DATOS TÉCNICOS:
Título: LA
TRISTEZA DEL SAMURÁI
Autor: Víctor
del Árbol
Editorial: Alrevés
ISBN: 978-84-15098-19-5
Páginas: 416
Presentación: Rústica
con solapas
Conocí a Víctor de Árbol por su novela Respirar por la herida, la cual me pareció fascinante hasta el punto de convertir al
autor en ese momento y con sólo ese libro en uno de los pocos a los que seguir muy
de cerca. Pero claro, a la espera de una nueva novela, ¿por qué no leer la
anterior, de la que ya había leído unas cuantas reseñas en las que se hablaba
de ella en los mismos términos que yo lo hacía? No suelo hacerlo, lo reconozco.
En ocasiones me da pereza, en otras un cierto recelo, dado que a un autor en
sus primeras novelas se le presume una evolución y a mi, en particular, no me
gusta ir hacia atrás. Pero llegó la oportunidad de la mejor de las maneras
posibles: el pasado mes de mayo asistí a la presentación de Respirar por la herida en la Librería La Central de Callao, donde el autor iba a dar una
charla-coloquio sobre su último trabajo mediante una exposición amable y
distendida. No voy a negar lo mucho que disfruté, ya que me permitió conocer
más a fondo su método de trabajo, establecer paralelismos entre la trama de la
novela y el cine y, por supuesto, al autor.
EL AUTOR:
Víctor del
Árbol, nacido en Barcelona en 1968, fue funcionario de la Generalitat desde
1992 hasta 2012. Cursó estudios en Historia en la Universitat de Barcelona,
colaboró dos años como locutor y colaborador en el programa radiofónico de
realidad social «Catalunya sense barreres» (Radio Estel, ONCE).
Como escritor fue finalista
del VIII Premio Fernando Lara en 2003 con El abismo de los sueños (no
publicada) y ganó el Premio Tiflos de Novela en 2006 con El peso de los muertos.
En 2011 publicó La tristeza del samurái (Editorial
Alrevés), que ha sido un éxito nacional e internacional. Traducida a una decena
de idiomas y best seller en Francia, cuenta con el reconocimiento
de la crítica y de numerosos premios. Entre ellos, Le Prix du polar Européen 2012 a la mejor novela negra europea que
otorga la prestigiosa publicación francesa Le Point en el festival de
Novela Negra de Lyon, galardón que obtuvieron, en anteriores ediciones, Philip
Kerr y Arnaldur Indridason, entre otros.
ARGUMENTO:
El asesinato de Isabel Mola, en Mérida en 1941, marca el
punto de partida de esta encarnizada historia donde el abuso del poder y la
culpa son los ingredientes necesarios para un caldo que se cuece a lo largo de
cuatro décadas.
Allí viven los Mola, Isabel, Guillermo y sus
dos hijos. No son precisamente un matrimonio bien avenido, pues ella tiene un
amante y a su vez conspira contra el franquismo. Él, Jefe de Falange
provincial, con un afán de poder que no tiene medida, ha sido capaz de fingir
un atentado contra sí mismo y endosárselo a su esposa. Vive rodeado de esbirros,
entre los que destaca Publio, un hombre que hace, deshace y compra voluntades a
precio de saldo; a fin de cuentas, ellos son los ganadores de una guerra que
todavía no ha dicho su última palabra y nadie quiere volver a pasar por lo
mismo, bastante tienen con recomponer un mundo fragmentado donde las tropelías
y los abusos están a la orden del día.
Por eso, cuando el cadáver de Isabel aparece
en una cantera, nadie se plantea gran cosa. Eso si, se abre una investigación y
el tutor de su hijo pequeño es juzgado y condenado a pena de muerte. Después
Guillermo será ascendido y trasladado a Barcelona; su hijo mayor, tras un encontronazo
con él será enviado a Rusia, con la División Azul y el pequeño ingresado en un
psiquiátrico.
