EL ORÁCULO DE LOS PECES, de Ángeles García

DATOS TÉCNICOS:

Título: El oráculo de los peces

Autora: Ángeles García

Editorial: Ediciones Martínez Roca (Grupo Planeta)

ISBN: 978-84-270-2951-4

Páginas: 192

Presentación: Rústica con solapas

A estas alturas y con cinco reseñas publicadas de este libro, os podéis imaginar que esta también forma parte de la Lectura Conjunta que Carmina, del blog De tinta en vena, tuvo a bien organizar, sorteando previamente diez ejemplares que la editorial puso a su disposición y a la que tengo que agradecer el gesto pues resulté agraciada con uno de ellos.

LA AUTORA:

En la contraportada del ejemplar, nos ofrecen la siguiente información sobre la autora: Ángeles García (Barcelona, 1971) cursó estudios de Relaciones Públicas y Contabilidad en Suiza y actualmente trabaja como gestora de recursos humanos en una importante empresa de servicios. Curiosa de espíritu, le encanta el trato con la gente y observar el comportamiento humano. Esa afición y el fruto de su experiencia, tras más de diez años de soltería, le sirvieron para conocer a David y abrir las puertas de su corazón de nuevo. Ha vertido todo lo aprendido en esta inspiradora fábula sobre el amor: El oráculo de los peces.

ARGUMENTO:

Todo comienza cuando Alexis, una triunfadora en el ámbito profesional y perdedora en el sentimental, tiene que acudir a una presentación sustituyendo a su jefa, una yuppie del mundo del diseño y la moda. Cuando acude a recogerla un coche de lujo enviado por la firma para su traslado al evento, descubre enseguida que el itinerario es un tanto extraño, pues se están alejando de la ciudad y que empieza a marearse tras tomar una bebida isotónica, para entrar en un estado de somnolencia.

Al cabo de unas horas despierta en una choza en las montañas. Se encuentra sola y comprueba que puede salir de la cabaña sin dificultad, el problema reside en que en sus condiciones es complicado escapar de allí, por encontrarse en tierra de nadie. Tras seguir una vereda, divisa una estupa donde se venera la estatua de Buda, así como a un ermitaño un tanto extraño que le relatará una singular historia:

Dentro de la estupa hay una laguna en la que los peces que allí moran escuchan las historias de quienes buscan consejo. Son sabios y se comunican con sus interlocutores moviendo y creando figuras que habrán de interpretar con los guijarros que se hallan en el fondo del estanque. Comenzará entonces Alexis un lúdico aprendizaje, narrando la historia de su primer amor y posteriores y, a tenor de los resultados del oráculo, mudará su alma y comprenderá los motivos de sus descalabros sentimentales.

IMPRESIONES:

Nunca me han gustado los libros de autoayuda. No puedo evitarlo, aunque tampoco es que haya leído mucho al respecto. Mi inquina se debe, en particular, a que siendo muy joven (18 años, todavía lo recuerdo), una amiga se empeñó en que leyera El vendedor más grande del mundo, de Og Mandino, considerado en la actualidad por muchos como un referente a nivel mundial del género. Y claro, el problema no era leerlo o no, que por aquel entonces me leía hasta las instrucciones del papel higiénico, sino creérmelo. Y lo que era peor, la lectura llevaba implícito el hacer los deberes y eso me superó. De cualquier modo, el libro venía a consistir en que un anciano, por medio de una serie de pergaminos, intentaba transmitir su saber a un joven vendedor. Estos pergaminos se convertirían en un Decálogo, lógicamente, que le ayudarían a encontrar el éxito. Cómo naturalmente todo se resumía en mantener unos hábitos positivos a base de repetirlos (perseverancia, paciencia, etc), la victoria nos sonreirá, más antes que después. Ni qué decir tiene que “aguanté la pedrá” del primer manuscrito y tiré la toalla, aunque ojeé los demás. Después, a lo largo de los años he podido comprobar que han ido apareciendo gran cantidad de títulos (Jorge Bucay es todo un personaje en este mundillo, por poner un ejemplo) y, más o menos, hablen de lo que hablen (salud, dinero o amor), gracias a las campañas de marketing se han convertido en todo un fenómeno editorial por las astronómicas cifras de ventas.

