Título: EL GUARDIÁN INVISIBLE
Autora: Dolores Redondo
Editorial: Destino
ISBN: 978-84-233-4198-6
Páginas: 440
Páginas: 440
Colección: Áncora & Delfín
Presentación: Rústica con solapas
Creo que a estas alturas, a nadie voy a sorprender
hablando de esta novela que, desde el momento de su publicación en enero de
2013, se convirtió en todo un éxito de ventas con el consiguiente boom en la
blogosfera, hasta el punto de que lo dejé de lado, esperando el momento en que
el furor amainara y así poder leerlo sin que las altas expectativas que generó
me afectasen para mal, como suele ocurrir con más de un bestsellers.
Y si a eso le añadimos que tengo la firme intención
de superar uno de los retos a los que me apunté a principios de año, 12 meses, 12 libros, en el que su
organizadora nos insta a leer aquellos libros que llevan durmiendo en nuestras
estanterías más de un año, ¿qué mejor que este ejemplar para poner otro granito
de arena y que Carmina no la tome
conmigo?
LA AUTORA:
Sobre la autora,
a continuación os transcribo la biografía que nos brinda la editorial en la
solapa interior:
Dolores Redondo (Donostia-San Sebastián, 1969) estudió
Derecho y Restauración gastronómica, y durante algunos años se dedicó a
distintos negocios. Comenzó escribiendo relatos cortos y cuentos infantiles, y
la novela Los privilegios del ángel.
Vive en la ribera navarra, donde ya está escribiendo su próxima obra con la
inspectora Amaia Salazar como protagonista y que es la segunda entrega de su
trilogía del Baztán. El guardián invisible es ya un fenómeno editorial con su
próxima publicación en diez lenguas y la venta de los derechos cinematográficos
al mismo productor que apostó por la trilogía Millennium, de
Stieg Larsson.
ARGUMENTO:
Aunque
normalmente cuando escribo una reseña suelo redactar mi propia sinopsis, en
esta ocasión prefiero transcribir la realizada por la editorial, ya que plasma
los aspectos más significativos de la historia sin desvelar datos esenciales que
puedan fastidiar el interés de futuros lectores:
«Ainhoa Elizasu fue la segunda víctima del basajaun, aunque entonces la prensa todavía no lo llamaba así. Fue un poco más tarde cuando trascendió que alrededor de los cadáveres aparecían pelos de animal, restos de piel y rastros dudosamente humanos, unidos a una especie de fúnebre ceremonia de purificación. Una fuerza maligna, telúrica y ancestral parecía haber marcado los cuerpos de aquellas casi niñas con la ropa rasgada, el vello púbico rasurado y las manos dispuestas en actitud virginal.»
En los márgenes del río Baztán, en el valle de Navarra, aparece el cuerpo desnudo de una adolescente en unas circunstancias que lo ponen en relación con un asesinato ocurrido en los alrededores un mes atrás.
La inspectora de la sección de homicidios de la Policía Foral, Amaia Salazar, será la encargada de dirigir una investigación que la llevará devuelta a Elizondo, una pequeña población de donde es originaria y de la que ha tratado dehuir toda su vida. Enfrentada con las cada vez más complicadas derivaciones del caso y con sus propios fantasmas familiares, la investigación de Amaia es una carrera contrarreloj para dar con un asesino que puede mostrar el rostro más aterrador de una realidad brutal al tiempo que convocar a los seres más inquietantes de las leyendas del Norte”.
IMPRESIONES:
Os comentaba al principio que nada más publicarse
este libro llegué a sentir un auténtico empacho al ver la blogosfera cuajada de
reseñas poniéndolo por las nubes, en la mayoría de los casos, hasta el punto de
dejarlo apartado esperando que se me pasasen los efectos, no fuese que las
altas expectativas me cegaran para mal. Y si al efecto blogosfera se añadía la
gran campaña de promoción realizada por la editorial semanas antes de que viese
la luz novela, que en cuestión de pocos meses no sólo consiguió que se
vendieran más de cien mil ejemplares, sino que vendieron los derechos de
traducción a diecisiete países, así como los cinematográficos a Peter Nadermann,
el productor de la trilogía Millennium, de Stieg Larsson, estaba claro que nos
encontrábamos ante todo un fenómeno literario que, en nuestro país, no suele
darse muy a menudo.
No negaré que El guardián
invisible me
pareció, a simple vista, una novela atractiva en cuanto a argumento. En
principio, aunque soy lectora de todos los géneros, la novela negra me seduce
más que cualquier otro género exceptuando la histórica. Y ahí me llevé el
primer palo, porque me la vendían como negra y lo que se dice negra, no lo es
mucho. Pero bueno, no todas tienen por qué serlo, también me atraen las
policíacas y esta, en ese sentido, sí puede catalogarse como tal. A fin de
cuentas, todo comienza con un asesinato que enseguida se relaciona con otro
anterior por el modus operandi en que se desarrollan y por cómo se descubren
los cadáveres. Y todo apunta a que el actor de ambos es un asesino en serie. Si
a eso le añadimos ciertas dosis de misterio relacionados con la mitología vasca
y un entorno precioso, pues estupendo, porque ya tiene todos los ingredientes
para gustarme.
