DATOS PRÁCTICOS:
Título: CADÁVERES EN LA PLAYA
Autor: Ramiro Pinilla
Editorial: Tusquets
Colección: Andanzas
ISBN: 978-84-8383-950-8
Páginas: 248
Presentación: Rústica con solapas
El 22 de octubre de 2014,
con esta novela recién salida de talleres, murió Ramiro Pinilla a los 91 años
de edad, un escritor que acercó el mundo vasco como pocos tras pasarse una
veintena de años pergeñando la trilogía Verdes valles, colinas rojas. No
descubro nada explicando las bondades que podemos encontrar en sus novelas,
porque las avalan numerosos premios, a cual más prestigioso. A mí lo que me
impresiona de él es su modo de enfocar la literatura y su prosa, por eso, no he
podido resistirme a leer el último caso de Samuel Esparta, ese detective tan
peculiar como el mundo que le rodea y que me encandiló hace tiempo.
EL AUTOR:
Quizás Ramiro Pinilla (Bilbao,
1923-Getxo, 2014) sea uno de los autores más peculiares de cuantos he conocido.
No sólo por su estilo tan característico, sino por el modo en que, desde muy
joven, decidió llevar su carrera literaria. Para que os hagáis una idea, empezó
a escribir a los dieciocho años (breves relatos para una colección de cromos) y
no fue hasta los años sesenta cuando publicó su primera novela, Las ciegas
hormigas, con la que consiguió el Premio Nadal y
el de la Crítica. Una década después quedó finalista en el Premio Planeta con Seno y fundó su
propia editorial –Libropueblo- en la que los libros salían al mercado al precio
de coste, pero que le llevó a apartarse durante tres décadas de los circuitos
comerciales porque sólo distribuían los ejemplares en Bilbao. De aquella época
son sus novelas:
- El salto (1975)
- Recuerda, oh, recuerda (1975)
- Antonio B. “el ruso”, ciudadano
de tercera (1977)
- Primeras historias de la guerra
interminable (1977)
- La gran guerra de Doña Toda
(1978)
- Andanzas de Txiki Baskardo
(1979)
- Quince años (1980)
- Huesos (1997)
- La estación de Getxo (1998)
En 2004 vuelve a retomar su
relación con la Editorial Tusquets y publica la trilogía Verdes valles, colinas rojas, compuesta por los títulos:
- La tierra convulsa (2004), con
el que consigue el Premio Euskadi.
- Los cuerpos desnudos (2005)
- Las cenizas del hierro (2005),
con el que consigue el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa.
A las que seguirían:
- La higuera (2006)
- Sólo un muerto más (2009) Primer
caso del detective Samuel Esparta
- Los cuentos (2011)
- Aquella edad inolvidable (2012)
- El cementerio vacío (2013) Segundo caso de Samuel Esparta.
- Cadáveres
en la playa (2014) Tercer caso de Samuel Esparta.
ARGUMENTO:
Juana
Ezquiaga acaba de enterarse por el antiguo bañero, encargado de la playa de
Getxo, que su primer y único amor, desaparecido treinta y cinco años atrás,
está enterrado bajo la arena de Arrigunaga.
Resulta que
unos falangistas, en uno de los muchos fusilamientos de la guerra civil, mandaron
abrir una fosa común a los nueve desdichados a los que posteriormente
enterrarían después de su ejecución. Sólo tenían tres palas y entre ellos se
las alternaban y mientras unos cavaban, los otros sacaban la arena con las
manos. En el último momento, nada más darles el tiro de gracia, apareció un
hombre con una carretilla en la que portaba un cadáver.
Según Juana,
eso sólo pudo ser llevado a cabo por alguno de los amigos comunes de la pareja,
teniendo como móvil el amor y los celos, pues los cuatro amigos estaban
enamorados de ella y contrata a Samuel Esparta para que aclare lo sucedido
aquella noche.
