DATOS TÉCNICOS:
Título: Descansen en paz
Título: Descansen en paz
Autor: Carmen Baena Salamanca
Editorial: Ediciones Atlantis
ISBN: 978- 84-92952-85-4
Páginas: 200
El pasado 16 de noviembre asistí a la II Edición de los Premios Atlantis “La Isla de las Letras”. El acto se celebró en el espacio CAMON, un inmueble anejo al edificio de la Junta Municipal del distrito Moncloa-Aravaca en la Plaza de Moncloa, 1, de Madrid.
No conocía ni las obras que se presentaban ni a sus autores, pero en la entrega de premios, me impresionó, por su naturalidad y su sentido del humor, Carmen Baena, la autora de esta novela. Al finalizar el acto, no dudé en buscarla para que me firmase un ejemplar y hablar con ella, así como con otros autores. La experiencia fue inolvidable.
fuente: http://www.kayenalibros.blogspot.com
LA AUTORA:
En la contraportada de la novela nos dicen que la principal actividad profesional de Carmen Baena es la de Médico Forense, la cual ha desarrollado en diferentes Juzgados del territorio nacional, así como en el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid. En la actualidad, ejerce como Médico Forense titular de la Audiencia Nacional.
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Es Médico Forense titular del Cuerpo Nacional de Médicos Forenses. Médico Tanatólogo de la Comunidad de Madrid. Médico Especialista en Medicina Legal y Forense. Médico de Medicina General en el Sistema Nacional de Salud Español. Médico de los Sistemas Públicos de Salud de los Estados miembros de las Comunidades europeas y Médico Experto en Gestión de Hospitales, entre otros.
ARGUMENTO:
Marisol Valcárcel ejerce como médico forense en unos juzgados de la zona norte de Madrid, pero no siempre ha sido así. A lo largo de su carrera ha acumulado un enorme bagaje profesional y personal, incluido un cese con el consiguiente destierro a una pequeña capital de provincia. A lo largo de la novela nos irá presentando diferentes casos, a modo de experiencias personales y también seremos partícipes de su rutina diaria, como llevar el control periódico y la valoración de los daños de los lesionados, pasando consulta en los distintos juzgados o practicar las autopsias de los diferentes levantamientos a los que asiste y la posterior elaboración de los pertinentes informes, determinando las causas de cada defunción.
Así, viviremos en primera persona el día a día de la forense y asistiremos al levantamiento del cadáver de un joven que se ha ahorcado en su propio domicilio, emulando la forma en que años atrás utilizó su hermano mellizo para suicidarse. O el brutal martirio sufrido por una anciana de casi 90 años en su domicilio, ante la indiferencia de sus vecinos, que generó un proceso judicial en el que Marisol tuvo que declarar. La historia es emotiva, pero también descarnada. Como también lo es la historia de un anciano que, tras enviudar, se fue a vivir a casa de su hija. El marido de ésta se encontraba en paro, pero ella gozaba de un buen trabajo que les permitía vivir desahogadamente, a cambio de un estresante ritmo de trabajo y jornadas interminables. Parecía una buena solución en la que ambos podían hacerse compañía mutua. Pero las otras hijas del anciano, al no poder verle porque cuando iban a visitarle nunca le encontraban en casa, ni se ponía al teléfono, sospecharon que algo pasaba y decidieron denunciar el hecho en un juzgado. Marisol, junto con los de la Comisión Judicial se trasladó al domicilio del anciano, para hacerle un reconocimiento forense de urgencia por orden de la juez de guardia. Salvando las primeras reticencias del yerno a su llegada, consiguieron ver al anciano, para comprobar tras la exploración que había recibido todo tipo de agresiones físicas y tortura psicológica.
Conoceremos también la labor de los empleados de la funeraria (siempre relevante, pero donde también sobrevuela la idea de que no deja de tratarse de un negocio), la implicación de la familia de los muertos y la relación que los funcionarios del juzgado establecen con ellos y con su entorno; porque la muerte, como un reloj solar poliédrico, tiene diferentes caras que se van alternando según la situación. Y, sobre todo, retazos de su vida, de sus aficiones, de los motivos que influyeron para decantarse por ejercer en este campo de la medicina que, como bien explica en el prefacio, nos dice que “Apartado del oficio de curar, se enfrenta, impasible, al misterio de la existencia mortal e indaga en las formas alternativas de la mente humana, dando cuenta de todo ello al mundo “cabal” de la Justicia. El forense penetra en el misterio y desentraña el “caso real”, cuya dureza en inverisimilitud sobrepasan todo lo humanamente imaginable”.
