DATOS TÉCNICOS:
Título: MAESTRA
Título original: Maestra
Autora: L.S.
Hilton
Traductor: Santiago
del Rey
Editorial: Roca
Editorial
Colección: Thriller y
suspense
ISBN: 978-84-16498-01-7
Páginas: 352
Presentación: Tapa blanda con solapa
No suelen gustarme
los grandes lanzamientos de ningún tipo, ya sean de películas, tecnología o
cualquier otra novedad que se os ocurra y especialmente, cuando se trata de
literatura, mucho menos, salvo raras excepciones que se basan principalmente en
un conocimiento previo del escritor sobre el que giran porque haya conseguido
un premio de renombrón y merecido. Normalmente me producen una cierta desazón,
porque cuando he caído o me han enredado de alguna manera en alguno, generalmente
me ha dado la impresión de ir con el paso cambiado a medida que leía y que
aquello con lo que todo el mundo parecía levitar a mí se me antojaba del montón.
También es verdad, porque estoy convencida, que seguro que me he perdido
infinidad de novelones, pero no me da la vida para tanto.
Y digo esto porque
hoy me tenéis aquí, opinando de una novela que cumple rigurosamente la misma
premisa de la que en el párrafo anterior reniego (y eso que me he dejado alguna
más en el tintero, para sorpresa de más de una amiga que alucinará pepinillos
al ver en el charco en que me he metido yo que siempre he rechazado
determinados temas).
Sin embargo, la
razón es muy sencilla: la novela llegó a mí sin saber absolutamente nada de
ella. Lo hizo durante la Semana Santa, con premeditación y alevosía porque no
estaba para recibirla, sirva eso como descargo. A mi vuelta, al abrir el sobre
me encontré con un bello ejemplar, prácticamente rojo en su totalidad excepto
por el título, el nombre de la autora y un detalle central que aparentaba ser
un desgarro en un lienzo. Vale que venía envuelto con el típico fajín que
hablaba de las bondades por las que no había que perderse la novela bajo ningún
concepto, pero como hace mucho tiempo que con estos distintivos me pasa lo
mismo que con la Teletienda, que se que existe, pero la ignoro, omitiré este
paso.
El libro venía
acompañado de un dossier de prensa, así que me faltó tiempo para leerlo (suelo
utilizar estos detalles editoriales para hacerme una idea de la prioridad que
dar a una lectura) y poco a poco me di cuenta de que me apetecía un montón conocer
a la protagonista de la que me hablaban y si al final me llevaba un disgusto,
ya recurriría a uno de mis escritores fetiche para la siguiente, por aquello de
que la mancha de la mora con otra verde se quita.
LA
AUTORA:
Poca información
tengo sobre L.S. Hilton, dado que esta es la primera novela suya que leído, por
lo que apenas puedo citar la información que aparece en la solapa del libro:
L.S. Hilton creció
en Inglaterra y ha vivido en Key West, Nueva York, París y Milán.
Tras licenciarse en
Oxford, estudió Historia del Arte en París y Florencia. Ha trabajado como
periodista, crítica de arte y locutora, y vive en Londres.
Maestra es el primer título de una aguda y
sofisticada trilogía que se ha convertido en todo un fenómeno editorial,
publicada en más de treinta países.
Actualmente, L.S.
Hilton está colaborando con Erin Cressida Wilson en el guión de la película de Maestra, cuyo estreno mundial será en
2017.
ARGUMENTO:
Cuando aquella tarde de mayo Judith Rashleihg se
encontró en la estación de metro de Green Park con Leanne, su amiga de la
infancia y a la que hacía más de una década que no veía, su vida dio un giro de
ciento ochenta grados.
Hacía tres años que trabajaba como ayudante en British
Pictures, una de las dos casas de subastas más importantes de Londres, pero con
un sueldo que apenas daba para malvivir. Por ello, cuando su amiga le contó lo
que ganaba en el Gstaad Club, un local de alterne próximo a St. James
simplemente por acompañar y dar conversación a la clientela mientras tomaban
champán un par de noches por semanas, no dudó en seguir sus pasos y desde ese
mismo día compatibilizó ambos empleos.
Los problemas vinieron poco tiempo después, cuando
descubre una estafa de grandes proporciones que se va a llevar en British
Pictures a instancias de su jefe y es despedida, junto con otro compañero antes
de poder delatar el hecho, algo que cambia su vida drásticamente.
Atenazada por la rabia y la
impotencia, un cliente del club le propone que le acompañe unos días a la
Riviera francesa y allí descubrirá un mundo tan fascinante como adulterado por
el poder y el dinero. Disfrutará de una vida glamurosa, se vestirá en las
boutiques más elegantes y pulirá su lenguaje, especialmente su característico
acento scouse.
