martes, 29 de noviembre de 2011

DESCANSEN EN PAZ, de Carmen Baena Salamanca

DATOS TÉCNICOS:

Título: Descansen en paz

Autor: Carmen Baena Salamanca

Editorial: Ediciones Atlantis

ISBN: 978- 84-92952-85-4

Páginas: 200


El pasado 16 de noviembre asistí a la II Edición de los Premios Atlantis “La Isla de las Letras”. El acto se celebró en el espacio CAMON, un inmueble anejo al edificio de la Junta Municipal del distrito Moncloa-Aravaca en la Plaza de Moncloa, 1, de Madrid.


No conocía ni las obras que se presentaban ni a sus autores, pero en la entrega de premios, me impresionó, por su naturalidad y su sentido del humor, Carmen Baena, la autora de esta novela. Al finalizar el acto, no dudé en buscarla para que me firmase un ejemplar y hablar con ella, así como con otros autores. La experiencia fue inolvidable.
fuente: http://www.kayenalibros.blogspot.com

LA AUTORA:
En la contraportada de la novela nos dicen que la principal actividad profesional de Carmen Baena es la de Médico Forense, la cual ha desarrollado en diferentes Juzgados del territorio nacional, así como en el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid. En la actualidad, ejerce como Médico Forense titular de la Audiencia Nacional.

Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Es Médico Forense titular del Cuerpo Nacional de Médicos Forenses. Médico Tanatólogo de la Comunidad de Madrid. Médico Especialista en Medicina Legal y Forense. Médico de Medicina General en el Sistema Nacional de Salud Español. Médico de los Sistemas Públicos de Salud de los Estados miembros de las Comunidades europeas y Médico Experto en Gestión de Hospitales, entre otros.



ARGUMENTO:
Marisol Valcárcel ejerce como médico forense en unos juzgados de la zona norte de Madrid, pero no siempre ha sido así. A lo largo de su carrera ha acumulado un enorme bagaje profesional y personal, incluido un cese con el consiguiente destierro a una pequeña capital de provincia. A lo largo de la novela nos irá presentando diferentes casos, a modo de experiencias personales y también seremos partícipes de su rutina diaria, como llevar el control periódico y la valoración de los daños de los lesionados, pasando consulta en los distintos juzgados o practicar las autopsias de los diferentes levantamientos a los que asiste y la posterior elaboración de los pertinentes informes, determinando las causas de cada defunción.

Así, viviremos en primera persona el día a día de la forense y asistiremos al levantamiento del cadáver de un joven que se ha ahorcado en su propio domicilio, emulando la forma en que años atrás utilizó su hermano mellizo para suicidarse. O el brutal martirio sufrido por una anciana de casi 90 años en su domicilio, ante la indiferencia de sus vecinos, que generó un proceso judicial en el que Marisol tuvo que declarar. La historia es emotiva, pero también descarnada. Como también lo es la historia de un anciano que, tras enviudar, se fue a vivir a casa de su hija. El marido de ésta se encontraba en paro, pero ella gozaba de un buen trabajo que les permitía vivir desahogadamente, a cambio de un estresante ritmo de trabajo y jornadas interminables. Parecía una buena solución en la que ambos podían hacerse compañía mutua. Pero las otras hijas del anciano, al no poder verle porque cuando iban a visitarle nunca le encontraban en casa, ni se ponía al teléfono, sospecharon que algo pasaba y decidieron denunciar el hecho en un juzgado. Marisol, junto con los de la Comisión Judicial se trasladó al domicilio del anciano, para hacerle un reconocimiento forense de urgencia por orden de la juez de guardia. Salvando las primeras reticencias del yerno a su llegada, consiguieron ver al anciano, para comprobar tras la exploración que había recibido todo tipo de agresiones físicas y tortura psicológica.

Conoceremos también la labor de los empleados de la funeraria (siempre relevante, pero donde también sobrevuela la idea de que no deja de tratarse de un negocio), la implicación de la familia de los muertos y la relación que los funcionarios del juzgado establecen con ellos y con su entorno; porque la muerte, como un reloj solar poliédrico, tiene diferentes caras que se van alternando según la situación. Y, sobre todo, retazos de su vida, de sus aficiones, de los motivos que influyeron para decantarse por ejercer en este campo de la medicina que, como bien explica en el prefacio, nos dice que “Apartado del oficio de curar, se enfrenta, impasible, al misterio de la existencia mortal e indaga en las formas alternativas de la mente humana, dando cuenta de todo ello al mundo “cabal” de la Justicia. El forense penetra en el misterio y desentraña el “caso real”, cuya dureza en inverisimilitud sobrepasan todo lo humanamente imaginable”.
fuente: http://www.kayenalibros.blogspot.com

IMPRESIONES:
Carmen Baena domina el medio en el que transcurre esta novela que tiene mucho de autobiográfica, ya que su profesión es la de médico forense y en un alarde de humanidad y espontaneidad nos invita a sumergirnos en un mundo en el que posiblemente a ninguno de nosotros nos gustaría concurrir a nivel personal: el de la medicina forense, por lo que implica. Y lo hace con una naturalidad extraordinaria, sin rebuscamiento o artificio.

Los casos que nos ofrece Carmen Baena, para que entendamos el mundo en el que se desenvuelve, no tienen continuidad, ni van encadenados. Sin embargo, la labor de compendio de la autora es destacable, porque utiliza, además, un lenguaje sencillo, ágil, sin florituras. No se detiene en la crudeza de los hechos, ni en el morbo, porque no se trata de una crónica de sucesos; es más, estos relatos no se parecen en nada a los que acostumbramos a ver en televisión, en estas series tan famosas hoy en día en las que los forenses tienen todo tipo de medios a cual más sofisticados. El alter ego de la escritora, normalmente, tiene que tirar de herramientas tradicionales, entre las que se encuentran la observación del entorno en el que se ha producido cada defunción. Pero eso si, en todo momento somos conscientes de ello y de la tragedia implícita y nos hacen reflexionar sobre la sutil línea que separa la vida de la muerte, el origen y el destino del ser humano, porque su labor no deja de ser un ejercicio de filantropía en la que los muertos tienen la última palabra. Lógicamente, en estos casos aparecen los sentimientos más amargos, como la envidia, la ambición, la codicia o el resentimiento y el rastro que dejan en los cuerpos analizados. Baena es consciente de ello y lo describe con una precisión e inteligencia meridiana que suscita una convulsión interna.