El
problema que he encontrado es que a medida que iba leyendo, las sensaciones que recibía no me convencían
del todo, pues se trata de una novela veleidosa por momentos. No acierto a
dilucidar si es por una cuestión semántica, ya que la prosa utilizada es
demasiado sencilla en cuanto a la construcción de sus frases y yo esperaba algo
más o porque -dejando de lado el género de la novela, que en principio creía
negra pero que se queda en policíaca como comenté anteriormente-, flojea
bastante en lo referente a la investigación de los asesinatos que en algunos
momentos parece secundaria.
También es verdad que he
encontrado otros aspectos por los que la lectura se me ha hecho amena. Me
refiero a todo lo que rodea a la familia de Amaia Salazar, con la que se
reencuentra al trasladarse a su pueblo natal, Elizondo, ya que es allí donde se
han producido los asesinatos que tiene que investigar. Aparentemente, Amaia es
una mujer fría, dura e inteligente que al estar rodeada de hombres en su
trabajo parece que tiene que demostrar su valía continuamente,
independientemente de su experiencia y formación más que esmerada (licenciada
por el FBI entre otras lindezas), algo que me ha parecido un cliché puro y
duro, aunque no el único de la novela.
En cuanto a los
personajes, Amaia Salazar es la protagonista indiscutible y la mejor dibujada.
Arrastra un fuerte trauma de la infancia que desde entonces le quita el sueño y
que al volver a Elizondo se intensifica, aunque no por ello dejará de intentar,
al menos, rehuir los machetazos de la memoria. Después estaría su núcleo
familiar en el que todos parecen esconder algo: sus hermanas Flora y Rosaura –la
noche y el sol en cuanto a personalidades, ya que una es dominante y subestima
todo lo que se menea y la otra es una pobre infeliz a la que le ha costado Dios
y ayuda tomar las riendas de su vida primero por haberse casado con un
frescales y después al separarse de él- y su tía Engrasi, una afable anciana
cuyo único aliente es el de mantener a la familia unida a pesar de las eternas
riñas familiares entre las hermanas. Respeta las tradiciones y la mitología de
su tierra y es echadora de cartas. Sin embargo, los hombres de la familia, así
como el esposo de la investigadora –demasiado pluscuamperfecto para mi gusto- o
los compañeros de trabajo de esta, quedan bastante desdibujados.
Aunque os comenté
anteriormente que la prosa de Dolores Redondo me pareció bastante sencilla, que
abusa de oraciones bimembres cuyo nexo suele ser una proposición adversativa
que acostumbra a corregir a otra, tiene el aliciente de que los adornos
innecesarios brillan por su ausencia y dan agilidad al relato. Los diálogos son
también bastante sencillos y en ocasiones irrelevantes, destacando más las
descripciones. Dividida en cuarenta y tres capítulos, la historia está narrada
en tercera persona por un narrador omnisciente de manera cronológica y lineal,
aunque de vez en cuando, en algunos capítulos, distinguiremos unos párrafos en
cursiva donde la autora nos remitirá a un momento decisivo de 1989 cuando la
protagonista era tan sólo una niña: un suceso que la estigmatizó para siempre y
que nos permitirá entender las razones de esas pesadillas recurrentes.
De cualquier modo, hay
dos aspectos de esta novela que me han gustado por encima de todo lo demás:
- Por un lado, la vuelta
de Amaia Salazar a su Elizondo natal me ha permitido disfrutar de estos bellos
parajes a los que me encantaría volver algún día. Ese pueblo señorial situado
en el centro del Valle del Baztán que apenas supera los tres mil habitantes es
el marco elegido para que se desarrolle la acción. Y junto a la protagonista
hemos paseado por sus calles y admirado sus edificios, disfrutado de su
gastronomía y de sus costumbres.
- Por otro lado estaría el
tema de la mitología vasco-navarra. No negaré que me daba cierto reparo
comprobar cómo se las apañaría la autora en este sentido sin pecar de
fantasiosa. Y la verdad que no ha estado nada mal. Yo sabía poco acerca de las
leyendas de estas tierras, -recuerdo que Inma Chacón ya nos habló de Mari en su
novela Tiempo de Arena- y me atrajo enormemente el tema de las brujas,
pero no puedo negar que la figura que más me ha atraído es la del basajaun, por
lo que representa y que lógicamente me negaba a creer que pudiese tener algo
que ver con la maldad que representaba el que alguien lo hubiese relacionado
con los asesinatos.
ENLACES DE INTERÉS:
Blog oficial de Dolores Redondo
Si
quieres leer el primer capítulo de la novela, pincha en este enlace.
Booktrailer de la novela:
CONCLUSIONES:
El guardián invisible es una novela interesante en cuanto a
escenarios y por todo lo que rodea a la familia de Amaia Salazar, en particular
la profundidad con la que se abordan ciertos sucesos del pasado que hostigan a
la protagonista o el turbador ambiente que se respira en Elizondo, la pequeña
localidad navarra, situada en pleno Valle del Baztán, que bucea entre lo
onírico y lo ilusorio, aunque lo referente a la investigación de los asesinatos
me ha parecido más flojo, quedando desdibujado en algunos aspectos.