Pero nunca perderá la esperanza de
convertirse en la propietaria de una galería de arte con sede en Ginebra y no
dudará en conseguir sus propósitos aunque para ello tenga que implicarse en una
espiral de dificultades, donde la mentira, el fraude y una larga serie de
delitos son peccata minuta en comparación con lo que se le viene encima.
IMPRESIONES:
Como os decía al principio, llegué de vacaciones de
Semana Santa y enseguida retomé mis viejas costumbres. Una de ellas también
está relacionada con mi afición a la lectura y consiste en quedar con un par de
amigas y destripar todo aquello que pasa por nuestras retinas y después
recomendarnos o no tal o cual novela.
Quiso la casualidad que las tres estuviésemos leyendo
la misma, por lo que la charla fue más fluida de lo habitual:
- ¡Caramba, Moji!, ¿qué haces leyendo Maestra con lo tocada que te dejaron
las Cincuenta sombras de marras?
- Calla, canalla, que alguna de las tres se tenía que
leer esa novela para poder hablar de ella con conocimiento de causa y yo me limité
a seguir la senda que millones de mujeres en todo el mundo hicieron; pero lo de
este libro es como para planteárselo, porque no te imaginas lo soez que me
parecen algunas escenas. ¡Es que no lo entiendo! ¡Qué tiparraca más inmoral!. Y
encima, la autora no se corta un pelo y ya en el mismo prólogo empieza a
calentar motores. Increíble, no sé si la terminaré.
(Imagino que a estas alturas, el apelativo por el que
nos dirigimos a nuestra amiga está más que justificado, aunque no se pierde un
título de cuantas novelas de género erótico aparecen en el mercado).
- Venga, Moji, que el saber no ocupa lugar. O eso
dicen, caris.
Fue entonces cuando le pregunté a Caris (cuyo
apelativo cariñoso se debe a que siempre remata sus frases con este término) si
a ella le parecía que el tema del sexo era tan relevante en la novela, ya que
yo apenas llevaba cincuenta páginas leídas.
- No, para nada, si bien es cierto que hay alguna que
otra escena –tampoco te creas que suman más de media docena en toda la novela-
puede que por lo que llame más la atención es por los gustos tan particulares
de la protagonista en lo referente a esa cuestión, caris. Pero otra cosa te
digo: cualquier día de estos nos vemos a Moji frecuentando esos clubs de
intercambio de parejas que tan de moda estuvieron hace unos años. Tiempo al
tiempo, caris.
Y con esa perspectiva, sabiendo que a Caris le había
gustado bastante y que lo de Moji no era más que postureo, aquella noche cogí
la novela con tantas ganas que a puntito empezaba a clarear el día cuando
decidí descansar unas horas.
No obstante y antes que nada, una vez concluida la
novela me gustaría empezar comentando alguna “pega” que he encontrado y no todas
precisamente achacables a la autora o a la historia. Y es que cada vez me
molestan más las etiquetas. Creo que lo he dicho en repetidas ocasiones desde
este espacio y no dejaré de hacerlo porque entiendo que no es necesario engañar
al personal con algo tan nimio, ya que si una novela es buena, se va a vender
de cualquier modo.
Pues bien, si hay una (etiqueta) que se repite hasta
la saciedad es la de “thriller”, imagino que porque para las editoriales debe
ser sinónimo de éxito. Así que imagino que si ahora os digo que denominar a
esta novela como tal me parece excesivo, me diréis que soy demasiado
quisquillosa, pero no lo puedo evitar.
En primer lugar, del thriller se espera que tenga un
ritmo rápido, vivo, que te lleve como un potro desbocado hasta el último
obstáculo para saltarlo jadeante a la espera de un final impactante. Para que
esta circunstancia se dé, lo normal es que las tramas duren poco tiempo y los
capítulos sean cortos. Nada de esto sucede en Maestra. Para que os hagáis una idea, la narración se inicia un mes
de mayo y termina en diciembre, siete meses después. Esto no significa que no
haya escenas realmente vertiginosas, en las que la tensión se masca, pero son
eso: escenas esporádicas.
Por otro lado, tenemos momentos de absoluta calma
independientemente de que nuestra protagonista se sienta más o menos en
peligro, pero no lo aparenta en exceso. Quizás sean esas situaciones las más interesantes,
porque son las que nos ayudan a conocerla un poco más, donde más se abre,
porque si todavía no lo sabes, Judith Rashleigh es una sociópata de manual, con
un universo emocional más limitado que la dieta de un vigoréxico.
