DATOS
TÉCNICOS:
Título: LA HIPÓTESIS DEL MAL
Título original: L’ipotesi del male
Autor: Donato Carrisi
Traductor: Maribel Campmany
Editorial: Planeta
Colección: Planeta Internacional
ISBN: 978-84-08-13586-9
Páginas: 496
Presentación: Rústica con solapas
Conocí
este libro cuando Carmina y yo nos pusimos a buscar novelas que nos
pareciesen atractivas de cara al sorteo que celebraremos entre los
participantes en la Yincana Criminal que estamos organizando para los
meses de abril, mayo y junio. No conocía nada del autor, posiblemente porque me
he pasado unos meses un poco apartada de la blogosfera y no me había hecho eco de
su éxito, pero me bastó una recomendación para desear leerla sobre la marcha.
Venía en forma de fajín y quien sugería su lectura era Lorenzo Silva:
“Todo buen cuento de terror necesita un monstruo.
Carrisi ha construido el suyo con inteligencia, originalidad y una inusual
capacidad de inquietar al lector”.
¿Qué
más se podía pedir excepto leerla? Esa fue la pregunta que me hice. Y lo dice
alguien a quien esas bandas que ciñen las novelas normalmente le causan
urticaria, si bien es verdad que de las que suelo desconfiar son aquellas que
“firman” algunos periódicos de prestigio que nunca citan a sus críticos por su
nombre. Cosas del marketing. El caso es que sucumbí de lleno y hoy os vengo a
contar mis impresiones:
EL AUTOR:
Poca información os puedo
ofrecer de Donato Carrisi, si acaso la que viene en la solapa de la novela:
Licenciado en Derecho y
especializado en Criminología y Ciencias del comportamiento, Donato Carrisi (Martina
Franca, 1973) trabaja como guionista de cine y televisión. Lobos (Planeta, 2009), su ópera prima, se
convirtió en un fenómeno editorial en pocas semanas. En su país natal se tituló
Il suggeritore (El apuntador) y en La hipótesis del mal se hace referencia
a él en varias ocasiones. Con su segunda novela, El tribunal de las almas
(Planeta, 2012), consiguió consolidar un lugar estable en el panorama literario
mundial. Vive en Roma.
ARGUMENTO:
Poco después de que Jes
Belman, el hijo menor del fundador de una importante empresa farmacéutica se
pusiese en contacto con la policia, a las 6:40 horas de una aciaga madrugada,
los altos mandos del Departamento de Homicidios de la Policía Federal ya sabían
que se encontraban ante un caso sin precedentes. Su familia había sido
asesinada esa misma noche en el marco de una absurda carnicería llevada a cabo por
un psicópata, dejándole como superviviente con el único propósito de que
hiciese esa llamada y, a su vez, sirviese como testigo a la hora de reconocer
su autoría.
Y es que una vez realizado
el retrato robot del asesino gracias a la colaboración del único testigo
presencial, las alarmas se disparan al descubrir que se trata de un joven
desaparecido diecisiete años atrás, por lo que el inspector del Departamento de
Homicidios Klaus Boris se pone en contacto con el Limbo (la oficina de personas
desaparecidas, situada en los bajos del edificio donde también se ubica la
Policía Federal), para pedir su cooperación en el caso.
Pero este no será sino el
primero de una larga serie de asesinatos que se irán produciendo
espontáneamente por otros tantos desaparecidos que parecen estar volviendo de
la nada para perpetrarlos con excesiva violencia. La duda, ahora, es descubrir
si existe una secuencia que los vincule entre sí mientras que el ejército de
las sombras se cierne indefectiblemente sobre todos.
IMPRESIONES:
La hipótesis del mal es la segunda parte de la
que se intuye una serie protagonizada por la inspectora Mila Vasques. Y digo
segunda parte porque es la continuación, prácticamente una secuela, de otra
titulada, El apuntador en Italia y Lobos en nuestro país, caso que se
cita en repetidas ocasiones a lo largo de la trama. Con esto no quiero decir
que sea necesario leer la primera parte para entender la segunda, ni mucho
menos, porque el que más y el que viene ha leído más de una saga policíaca y
sabe cómo sus personajes van evolucionando y la manera en que determinados
casos pueden afectarles. Eso sí, no os voy a negar que, en mi caso, a medida
que sucumbía a la historia, necesitaba saber qué le pasó a Mila Vasques siete
años antes para haberse convertido en un personaje tan sombrío y, sobre todo,
qué clase de psicópata había tejido esa plúmbea red de de asesinatos entreverados
que asombra a cualquier lector entre los que me incluyo.