El último de los casos tiene como protagonista a un moro (es así como le denominan, dado el lenguaje coloquial que prevalece en toda la narración). Posiblemente sea el más conmovedor y el más pérfido si de humanidad hablamos. El joven, que trabajaba en la finca de un famoso marqués, apareció muerto en la caseta donde residía. Pero el asunto comienza mal desde el principio; por un lado, el juez que lleva el caso mantiene una relación bastante tensa con la forense, a la que meses antes había acosado descaradamente; por otra, cuando se presentan en el lugar de los hechos, Marisol observa extrañada que hay “demasiada” gente. Para empezar, unos quince guardia civiles a los que no conocía de nada, que acompañaban a un teniente coronel de la Benemérita. Pero estos hombres no debían estar allí, por no ser su demarcación, además de la comisión reglamentaria. Y surge el primer altercado que va a mayores, porque el teniente coronel se empeña en asegurar que el muerto se ha envenenado con unas setas y que el caso debe cerrarse. La discusión con Marisol tendrá graves e inevitables consecuencias para ella, ya que la llevarán a un cese y su posterior traslado a otra ciudad. Pero el problema no reside ahí, sino en que la forense, tras la autopsia, descubre que no hubo envenenamiento, sino algo de más enjundia: un homicidio, que acaba perdiéndose en el pozo de la indeferencia porque a la Administración no parece interesarle… Y es precisamente este relato en el que Baena hace gala de una fuerza narrativa peculiar, haciéndonos partícipes de su decepción y nos hace conocedores de los entresijos de la Ley donde tras su denuncia a los magistrados, a éstos sólo les interesaba conocer la parte morbosa de su relación con el juez, en vez de las causas por las que un hombre había sido asesinado; o la impasibilidad de sus compañeros, que ni siquiera se despidieron de ella, a pesar de ser consciente de su aprecio, por miedo a las consecuencias que pudieran dirimirse en caso de tomar partido por ella.
fuente: http://www.kayenalibros.blogspot.com

 

CONCLUSIÓN:
Y ahora, que debería ir concluyendo, sólo me queda recomendar esta novela porque la historia, cargada de anécdotas que nos va relatando en primera persona Carmen Baena a través de su alter ego, está cargada de respeto y bondad hacia el ser humano en el momento más trascendental de la vida: la muerte y de cómo algunos gestionan la ley. Y nos presenta a unos personajes impagables que se apropian de nuestra mente y de nuestro tiempo, que nos hacen reflexionar y nos enriquecen, convirtiendo la lectura en un exquisito placer. Más allá de lo que acostumbra a hacer la crónica negra que parece no respetar la intrahistoria social.

Y cuando finalizas la lectura de esta novela, sabiendo que es la primera incursión de la autora en este difícil mundo de la literatura, lo único que deseas es que haya una continuación, que no sea autoconclusiva y que Baena se plantee seriamente dedicarse a esto como una necesidad similar a la que debió sentir al abordar esta obra, pese a que vaya en detrimento de su carrera en el mundo de la medicina forense, aunque ésta sea tan vocacional como su protagonista irradia a lo largo de las páginas.
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lunes, 21 de noviembre de 2011

FANTASMAS DE KENSINGTON, de J.D. Álvarez


DATOS TÉCNICOS:

Título: Fantasmas de Kensington
Autor: J.D. Álvarez
Editorial: Neverland Ediciones
Colección: Espacio Uno
ISBN: 978-84- 937450-9-7
Páginas: 159




Este fin de semana he podido disfrutar de una pequeña gran novela: “Fantasmas de Kensington”. Y digo pequeña porque tan sólo tiene 159 páginas que se leen de un tirón y al final, a pesar de la sordidez de su trama, te quedas con la sensación de que quieres más, por su intensidad y por la tensión que se percibe en cada una de sus páginas. Y digo grande porque, siendo este el formato que J.D. Álvarez ha elegido, tengo que admitir que cumple con creces la definición que de “nouvelle” hizo Julio Cortázar: “un género a caballo entre el cuento y la novela».

Pero antes de profundizar en las impresiones que esta novela me ha generado, tengo que hacer una salvedad, ya que este libro es bastante peculiar. Para empezar, considero de vital importancia haber leído, o en su defecto, haber visto alguna película sobre Peter Pan (incluida la edulcorada versión de Wald Disney). Y si además conoces algo de la vida del autor y de su relación con la familia Llewelyn Davies, mejor que mejor (en ese sentido, a pesar de algunas licencias, la película “Descubriendo Nunca Jamás”, es una buena opción). Aún así, si solo recuerdas vagamente la figura de este personaje, el autor, que es un estudioso de la obra y de J.M. Barrie, por medio de “notas de pie” va resolviendo cualquier duda al respecto para entender los continuos “guiños” a la obra.


ARGUMENTO:
Peter Llewelyn Davies
Peter Llewelyn Davies, a sus 63 años, finge su suicidio con la ayuda de un amigo que se encuentra en la fase terminal de un cáncer. Durante meses han urdido el plan, que se materializa el 5 de abril de 1960 cuando Milton se arroja a las vías del metro en Sloane Square, vestido con las ropas de Peter y portando su documentación. De ese modo pretende liberarse de su pasado que, como los eslabones de una cadena, le mantienen firmemente unido a la figura de Peter Pan desde el momento en que que J.M. Barrie le señaló como el niño que le inspiró para crear al personaje más importante de su obra literaria.

Tras el luctuoso suceso, Peter Llewelyn se traslada a The Little White Bird, un pequeño pueblo escocés, próximo a Kirriemuir, donde pretende recluirse en el más absoluto incógnito, hasta el final de sus días. En principio, pasa unos días alojado en una Casa de Huéspedes, llamada Tinker Guest House, regentada por Margaret Mannering, hasta que encuentra un viejo caserón, que será su vivienda definitiva. Pero lo que en principio parecía un lugar tranquilo, a medida que transcurre el tiempo se troca en una fuente de angustia y dolor, ya que la población se convierte en el blanco perfecto de una serie de ataques: primero por caimanes, después serán cuervos, para acabar aflorando el peor de los enemigos: el remordimiento.