Es entonces cuando nos relata su amor por el arte,
cuando nos habla de los cuadros que más admira y los describe con tanta
sensibilidad que te sientes incapaz de dejarlo correr y no dudas en ponerte en
manos de Mr. Google para que te ilustre. Para que os hagáis una idea, aunque
son muchos los que cita, hay uno que, desde la primera vez que lo vió hace
años, supuso una revelación en su vida y en su personalidad. Se trata del “Judith
decapitando a Holofernes”, de Artemisia Gentileschi. Nos lo describe así:
“Cuando contemplas la espada
delicadamente esmaltada en la garganta de Holofernes, te das cuenta de que no
está allí de un modo meramente formal o sugestivo, sino hincada en la carne en
un ángulo muy poco elegante; más aún, en un ángulo inadecuado para una
composición refinada. Esa imagen procede de la mano de una mujer que ha
rebanado el cuello de muchas aves en la cocina, que ha retorcido el pescuezo de
muchos conejos para meterlos en la olla. Judith está degollando a Holofernes
como es debido, serrando los tendones aplicadamente y con sus musculosos brazos
en tensión a causa del esfuerzo Hay algo doméstico en la escena; la sencillez
de la sábana, el torpe chorro de sangre, la curiosa sensación de tranquilidad.
Esto es cosa de mujeres, está diciendo Artemisia, impasible. Es lo que hacemos
nosotras”.
Dejando de lado el tema de si es un thriller o no, que
creo suficientemente argumentado pero que si a alguien no le parece estaría
dispuesta a seguir abundando en ello, hay otro tema que me parece especialmente
llamativo, sobre todo porque sin ser una experta en literatura erótica (para
que os hagáis una idea, me quedé en El
amante de Lady Chatterley, de D.H. Lawrence, por lo que Las cincuenta
sombras… o el resto de réplicas que han ido saliendo no me han intoxicado el
gusto), decir que esta novela es erótica me parece la idea más peregrina de
cuantas se le puedan atribuir. Maestra NO es una novela erótica, ni mucho
menos. Otra cosa es que haya en ella algunas escenas de sexo explícito, que pueden gustar o no, pero
precisamente, si por algo se carácteriza ese género es por todo lo contrario.
Y puede ser que no gusten, pero de ahí a catalogar un
libro de una manera por unas cuantas escenas me parece una barbaridad. Es como si
alguien tirase a la hoguera la saga Millenium por determinadas secuencias donde
el sexo también está presente. ¿A que a nadie se le ocurriría tildar a Los hombres que no amaban a las mujeres
de erótica por ser partícipes de determinados momentos? Tampoco me parece que
el vocabulario elegido para narrarlas no sea el adecuado, porque ya de por si
en toda la novela el léxico es notable y en estos episodio sigue la misma
pauta: la naturalidad.
Sin embargo, lo que sí ha llegado a desquiciarme es
cada vez que la protagonista nos hablaba de su vestuario, de lo que compraba
cada vez que iba a una boutique, o de lo que se ponía cada vez que iba a algún
sitio. No he visto en mi vida mayor derroche a la hora de citar marcas de todo
tipo, como si estuviese subvencionada por las mismas o les debiera algo. Delirante.
Así que ahora que me he despachado con lo malo,
sigamos con lo bueno, que es mucho y lo que me hace recomendar esta lectura:
Y es que si por algo me ha gustado especialmente esta
novela es por el modo en que ha sabido mantener el suspense y la incertidumbre,
más cuando en origen cuenta con el hándicap de que los lectores sabemos de
antemano que se trata de la primera parte de una trilogía, por lo que
difícilmente una protagonista puede caer en la primera ronda ¿no? Pues bien, da
igual, la trama es tan absorbente, tan elaborada y tan interesante que vives en
un puritito sufrir, con el corazón encogido o fibrilando dependiendo del
momento.
Porque otra cosa no será, pero Judith Rashleigh es
todo un personaje que apunta maneras desde las primeras páginas. Cuando nos la
imaginamos como una pobre desgraciada víctima de una sociedad arrogante que no
reconoce los méritos de muchos jóvenes que gozan de una preparación exquisita y
que por ello se ven abocados a un trabajo infame con un mísero salario aunque
sea en una de las casas de subastas más elitistas del país, a la primera
ocasión se nos descubre como una joven perspicaz e inteligente y para nada
modosita.
Por eso, cuando su amiga Leanne le cuenta lo mucho que
gana en el Gstaad Club, un local de alterne, una vez salvados los primeros
reparos no duda en liarse la manta a la cabeza y sacarse un sueldo extra con el
que permitirse los pequeños lujos que con el empleo de sus sueños ni se plantea. Para ello, basta con dar cháchara a los
habituales del lugar mientras toman champán dos noches por semana. Tampoco es
para tanto.
