DATOS TÉCNICOS:
Título: El jardín de los hechizos
Autora: Sarah Addison Allen
Traductora: Ana Alcaina Pérez
Editorial: Ediciones Martínez Roca (Grupo Planeta)
ISBN: 978-84-270-3193-7
Páginas: 288
Presentación: Rústica con solapas
De vez en cuando, a pesar de la larga lista de libros pendientes, me gusta ojear las novedades editoriales o, simplemente, las páginas oficiales de las editoriales. De ese modo, no pude resistirme a esta novela, en la que tanto el título como la portada llamaron mi atención. Eso si, una vez leída la sinopsis –bastante original, por cierto-, no pude evitar desear leer el libro. Aunque ya la transcribí en la “entrada” pertinente en la que comento los libros que voy leyendo, también quiero exponerla ahora para que me digáis si es atractiva o no:
Queridos lectores:
Las leyendas de Bascom, un pueblecito de Carolina del Norte, en Estados Unidos, nunca fallan: los hombres de la familia Hopkins se casan con mujeres más mayores, las Clark son buenas amantes y todas las Waverley tienen alguna rareza.
Se rumorea incluso que el manzano de su jardín predice el futuro, y que las flores comestibles que allí crecen pueden producir misteriosos efectos en quienes las consumen.
Mi novela está ambientada en este pueblo donde las leyendas se cumplen y la magia es algo cotidiano. Y ahora que lo pienso, El jardín de los hechizos es como el mismo Sur de los Estados Unidos. Somos un poco raros, ya lo sabemos. Sentaos a la mesa con nosotros y os contaremos la historia…
Y que conste que temí, como a veces me ha ocurrido, que me diesen gato por liebre, porque últimamente las sinopsis llevan a engaño. Pero no, no ha sido el caso para satisfacción mía, pues todo lo que se recoge en ella, sin desvelar gran cosa (como tiene que ser), ocurre entre sus páginas.
LA AUTORA:
En la solapa del libro, encontramos esta información sobre Sarah Addison Allen: Nació y creció en Asheville, Carolina del Norte. Es una gran lectora desde niña, y afirma que licenciarse en Literatura fue como obtener un título «por comer chocolate». Tras reiterados fracasos con la industria editorial, decidió escribir una historia para sí misma: El jardín de los hechizos (2007). Con un estilo dulce y dramático a partes iguales, definido por la autora como «realismo mágico, frito al estilo sureño», el éxito fue tan inesperado como apabullante. Desde entonces ha publicado The Sugar Queen, The Girl Who Chased the Moon y The Peach Keeper.
ARGUMENTO:
La historia arranca con Claire, una mujer madura cuya vida rutinaria va a sufrir profundos cambios, con la llegada de su hermana Sydney y su hija Bay, por un lado, y la de un nuevo vecino, por otro.
Llegó a Bascom siendo tan sólo una niña de seis años, cuando su madre se encontraba a punto de dar a luz a su hermana. Su vida, hasta entonces, había sido un auténtico despropósito, observando como su progenitora robaba pequeños artículos que les permitían subsistir de día, en las tiendas por las que pasaban, y alternando con desconocidos en bares de poca monta, de noche. Y precisamente este tipo de vida alimentó una cierta aversión hacia Sydney, con la que a medida que pasaban los años se iba midiendo y alimentando un complejo que la llevó a considerar que esa vida que había llevado era la que ella se merecía, pero no era suficiente para la menor.
Por ello, cuando recalaron en la casa familiar, decidió que ese era su sitio y nunca más saldría de allí. Se trataba de un antiguo caserón, de estilo Reina Ana, rodeado de un insólito jardín en donde un vetusto manzano y las flores que brotaban a su alrededor tenían unas propiedades excepcionales. Se descubrió entonces poseedora de un sorprendente don, que no dudó en rentabilizar: el conocimiento de las propiedades de las plantas la llevó a crear una empresa de catering, que le permitía vivir holgadamente, dedicándose a lo que podría considerarse un hobby.
