obligado y Pilar Rodríguez.
En Septiembre de 2008 publica La cinta roja.
En Octubre de 2010 publica
Invitación a un asesinato.
Todas ellas han sido recibidas
con igual éxito de crítica y público que las anteriores.
Su
última novela, terminada poco antes del verano tras un año de arduo trabajo, La hija de Cayetana, acaba de salir al
mercado.
ARGUMENTO:
Noviembre
de 1788: Cayetana de Alba acaba de recibir el mejor de los regalos: una niña
mulata a la que tratará y querrá como a una hija hasta el final de sus días. No
sabe nada de su origen, porque lo de que la niña fue un regalo, no es una
metáfora. Curiosidades de la época que le tocó vivir.
Paralelamente
conoceremos a Trinidad, una esclava de origen cubano. En la travesía que realiza
junto a sus amos, desde Cuba hasta España, pierde al amor de su vida y da a luz
a una niña que le es arrebatada al poco tiempo de nacer, lo que la llevará a iniciar
un largo periplo, tanto físico como psicológico, hasta encontrar a ambos.
De
esta manera y a través de las vidas de estas dos mujeres, conoceremos tanto las
visicitudes por las que habrán de pasar, que no son pocas, como en la España de
finales del siglo XVIII y principios del XIX, una época en la que precisamente tanto la monarquía como la nobleza, por los cambios que se estaban originando en toda Europa y en
particular en Francia, estaban muy cuestionadas y porque la brecha social era
muy exagerada debido a las profundas diferencias entre el pueblo llano y la
aristocracia.
IMPRESIONES:
Creo
que he comentado en más de una ocasión que soy muy fiel a determinados autores;
es más, no os podéis imaginar cómo odio algunas aseveraciones que no son más
que muletillas del tipo “no soy de escritores, sino de novelas” o “me leí una
novela de fulanito y no me gustó nada, así que no, esta otra no me convence”. Me
pongo de mal café, porque un autor además de evolucionar, puede haber escrito
una novela de más o menos calidad, mientras que otras son memorables; o bien, tocar
varios palos o, simplemente, que alguna novela en concreto no te guste, ¿pero
todas?. No, no lo puedo evitar y eso me hace reivindicar que, en mi caso, cada
vez que publica un libro alguno de mis escritores favoritos, me doy hasta la
enhorabuena, porque tengo claro de antemano que me lo voy a pasar de lujo.
Este
es el caso de Carmen Posadas, que por mucho que me sorprendan sus títulos, a
priori, normalmente ni me planteo sobre qué temas girarán sus historias, porque
confío en su buen hacer. Y quizás sea esta última el ejemplo que mejor explique
esta conclusión porque me bastó echar un simple vistazo a su cubierta para
saber, indefectiblemente, sobre quien iba a girar la historia a pesar de no
atraerme nada la persona a la que se alude en ella, ya que enlaza la figura de
uno de los cuadros más conocidos que Goya hizo a la duquesa de Alba junto a una
niña. Blanco y en botella.
Otra
cosa es encontrarte con que no te imaginas, ni por asomo, cómo llegó esta
señora a tener una hija de raza negra, teniendo en cuenta que en aquella época
(e incluso en la actual, para qué engañarnos) la aristocracia tenía bastante
cuidado a quien unirse para compartir blasones por aquellas cosas de la
descendencia, el qué dirán o el “decoro”. Noblesse oblige.
El
caso es que la autora ha sabido bucear en una anécdota que, sospecho, era
totalmente desconocida para la inmensa mayoría de los mortales y así no solo
nos hemos enterado de cómo se pergeñó esta adopción -porque María de la Luz fue
considerada y tratada como hija de la duquesa a casi todos los efectos- sino de
cómo transcurrió su vida desde prácticamente su nacimiento hasta la muerte de
Cayetana de Alba.