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IMPRESIONES:
Carmen Baena domina el medio en el que transcurre esta novela que tiene mucho de autobiográfica, ya que su profesión es la de médico forense y en un alarde de humanidad y espontaneidad nos invita a sumergirnos en un mundo en el que posiblemente a ninguno de nosotros nos gustaría concurrir a nivel personal: el de la medicina forense, por lo que implica. Y lo hace con una naturalidad extraordinaria, sin rebuscamiento o artificio.
Los casos que nos ofrece Carmen Baena, para que entendamos el mundo en el que se desenvuelve, no tienen continuidad, ni van encadenados. Sin embargo, la labor de compendio de la autora es destacable, porque utiliza, además, un lenguaje sencillo, ágil, sin florituras. No se detiene en la crudeza de los hechos, ni en el morbo, porque no se trata de una crónica de sucesos; es más, estos relatos no se parecen en nada a los que acostumbramos a ver en televisión, en estas series tan famosas hoy en día en las que los forenses tienen todo tipo de medios a cual más sofisticados. El alter ego de la escritora, normalmente, tiene que tirar de herramientas tradicionales, entre las que se encuentran la observación del entorno en el que se ha producido cada defunción. Pero eso si, en todo momento somos conscientes de ello y de la tragedia implícita y nos hacen reflexionar sobre la sutil línea que separa la vida de la muerte, el origen y el destino del ser humano, porque su labor no deja de ser un ejercicio de filantropía en la que los muertos tienen la última palabra. Lógicamente, en estos casos aparecen los sentimientos más amargos, como la envidia, la ambición, la codicia o el resentimiento y el rastro que dejan en los cuerpos analizados. Baena es consciente de ello y lo describe con una precisión e inteligencia meridiana que suscita una convulsión interna.
El último de los casos tiene como protagonista a un moro (es así como le denominan, dado el lenguaje coloquial que prevalece en toda la narración). Posiblemente sea el más conmovedor y el más pérfido si de humanidad hablamos. El joven, que trabajaba en la finca de un famoso marqués, apareció muerto en la caseta donde residía. Pero el asunto comienza mal desde el principio; por un lado, el juez que lleva el caso mantiene una relación bastante tensa con la forense, a la que meses antes había acosado descaradamente; por otra, cuando se presentan en el lugar de los hechos, Marisol observa extrañada que hay “demasiada” gente. Para empezar, unos quince guardia civiles a los que no conocía de nada, que acompañaban a un teniente coronel de la Benemérita. Pero estos hombres no debían estar allí, por no ser su demarcación, además de la comisión reglamentaria. Y surge el primer altercado que va a mayores, porque el teniente coronel se empeña en asegurar que el muerto se ha envenenado con unas setas y que el caso debe cerrarse. La discusión con Marisol tendrá graves e inevitables consecuencias para ella, ya que la llevarán a un cese y su posterior traslado a otra ciudad. Pero el problema no reside ahí, sino en que la forense, tras la autopsia, descubre que no hubo envenenamiento, sino algo de más enjundia: un homicidio, que acaba perdiéndose en el pozo de la indeferencia porque a la Administración no parece interesarle… Y es precisamente este relato en el que Baena hace gala de una fuerza narrativa peculiar, haciéndonos partícipes de su decepción y nos hace conocedores de los entresijos de la Ley donde tras su denuncia a los magistrados, a éstos sólo les interesaba conocer la parte morbosa de su relación con el juez, en vez de las causas por las que un hombre había sido asesinado; o la impasibilidad de sus compañeros, que ni siquiera se despidieron de ella, a pesar de ser consciente de su aprecio, por miedo a las consecuencias que pudieran dirimirse en caso de tomar partido por ella.
fuente: http://www.kayenalibros.blogspot.com
CONCLUSIÓN:
Y ahora, que debería ir concluyendo, sólo me queda recomendar esta novela porque la historia, cargada de anécdotas que nos va relatando en primera persona Carmen Baena a través de su alter ego, está cargada de respeto y bondad hacia el ser humano en el momento más trascendental de la vida: la muerte y de cómo algunos gestionan la ley. Y nos presenta a unos personajes impagables que se apropian de nuestra mente y de nuestro tiempo, que nos hacen reflexionar y nos enriquecen, convirtiendo la lectura en un exquisito placer. Más allá de lo que acostumbra a hacer la crónica negra que parece no respetar la intrahistoria social.
Y cuando finalizas la lectura de esta novela, sabiendo que es la primera incursión de la autora en este difícil mundo de la literatura, lo único que deseas es que haya una continuación, que no sea autoconclusiva y que Baena se plantee seriamente dedicarse a esto como una necesidad similar a la que debió sentir al abordar esta obra, pese a que vaya en detrimento de su carrera en el mundo de la medicina forense, aunque ésta sea tan vocacional como su protagonista irradia a lo largo de las páginas.