IMPRESIONES:
Imagino que si os contara que en esta novela la protagonista es una amante de la cocina y que para elaborar sus platos utiliza determinados ingredientes en base a sus propiedades y conseguir determinadas situaciones, irremediablemente pensaríais en el realismo mágico y en la famosa novela de Laura Esquivel, Como agua para chocolate, por poner un ejemplo. O en alguna otra, dado que de vez en cuando, parece que este tema se pone de moda y se tiende a clasificar este tipo de novelas dentro de esa etiqueta. De hecho, se utiliza este reclamo al hablarnos de la escritora en la propia solapa de la novela.
Pues bien, no es el caso, en serio. No he visto que esta historia se pueda catalogar dentro del género. La razón es bien sencilla, a pesar de lo complicado que podemos verlo a priori porque el tema, en cierto modo, puede llevar a engaño al existir elementos mágicos, como son las flores que junto con el manzano se hallan en el jardín de la Casa Waverley. Y no es ni más ni menos que, en el realismo mágico, se nos relatan situaciones fabulosas o increíbles en un marco realista. Pero en este caso, el hecho de que unas plantas tengan unas propiedades concretas, capaces de conseguir que aquellos que las tomen tengan unas experiencias determinadas, no es más que un simple ardid concebido por la autora pero sin base científica, que lo utiliza para alimentar la trama.
Está ambientado en una pequeña localidad del sur de los Estados Unidos –Bascom, Carolina del Sur-, de la que se dan multitud de detalles en cuanto al entorno y la forma de vida de sus habitantes. Pero más que una novela de escenarios, lo es de personajes, toda vez que, precisamente, los lugareños son conocidos por sus rarezas o cualidades en la mayoría de los casos, (como suele ocurrir en cualquier pueblo de estas latitudes), que suelen afectar al grueso de la familia a la que pertenecen. De hecho, las asumen sin grandes alharacas como algo normal.
Aunque la voz cantante de la historia la lleva Claire Waverley, a medida que progresa la trama otros personajes van adquiriendo relevancia en la misma. Es una trama sencilla, sin grandes pretensiones, pero con un punto de suspense que nos mantiene atados a la narración, que viene servido por el compañero de Sydney y padre de su hija, al que ha abandonado para volver a su ciudad natal.
Los personajes están muy bien definidos, en particular, y como es lógico, los protagonistas, aunque tengo que admitir que los secundarios son bastante interesantes. Tenemos así a:
Claire Waverley: Una mujer solitaria, con un carácter tímido huidizo que repercute que que su trato social sea distante. Disfruta del modo de vida que ha elegido llevar, hasta el punto de sortear cualquier tipo de cambio en su existencia. Es la actual moradora de la casa familiar, hasta el regreso de su hermana. Tiene una empresa de catering que regenta con un notable éxito en Bascom, la cual le reporta muchas satisfacciones.
Sydney Waverley: Huyó de la ciudad con tan sólo dieciocho años, emulando a su madre, precisamente el mismo año en que murió su abuela. Y precisamente, como su madre, podría considerarse una bala perdida, eligiendo en su camino vital a personajes viles que no le han aportado nada en su vida, excepto una hija que le ha hecho replantearse la vuelta a la casa familiar, huyendo de sus miedos. Como todas las Waverley, tiene un don, aunque ni ella misma es capaz de distinguirlo.
Evanelle Frankling: Es una pariente lejana de las hermanas Waverley, prácticamente una octogenaria. Tiene un curioso don, que consiste en que se ve obligada a regalar impulsivamente, a sus conocidos aquellos objetos que van a necesitar tarde o temprano. En Bascom la mayor parte de las veces la toman por una chiflada, aunque su círculo íntimo la respeta y la quieren.
Bay Waverley: Es hija de Sydney y cuenta tan sólo cinco años de edad. También tiene un don, personal e intransferile, que consiste en que percibe de antemano en lugar que ha de tener cada cosa, algo que puede extrapolarse a sensaciones y sentimientos. Persigue la materialización de un sueño para conseguir la felicidad y no flaqueará hasta lograrlo. Tiene muchas similitudes con Claire, incluida la necesidad de arraigo que experimenta al entrar a vivir en la Casa Waverley.
Tyler Hugues: Profesor de arte en el Orion Collage, es vecino de Claire. Lleva una vida un tanto bohemia, hasta el punto de olvidarse hasta de comer cuando se vuelca en su principal hobby: la pintura. Desde que conoció a la mayor de las Waverley, en una cena ofrecida por una de sus compañeras de departamento, sintió fascinación por ella.