Y es que la matanza
llevada a cabo en el domicilio de los Belman es sólo la punta del iceberg de
otras muchas de las que seremos testigos. Todas ellas llevadas a cabo por
personas que años atrás desaparecieron sin dejar rastro y que ahora parece ser que
han decidido volver, todas a la vez y no precisamente para sembrar el bien. Y
todos los asesinatos están entrelazados, puesto que las únicas pistas que
pueden seguir los investigadores les llevan de uno a otro, para desembocar en
una única persona, en teoría, que veinte años atrás se llegó a considerar un
invento de los medios de comunicación y que ante la falta de más indicios,
dejaron dormir al abandonar la investigación. Pero Berish siempre ha creído en
que las desapariciones de aquellos siete insomnes: el exmilitar gay, el
repartidor, la dependienta de unos grandes almacenes, el profesor jubilado, el
repartidor, la dueña de una tienda o la viuda tienen algo en común y, sobre
todo, que hay una persona responsable de las mismas. Porque, además, hubo
testigos que observaron, aunque muy vagamente, cosas sospechosas en torno a ellos
y el día de su desaparición. Después de muchos interrogatorios, una testigo fue
capaz de someterse a la prueba del retrato robot e hizo una descripción
meticulosa y a la que no le faltaba ningún detalle de Kairus. Y también
desapareció poco tiempo después…
Me ha llamado poderosamente
la atención el hecho de que en esta novela apareciese un nuevo concepto de
criminal: el asesino en masa, mucho
más peligroso que el asesino en serie porque su móvil es el resentimiento, que puede ir desde el enconamiento
hacia una persona determinada, al conjunto de la sociedad, a un determinado
gobierno o hacia el género humano. Es complicado percibirlos y cuando das con
ellos, es porque han sembrado el terror a su paso, sin posibilidad de redimir a
las víctimas porque ni siquiera cabe la posibilidad de juzgarlos ya que suelen
autoinmolarse antes de ser detenidos, con la consiguiente frustración por parte
de quienes los persiguen.
También
me ha impresionado la escenificación del Limbo,
la oficina de personas desaparecidas ubicada en el cuarto sótano del edificio
de la Policía Federal. Dividida en diferentes salas, numeradas del 1 al 13, en
ellas concurren y se clasifican los cadáveres en base a determinadas premisas:
en las primeras, del 1 al 9, se encuentran los inmigrantes ilegales y los sin
techo, que en el momento de su fallecimientos no portaban ningún tipo de
documentación; en las salas 10 y 11 se dan cita los indocumentados o aquellos
que han sido víctimas de errores burocráticos. La sala 12 está reservada para
accidentados o suicidas pero que están irreconocibles. En todos estos supuestos,
los cadáveres permanecen en estas salas un máximo de dieciocho meses y pasado
ese plazo son llevados al crematorio. Algo diferente sucede con los durmientes, aquellos que ocupan las
diferentes cámaras de la sala número 13 que han sido víctimas de algún
asesinato que todavía no se ha resuelto, por lo que su cuerpo sigue siendo la
prueba de cada caso. Además de estas salas, hay otra que responde a un nombre:
la sala de los pasos perdidos, que
es el lugar en el que se acumulan las fotografías de todos los desaparecidos.
PERSONAJES:
Como en la mayoría de las
novelas de este género, hay tres niveles de personajes. En primer lugar estaría
la protagonista, Mila Vasques, un agente especial que se convierte en compañero
a medida que la trama se complica, Simón
Berish y su jefe, Stephanopulos. Claro que,
el tándem formado por Vasques-Berish brilla sobre todos los demás. Y no es
precisamente porque respondan a algún arquetipo de parejas de policías hasta
ahora conocidas, aún tratándose de personajes brillantes en cuanto al esmero
que ponen en su trabajo, sino porque arrastran tantos lastres que no llegas a
empatizar con la primera y no consigues entender al segundo.
- Mila Vasques:
Es la protagonista de la novela. Trabaja como inspectora de policía en el
Limbo, la oficina de personas desaparecidas situada en la sede del departamento
de la policía federal. Siete años atrás coincidió con el mismo equipo con el
que ahora va a trabajar y desde entonces sufre secuelas psicológicas, más allá
de las que ya arrastraba desde su infancia. Es curioso que siendo la
protagonista, es uno de esos personajes que no te caen bien. Carece de
empatía hasta límites enfermizos. En teoría, siendo una niña vivió una serie de
sucesos terribles que difícilmente hubiesen podido soportar muchas personas y
que forjaron su extraña personalidad. Desde entonces utiliza el miedo como un
recurso para su supervivencia.