En
este sentido, hay que decir que el trabajo de investigación llevado a cabo por
la autora es admirable en todos los sentidos, ya que no maquilla los hechos
históricos –ahí están para quien quiera documentarse-, sin embargo nos
introduce en la intrahistoria con una habilidad pasmosa. Precisamente,
partiendo de una anécdota nos involucra no solo en la vida de un personaje del
calado de la Duquesa de Alba por todo lo que representó en su época, sino que
consigue ligar realidad y ficción de una manera impecable y sin que apenas
podamos distinguir dónde termina una y dónde comienza la otra. En el encuentro
que mantuvimos nos contó que contactó con el actual Duque de Alba, Carlos
Fitz-James Stuart, para solicitarle información de cara a la novela, algo a lo
que en principio era reacio, para después prestarse a facilitarle no sé si
mucha, pero si una valiosa documentación, como, por ejemplo, el testamento de
la duquesa y así poder constatar el legado que dejó a su hija.
La
novela comienza el día en que María de la Luz llega a la vida de los Duques de
Alba. Se divide en tres partes y un total de sesenta capítulos, que se rematan
con una dedicatoria, una nota de la autora, en la que se nos informa de la
verdadera causa de la muerte la duquesa, a raíz de la autopsia practicada un
siglo después a instancias del XVII Duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart,
dado que durante años se había especulado con que había sido envenenada por el
propio Godoy a instancias de la reina. Al final vienen los “agradecimientos” y
tengo que decir que me llevé una grata sorpresa cuando en ellos me encontré con
una mención a Juan Pedro Cosano, ya que una de las novelas de este escritor
inspiró a Posadas a perfilar a uno de sus personajes: Hugo de Santillán, abogado
de pobres en Cádiz.
La
novela comienza en noviembre de 1788, cuando María de la Luz acaba de llegar a la vida de la duquesa, siendo una mujer madura aunque
veleidosa, a pesar de tener tan solo veintiséis años. La casó su abuelo cuando
apenas tenía doce, con un primo suyo (con el fin de aunar sus muchos títulos,
entre otros el ducado de Medina Sidonia, más antiguo que el de Alba) y, aún
siendo una unión marcada por el interés mutuo, ambos se llevaban bien. Teniendo
caracteres opuestos, desde el principio habían llegado a una “entente
cordiale”. Nunca pudieron tener hijos, por eso cuando María de la Luz llega a
sus vidas, como un regalo, en vez de tratarla como era habitual en la época, la
quieren como a una hija.
Obvio
es que asistiremos no solo al devenir de la existencia de esta familia como
tal, sino que seremos testigos de todo el entorno que rodea a la pareja, por lo
que el componente histórico tiene un peso fundamental en la novela. De hecho,
la novela se inicia durante el reinado de Carlos III, para enseguida asistir al de
su heredero Carlos IV. Sin
embargo, estas escenas están descritas de una manera tan viva y espontánea que
no encontraremos grietas entre la parte ficcionada y la histórica, motivo por
el cual me resultaba de lo más gratificante sumergirme en su mundo. Para bien y
para mal.
Y
digo para bien y para mal porque son muchos los temas que aborda la novela: siendo
el más liviano el de su carácter imponderable que daba lugar a toda clase de
controversias. Lo mismo se vestía de maja para divertirse con el pópulo que era
capaz de derrochar a manos llenas en cualquier extravagancia con tal de herir a
la reina, María Luisa de Parma, a la que consideraba su antagonista por una
cuestión de celos, al compartir, en ocasiones, varios amantes. Eso sin contar
su relación con Francisco de Goya, interesante como no podía ser otra cosa y en
la que se cuestionan algunas hipótesis que siempre se dieron por ciertas y a lo
mejor, no son tales, como el si fue la modelo de los famosos cuadros de “las
majas” o si entre ellos hubo un vínculo algo más íntimo que el meramente
personal y afectivo. En estas secuencias la novela se torna amable y, en
ocasiones, divertida, porque conocemos a una Cayetana más humana de lo que
podríamos imaginarnos a juzgar por lo que de ella y de su familia se cuenta en
los libros de historia, si bien es cierto que la autora conjuga a la perfección
la ironía y un fino sentido del humor a la hora de narrarnos semejantes
avatares.