IMPRESIONES:
J.M. Barrie
“Fantasmas de Kensington” se estructura en dos conceptos perfectamente diferenciados. La idea principal gira en torno a la obra literaria protagonizada por Peter Pan, mientras que la idea secundaria pone de manifiesto la manera en que J.M. Barrie se involucra con la familia Llewelyn Davies a la que toma como modelo y de cómo se sirve de uno de los niños en particular, Peter, en el que se inspira para crear al personaje que se convertiría en el mito de la ingenuidad perpetua, algo que le destroza la vida al original, porque no debe ser nada fácil convertirse en inmortal por obra y gracia de un amigo de la familia y que ese aura se mantenga durante toda tu existencia.

Con estas premisas, J.D. Álvarez teje una historia en la que sitúa a Peter Llewelyn en un pueblo escocés próximo a la localidad natal de J.M. Barrie, a la que denomina The Little White Bird (en alusión a la novela del mismo título, publicada en 1902, que posteriormente fue reeditada en 1906 con el título de “Peter Pan en Kensington Gardens”). Los personajes secundarios que aparecen en ella (Margaret Mannering (la dueña de la Casa de Huéspedes), Kittie Holmes (prostituta enamorada de Marcus), Marcus Crow (herrero que tras un accidente se queda manco) y un largo etcétera, también rememoran a aquellos que habitaron Neverland, aunque en este caso, “Nuncajamás” no es el paraíso precisamente, sino algo más parecido al infierno.

El resultado es bastante convincente, a lo que ayuda mucho la prosa ágil y austera de J.D. Álvarez, que nos hace partícipes de la extraña relación entre el creador del mito y la persona que le inspiró:

“Recordaba a sus hermanos George, Jack, Michael y Nicholas. Sin embargo, empezó a dudar que la infancia que vivió junto a ellos hubiera merecido la pena.; una infancia repleta de tragedias, gloria y turbación, una infancia que ningún joven en su sano juicio hubiera soportado salvo él, penúltimo superviviente de la familia. Tan sólo quedaban en su memoria los largos paseos por los Jardines de Kensington junto a sus padres, Arthur y Silvia; el Pozo de San Govor, el Cementerio del Perro, La Serpentina, la Isla de los Pájaros, todo aquello sin olvidarse de la Casa de los Perdidos, los juegos de indios con sus hermanos y el maravilloso universo que crearon, un mundo donde la realidad a la que estaban sometidos conformaba una aterradora madeja. En ella, a medida que se desarrollaban los años, James Mathew Barrie, el novelista, el dramaturgo, el hombre del que se rumoreaba sobre su supuesta pedofilia, el perturbado, el abandonado, hilaba su rencor hacia sus cuatro ahijados con la paciencia de una vieja araña. Hubiera deseado mantenerlos suspendidos para siempre en sus redes, adormecidos por el veneno de su fino aguijón como niños ajenos al paso del tiempo…” (página 22).

Dejando de lado la idea en que se basa la historia y teniendo en cuenta que no se trata de un cuento, sino de una narración descarnada, quiero destacar lo bien que se ha recreado el ambiente, la cara oculta de “Nunca Jamás” y el tono de misterioso siempre presente, algo lógico si tenemos en cuenta que se trata de una novela fantástica y de intriga con tintes dramáticos. A ello también contribuyen las ilustraciones, excepto las utilizadas al inicio de cada capítulo, que son obra de Alberto Martín Martínez. Son tan sombrías y tenebrosas como el texto, en blanco y negro y plasman con rotundidad el espíritu de la novela y los movimientos de los personajes.

El libro está prologado por el académico de la Real Academia de la Historia, Luis Alberto de Cuenca. Consta de diecisiete capítulos (cuyos títulos son de los más sugerentes; como el último: “Morir ha de ser una aventura tremendamente formidable”, en alusión a una de las frases memorables del niño que no quería crecer) y concluye con un epílogo realizado por Silvia Herreros de Tejada.





P.D.: La fuente de las fotografías es Wikipedia.org.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

INSTINTO DE SUPERVIVIENTE, de Darío Vilas


DATOS TÉCNICOS:

Título: Instinto de superviviente
Autor: Darío Vilas
Editorial: Dolmen Editorial
ISBN: 978-84-15296-07-2
Páginas: 214



Tengo que reconocer que no me cuento entre las aficionadas a este subgénero, aunque me consta que es bastante popular y que en la actualidad varias editoriales dedican parte de su producción a esta temática, posiblemente como continuación del boom editorial que vivimos en 2009 con el fenómeno vampírico. Haciendo memoria, pocos títulos, obviando el apartado cinematográfico, me vienen a la cabeza, a no ser “Frankestein”que no es que sea un zombi, pero lo parece, debido a que gracias a la ciencia, se convirtió en un muerto redivivo) o “Cell”, de Stephen King, en donde el holocausto zombi tiene origen como consecuencia una infección que se transmite acústicamente, pero pocas más.

Y explico esto porque creo que tiene mucho mérito el que una novela te atrape teniendo como telón de fondo un tema que, a priori, no te atrae lo suficiente, a cualquier otra donde si se da esta premisa. Porque, efectivamente, en este cóctel apocalíptico, los zombis son solo uno de sus ingredientes, quizás el de menor relevancia en la novela, la excusa perfecta para transmitir y plasmar otra problemática: el tremendo drama personal que sufren sus protagonistas, Andrés y Damián por un lado y Marga, por otro. Pero los otros elementos, los que lo convierten en un libro absolutamente recomendable, son los imprescindibles, los que nunca fallan: como que se trata de un relato intenso, lleno de acción y fuerza narrativa, que gracias al buen saber y hacer del autor, no decae en ningún momento; con unos personajes muy interesantes y perfectamente definidos y un final sorprendente. Lógicamente, para conseguirlo, Darío Vilas se vale de una prosa ágil y cuidada, llena de matices, recreando un ambiente demencial que te engancha.


ARGUMENTO:
El argumento de “Instinto de Superviviente” es similar al de cualquier otra novela de zombis en lo que respecta a la típica horda de redivivos que un buen día se levantan y van a la caza de carne fresca. La diferencia radica, principalmente, en que el autor en vez de regodearse en el “efecto casquería” como suele ser habitual en este tipo de literatura, se decanta por descubrirnos a unos personajes complicados y ambiguos, que presentan distintos conflictos existenciales y que son la base de la novela.

