DATOS PRÁCTICOS:
Título: EL
VERANO DE LOS JUGUETES MUERTOS
Autor: Toni Hill
Editorial: Debolsillo
Colección: Bestseller
ISBN: 978-84-9989-104-0
Páginas: 364
Presentación: Rústica
sin solapas
Nos encontramos en la recta final de este mes dedicado a la novela
negra, policíaca y de misterio y tengo que reconocer mi buena suerte a la
hora de elegir lecturas. Hoy vengo con una a la que tenía muchas ganas, pues no
es precisamente una novedad, pero si la primera de un autor que en su bautizo
literario en el complicado género de la novela negra no lo podía haber hecho
mejor. Y es que últimamente me ha dado por reseñar “óperas primas”, ya que son
varias y prácticamente encadenadas las primeras novelas que he leído de
diferentes autores, aunque en el caso de Toni Hill, me consta que no se ha
quedado ahí y ya hay una segunda parte, que abordaré en cuanto pueda. Pero
bueno, ya era hora de empezar la casa por los cimientos y no leer sin orden ni
concierto como acostumbro.
El caso es que he disfrutado mucho con esta novela y ya tengo fichado
a un nuevo detective: Hector Salgado, que me temo dará mucho que hablar junto a
su compañera, la agente Leire Castro.
EL AUTOR:
Toni Hill (Barcelona, 1966) es licenciado en psicología. Durante
diez años se ha dedicado a la traducción literaria, colaborando con editoriales
en diferentes ámbitos. Entre otros, ha traducido a los siguientes autores: David Sedaris, A. L. Kennedy, Jonathan Safran Foer,
Peter May, Glenway Wescott, Rosie Alison y Rabbih Alameddine.
Autor de dos novelas hasta la fecha, El verano de los
juguetes muertos es la primera de ellas, siendo la segunda, Los buenos
suicidas, continuación de ésta.
ARGUMENTO:
El
inspector de los Mossos d'Esquadra Héctor Salgado no está pasando su
mejor momento, tanto en lo personal como en lo laboral. Al hecho de que la
relación con su ex mujer y su hijo se ha enfriado tras su separación, habría
que añadirle el que ha sido apartado del servicio por haber perdido los nervios
ante un detenido al que ha atacado con virulencia.
Cierto es
que el individuo estaba implicado en una red de prostitución ilegal que
traficaba con menores, pero estos arranques de ira no son de recibo y él lo
sabe. En comisaría también. Por ello y mientras intentan buscar una solución, ya
que el fulano pretende negociar antes de presentar cargos, en principio le han
dado vacaciones forzosas y una vez incorporado y para tenerle entretenido
mientras resuelven el caso anterior, su superior, el comisario jefe Savall, le
ha encargado un caso en apariencia irrelevante para que, de manera
extraoficial, investigue la muerte de un joven - Marc
Castells- que, al
parecer, cayó desde la ventana de su buhardilla. Es un favor que Savall le debe
a una vieja amiga, la madre del muchacho, Joana Vidal que no está conforme con la versión oficial y
pretende que no se le de carpetazo al asunto sin investigar a fondo. Para ello,
Salgado contará con la ayuda de la agente Leire Castro, una gran promesa en cuanto a expediente
académico pero todavía novata.
Los hechos
ocurrieron la noche de San Juan. El muchacho, junto con dos amigos de la
infancia –Aleix y Gina-, celebró una fiesta en casa. Cenaron y bebieron
bastante. Por lo que se pudo deducir de los primeros interrogatorios, Aleix se
marchó el primero de la casa y Gina se fue a dormir a la planta de abajo
bastante perjudicada por el alcohol. Marc se quedó fumando sentado en el
alféizar de la ventana. El cadáver fue descubierto a la mañana siguiente…
IMPRESIONES:
No hay
nada mejor que leer una novela conociendo el lugar donde transcurre la historia
–aunque no sea ni el de tu origen ni vivas en él, como es mi caso- pero que
seas capaz de reconocerlo gracias a las descripciones del autor. Si además, el
momento es el mismo, mejor que mejor. Y es que esta novela transcurre a finales
de un mes de junio cualquiera, en una de la ciudades españolas más recurrentes del
llamado género negro mediterráneo. Y no es tontería, porque de ese modo
entiendes los sofocos de los policías, el clima agobiante en el que se
desarrolla la acción. Nada que ver con esas novelas nórdicas donde los rigores
del invierno parecen empañarlo todo, dando lugar a que sus escenarios nos
parezcan en muchas ocasiones irreales por su frialdad, lo cual unido al álgido
carácter de sus personajes, nos dejan un sabor agridulce, por no decir
indiferentes por muy criminales que sean sus protagonistas y nos ofrezcan la
gama más extensa de atrocidades que se les puedan ocurrir a sus autores.