IMPRESIONES:
Han pasado
varios años desde que Samuel Esparta resolviera su último caso: el del asesinato
de la bella Anari y publicase la correspondiente novela sobre sus pesquisas que
le haría un poco más famoso en su localidad natal. Tantos, que Koldobike se ha
casado y ha dejado a su sobrino su puesto como ayudante en la librería. También
ha muerto su madre y, en cierto modo, su vida se ha vuelto más rutinaria y
monótona.
¡Ah! ¿Qué no
sabéis quien es Samuel Esparta? Os lo cuento: Para los que no le conozcáis,
Samuel Esparta es el alter ego de Sancho Bordaberri, un librero natural de
Getxo aficionado a la novela negra, -en particular a la de los clásicos
norteamericanos Dashiell Hammett y Raymond Chandler-, al que cuando le sale un
caso como investigador privado en su pueblo, se transforma. Y le gusta tanto la
literatura que su profesión frustrada es la de escritor. En su juventud quiso
ganarse la vida con la pluma, pero descubrió que no tenía dotes (o eso creía),
hasta que un buen día ocurrió un hecho bastante siniestro en su localidad y
decidió investigarlo. Sacó del armario su traje oscuro y alcanforado, la camisa
también oscura, la corbata azul con motitas blancas, los zapatos negros, la gabardina
de rigor y el sombrero de ala que le regaló su abuelo el navegante y se
convirtió en Samuel Esparta (emulando al mítico Sam Spade), con la salvedad de
que todas sus vivencias durante el caso las fue plasmando negro sobre blanco, lo
que le permitió encontrar un estilo peculiar capaz de convencer a un editor que
por fin publicó sus historias. Ayudó mucho a la puesta en escena la inestimable
colaboración de Koldobike, su asistente en la tienda, que para la ocasión tiñó
sus cabellos de rubio platino y cambió su vestuario por otro más sofisticado para
estar a la altura.
Nos
encontramos en 1972 con un Sancho Bordaberri entrado en la cincuentena. Sigue
regentando la misma librería y sus días se suceden entre la nostalgia y la
rutina, dejándonos sus impagables soliloquios sobre literatura en general y más
concretamente acerca de la novela negra, su género preferido:
"Es sorprendente la regularidad con la que hay que pedir Cien años de soledad, casi tantas como devocionarios. La vida no es como aparece en Cien años, la vida es como la cuentan Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Me alegra que no vean lo mucho que vende García Márquez y lo poco que venden ellos. Para compensarles reinan en mi Sección Especial para gloria del género negro". Página 21
Y nos
transmite la realidad del momento desde ese rincón de la cornisa cantábrica,
que no era precisamente la más deseable:
“Creo leer en las miradas que se me dirigen o resbalan sin querer, ese río subterráneo cuyo susurro es un alarido silenciado: ETA, esos chicos que han empezado a matar a franquistas, el ruido creciente que nos llega del exilio de los partidos nacionalista, comunista, socialista y demás, irreductibles desde su derrota pero oliendo ya a cadáver; la lucha intermitente de jueces, periodistas, estudiantes y trabajadores filtrando su voz democrática por los resquicios de la dictadura”. (Página 103).
Hasta que una
vecina de la localidad, Juana Ezquiaga, requiere sus servicios como
investigador. Resulta que el antiguo bañero, Higinio Sanjuanena, agobiado por
el modo en que el nivel de la arena de la playa baja de año en año sin que se
restituya de manera natural, ha decidido contarle un secreto que le lleva
atormentando desde hace treinta y cinco años y afecta especialmente al que
fuera su novio y único amor antes de que el mar se apodere de los restos de
todos los que murieron entonces. Resulta que una noche, en plena guerra civil
cuando los falangistas hacían de su capa un sayo en un país vasco ya vencido,
es testigo de manera accidental de una ejecución a la que en el último momento
se añadió un cadáver más. El muerto era Estebe Barrondo y su asesino lo
depósito en la fosa común abierta al efecto junto con otros nueve desdichados.
Y es que cada
nuevo invierno los temporales se van llevando la arena de la playa y cuando
llega el verano esta sólo es reintegrada en parte, por lo que a lo largo de los
años la playa se va llenando de piedras blancas y desechos marinos. Nunca nadie
se puso de acuerdo a la hora de tomar medidas y los responsables del
Ayuntamiento, tras pedir consejo a varios expertos, tomaron la decisión más
fácil: rellenar la zona más deprimida con dos camiones de arena robada en la
playa de otra localidad vecina y, con semejante desatino, evitaron una futura
cooperación.