Sin
embargo, hay otros momentos en que la narración se hace más intensa para ir en
crescendo en cuanto a carga emotiva al tratar otros asuntos. Ya dije que eran
varios los temas que se plantean en la novela y Carmen Posadas ha recreado la
sociedad española de aquel momento sin dejar ninguno al azar. Así, no se puede
obviar, dado el planteamiento primigenio de la novela, tanto el hecho de que la
esclavitud en España, a finales del siglo XVIII era un hecho incuestionable,
sino que como en el caso de la hija de Cayetana, era una moda de la época que
las clases adineradas se regalasen niños esclavos como el que regala una bagatela,
ya que para hacernos una idea, los equiparaban a las mascotas, siendo
las más recurridas en aquella época los monos. Y a esa altura los tenían. Ni
qué decir tiene el trato que recibían los adultos, considerados poco menos que animales
hasta por los propios sirvientes y ninguneados por estos como apestados.
Dentro
de este mismo tema, dos de las escenas más conmovedoras de la novela transcurren en un campamento que llaman “de morenos”. Resulta curioso por varios motivos;
uno, que en aquella época existiese semejante lugar, aunque supe por la autora,
que ya Cervantes citó en El Quijote -aunque en su día, cuando lo leí, no me
hubiese percatado- que a Sevilla se la denominaba “el damero de Europa”, porque
en sus calles se podían ver a personas de todas las razas conviviendo en
perfecta armonía. El segundo motivo es que la autora plantea una hipótesis
sobre este asentamiento en sí, dado que nunca ha quedado registrado dónde fue a
parar la inmensa mayoría de esclavos rebeldes que se sabe que existieron, pero
que no ha quedado constancia de dónde se establecieron.
Sin
embargo, con lo duro que este tema os pueda resultar, hay otro que a mi llegó a
causarme cierto repelús. Y es curioso, porque aún constándome que aquello que
se relata existió realmente y que no es la única novela que he leído en la que
también se trata, es el modo en que lo acomete Carmen Posadas quizás, el que le
dote de mayor atrocidad, porque aún viéndolo desde distintos prismas, cobra
mayor mordacidad cuando quien lo cuenta es quien lo practica por la frivolidad
que imprime el personaje a la hora de contar su “hazaña científica”. Delirante,
os lo juro.
Bueno,
creo que no me estoy explicando bien, así que iré al grano: otra de las modas
de la época entre la aristocracia era la de tener y mantener su propia “Corte
de los milagros”, atendiendo a lo que llamaban “Experimento rousseauniano” o, como mejor lo define el inefable
Hermógenes Pavía, “Galería de monstruitos”, consistente en acoger a una serie
de desvalidos, si es posible proveniente de lugares exóticos, aislarles y
darles una formación determinada, para luego lucirlos ante sus amistades. Para
que os hagáis una idea, una de las amigas de la duquesa de Alba, Amaranta,
tiene en el pabellón de caza de una de sus fincas su particular “Corte de los
milagros”, compuesta entre otros por un gigante pelirrojo de origen escocés que
compró en un circo y al que pretende enseñar a bailar muñeiras, un gitanillo al
que quiere convertir en un virtuoso del violín o una niña negra que recita a
Racine en su lengua de origen…
Aún
así, voy a dejar algunos temas en el tintero para no extenderme demasiado,
porque esta novela, a pesar de lo dicho hasta ahora, resulta que tiene dos
líneas argumentales y, hasta ahora, solo me he detenido en lo concerniente a la
duquesa de Alba, cuando hay otra protagonista que también merece toda la
atención: Trinidad.
Trinidad
es una esclava cuando llega a España con tan solo dieciocho años. Y lo fue
desde antes de nacer, ya que su madre fue capturada en la pequeña aldea
africana en que vivía para ser recluida en un barco y, después de sufrir todas
las vejaciones que os podéis imaginar, acabó recalando en la plantación que la
familia García poseía en Matanzas, Cuba, donde nació. Sin embargo, es
considerada una “niña de fortuna” por sus congéneres, al haberse criado en la
casa de sus amos y no conocer los rigores del campo.
Compartió
niñez y algo más con Juan, el heredero de los García, del que se enamoró
perdidamente, siendo correspondida. Ni siquiera el matrimonio del joven con una
mujer mucho mayor que él, pero con más fortuna, acabó con la relación que ambos
mantenían y cuando la pareja decide emprender un viaje a España, Trinidad los
acompaña junto a Celeste, la vieja cocinera de los Manzanedo.