- Simón Berish:
Uno de los agentes con mayor talento del país a la hora de interrogar a
delincuentes, ya que es capaz de conseguir que cualquier persona se abra ante
él y le confíe sus secretos más íntimos y personales. En la actualidad está
considerado un paria al sobrevolar la duda de que veinte años atrás se dejó
sobornar, aunque nunca se pudo probar nada. Sus años de aislamiento en un
despacho y sin responsabilidades le han llevado a convertirse en un
especialista en antropología. De él parte la suposición que le lleva al
razonamiento de que existe una hipótesis del mal, basada en un principio
antropológico, que consiste en que el bien y el mal no existen de manera absoluta,
porque en la mayoría de los casos, el bien de unos representa el mal de los
demás y viceversa, del mismo modo en que cuando una leona mata las crías de
otro animal para alimentar a su manada.
- Stephanopulos: (Steph), es el jefe superior directo de Mila
Vasques en el Limbo. Años antes trabajó como Jefe del Programa
de Protección de Testigos, donde conoció a los actuales peces gordos del
Departamento de Homicidios.
En un segundo nivel estarían
los jefazos del Departamento de homicidios de la Policía Federal: Joanna
Shutton: alias Su Señoría, es la jefa del Departamento y un par de
inspectores: Gurevich y Klaus Boris, siendo este último quien involucra a Mila
y Steph en la investigación confidencial y criminal cuyos sospechosos son
personas que han desaparecido varias décadas antes.
En el tercer nivel nos
encontraríamos con los sospechosos, personas que en su día fueron víctimas de
una situación o de algo que las obligó a desaparecer, cambiando su identidad y
que han vuelto al cabo de los años clamando justicia:
- Roger Valín:
El responsable de los asesinatos de la familia Belman. Llevaba desaparecido
diecisiete años, contando entonces con treinta, una vez que murió su madre de
una extraña patología que la mantuvo postrada durante muchos años. Trabajaba
como contable en una empresa de auditorías, en la que no había mantenido
relaciones con nadie y no tenía familia. Cuando vuelve a aparecer, lo hace como
asesino en masa.
- Nadia Nivelman: Ama
de casa, de treinta y cinco años. Esposa de un maltratador que la pegaba con
regularidad y que, a pesar de ser juzgado, fue declarado inocente. Desapareció
dos años antes y fue el último caso investigado por Eric Vincenti antes de su
propia desaparición. Vuelve para asesinar al que en su día se ocupó de la
defensa de su marido: Randy Philips y posteriormente se suicida lanzándose a
las vías del metro.
- Eric Vincenti: Antiguo
compañero de Mila, trabajaba con ella y Steph hasta su desaparición. Era un
melómano aficionado a escuchar ópera a todas horas, también era una persona profunda,
sensible y detallista, aunque con una debilidad: el alcohol. Vuelve para
asesinar a un usurero de cincuenta y cinco años de edad de origen árabe llamado
Harash y más conocido por su alias: “El sepulturero”. Lo más llamativo de su
actitud es que se deja ver adrede en un vídeo tomado por una de las cámaras
situadas en las calles adyacentes al lugar del crimen.
- André García: Fue
el primero de los desaparecidos, veinte años atrás. Un militar sin familia que
en su día abandonó el ejército debido a su homosexualidad. A raíz de una multa
de estacionamiento y como consecuencia de los consiguientes trámites, las
autoridades se enteraron de su desaparición. También la prensa que lo llevó a
sus portadas y lo convirtieron en un ejemplo, que después explotaron llegando a
encontrar seis casos similares más. Los llamaron Los insomnes porque la
única relación que encontraron entre ellos fue que tomaban somníferos para
dormir. Siempre consideraron que el responsable de estas desapariciones era un
tal Kairus, apodado también “El señor de las buenas noches”. Pero tal y como
nació la historia, poco tiempo después se silenció y el asunto se olvidó. Ahora
ha retornado como los anteriores y sus huellas dactilares han sido encontradas
en la cuerda con que se inmovilizó el cuerpo de un traficante al que
encontraron ahogado en un cuenco de agua para perros.