Después de
escuchar el testimonio de Higinio, a Juana no le caben dudas en cuanto a que el
asesino de Estebe es uno de los amigos íntimos de la pareja, incluido el hermano
de la víctima y que el móvil no fue otro que el amor desmedido que todos
sentían por ella. Por lo que las pesquisas de giraron en torno a ese hilo, recabando
cuanta información fue precisa y sometiendo a los sospechosos a algún que otro
sondeo y una prueba definitiva.
Por aquel
entonces, los cinco amigos fueron reclutados por las quintas y pertenecían al
batallón Sabino Arana. Pertenecían a cinco familias de la clase alta de
Algorta, nacionalistas, para más señas. Después del combate del monte Archanda,
poco antes de la Batalla de Bilbao, desertaron para esconderse. Estebe y su
hermano Sergio volvieron a Getxo y lo hicieron a su propia casa, por lo que
Juana les ofreció la suya para que no les localizaran cuando fueran a buscarles.
Xabier Pagoeta se quedó en un caserío abandonado de Apatamonasterio; Peru
Mugarte optó por una cueva del Serantes y Jokin Arzubialde también regresó al
pueblo para alojarse en un piso de su familia. Así estuvieron hasta 1943,
excepto Estebe que murió veintitrés días después de su vuelta.
Después cada
uno retomó su vida en donde la había dejado: Sergio volvió a abrir el negocio
familiar, para lo que buscó un nuevo sastre; Peru y Xabier reanudaron sus
estudios de ingeniería, para acabar el primero trabajando en Obras del Puerto y
el segundo en Altos Hornos y Jokin optó por trabajar en el Banco de Bilbao,
donde ya lo hacían su padre y su tío. Todos se casaron, tuvieron hijos y Juana
se convirtió en una viuda blanca.
LOS
PERSONAJES:
- Sancho Bordaberri: Librero en su localidad natal, fundó su
librería cuando apenas tenía veintiún años, en 1940, gracias a unas cajas de
libros heredados y una colección de tebeos propia. En la actualidad (1972)
tiene 53 años. Soltero, apenas se le conocen un amor de adolescencia y dos
medio novias de poca duración. En ocasiones, trabaja como investigador y en ese
momento pasa a llamarse Samuel Esparta, emulando al mítico detective Sam Spade
creado por Dashiell Hammett incluso en su indumentaria.
- Koldobike: Ayudante de Sancho en la librería Beltza desde su
origen. En la actualidad está casada y desde que contrajo matrimonio, ha dejado
su puesto a su sobrino, hasta que una vecina del pueblo ha encargado un nuevo caso
a su jefe, momento en que ha vuelto a ponerse a su disposición. Conoce a todos
los vecinos de la localidad y todos los cotilleos de cada familia y es mucho más
pragmática que su jefe.
- Juana Ezquiaga: A pesar de su madurez, su serena belleza todavía es
evidente. Ojos azules, bonita melena rubia. Vive en la avenida de Larragoiti,
justo en el portal de al lado de “Paños Barrondo”, la que fuera sastrería de su
novio junto con su hermano. Se prometieron el 15 de abril de 1936, cuando
apenas contaba con veinte años, pero la guerra malogró sus planes de boda.
- Higinio Sanjuanena: Fue el primer bañero de la playa de
Arrigunaga. Empezó a trabajar en 1900, cuando el Ayuntamiento dispuso crear
este servicio al notar el incremento de bañistas. Junto con el puesto de
trabajo, también decidieron levantar un chiscón donde guardar las
hamacas de lona, los toldos y las sombrillas que, o bien se alquilaban, o bien se
utilizaba para que las dejasen allí sus dueños. Corría el año 1900 y cuando él
se jubiló, se hizo cargo del trabajo su hijo. Hombre serio, honrado y parco en palabras, fue testigo circunstancial de
lo que ocurrió la noche del 22 de julio de 1937, cuando al regresar a su casa
por la playa tras una jornada de pesca bien entrada la noche, observó a un
grupo de hombres: nueve cavaban su propia sepultura y otros cinco les apuntaban
con sus pistolas. Durante más de tres décadas el miedo le hizo guardar
silencio, pero teme que con la pérdida de arena en Arrigunaga, aparezcan los
cadáveres que se ocultan debajo.