Fred Walker: Amigo íntimo de las Waverley, en particular de Evanelle. Durante más de treinta años ha mantenido una relación sentimental con James, a quien conoció en la Universidad, pero en la actualidad hace aguas, debido a su dependencia e inseguridad. Tiene una tienda de delicatessen en el centro de la localidad, siendo Claire una de sus suministradoras.
Henry Hopkins: amigo de la infancia de Sydney Waverley, desde que ambos estudiaran en la escuela infantil. Siempre tuvo debilidad por ella, pero su relación se fue difuminando a raíz de que ella se enamorara en el instituto de Hunter John. Como muchos vecinos de Bascom, adolece de una rareza que afecta a todos los hombres de su familia, que consiste en que desde niños actúan y piensan como adultos, por lo que podrían considerarse viejos. Es por ello que siempre se unen a mujeres mucho más mayores para consolidar su proyecto de vida.
Hunter John, primer amor de Sydney Waverley, mantuvo con ella un breve romance en sus años de instituto. En la actualidad es un rico empresario de Bascom. Casado con Enma Clark, con la que ha formado su propia familia.
Emma Clark: Amiga íntima de Sydney durante la adolescencia hasta que ésta se marchó de la ciudad. Inició entonces un noviazgo con Hunter John, para casarse posteriormente con él. Tiene un don bastante curioso, que no duda en utilizarlo a la menor ocasión, pues consiste en que es una amante de excepción. Con el regreso de su antigua amiga, sus inseguridades se disparan y logran desestabilizarla, al creer que por lo errores cometidos en el pasado puede llegar a perder a su marido.
La lectura es fresca y muy amena, hasta el punto de que las páginas se te escapan de las manos. El libro se divide en tres partes, relatadas en tercera persona por un narrador omnisciente que lo conoce todo. Cada una de ellas se ha titulado prácticamente de la misma manera, ya que a la palabra “premoniciones”, se le añade el momento en que éstas ocurren; es decir, en el pasado, presente o futuro. Concluye con los “agradecimientos”, aunque antes de éstos, la autora nos ofrece una especie de glosario o, mejor dicho, porque así reza en el título, una guía de flores comestibles de las Waverley, lógicamente indicando el nombre de éstas y los usos que se les pueden dar.
El libro cuenta con algo menos de trescientas páginas, algo que me ha parecido todo un acierto, porque haber extendido la trama hubiese menoscabado el resultado, si bien es verdad que esta actitud ha ido en perjuicio de algunas subtramas, que se hubiesen podido desarrollar con más detenimiento.
Y quiero concluir añadiendo, a la vista de algunas reseñas que he leído sobre el libro, que me molestan los clichés en todos los órdenes de la vida, más si cabe en la literatura. Por ello, una de las cosas que más me han llamado la atención es que hay quien dice que este es un libro de mujeres y para mujeres. No estoy de acuerdo, para nada. Es verdad que las protagonistas (desde mi punto de vista, hay dos) lo son y que además forman parte de una familia que podría considerarse un matriarcado, pero la presencia masculina en la historia, como he comentado anteriormente, es innegable. Tampoco he visto en el libro, ni en la filosofía de los personajes, ninguna actitud o mensaje que me inclinase a pensar lo contrario. Simplemente, se trata de una historia deliciosa en la que las mujeres de la familia Waverley tienen un don especial, que se repite a lo largo de las generaciones, y que aunque no siempre es el mismo para todas ellas, las convierten en personajes originales y a los que es fácil coger cariño.
CONCLUSIONES:
El jardín de los hechizos en una novela dulce, hasta el punto de que cualquiera puede considerarla deliciosa. Pero también encontraremos en ella ciertas dosis de amargura e intriga, al estar siempre presente la sensación de un peligro inminente que tarde o temprano afectará a sus protagonistas, añadiduras que la convierten en una historia que te acaba cautivando.
Y también me ha agradado, y mucho, tanto la naturalidad con la que la autora ha jugado con los elementos mágicos, dándoles una sensación de normalidad a pesar de ser todo ficticio, como el que quizás sin pretenderlo, nos enseña la importancia que tiene el que uno ha de aceptarse tal y como es. De hecho, las protagonistas, siempre distanciadas y diferentes, se necesitan mutuamente para poder evolucionar y encontrarse a sí mismas.