¿Y por qué cuento todo esto? Pues intentaré explicarlo, porque lo que pretendo es plantear una hipótesis y, como tal, podría estar equivocada. Todo surge nada más mirar la cubierta, que tiene su aquel: por un lado, tenemos la ilustración: que, personalmente, en cuanto a diseño me pareció un amasijo de ideas alusivas a la historia, estampadas por un aprendiz de Paintbrush en sus primeros diez minutos de cursillo; por otro lado, tenemos el título: que me resultó muy atractivo (también es verdad que una servidora ve la palabra “oráculo” y se pierde), lo malo es ese subtítulo que a quien el tema “autoayuda” le provoca siempre una cierta inquietud, me dejó muerta: “La novela que te ayudará a encontrar el amor”: Ahí es nada, porque creo que no se puede o no se debe imprimir un carácter hiperbólico a una novela (o un libro en general) y que una vez conocido el interior, el lector no lo percibe. Pero claro, estamos hablando de la cubierta, lo primero que vemos antes de sumergirnos en la lectura y lógicamente la mente que es muy canalla a medida que vamos pasando páginas va buscando mensajes obvios o subliminales que corroboren esa afirmación. Y, o yo soy muy torpe, o en ningún momento encontré la receta que me prometían.

¿Qué nos queda entonces? Pues algo que en más de una ocasión he comentado: una voluntad mal entendida por parte de las editoriales que las lleva a catalogar algunas obras por lo que no son. Y, en este sentido, no es la primera vez que lo compruebo en el caso de Martínez Roca; de hecho, apuntaba esta misma situación cuando reseñé El cementerio de la alegría, de Juan Antonio Castro Cebrián, novela que se nos presentaba como thriller cuando no lo era. ¿Los motivos? Ellas sabrán, aunque presumo que es una cuestión de marketing enfocado a encuadrar los libros atendiendo a detalles ilusorios que actúan como cebos en los géneros más vendibles. Y es una lástima, porque no hay cosa que de más coraje a cualquier usuario, sea el producto que sea, que encontrarse con que aquello que ha comprado con sumo interés no es, ni por asomo, con lo que se encuentra.

Dicho lo cual, ahora hablaré del libro, que es de lo que se trata ¿no?

Todo apuntaba estupendamente cuando en las primeras páginas me entero que la acción se situaba en Granada; de hecho, la protagonista se encuentra alojada en un hotel cuyos ventanales daban al Paseo de los Tristes, un lugar emblemático como pocos no sólo por la magnificencia del entorno, ya que transcurre al margen del Darro y sus vistas a La Alhambra, sino porque debe su nombre a un hecho lo suficientemente luctuoso como para que popularmente se le denomine de esta manera en vez de por su nombre oficial: era el lugar por donde pasaban las comitivas fúnebres, camino del cementerio. Pero fue una vana ilusión, ya que la situación era meramente anecdótica, una simple mención. Como explico en el argumento, Alexis es recogida en su hotel para sustituir a su jefa (un tiburón del mundo de la moda) en una presentación. Pero las cosas, en ocasiones y más en el mundo literario, nunca son como parecen y enseguida se da cuenta que ha sido secuestrada. No tiene forma de escapar, porque previamente ha cogido una bebida isotónica del minibar del automóvil que antes había sido adulterada con algún tipo de droga que le provoca somnolencia. Cuando se despierta comprueba que se encuentra en una cabaña en medio de la montaña, que consigue abrir con facilidad para descubrir un sendero que lleva a una estupa y un inmenso panorama poco practicable, en particular si lo que se pretende es huir. Pensé entonces que Ángeles García se explayaría, ofreciéndonos su propia versión de La Alpujarra granadina. Recordé entonces un viaje que realicé hace unos años a Bubión, un pueblo de belleza serena y silencios hechiceros en las laderas del barranco del río Poqueira, donde se encuentra precisamente el monasterio budista Osel Ling. Pero no hubo manera, sólo encontré descripciones vagas e insuficientes.

Por lo que no me quedaba otra que disfrutar de otros aspectos de la narración, empezando por el estilo que es fresco y directo. Da gusta leerla, no sólo porque ha sabido construir una historia amena, sino porque, además, ha tejido una colección de relatos donde la reflexión, a toro pasado, se aúna con el humor y el ingenio. Decir que se lee en un abrir y cerrar de ojos es verdad; de hecho, me hubiese gustado saberlo de antemano para dedicarle una tarde concreta y de ese modo no haberla cogido a caballo entre un día y el siguiente, porque una vez que empiezas, te engancha. Obviamente, dada la extensión de la novela, los capítulos son cortos. Hay un total de 25, narrados en primera y tercera persona alternativamente. El grueso de la obra está en tercera persona y cuando Alexis se dirige al oráculo, lo hace en primera persona (fácilmente distinguible a nivel estético por el uso de la cursiva). Además, se remata la novela mediante un epílogo que deja saldadas las cuentas del pasado, pero que no me ha convencido y teniendo en cuenta que hablamos de 192 páginas, basta con hacer una simple operación para hacerse una idea. Naturalmente, esto no es lo importante, ya que lo significativo de esa praxis reside en que de ese modo la lectura se hace más ágil y tienes la sensación de que avanzas con relativa presteza.