Así, nos encontramos con Andrés, el prototipo del antihéroe, que hasta el momento del holocausto zombi trabajaba como portero en la finca urbana donde además reside en un apartamento que le han construido en el sótano, sin ventilación e insonorizado, para no ser descubierto en el caso de una presumible inspección administrativa, dado que es ilegal. Pero precisamente ese ardid se ha convertido en una suerte porque de esa manera los redivivos no le han podido localizar, todavía. Cuando la epidemia comenzó llevaba pocos días conviviendo con su hijo, Damián, a quien su madre prácticamente había abandonado al no ir a recogerlo al colegio. El niño desconfía de Andrés, pero también es consciente del carácter de su madre, volcada exclusivamente en su vida laboral y amorosa y despreocupada en lo concerniente a él. Esta situación, junto con que Andrés no le permite salir al exterior, le mantienen en un estado apático, dada la falta de perspectivas.

Tras varias semanas sin poder salir de casa, las provisiones se han agotado, por lo que Andrés decide forzar la vivienda de uno de los vecinos, un anciano que vive solo y del que sabe que acostumbra a hacer la compra por quincenas, por lo que acumula grandes cantidades de conservas. Una vez en el interior, descubre en el salón al anciano muerto; tras acercarse, observa que se ha convertido en un zombi y tiene que matarlo mediante un tiro en la cabeza (es la única manera de acabar con ellos). Lógicamente, atrae a la turba de no-muertos y tienen que salir sin demora de allí.

La idea de Andrés, es llegar a la playa, donde podrán coger una lancha de rescate de la Cruz Roja y poner rumbo a la isla de Simetría, aunque Damián intentará encontrar primero a su madre… Es entonces cuando brota el instinto de superviviente.


Por otro lado, tenemos a Marga, la madre de Damián, quien tras la calamidad que asola Amalgama entra en estado de shock, al comprender que ha perdido a su hijo como consecuencia de sus actos. Marga vive sometida a los caprichos de su nuevo novio, pero siempre ha sido igual en todas sus relaciones. Cuando éste decide huir de la ciudad, llevándosela con él, ella se encuentra aturdida y reacciona de tal manera que llega a creer que el niño sigue a su lado. Salvadas las dificultades para salir del aparcamiento, consiguen llegar a la casa que los padres de Ricardo tienen en las afueras, pero acaban siendo localizados por los zombis, que acaban con la vida de él, mientras Marga consigue huir… y aflora el instinto de superviviente.


IMPRESIONES:
La novela comienza de la manera más original posible, con un prólogo que se merece una ola virtual, firmado por Javier Pellicer (el autor de “La sombra de la Luna” y amigo del autor), escrito en un tono deliberadamente vertiginoso, envolviendo la narración en una pátina de misterio e ironía a partes iguales y acabando con todos los tópicos a la hora de presentar una obra, ya que convierte al autor en el único responsable de la hecatombe de la que más adelante seremos partícipes:

“- Soy el sargento Gimeno, del Grupo de Asalto y Rescate –respondí, en tanto mordisqueaba mi puro-.

- Me temo que no encontrarán a muchos más por aquí –dijo-. Al menos, vivos. De los otros hay de sobra.

- No es un rescate general. Hemos venido a por dos personas, y una de ellas es usted.

- ¿Yo? ¿Por qué yo?

- Está relacionado con nuestro objetivo primordial. ¿Conoce a Darío Vilas?

Por la sorpresa reflejada en su rostro, estaba claro que aquella era la última pregunta que esperaba recibir.

- Si… -balbuceó-. Es un colega escritor, un buen amigo.

- Tal y como suponíamos. Es imperativo que lo encontremos. Creemos que tiene algo  que ver con esta maldita plaga…”. (Página 10).


La acción transcurre en una ciudad ficticia, a la que Vilas denomina Amalgama (en alusión a la ciudad donde transcurre la novela de su amigo Pellicer, “La sombra de la Luna”) y se dirigen hacia una isla llamada Simetría (este nombre ya fue utilizado por Darío Vilas en un libro de relatos “Imperfecta Simetría” del que es co-autor junto con Rafa Rubio), sin lugar a dudas, el país en el que transcurren los hechos es España, por algún que otro detalle más que evidente. Por un lado, cuando Andrés está en la playa, llega una familia en barco y éstos le comentan que su última parada fue en el Puerto de Cádiz; también se menciona a Galicia, así como los acontecimientos vividos hace pocos meses en las plazas de las ciudades más relevantes del país, como consecuencia del 15-M y el fenómeno de los Indignados.

El tiempo no siempre discurre de manera lineal, de hecho, en ocasiones se recurre a flasbacks, para mostrarnos el pasado y de ese modo entender la personalidad de los personajes. Porque “Instinto de superviviente” (que no de supervivencia), es la historia de tres personas cuyo único objetivo es el de escapar de una epidemia zombi que está aniquilando a los habitantes de su ciudad y posiblemente de su país, pero en la que también se va horadando en su personalidad, ofreciendo retazos de su vida, escarbando en su privacidad y desnudándose ante nosotros, por lo que se convierte en un viaje subjetivo y simbólico.

Porque Vilas, del mismo modo que un músico construye una melodía, ha creado unos personajes con unas personalidades umbrías, perversas, dignos representantes de una sociedad adulterada, donde la ética y los principios brillan por su ausencia y que no desafinan en ese panorama angustioso y desquiciante. Y a medida que vamos leyendo y nos adentramos en su historia, en su trayecto desde Amalgama a Simetría, la sombra de la desconfianza aflora irremediablemente. Por un lado, Damián no consigue empatizar con Andrés, a pesar de que tras el enfrentamiento con los zombis, en su intento por sobrevivir a la debacle, consiguen llegar a un entendimiento puntual, que una vez llegados a la playa se difumina, como consecuencia de un giro inesperado que nos proporciona una nueva perspectiva.

Por otro lado, Darío Vilas, aunque mantiene el mismo tipo de zombi al que la literatura y el cine nos tienen acostumbrados: el clásico no-muerto bobo hasta la extenuación, desprovisto de inteligencia y que se mueve con lentitud pasmosa, también crea un nuevo tipo de redivivo más evolucionado con respecto al anterior, que emite un sonido característico que sirve para dar la voz de alarma a sus congéneres. Son los llamados “faros”, que en esta primera parte de la saga aparecen en dos ocasiones, (a mi me recordaron a los infectados de King). Son seres extraños que imagino que el autor definirá más en sus siguientes entregas. De momento, sirven para inquietarnos  y dejarnos un regusto amargo.