Los problemas reales surgen cuando, sin pretenderlo
aunque si como consecuencia del esmero que pone en sus funciones, se entera de
que en la casa de subastas se va a cometer una estafa de dimensiones épicas y
que el responsable de la misma es su jefe. La pena es que antes de poder hacer
nada al respecto será despedida.
Indignada con su suerte y con la vida, viajará a la Costa
Azul, acompañando a un cliente habitual del Gstaad Club, aunque este solo será un
mero instrumento que le abrirá las puertas a un mundo desconocido hasta
entonces. Saneada su economía, frecuentará hoteles de lujo, los restaurantes
más exquisitos, las boutiques más selectas y trabará relaciones con tipos instalados
en el poder. A cambio, se limitará a hacer lo que observa en otras:
“Nuestra misión, la misión de las
chicas, era llevar delicadas sandalias K-Jacques en torno a nuestros preciosos
y bronceados tobillos; era agitar nuestra preciosa melena y dar sorbos
delicados a nuestro vino y jugar con los preciosos Rolex que lucíamos en
nuestras esbeltas y bronceadas muñecas. Éramos trofeos, oro convertido en carne
deliciosa y broncínea, Galateas que se fundían al contacto con el dinero…”
(Página 132).
No obstante, no cejará en su empeño de montar una
galería de arte con sede en Ginebra y convencerá y utilizará al amante de turno
para que le de la cobertura suficiente para hacerlo posible. Claro que la vida
se le complica un poquito y eso tendréis que descubrirlo vosotros, ¿no?
ESTRUCTURA Y
ESTILO:
La novela se divide en cuatro partes, todas ellas
tituladas alternativamente de la misma manera: Fuera (parte primera y tercera)
y Dentro (segunda y cuarta) que contienen los veintiocho capítulos de los que
consta. Además, cuenta con un prólogo de apenas dos páginas y media que
posteriormente veremos ampliado a partir de la página 245.
Narrada en primera persona y en tiempo pasado por la
protagonista, es más que evidente el dominio que ejerce sobre las situaciones
que va exponiendo, lo cual no es óbice para que en muchos momentos el relato
sea intenso, ya que se nos desnuda en cuerpo y alma.
El vocabulario es preciso y fluido, lo cual hace que
la novela sea verosímil y muy rico cuando se trata de describir tanto lugares
como obras de arte.
EL TÍTULO:
Varias son las razones que han llevado a Lisa S.
Hilton a elegir Maestra como título para esta novela. En primer lugar, es
bastante recurrente la figura de Artemisia Gentileschi a lo largo de la novela,
no solo por citar algunas de sus obras y describirlas con tal pericia que se me
antoja imposible que nadie haya querido buscar el algún buscador algunas de ellas. Pues
bien, esta pintora de origen romano fue la primera artista italiana con la que
se utilizó por primera vez el término Maestra.
Otra de las razones se debe a que en su lengua de
origen esta palabra tiene un doble significado, pudiéndose denominar así a una
mujer con autoridad o bien a una amante
LOS PERSONAJES:
Al tratarse de una novela narrada en primera persona y
sin la presencia de un narrador omnisciente, conoceremos a los personajes a
través de la mirada de la protagonista.
Bien es cierto que a lo largo de la historia desfilará
un buen elenco de secundarios, a cual más interesante, caracterizados de manera
detallada en base a la relación que guardan con Judith, pero pocos son los que
pueden hacerle sombra, bien porque el carisma de la narradora anula a
cualquiera de ellos o bien porque no soportan el peso de la trama.
CONCLUSIONES:
Es posible que a estas alturas hayas oído hablar de
esta novela en blogs, redes sociales o simplemente con que eches un vistazo a
los escaparates y estanterías de las muchas librerías que pueblan tu ciudad,
incluso si te acercas a la sección de libros de cualquier gran superficie verás
que los ejemplares de Maestra se apilan
por montañas y que si te detienes durante unos instante observarás que van
desapareciendo como por ensalmo; obvio cuando la campaña publicitaria que se
está llevando a cabo sobre la novela nos habla de un nuevo fenómeno
internacional, capaz de de atrapar a los mismos lectores que sucumbieron ante La chica del tren o la trilogía Millenium de Stieg Larsson, sin contar
con que Columbia Pictures ya ha comprado los derechos para trasladarla al cine
y que la cinta estará disponible en 2017.
Pueden que lleven razón, no voy a discutirlo, pero la
realidad es que Maestra es una
novela que atrapa, ya que conjuga en una trama impecable que gira en torno al
mundo del arte grandes dosis de intriga, intensidad y una preciosa
ambientación. Si a eso le añadimos una protagonista tan carismática como poco
empática, el cóctel está servido y te aseguro que te merecerá la pena dar el
primer sorbo. Los siguientes no podrás rechazarlos.