Otra cosa es que en ella no vayamos a encontrar los ingredientes fundamentales que la convertirían en una novela imprescindible, como minunciosas descripciones del entorno en el que transcurre la acción (ya os comenté antes que me ha decepcionado especialmente); o de los personajes, o lo que para mi es lo más importante: la profundidad en el discurso narrativo, porque no creo que se pretenda siquiera. Intentaré explicarlo desde tres puntos de vista:

1.- Normalmente, el afán de cualquier novela pasa porque el lector, una vez enganchado a la trama, su actitud natural sea la de continuar leyendo hasta saber qué ocurre al final ¿lo consigue esta novela? Desde luego. Por lo que llevo leído en otras reseñas pertenecientes a esta Lectura Conjunta, me ha quedado claro que tod@s hechos llegado al final de la historia y, curiosamente, todo el mundo habla de que a nadie se le ha hecho cuesta arriba, independientemente de si la lectura es mejor o peor que otras. ¿Qué es plana y predecible? Sin lugar a dudas, entre otras causas porque la autora se ha limitado a seguir un único hilo argumental: los fracasos sentimentales de la protagonista, obviando otros que podrían resultar interesantes a mi juicio, como el profundizar en la personalidad de Jonás, el ermitaño con el que pasa unos días, alejada del mundanal ruido que diría Fray Luis de León, por poner un ejemplo.

2.- La manera de exponer la historia me ha parecido todo un acierto. Desde el principio, tenemos claro a lo que nos enfrentamos. De manera sencilla, clara y concisa nos enfrentamos a un relato que, en ningún momento, ofrece digresiones. Otra cuestión es que en caso de haberlas tenido el resultado hubiese sido mejor, pero no es el caso.

3.- Después tenemos la parte argumental, en el sentido de si la historia es verosímil o no. Quizás, en este apartado es donde se puede debatir y mucho sobre el tema. Alexis es un personaje con el que se puede empatizar o no, a juzgar por la exposición que hace de su vida, a través de sus relaciones sentimentales a lo largo de veinte años. Entiendo a quienes el personaje les ha parecido repetitivo porque en la acumulación de fracasos han visto que la fórmula se repite una y otra vez y a quienes han conseguido entenderla y, en cierta medida, sentir afinidad. Soy de la opinión, como comenté ayer en la reseña de Tizire, que a pesar de que a lo largo de la vida vamos limando asperezas, en realidad somos como somos y cambiar, lo que se dice cambiar, lo hacemos poco, por lo que no podemos pedir a un personaje que se purge mediante una catarsis cada vez que rompe una relación amorosa o que la analice minunciosamente cuando el resto de los mortales tampoco lo hacemos.

Personajes, lo que se dice personajes, hay pocos: Alexis y Jonás, su “particular” carcelero, acumulan el peso específico de la novela, aunque a lo largo de las páginas y gracias a las confesiones ante los peces conoceremos el entorno de la protagonista desde su infancia hasta la actualidad: desde el familiar hasta el profesional, pasando lógicamente por todas sus aventuras sentimentales y amistades, que no es poco, ya que la protagonista va desgranando sus experiencias y enfrentándose a la bofetada moral que cada fracaso sentimental supuso en su pasado. Que Alexis es una ingenua redomada, está más claro que el caldo de un asilo porque, después de varios días, tiene que ser al final cuando descubra la naturaleza real de lo que ha pasado, cómo, cuándo y de qué manera. Otra cosa es su partenaire, Jonás, que ha quedado bastante desdibujado y del que me hubiese gustado conocer más.

CONCLUSIONES:

El oráculo de los peces es una novela sin grandes pretensiones, aunque la editorial nos la venda como “una bella novela que te cambiará para siempre y te hará soñar”. Largo nos lo han fiado, la verdad, porque lo que es a mi, o me faltan mareas o que me lo cuenten. De cualquier modo, no será el libro de mi vida, ni siquiera del mes, pero me ha permitido pasar unas horas entretenida, disfrutando más allá de lo que pensaba y eso siempre es de agradecer.

PARTICIPAN EN LA LECTURA CONJUNTA:

- Carmina, del blog De tinta en vena

- Laky, del blog Libros que hay que leer

- Margari, del blog Mis lecturas y mas cositas

- Blair, del blog Mis lecturas de cabecera

- Tizire, del blog El lado frío de la almohada

- Lourdes, de blog Libros que voy leyendo

- Marina, del blog Cargada de libros

- Yolanda ( MorenoSister), que publicará en Ciao.es

- Lupa, del blog Acurrucada entre letras

- Luisa, del blog Aquí me quede

- Nycblue, que publicará en Ciao.es

- Tatty, del blog Universo de los libros

- Gema, que publicará en Ciao.es

- Carmen, del blog Carmen y amigos

- Espe, del blog La taberna libraria