Al finalizar, después de los agradecimientos, nos enteramos por una “Nota de autor” que esta es la primera de tres novelas, aunque no será una triología al uso, porque no tendrán continuidad ni en el espacio, ni en el tiempo, además de que cada historia empieza y termina en cada una de ellas, pese a que las tres formarán parte de un todo. Y concluye con un prólogo firmado por Alejandro Castroguer, del que yo hubiese eliminado mucha de la información que ofrece, pero que aún así me parece sobresaliente.



CONCLUSIÓN:
Si he sacado alguna conclusión tras la lectura de esta novela, es que no se pueden tener prejuicios ante nada y mucho menos si hablamos de literatura. Obviamente, es una gran novela donde se conjuga con mucho acierto terror y acción y, por supuesto, la mejor historia de zombis que he leído hasta la fecha, donde el autor ofrece su punto de vista sobre la decadencia moral a la que asistimos día a día, como convidados de piedra, sin hacer nada ante las atrocidades que observamos a diario, sin inmutarnos prácticamente, con un estilo personal e innovador. Y tengo que admitir que me ha sorprendido como hacía tiempo que no lo hacía ninguna otra.






martes, 8 de noviembre de 2011

EL MANUSCRITO DE AVICENA, de Ezequiel Teodoro

DATOS TÉCNICOS:

Título: El manuscrito de Avicena
Autor: Ezequiel Teodoro
Editorial: Entrelíneas Editores
ISBN: 978-84-9802-517-0
Páginas: 412




EL AUTOR:

Ezequiel Teodoro (Ceuta, 1971) ha cultivado el relato breve desde la adolescencia, publicando en una colección de relatos de la Escola d’Escriptura del Ateneu barcelonés y en diversas páginas literarias de Internet. Ha sido galardonado con el primer premio provincial de relatos cortos de Ceuta “Somos iguales, somos diferentes” y participado en distintas revistas de Ceuta tanto en su vertiente periodística como literaria, con la publicación de relatos y poesías.

Creador de la Asociación de prensa juvenil Jovepress, se hizo cargo durante tres años de un suplemento dominical de El Faro de Ceuta y de dos programas semanales de carácter juvenil y cultural en radio COPE Ceuta.

Desde que inició su andadura profesional como periodista, en 1995, ha trabajado en distintos medios de comunicación de carácter local y nacional, como El Periódico de Ceuta, COPE, El Faro de Ceuta, El Pueblo de Ceuta y la agencia nacional de noticias Europa Press, donde se hizo cargo de la sección de Cultura en Málaga y posteriormente de las de Turismo y Economía y Andalucía.

En los últimos años ha ejercido su profesión en el Gabinete de Prensa del Ministerio de Fomento.

El Manuscrito de Avicena es su primera novela.



ARGUMENTO:

(Madrid, 2011) El Doctor Simón Salvatierra, que vive sólo en una urbanización en las afueras de Madrid, emprende un viaje en coche hasta San Petersburgo, donde trabaja su esposa desde hace un año en un proyecto científico. Poco sabe del mismo, ya que respetando la cláusula de confidencialidad, ella nunca le ha contado nada al respecto.

El viaje transcurre con más lentitud de lo que en principio tenía pronosticado y cuando le faltan una treintena de kilómetros para llegar a Miranda de Duero (una de las etapas que tenía previstas efectuar), se detiene en una gasolinera para repostar y aprovecha para comer. A la salida descubre con perplejidad que las ruedas de su vehículo están deshinchadas y mientras busca en la guantera la póliza del seguro, es abordado y agredido por unos desconocidos, siendo socorrido por un joven que manifiesta ser auto-estopista y al que se ofrece a llevar a su destino siempre y cuando testifique ante la Guardia Civil los hechos que acaban de acontecer.

Pero éste no será el único percance que sufrirá a lo largo del viaje, en el que descubrirá que su acompañante, Javier Dávila, no es la persona que dijo ser, así como que el objeto de la investigación en la que trabaja su esposa consiste en analizar e interpretar un manuscrito que en su día elaboró el médico de origen persa Avicena, en el año 999 de nuestra era. Pero en el laboratorio sólo tienen una copia. El doctor, con la ayuda de Javier, tendrá que buscar el original y entregárselo a la organización terrorista Al Qaeda, que tiene secuestrada a su esposa, Silvia Costa.

(Londres, 2011) Alexandra Anderson (Alex), descubre con estupor que unos intrusos han entrado en su domicilio y que han revuelto todas las habitaciones, vaciados todos los cajones y desperdigado los enseres y efectos personales por el suelo, dejando la vivienda “patas arriba” y la alarma averiada, por lo que decide ponerse en contacto con Scotland Yard.

Aunque aparentemente todo parece un acto vandálico sin más, al día siguiente el inspector Jeff Tyler decide transmitírselo personalmente. Queda con ella en una cafetería próxima a su domicilio, pero Alex no se presenta, por lo que acude al domicilio, donde la encuentra prácticamente inconsciente. Descubre que ha sido agredida por dos personas que se han hecho pasar por empleados de la compañía de seguridad del edificio y que en la casa han introducido un dispositivo espía de alta gama. Decide entonces que la joven corre peligro y tras descartar varias posibilidades, decide llevársela a su casa, pues corre un riesgo incuestionable…

Fuente: Wikipedia
(Bujará, Persia, 999) Tras una grave enfermedad que ha tenido postrado en cama al emir Nuh II, éste se siente en deuda con Ibn Sina, quien ha sido capaz de sanarle, después de que los médicos de la corte se declarasen incapaces. Como compensación, le ofrece cualquier bien que desee y el joven, que entonces sólo tiene 17 años, le pide tener acceso a la biblioteca real.

Ibn Sina (Avicena) pasará dos años aprendiendo y memorizando los fondos bibliotecarios, para después elaborar un manuscrito, que entregará a su ayudante para su custodia.