Durante
la travesía se declara una tormenta y Juan cae al mar. Todos le dan por muerto
y, como las desgracias nunca vienen solas, Trinidad descubre que está
embarazada. Una vez establecidas en la capital, Lucila Manzanedo, viuda de
García, comienza a entablar relaciones para hacerse un hueco en sociedad
madrileña aprovechándose y alardeando de su fortuna personal, algo de lo que
los más avezados picaflores se percatan y surge en su vida Manuel Martínez, un
director teatral necesitado de mecenas. Es a él a quien Lucila encarga que la
libre de la esclava y la niña y es así como la primera pasa a formar parte del
servicio de la primera actriz de su compañía, Charo Fernández, apodada La
Tirana, mientras la encuentra una ocupación definitiva y como un regalo para la
duquesa de Alba, a la que también quiere camelar, la segunda, sin que la madre
sepa el paradero de la niña.
Comenzará
entonces un largo periplo para Trinidad, tanto por tierras españolas como
portuguesas, en busca de sus dos amores. Contará con el apoyo incondicional de
algunos personajes de excepción y otros que no lo serán tanto, pero que harán
las delicias del lector, vivirá situaciones sorprendentes y paradójicas, que no
dejarán de fascinarnos hasta el final, porque como no dejo de repetir, esta
novela es impresionante en todos los sentidos y aunque pienses, como me ocurría
a mí, que el final iba a quedar deslucido por tanta aventura como llevaba
vivida a costa de estas dos mujeres, también puedo deciros que este es
memorable, emotivo como pocos y el mejor colofón posible a una novela
espléndida.
Obviamente
Cayetana y Trinidad no son los únicos personajes, ya que otra cosa no será,
pero el elenco de esta novela está a la altura de la novela, porque de lo
contrario no tendría sentido. Además, se dan cita en la novela tanto personajes
históricos como ficticios y cohabitarán en perfecta comunión. De los primeros,
citaré algunos: Además de la reina, María Luisa de Parma o algunas amigas de la
duquesa pertenecientes a la nobleza como la duquesa de Osuna, destacan Manuel
Godoy, Francisco de Goya, Alejandro Malaspina, Pedro Romero o Moratín. Los
ficticios son una maravilla, incluso algunos que solo salen en algún capítulo,
están bordados. He de admitir que tengo debilidad por los “malos” y no me cabe
otra que distinguir a Hermógenes Pavía, articulista con una doble cara que no
tiene desperdicio y que gracias a sus crónicas conocemos un registro nuevo de
la autora; Lucila Manzanedo, la primera dueña de Trinidad, odiosa y repulsiva a
partes iguales; Greta von Holborn, mala hasta la saciedad, Amaranta, de quien
todavía guardo en mi memoria no ya su particular “Corte de los Milagros”, sino
el modo en que se jactaba de ella. Pero también hay otros personajes indelebles
justo por lo contrario, como N’huongo, al que me gustaría que conocieseis por
vuestra cuenta o, en otro sentido, la señorita Elisa de la Cruz Malacang, un
auténtico hallazgo.
En
definitiva, me dejo muchas cosas en el tintero, pero creo que podéis haceros
una idea de la calidad de la novela. También juegan una baza fundamental los
escenarios en que se desarrollan las tramas, ya que estos parecen cobrar vida
para ser fundamentales en las mismas por la solidez y realismo con que son
descritos.
CONCLUSIONES:
Como
habéis podido comprobar, me ha encantado La
hija de Cayetana, lo que todavía no tengo claro es si he podido convenceros
para que hagáis un hueco a esta novela tan sorprendente en todos los sentidos. A
quienes como a mí ya os tiene ganados la autora, imagino que no os he
descubierto nada nuevo, pero a los que todavía dudan, solo puedo aseguraros que
Carmen Posadas nos ha pintado un lienzo en el que recrea un momento de la
historia de España bastante trascendental en el que son protagonistas dos
mujeres prácticamente antagónicas, de distinta clase social y contrapuestas en
su forma de vivir y entender la existencia, pero unidas por unos lazos
invisibles que a medida que avanza la trama se van haciendo más evidentes. Todo
el cuadro está trazado con una maestría inusitada, tanto en sus líneas
argumentales como en el colorido y la pureza de un vocabulario y un estilo único,
debido a la belleza estética que impregna toda la obra.