Y es que
Barcelona es el entorno idílico donde se desarrolla la acción. Y digo idílico
porque después de tanta novela negra extranjera, me he vuelto a sentir como en
casa, paseando de la mano de Toni Hill por el Paseo Marítimo de la capital
catalana, L’Eixample y el Poblenou o apreciando las marcadas diferencias entre
el Raval y Pedralbes. Y todo a partir del veinticuatro de junio, fecha en que
ocurre el terrible “accidente” que lleva aparejada la muerte de Marc Castell,
un verano en el que luce un sol de justicia que provoca unas temperaturas lo
suficientemente altas y que unidas a la humedad, puede ser, como poco,
desequilibrante.
Y
posiblemente, en ese estado descompensado por la situación personal y laboral,
me ha gustado mucho la manera en que se nos presenta al inspector Salgado, al
que su jefe encarga un caso que aparentemente ya está resuelto. Se limita a
cumplir como un burócrata, pues sus sentidos están en el otro caso, que es el
que realmente le tiene obsesionado y tendrá que ser Leire, su ayudante, la que sepa
ver las costuras y vaya más allá en las indagaciones, sacando a pasear su
instinto.
Y es que los personajes están muy bien definidos, teniendo
en cuenta que formarán parte de una colección. Es decir, del protagonista nos
podemos hacer una idea clara de su personalidad pues hay párrafos enteros
dedicados a este fin. Sabemos que es de origen argentino, pero lleva los suficientes años en
la ciudad como para haber echado raíces. Es un hombre tranquilo, respetado y
querido por sus compañeros Además, el hecho de que tenga
que acudir al psicólogo por obligación nos da pie a que seamos conscientes
incluso de sus vivencias infantiles que, en cierto modo, han forjado su
carácter, pues sus fantasmas interiores salen a la luz. Pero si digo que hay
que tener en cuenta que es una saga es porque el resto de su entorno (personal
o laboral), está todavía algo desdibujado y se percibe que, poco a poco, iremos
entendiéndoles mucho más, pues son un grupo muy compacto. Lógicamente, del
resto de secundarios (todos los que de algún modo están implicados en la muerte
de Marc Castell), nos ofrece Toni Hill toda serie de detalles y pone en
evidencia a la alta burguesía barcelonesa, ya que el entorno de la víctima
pertenece a esa clase social de tacha inmaculada que nada entre los privilegios
y la hipocresía más excesiva
y que son capaces de encubrir la podredumbre más absoluta.
Pero como si
estos ingredientes no fuesen suficientes, en la novela nos encontramos además con
una trama de fondo que se solapa, la de la prostitución de chicas africanas que
dejó al policía apartado del caso al perder los estribos. Aquí los sospechosos
son otros, también el ambiente en que se mueven, dando lugar a una pluralidad
de materias poco común en una única novela.
La trama va de menos a más. Como decía anteriormente, el
inspector Héctor Salgado no está muy motivado para llevar la investigación
encargada a buen puerto y la ayuda de Leire Castro, una mujer que a pesar de su
juventud tiene las ideas muy claras y mucho talento para desarrollarlas, será
fundamental. Poco a poco y tirando de hilos, las pesquisas darán un giro, pues
las explicaciones dadas por los amigos de Marc Castell –Alex Rovira y Gina
Martí- no acaban de ser convincentes, tampoco la personalidad de Aleix ayuda mucho, al presentarse
como un manipulador nato. Y las cosas cambiarán de manera contundente cuando Gina
aparece muerta y todo parece indicar que se trata de un suicidio. Y las pistas
siguen surgiendo y lo que sale a la luz es francamente demoledor.
El estilo
es cercano y el ritmo es muy ágil, hasta el punto de que la novela se devora en
unas pocas horas. Como colofón, el desenlace, que os aseguro os dejará con el
corazón en un puño. Pero sólo es el colofón de una de las dos investigaciones
que se desarrollan en la novela pues al final nos encontramos con un breve
párrafo escrito por el policía, seis meses después, del que se percibe que
todavía quedan frentes abiertos que solventar.
CONCLUSIONES:
Al terminar de leer El verano de los juguetes muertos
he vuelto a sentir esa sensación de hormigueo y desazón que dejan algunas
historias fascinantes, aparentemente sencillas en cuanto a disposición y con
una gran carga de iniquidad.