  


IMPRESIONES:

Esta novela se presentó en abril de este año, tres semanas antes de la muerte de Bin Laden (1 de mayo de 2011) por un operativo militar estadounidense. Por ello, resulta, cuanto menos curioso, que este intento de ataque a Occidente por parte de la organización terrorista, sea llevado a cabo por su sucesor, Ayman al-Zawahiri, convertido ahora en líder. Aunque en el Prefacio de la novela asistimos al momento en que se gesta la operación, cuando Bin Laden y su sucesor huyen a través de una extensa red de galerías en las montañas de Kunar (Afganistán, 2002) tras el ataque sorpresa realizado por el ejército de la Alianza Norte (Frente Islámico Unido por la Salvación de Afganistán) en su intento por derrocar al régimen talibán:

“- ¿Cómo llegó a ti?
Aymán se detuvo en los ojos de su jefe. No era la primera vez que le hacía esa pregunta.
- Hermano, confía en mí.
Osama hizo el ademán de contener sus pasos aunque siguió caminando. Aymán sonrió. Desde la primera vez que le habló del poder no ha habido momento en que esa pregunta no rondase entre los dos; Aymán, sin embargo, mantuvo su silencio terco todo este tiempo.
- Hermano, si lo tenemos de nuestro lado los infieles no encontrarán dónde esconderse. ¿Te hace falta más?
Su jefe gruñó un no fatigado.
- Osama, tú proporcióname los recursos y yo te entregaré a Occidente.”


“El manuscrito de Avicena” es un libro a medio camino entre el thriller policiaco y la novela histórica, donde no faltan aventuras y en la que el amor sobrevuela durante toda la trama. La novela se cimenta en dos ejes, dos momentos históricos muy bien definidos. Por un lado, en la época actual, la historia principal comienza cuando el doctor Simón Salvatierra emprende un viaje en coche (tiene aerofobia) desde Madrid hasta San Petersburgo. Asimismo, hay una historia secundaria protagonizada por Alex Anderson (hija de uno de los científicos que trabajan en San Petersburgo) y el inspector Jeff Tylor. En ambas historias los personajes viven en continua amenaza por sendas células de Al Qaeda y por las diferentes centrales de inteligencia internacionales, en particular, el M16.

Fuente: Wikipedia
Por otro lado, la otra historia transcurre en el Emirato de Bujará, durante la Edad Media, y tendrá a Ibn Sina (Avicena) como protagonista indiscutible junto con su manuscrito y el camino que éste recorrerá a lo largo de los siglos, para llegar a nuestros días. Asistiremos a sus larga jornadas en la Biblioteca Real de Bujará, a la que acudía poco antes del alba y se retiraba al anochecer y donde adquirirá una vasta formación:

“Libros de papel árabe, rollos de papiro egipcio, bronces cuneiformes babilonios, pergaminos de atirantada piel, tablillas de junco chino. Decenas de miles de ejemplares, quizá centenares de miles, se amontonaban sobre estanterías de blanco abedul a lo largo de las paredes de la sala. Una docena de estudiosos leía o escribía en cuatro mesas dispuestas a un lado de la habitación.

Ibn Sina recorrió con lentitud algunas de las estanterías. Bajo su atenta mirada pasaron obras de Plinio, Séneca, Catón, Cicerón, Al-Farabi, Ibn Isaac, Hipócrates, Galeno, Platón… 

Al acabar, se arrodilló en mitad de la sala y lloró”. (página 102).


Dos años después se había leído todos los libros de la biblioteca, incluidos aquellos escritos en lenguas desconocidas, ya que en ese caso las aprendía y entonces escribió este documento que poseía un inmenso poder, ya que su portador podría ser capaz de salvar o destruir a la humanidad, el cual entregó dentro de una bolsa, en un sobre cerrado y lacrado a su ayudante El-Massihi diciéndole:

“- Quiero que la guardes. No pretendas mencionarme nunca donde. Nadie debe saberlo, ni siquiera yo mismo. Es más, si algún día te la reclamo pregúntame el motivo, y si no estás convencido tampoco me la entregues a mi.

El-Massihi la cogió y la puso en su bolso de médico.

- ¡No! Nunca debes llevarla encima… Eres la única persona en la que confío verdaderamente.

- ¿Puedo saber qué…?

- No me pidas eso. Es mejor que seas ajeno a su contenido”.


Pero tanto en un momento histórico como en otro, llama poderosamente la atención la gran cantidad de personajes, tanto reales como ficticios, que intervienen, con personalidades muy marcadas y que, cada uno de ellos a su manera, participan en el desarrollo de la trama.

Independientemente de que hablamos de personajes de ficción, éstos son totalmente creíbles, en base a la información que el autor nos aporta sobre ellos, bien a través de los diálogos, bien por medio de descripciones. Resulta curioso, por ejemplo, que los personajes que intervienen en la época actual (Salvatierra, Javier Dávila, Alex Anderson y Jeff Tyler)  parecen nadar en un laberinto existencial, de difícil solución, mientras que muchos de los que aparecen en la edad antigua, como Hasan As-Sabbah, uno de los discípulos de Avicena que a la muerte del médico es tan sólo un niño, tienden a ser misteriosos, por no citar al sucesor de Bin Laden, que resulta diabólico.

También quiero hacer hincapié en que Avicena no es el único personaje histórico al que se alude en la novela, aunque es indudable que juega un papel fundamental, porque el manuscrito a lo largo de los siglos es confiado a una serie de personas que viven momentos especiales. Ya sabemos que el primer guardián fue El-Massihi y de éste pasó a su nieta Zaida. Pues bien, por ejemplo, se cita a un famoso caballero de la Edad Media española cuyo nombre no vamos a desvelar, ya que su sobrino se halla en Jerusalén, embarcado en la primera Cruzada para salvar su alma, atendiendo a la llamada del Papa Urbano II en el Concilio de Clermont, donde arengó a la multitud con estas palabras: “"Vosotros, los que habéis cometido fratricidio -decía el Santo Padre-, vosotros, los que habéis tomado las armas contra vuestros propios padres, vosotros, los que habéis matado por paga y habéis robado la propiedad ajena, vosotros, los que habéis arruinado viudas y huérfanos, buscad ahora la salvación en Jerusalén. Si es que queréis a vuestras propias almas, libraos de la culpa de vuestros pecados, que así lo quiere Dios...", pues será él quien rescatará el pergamino al salvar durante la Toma de Jerusalén a Zaida de una muerte segura por parte de Hasan As-Sabbah.


AMBIENTACIÓN:

La ambientación es determinante, con descripciones exactas y precisas, contenidas en una técnica narrativa sin desmayo. Es indudable que el trabajo de documentación ha sido exhaustivo, en particular a la hora de pormenorizar los escenarios. Para que os hagáis una idea y por poner un ejemplo, me ha maravillado la manera en que nos explica el interior del Palacio del Emir, concretamente sus aposentos:

“Al atravesar la entrada se abría un amplio jardín al aire libre con palmeras, granados y almendros en flor, que despedían un olor fresco e intenso; a un lado, un pasillo abovedado conducía a una pequeña puerta forrada de cobre y, detrás, un corredor de celosías blancas y azules daba paso a una habitación cuadrangular de unos veinte codos de lado. Ibn Sina pensó que debía ser la antesala a la habitación principal del emir. En aquel aposento esperaban, en bancos de cedro adosados a las paredes, diez o doce personas…”.