Cuarenta años después, en la Barcelona previa
al intento fallido de Golpe de Estado perpetrado por algunos mandos militares y
un grupo de guardias civiles encabezados por Antonio Tejero, María Bengoechea
iniciará una investigación en la que tendrá que aclarar los sucesos ocurridos
en Mérida, sin saber hasta qué punto su familia estuvo implicada en los hechos
acaecidos. Y es que su conciencia no pudo resistirse a la idea planteada por su
ex marido y su superior en el CESID al sentirse en deuda con César Alcalá, un
policía al que cinco años antes llevó a la cárcel al atender la defensa de un
confidente que sufrió torturas por su parte, dejándole a un paso de la muerte.
IMPRESIONES:
Dicen que en el amor y en la guerra todo
vale, pero siempre queda un perdedor. Y creemos que por amor se puede hacer
todo y de todo, desde lo más intrépido a lo más despreciable, pero no es lo normal
ni siquiera lo necesario, porque si el amor necesita de semejantes sacrificios,
seguro que no lo es tanto. Sin embargo, por odio, el ser humano tiene una
especial capacidad para dejarse el resto, pues pierde el norte sin pararse a
meditar que quizás sea el sentimiento más improductivo y yermo que se puede
albergar, ya que no genera nada y sólo engendra más odio.
Pues bien, esta novela trata de eso y de
mucho más. El odio, junto con la culpa, está presente en casi todas sus páginas
y es capaz de emponzoñarlo todo. Y es que la historia, con sus vaivenes en
forma de saltos en el tiempo, se desarrolla a lo largo de cuatro décadas: desde
que en 1941, en plena postguerra, fuese asesinada Isabel Mola, hasta que en
1981 se consigue cerrar el círculo como consecuencia de la investigación
llevada a cabo por María Bengoechea, una abogada que años antes consiguió que un
juez declarase culpable a un policía acusado de torturar a un confidente y que
aún cumpliendo con su deber, en su fuero interno sabía que no se hizo justicia
con él.
Pero antes que nada, voy a daros una idea
muy general de cómo son los personajes que se dan cita en esta novela:
Isabel:
Esposa de Guillermo Mola
y madre de Fernando y Andrés. Mantiene una relación extramarital en el momento
en que se produce su asesinato, sin saber que precisamente el hombre del que
está enamorada es un esbirro de su marido y será él, precisamente, su verdugo. Es la piedra angular sobre la que se asienta la
trama de la novela.
Guillermo
Mola: Esposo
de Isabel y padre por tanto de Fernando y Andrés. En 1941 era el Jefe de
Falange en Badajoz. Para granjearse el favor de las altas instancias del Estado
finge un atentado que le posibilitará un ascenso y su traslado a Barcelona. Es
él quien decide, sin reservas, la ejecución de su esposa.
Fernando
Mola: Hijo
de Isabel y Guillermo, es el primogénito de los hermanos. Tras la muerte de su
madre tiene la osadía de enfrentarse a la tiranía de su padre en un momento
puntual y éste no duda en hacer que lo destinen a Rusia, donde luchará en la
División Azul. Allí conocerá a Pedro Recasens, testigo de la muerte de su madre
y perjuro en el juicio contra Marcelo Alcalá.
Andrés
Mola: El
menor de los hijos de Isabel y Guillermo. Cuando asesinan a su madre, apenas
cuenta con diez años y una discapacidad psíquica de la que se desentiende su
progenitor una vez muerta la esposa, encerrando al niño en un psiquiátrico.
Marcelo
Alcalá:
profesor del pequeño de los Mola, Andrés, es viudo y tiene un niño de la misma
edad al que educa: César. Está enamorado platónicamente de Isabel y le
imputarán su asesinato a pesar de no haberlo cometido, por el que será juzgado
y condenado a pena de muerte.
César
Alcalá: Hijo
de Marcelo y padre de Marta. Inspector de Policía al que María Bengoechea
consigue encarcelar, por torturar a Jesús Ramoneda, un confidente de la policía
que le ofrece datos sobre su hija secuestrada, aunque sin decirle en lugar en
el que se encuentra.