- Estebe Barrondo: Prometido de Juana Ezquiaga, desapareció la
noche del 22 de julio de 1937, cuando estando en casa de ella, escuchó un inconfundible
silbido procedente de la calle, ya que era con el que se identificaba el grupo
de amigos. Acudió y nunca más regresó.
- Sergio Barrondo: Hermano de Esteve, en la actualidad y desde
después de la guerra, es el único dueño del negocio familia, Paños Barrondo.
Casado en 1943 con Luisa, tiene dos hijos.
- Peru Mugarte: Después de desertar se quedó en un caserío
abandonado en Apatamonasterio, aunque hizo alguna
excursión a Getxo. Después volvió a Getxo para proseguir con sus estudios de
ingeniería y al terminarlos, empezó a trabajar en en la Junta de Obras del
Puerto. Se casó en 1956 y tiene cuatro hijos.
Xabier Pagoeta: Después de la guerra terminó sus
estudios de ingeniería y empezó a trabajar en Altos Hornos. Se casó en 1950 con
Catalina y tienen dos hijos.
Jokin Arzubialde: Alias “Patata”, trabaja en el
Banco de Bilbao, como toda su familia. Se casó en 1945 con Andrea. No tienen
hijos.
CONCLUSIONES:
Cadáveres en la playa es una novela aparentemente sencilla, pero
sólo aparentemente. Lo es por el escenario: un entorno rural como el de Getxo
cuando el franquismo daba sus últimos coletazos; también en cuanto a estilo:
Ramiro Pinilla escribe como los ángeles, pero su prosa es asequible y sus
juegos con la metaliteratura son un lujo inocente que despiertan más de una
sonrisa. También es el colofón a una trilogía que más de uno recordaremos por
todo lo mucho y bueno que sólo son capaces de aportar los grandes escritores y
Ramiro Pinilla lo es por definición.
Esta novela participa en la iniciativa:
Requisito: La acción
transcurre en un ambiente rural
Parece interesante, lo tendré en cuenta :)
ResponderEliminarun beesito
Buenos días. Desayunar leyendo esta reseña y todo es pensar,me quiero ir de compras libreras.
ResponderEliminarUn beso
Aunque me gusta lo que cuentas de este libro, el autor se me atragantó hace tiempo, leí su trilogía Verdes Valles, Colinas rojas y me costó terminarla... así que de momento este lo dejo pasar.
ResponderEliminarbesos
Pero que buena pinta tiene *-* Me ha llamado mucho, mucho la atención. Últimamente tengo muchas ganas de leer novela negra.
ResponderEliminar¡Un besote!
Madre mía, al final tendré que cambiar de gènero literario favorito. Desconocía a este autor, y de su obra mejor no digo nada. Lo que me echa para atrás es la época en la que se ambienta, no me gusta mucho
ResponderEliminarBesos
Qué buena pinta tiene esta novela! Tendré que buscar novelas de este autor, que me dejas con ganas.
ResponderEliminarBesotes!!!
No me termina de convencer asi que por el momento la dejo pasar.
ResponderEliminarSaludos
Aiiins, me encantan este tipo de novela, así que me apunto tanto ésta como las anteriores. Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarBesooss!!
Tiene una pinta fantástica, tomo nota.
ResponderEliminarBesos
Pues tiene muy buena pinta, no conocía al autor =)
ResponderEliminarBesotes
Solo tuve que leer el titulo del libro para que me atrapara. besos
ResponderEliminarEste me lo apunto. He oído hablar del autor, pero todavía no he leído nada suyo, y este creo que es de los que me gustan :)
ResponderEliminarBesos!
Yo también me lo apunto que me gusta lo que cuentas de este libro, un beso
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