“En el interior, en el centro de la habitación, el emir gruñía en su letargo febril sobre un lecho de caoba africana de tintes rojizos, rematado por un dosel de marfil con inscripciones del Corán; a su alrededor, desde cuatro pebeteros de bronce, ascendían volutas de humo perfumados.”

Pero este dominio de la técnica descriptiva tiene el mismo vigor a la hora de describirnos una batalla, como la que se libró en Jerusalén o la visita al Hermitage, por poner dos ejemplos absolutamente dispares entre sí, ya que en ambos, el autor no sólo nos describe las situaciones dotándolas de fuerza expresiva, sino que también transmite, como pocos, las emociones de los personajes. Lógicamente, evita las grandes parrafadas y las construcciones gramaticales complejas.

Otro ejemplo sería el del ambiente tenebroso y oscuro que el autor nos describe cuando llegan a Valdeande, un pueblo deshabitado y misterioso. Y se aprecia que conoce el pueblo palmo a palmo, la iglesia o el museo, ya que es el lugar donde se encuentra el manuscrito y que para dar con él tendrán que resolver una serie de enigmas. El este sentido, la experiencia como historiadora de Alex será definitiva.

El estilo es claro, directo, con un lenguaje ágil y funcional. Combina con maestría las descripciones con unos diálogos muy bien construidos. Responde perfectamente a la estructura del triller policiaco, que utiliza de la forma más refinada posible y por su ritmo trepidante que no decae en ningún momento.

La historia está contada en tercera persona, con un narrador que en ocasiones es equisciente, en otras, deficiente, hasta el punto de confundirnos en algunos momentos, sobre todo al principio, cuando damos por hecho que el doctor Salvatierra emprende su viaje a San Petersburgo con la única intención de visitar a su esposa, a la que no ve desde hace un año y, sin embargo, su intención es la de solventar su posible secuestro.


CONCLUSIÓN:

Creo que llegados a este punto, no os cabe ninguna duda acerca de mis impresiones sobre la novela, porque me ha encantado. Considero que es una lectura de lo más recomendable para aquellos que disfrutan de la novela de aventuras, ya que está muy bien construida y de la histórica en particular, ya que profundiza en la vida de Avicena, el “Príncipe de los Sabios”, según sus discípulos, una persona adelantada a su tiempo, con una personalidad excepcional.
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jueves, 3 de noviembre de 2011

ISLA DE NAM, de Pilar Alberdi



DATOS TÉCNICOS:

Título: Isla de Nam
Autora: Pilar Alberdi
Editorial: Círculo Rojo
ISBN: 978849991-323-0
Páginas: 72




En los primeros pasos de este libro no sabía a qué atenerme, ya que no me parecía una novela convencional. Es cierto que tan sólo tiene 72 páginas, por lo que de antemano estaba cantado que sería corta, pero lo que no preveía es que apenas tiene argumento y se aparta de la estructura tradicional; es decir, no sigue la pauta del planteamiento-nudo-desenlace. Tampoco es lineal en el tiempo, ya que hay saltos continuos que te ofrecen nuevos datos sobre su pasado que te ayudan a profundizar en los sentimientos del protagonista.


La trama de Isla de Nam es como un cuadro impresionista, porque la autora nos ofrece una propuesta estética, sin ser prosa poética. Descubrimos un paisaje, un territorio prácticamente virgen, con unos habitantes ciertamente curiosos. Pero también nos retrotrae a la Venecia de los mercaderes del siglo XV como punto de partida de este relato, cuando Giacomo Baldosini tan sólo era un niño próximo a la adolescencia, protegido por su tío Tomaso Daltieri, un rico mercader que hallándose próximo al ocaso de su vida se dispone a ofrecer al muchacho un futuro profesional, primero ejerciendo trabajos básicos, como la recepción de la mercadería o el registro de las cuentas, para más adelante embarcarse en pequeñas travesías que poco a poco se fueron alargando en el tiempo y en el espacio.


Hasta que un día, tras una tremenda tormenta, su barco  naufragó, pero pudo llegar a la costa de la Isla de Nam a lomos de un madero. Nadie le entiende, pues no conocen su lengua, pero le acogen y escuchan sus crónicas. De esa forma, comienza sus relatos utilizando la fórmula que antaño empleaba Elisa:


“¡Escuchad escuchad! Gentes de Nam… Ella contaba cuentos y yo era un mercader en Venecia”.





Y enseñó a los niños de la isla a darle pie en sus relatos, del mismo modo que Elisa hiciera en su día con él:


“Por aquel tiempo, enseñé a algunos pequeños, las palabras:

-         ¿Quién vive?

Convenciéndoles de que debían hacer la pregunta cuando yo me quedase en silencio”



Giacomo Baldosini, sobrevuela entre los recuerdos de su infancia y juventud, desgranando una historia, la suya, que suena como una balada triste de trompeta, cuando conoció a Elisa Daltieri, una prima lejana, hija de un rico mercader veneciano que solo vivía para atender su negocio. Y recapacita sobre su vida y en lo que ésta se convirtió desde que llegó a Nam, la isla de los sueños, tras un naufragio.  Es un canto al amor eterno y de cómo uno se levanta y sigue viviendo a pesar de haber roto una promesa, la más trascendental de su vida. 


“Elisa y yo éramos primos lejanos.

De niños pasábamos largas horas mirando las estrellas, y los rescoldos ardientes del fuego del hogar.

Como criaturas vivas nos veía pasar el huerto, el jardín, el pozo, el sol de la mañana, y el de la tarde también…”


“…Os lo aseguro, conocía su rostro de memoria. Puedo asegurarlo: no perdía detalle. ¿Cómo iba a perdérmelo? Si ella era mi única riqueza. Yo no tenía sedas, ni especias… para ofrecerle”.




Narra su presente lacerante y su pasado complaciente cuando ocupaba sus horas escuchando las historias que Elisa relataba, teniéndole a él como única audiencia, expresando sus anhelos para sobreponerse a la vida. Y lo consigue, sin esperar nada de ella, porque sabe que nunca volverá a ver a su idolatrada Elisa.