Marta
Alcalá: Hija
de César, es secuestrada siendo una adolescente para expiar las culpas que no
cometió su abuelo. Durante los años que dura su cautiverio, es vejada y violada
sin descanso.
María Bengoechea: Abogada y
protagonista de la novela. En mayo de 1981, cuando termina la investigación que
lleva a cabo para esclarecer el secuestro de la hija de César Alcalá y el
origen del mismo, tiene treinta y cinco años. Es hija de Gabriel Bengoechea.
Gabriel Bengoechea: Padre de María,
en la actualidad es viudo como consecuencia del suicidio de su esposa. Durante
su juventud vivió en Mérida y trabajó como forjador para los Mola; de hecho, él
fue el artífice que confeccionó “la tristeza del samurái”, la katana que
regalan al pequeño Andrés.
Aunque hay una protagonista clara en la
novela, María Bengoechea y otra en la sombra, Isabel Mola, el resto de
protagonistas tienen un peso muy específico y todos tienen algo que aportar a la
trama. Y dado que no quería extenderme, me he dejado en el tintero unos cuantos
secundarios que merecen estar entre los protagonistas, como Publio, Pedro
Recasens o Lorenzo (marido de María) que, como los anteriores, están
perfectamente definidos.
Los
escenarios están perfectamente descritos, pues otra de las habilidades del
autor es la de comportarse como un excelente paisajista, capaz de transmitirnos
su técnica a la hora de plasmar en el lienzo no sólo los lugares en los que
transcurren las diferentes tramas con todo lujo de detalles y con una
envidiable perspectiva, sino que nos permite captar la atmósfera que se vive en
cada situación. La acción se sitúa principalmente entre Mérida y Barcelona,
pero a veces se desplaza, bien a San Lorenzo –una pequeña aldea barcelonesa,
donde vive el padre de María- o Sant Feliú de Guixols, donde la abogada tiene
una casa en la playa.
Con una
construcción arriesgada, por la alternancia de personajes y situaciones que en ella
se dan cita, no ha dejado de deslumbrarme la manera en que el autor consigue
mantener la llama del suspense, sin que decaiga en ningún momento. A su estilo
impecable y su fuerza narrativa hay que añadirle un lenguaje elegante, sutil y,
sin embargo, cercano. Aunque ya os comenté anteriormente la indudable solvencia
de Víctor del Árbol a la hora de describir paisajes, su punto fuerte son las
descripciones de los personajes. Pocos autores conozco que sean capaces de
hacer semejante disección de la psique humana y mostrarnos un elenco tan
variado en cuanto a comportamientos y personalidades. Ayudan a este
pormenorizado análisis del alma humana los diálogos, que con una cierta pátina
de aparente naturalidad nos invitan a descubrir el indudable talento del autor,
capaz de ponerse en la piel de cada uno de ellos.
La
tristeza del samurái es una
historia intensa, enrevesada e impresionante en la que las tres máximas
imprescindibles para que una novela triunfe se dan la mano: un estilo elegante
e intachable, una trama incontenible y unos personajes atractivos e indelebles.
Además, se presta a más de una reflexión, ya que lleva implícitos unos
ingredientes irrefutables: la culpa, ambición, sed de poder, venganza, etc.
Etc.
ENLACES DE INTERÉS:
Web oficial de Víctor del Árbol
Facebook de Víctor del Árbol
Twitter de Víctor del Árbol
Booktrailer de la novela:
CONCLUSIONES:
Leer La
tristeza del samurái es como tirarse al abismo y, una vez que te lanzas, no
saber cuando volverás a hacer pie. Hay que prepararse para lo que nos espera, ya
que el trayecto está henchido de complicadas cabriolas que te deslumbrarán por
la capacidad del autor para hilar historias paralelas que se van alimentando
entre ellas. Eso si, el resultado, cuando todo se aclara, te dejará un poso de
conmiseración indeleble por un lado y la satisfacción de haber participado como
testigo mudo de una historia tan triste como espectacular por otro.