- Diana Müller:
Una adolescente con un trastorno obsesivo-compulsivo que cuando desapareció,
una mañana nueve años atrás mientras acudía al colegio, apenas contaba catorce
años. Su móvil dejó de funcionar ese mismo día, a las ocho y dieciocho minutos,
hasta el momento de su regreso en que se reactiva y Mila puede seguir la señal
localizada por el centro de control. La chica se encontraba en una casa
abandonada, próxima a su demolición, en una zona en construcción. En una de las
habitaciones, acompañada de un mar de inmundicia, se encontró con el cadáver de
la muchacha, que llevaba pudriéndose más de un año. Pero no estaba sola, porque
alguien en la sombra la vigilaba y cuando se encontró acorralado, aprovechó
para quemar la casa antes de huir.
- Camilla
Robertson: Años antes de conocer al
que hoy es su esposo –un pastor de la iglesia baptista- y padre de sus cinco
hijos, estuvo a punto de caer en las redes de Kairus, cuando apenas contaba
dieciséis años y siendo una inadaptada que había sido abandonada por su madre a
manos de su abuela, que no la trataba precisamente bien. La policía da con ella
porque presentó una denuncia contra Kairus, cuando nueve años después volvió a
intentarlo y cuando Mila Vasques y Simón Berish la interrogan, les da la pista
de cómo Kairus contacta con ellos y el modo en que les convence, haciéndoles ir
a la habitación 317 del Ambrus Hotel.
- Sylvia: La
única testigo que vio la cara a Kairus, el Señor de las buenas noches. Poco
después, a pesar de estar sometida a estrecha vigilancia y siendo responsable
de la misma el propio Simón Berish, también desapareció.
- Michael Ivanovich:
Desapareció a los seis años y ha vuelto para matar. Padece una enfermedad
congénita llamada situs inversus, que consiste en que los órganos torácicos y abdominales
están invertidos. También es pirómano.
- Kairus:
Aunque es llamado por más de mil maneras, su alias más repetido es el de “El
señor de las buenas noches” o “El encantador de almas”. Es el causante de la
desaparición de muchas personas a lo largo de más de dos décadas con el acicate
de prometer, a cada uno de ellos, una nueva vida. Mediante una vieja fórmula que
no por mucho repetida dejó de ser eficaz: “¿Te gustaría tener una nueva vida?”,
sus víctimas acudían a la habitación 317 del Ambrus Hotel para no volver a ser
vistas.
EL
ESCENARIO:
Llamarme
loca, pero mi necesidad de poner nombre al lugar en el que transcurren los
hechos –porque no se cita ni por error- me ha llevado a indagar en internet
sobre determinadas situaciones que se daban en la trata. No se trataba ya de
poder incluir esta reseña en la Yincana Criminal a toda costa, porque
tengo otros libros esperando que bien podrían ocupar el espacio de este, sino
porque desde el principio me pareció extraño que el autor nunca citara el
nombre de la ciudad. De ese modo, reparé en que uno de los desaparecidos era un
niño que tan sólo tenía seis años en el momento de su “volatización” y que
durante dieciocho meses su foto se mostrara en los cartones de leche para que
cada familia de un país determinado se desayunase todas las mañanas con su
imagen y la memorizase, al mismo tiempo que su secuestrador se sintiera
acosado. Pues bien, como os he comentado, miré en Google en qué sitios se
llevaron a cabo estas prácticas y de entre todas las posibles y tras hacer una
criba, supe que esta técnica de búsqueda masiva la inventaron en Nueva York los
padres de otro niño de seis años que desapareció el mismo día en que le dejaron
ir sólo a la parada de su ruta escolar. Así que, al menos, me quedé tranquila
porque si la ciudad hubiese sido europea, me hubiese dado un poco de coraje,
pero teniendo en cuenta que era norteamericana, siendo el escritor de
nacionalidad italiana que era donde pretendía encajarlo, la cosa quedó
minimizada.
Además,
Michael Ivanovic, el desaparecido, padecía una enfermedad congénita llamada situs
inversus, que afecta a 1/10.000 nacimientos y consiste en que los órganos
torácicos y abdominales están invertidos. También me informé sobre la
enfermedad, de la que no sabía nada y me pareció interesante, pero tampoco
podía hacer gran cosa porque puede darse en cualquier parte del mundo.
Al
final, en los agradecimiento, el autor hace alusión a la persona que le inspiró
el papel de Mila Vasques, que no es otro que el agente Massimo de la comisaría
de Roma, pero no me pareció una razón suficiente, porque uno se puede inspirar
en cualquier persona, sea de dónde sea y desarrollar una novela basándose en
ella en cualquier lugar del mundo ¿no?. Así que nada, me quedo con algunas
intuiciones y ya veremos quien ocupa el lugar en el que pretendía encajar esta
magnífica historia.