No hay un golpe de efecto final, aunque si un final singular, que te provoca una sensación de paz, al tratarse de una novela de percepciones, literariamente atípica, donde la autora, con mucho acierto, recurre a  nuevas herramientas narrativas, que me han llevado a considerarla una novela experimental.


Isla de Nam es un libro diferente, para leerlo con tranquilidad y disfrutar y reflexionar, porque también es una cura contra el narcisismo al que rendimos culto en esta sociedad abocada al nihilismo, un modo de cuestionarse la vida, ya que nos conduce por los derroteros de nuestro propio desasosiego. Es una historia de amor, no me cabe la menor duda, pero también de fracaso y sometimiento a los azares de la vida.


Para terminar, agradecer a Pilar Alberdi el envío de un ejemplar dedicado y otro para sortear entre vosotros.



NOTA 1: Esta obra, presentada con el título original “La promesa”, fue finalista del premio Felipe Trigo de novela corta en 2010.



 

martes, 1 de noviembre de 2011

JARDÍN DE INVIERNO, de Pablo Neruda



DATOS TÉCNICOS:   

Título: Jardín de invierno
Autor: Pablo Neruda
Editorial: Debolsillo
Colección: Contemporánea
ISBN:  978-8497932943




Un año después de su muerte fue publicado este poemario de Neruda, a modo de testamento póstumo de su poética experiencia terrenal, de su eterna lucha para cambiar el mundo donde le tocó vivir, de su esperanza convertida en raíz de desesperación, en humo.

Cuando llegó a mis manos pensé que alguien debía haberse equivocado al imprimirlo, porque aquel no era el estilo de Neruda. El Neruda que yo conocía era un vigoroso y entusiasta poeta social. Neruda ha sido todo un símbolo para una generación, un modelo a seguir, un camino para salir de la situación de neocolonialismo en América Latina. 


El Neruda que yo estaba acostumbrada a leer es un revolucionario cuya arma es la poesía, alguien que intenta llegar al corazón del lector a través del sentimiento para invitarle a levantarse contra las injusticias sociales, un poeta que levantó su voz contra el "imperialismo yanqui" utilizando un estilo realista pero estético para que sus metáforas pudieran calar en el gran público y no sólo en las minorías selectas.

El Neruda que yo conocía era un hombre comprometido con su tiempo y con los suyos, un luchador incansable. 


Pero este libro era muy diferente. Publicado por la editorial Losada, en el año 1974, ocupando 106 páginas en la edición de bolsillo. Es el libro de un viejo cansado de vivir, de alguien que se siente fracasado y que acepta resignado que sus esfuerzos no han servido para nada. Cuando Latinoamérica comienza a salir de su letargo, de su retraso económico, la semilla sembrada por la voz de poetas como Pablo Neruda ha de ser valorada como debe. Sus versos cautivaron el alma y movieron a cambiar el mundo, pero él murió sin ver plasmarse ese cambio, pensando que todo había sido inútil. Este libro refleja el último canto del cisne, su último lamento antes de expirar, su desesperanza postrera...

Pero Neruda no fue siempre así, este libro refleja su último estadio, el paso postrero en su evolución. Y para comprenderlo hay que resumir brevemente su lucha. 


Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto nació en 1904 en Parral, un pueblecito del sur de Chile. Su padre, ferroviario, enviudó y se casó nuevamente, trasladándose a la capital provincial, Temuco.

En su época estudiantil, en Santiago, pasó de ser un lírico ingenioso a un apasionado por la política, viviendo un ambiente proletario muy agitado. A los 29 años publicó "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", su gran éxito lírico.

Pero los problemas sociales y su grado de compromiso le empujan a olvidarse de la estética formal en pos de un tremendismo muy cercano al surrealismo. 

Enviado al consulado chileno en Birmania al no usar su lengua llega a perder su calidez poética. Conoció a Alberti al ir a su destino y mantiene correspondencia con él, convirtiéndole en su vehículo para difundir su obra entre la Generación del 27.


Enviado a Ceilán, regresa en 1933 a Santiago y, poco después, se instala en Madrid invitado por Lorca. Como director de la revista "Caballo Verde para la poesía" tenía un gran peso específico en el mundo poético madrileño. 

Nace su primera hija, con defectos congénitos que le acortan la vida. Su vida familiar se complica y se refleja en una poesía lúgubre y hermética.


En 1936 toma partido por la República, por lo que es destituido como cónsul por el gobierno chileno. Tras la guerra colabora en Francia con el gobierno en el exilio y vuelve a Chile para la campaña del candidato del Frente Popular, que le nombra cónsul en París. Allí ayuda a los refugiados españoles. Un año después es trasladado a México donde manifiesta que la derrota española le había quitado el optimismo, una vez arrancada la venda de los ojos su ilusión se había trocado en dolorosa decepción. La propia realidad latinoamericana le conmovía y pretende escribir el poema épico de Ameríca del Sur. 


Después viaja por todo el mundo y publica continuadamente. Es aclamado en todas partes, pero ha perdido la esperanza. Se ha convertido en un cronista de la decepción, del fracaso ante el auge del imperialismo y del fascismo.


En "Jardín de invierno" resume su experiencia personal, haciendo balance de su vida, de su tiempo. Pero un balance desde el corazón, escrito para ser entendido por el alma y no por el cerebro, donde cada palabra pretende evocar un sentimiento interno. 


Con un estilo un tanto austero y sencillo, se trata de una relación de poemas breves de una gran calidad literaria. En ellos el poeta muestra su desengaño y su sentimiento de fracaso personal. Mantiene su estilo personal, enormemente fluido gracias a sus amplios conocimientos y a su extenso vocabulario, sus metáforas sencillas pero con un dulzor impregnado de dolor, su despedida de un mundo que no pudo cambiar.


Es otro Neruda, no el famoso poeta de salón ni el admirado revolucionario, sino el hombre que al ver acercarse a la Parca mira hacia atrás y descubre que todos sus esfuerzos por cambiar la sociedad no han servido para nada. Es la voz entrecortada de un poeta que murió sin saber que sus versos, sembrados en millones de corazones, alimentaron el deseo de esperanza de todo un continente que le convirtió en un símbolo. En un símbolo, en un arma cargada de futuro capaz de mover a toda Latinoamerica. 

Pablo Neruda, capaz de cambiar el mundo sólo con la palabra.