CONCLUSIONES:
Llegados
a este punto, no puedo hacer más que recomendaros esta novela. Que no os
desmotiven sus casi quinientas páginas, porque se leen en un suspiro y eso que
no hay un solo párrafo o un diálogo que pueda considerarse prescindible. Con
una prosa impecable, la novela está perfectamente hilada y es muy amena, ya que
la tensión no decae en ningún momento y continuamente te vas asombrando, página
a página. Los personajes están muy bien caracterizados; de hecho, me ha
sorprendido el modo en que el autor nos hace partícipes de cada una de las
historias de las víctimas y los desaparecidos y el modo en que nos describe la
personalidad del tándem Vasques-Berish, a lo que habría que añadir la atmósfera
de horror y misterio que nos va embaucando desde el principio, para llegar a un
final que no deja indiferente a nadie. Os lo aseguro.
Ana,no he leído la reseña detenidamente porque tengo previsto leer "Lobos" y "La hipótesis del mal" Aunque me queda claro que te ha sorprendido y te ha gustado.
ResponderEliminarYo estoy terminando "Eñ tribunal de las almas" de Carrisi también, aunque no pertenece a la misma serie de las otras dos y me está gustando muchísimo.
Muchas gracias,cuando lea esta novela prometo volver.
Un beso.
Yo también quiero leer los dos libros anteriores. "Lobos", porque es una primera parte de éste (aunque son autoconclusivos) y "El tribunal de las almas" por todo lo bien que me han hablado de él.
EliminarHola Kayena, acabo de leer tu reseña, no había oído hablar ni a la autora ni tampoco sus novelas, pero tomo buena nota, desde luego no pienso perdérmela.
ResponderEliminarUn beso
No pinta mal. Lo tendre en cuenta.
ResponderEliminarSaludos
De acuerdo contigo en que este es un libro para recomendar encarecidamente. Por cierto, mi reseña la hice ayer mismo, casi coincidimos :D
ResponderEliminarLo que mas me fastidia es no poder incluirlo en la yincana, arrrrggggggg
Besos
Ayer estuve muy liada y apenas me conecté, pero ahora mismo voy a leer tus impresiones sobre la novela.
EliminarY bueno, lo de no haber podido incluirla en la yincana, pienso como tú, pero no te imaginas la atención que presté al tema de los escenarios por si acaso, pero está claro que Carrisi lo ha hecho adrede. Pero se lo perdonamos ¿verdad? porque la novela es una gozada.
Se lo perdono, aunque hay pistas que a mi también me llevan a pensar en alguna gran ciudad americana, por descartes.
EliminarTe recomiendo que leas Lobos, en cuanto puedas, y ya me cuentas
Besos
Ya le tengo echado el ojo a esta novela, pero aunque no sea necesario, empezaré por la primera parte ,Lobos, pues también me parece interesante. ..
ResponderEliminarBss
Esta semana lo reseñe y veo que más o menos estamos de acuerdo. Una buena lectura y también con ganas de leer su anterior, Lobos.
ResponderEliminarSaludos
Pues ahora mismo voy a mirar, que últimamente me despisto mucho.
EliminarYa la tenía fichadita que estoy viendo buenas opiniones de esta novela. Lo que sí voy es a subirle puestos, que tu reseña me ha dejado con muchas ganas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Tomo nota, porque la verdad es que no la conocía. Un beso!
ResponderEliminarMenuda pinta! Me lo llevo todo apuntadito a leer ya ! Gracias por el descubrimiento!
ResponderEliminarbesos
¡Hola!
ResponderEliminarPues la verdad es que no lo conocía y así, de buenas a primeras, no me llamaría mucho; pero tras leerte puede que le de una oportunidad.
Un beso<3
Parece interesante...
ResponderEliminarPues no he leído nada de este autor, pero me queda claro que debo hacerlo en breve.
ResponderEliminarBesos.
Me la llevo a ver si la puedo encajar en la yincana! Besos!!
ResponderEliminarHola guapa!
ResponderEliminarNo lo conocía, pero pinta bien, así que me lo llevo anotado. Besotes
No lo conocía pero después de leer tu reseña puede que lo lea algún día ^^
ResponderEliminarUn besito ❤
No he leído nada del autor, tendré presente tu recomendación por si me tropiezo con este libro.
ResponderEliminarUn beso.
Parece una historia adictiva, pero 500 páginas en este momento se me hacen imposibles de asumir: quizás en vacaciones... 1beso!
ResponderEliminarTiene una pinta estupenda, ademas me encanta el género. Besosw
ResponderEliminarPues tiene muy buena pinta, parece una lectura maja... la tendré en cuenta =)
ResponderEliminarBesotes