DATOS TÉCNICOS:
Título: Desde mi cielo
Título original: The Lovely Bones
Autora: Alice Sebold
Editorial: Mondadori
ISBN: 978-84-397-0979-4
Páginas: 327
ARGUMENTO
“Me llamo Salmón, como el pez; de nombre Susie. Tenía catorce años cuando me asesinaron el 6 de diciembre de 1973” (capítulo 1, página 11). Con esta frase comienza la historia de la protagonista, pero también la de su familia y la de aquellas personas que de una manera u otra participaron en su vida y en su muerte. A lo largo de 327 páginas, Susie narrará en primera persona, los sucesos anteriores y posteriores a su fallecimiento, desde su cielo, un lugar de tránsito que ella puede personalizar a su antojo porque en este lugar basta con desear algo con convencimiento y vehemencia para que este anhelo sea concedido tal y como lo imaginas. Y en este cielo, además, contará con la ayuda inestimable de una consejera –Franny- y una amiga con la que comparte afinidades –Holly- que murió el mismo día que ella.
De esta manera y dada su escasa experiencia vital, vivirá en un dúplex con vistas a un parque (ya que en la Tierra detestaba el tipo de vivienda en la que residía con su familia: un adosado de dos plantas), irá al instituto, aunque sólo a la clase de arte y no habrá profesores y en vez de libros de texto, leerá revistas de moda. En apariencia, todo parece perfecto, excepto que con el paso de los días la niña comprenderá que su deseo más ferviente es que quiere seguir creciendo y eso es imposible. La embargará entonces una profunda nostalgia. Sin embargo, descubre una actividad a la que dedicará la mayor parte de su tiempo: observar a los vivos para, de alguna manera, cambiar la vida de los suyos y si está en su mano, la de su asesino.
Así, como espectadora de excepción, verá como se deteriora la relación de sus padres, la lucha de su hermana por sobrevivir a la tragedia, la dificultad de su hermano de cuatro años para entender su marcha, el intenso dolor de sus amigos y conocidos y las pesquisas policiales que parece que nunca llegan a buen puerto, aunque ella celebrará las sospechas primeras de su padre hacia el vecino y el apoyo posterior de su hermana que lo corrobora aportando pruebas a la investigación.
IMPRESIONES:
Llegué a esta novela por la curiosidad que me suscitó una reseña que leí hace mucho tiempo. En ella, la protagonista había muerto, pero también era ella quien relataba en primera persona como narradora omnisciente lo que había ocurrido y lo que ocurriese de ahí en adelante. Tengo que admitir que la idea me pareció original y creo que hay muy pocos ejemplos al respecto –me vino a la mente, en principio, Pedro Páramo, de Juan Rulfo, pero la historia va por otros derroteros-. También es verdad que teniendo en cuenta el argumento de la novela, temía una historia en cierta medida desagradable amparada en la dureza de los hechos, con una trama simplona y que con la ayuda del marketing y la publicidad había logrado colarse en las listas de los más vendidos. Pero no, nada más lejos de la realidad, la autora en vez de centrarse en los detalles morbosos, pasa por ellos con delicadeza y compasión. Por eso, si alguien se decide a leer este libro, que no piense que es deprimente o desmoralizador, porque no lo es en absoluto. Muy al contrario, es una historia sobre el amor a la vida y que nos enseña a mantener las ilusiones.
En primer lugar, quiero destacar que el gran acierto de Alice Sebold en esta novela es la manera con la que consigue crear un ambiente especial, prácticamente espectral, debido en gran medida a la fórmula ya comentada anteriormente de la narración omnisciente, ya que Susie no solo nos cuenta lo que ve, sino que también nos transmite los sentimientos y sensaciones de cada personaje. Incluso puede hacer notar su presencia a sus seres queridos y que ellos lo asuman como la consecuencia de un anhelo propio y por lo tanto, natural.
Pero también es verdad que la novela, en ocasiones, se hace lenta. Para que os hagáis una idea, la mitad del libro se ocupa en dirimir el primer año desde la muerte de Susie, mientras que en la otra mitad, se suceden los meses y los años con una rapidez inusitada. De la primera parte me sorprendió la manera de utilizar los tiempos, saltando del presente al pasado con sencillez, aparentando la espontaneidad de una niña y eso me parece digno de admiración. Pero también es verdad que la lectura se frena en exceso con demasiadas explicaciones pormenorizadas, consiguiendo que algunos acontecimientos nos resulten banales, a pesar de que si nos paramos a pensarlo, la vida real está llena de nimiedades, del mismo modo que se excede con algunas descripciones innecesarias.
Aunque su calidad literaria es cuestionable, tampoco es que sea mediocre. El problema posiblemente está en que la idea en sí en muy buena y rebasa la aptitud narrativa de la novelista. Sin embargo, los personajes (excepto el asesino que es calcado a cualquier degenerado a los que estamos acostumbrados a ver en cualquier película de asesinos psicópatas) están muy bien definidos. Por un lado están los padres que afrontan la tragedia desde una perspectiva diferente: mientras uno lucha por no caer en una depresión y se obsesiona por desenmascarar a la persona de quien sospecha, la madre huye, para no enfrentarse al sufrimiento. O Lindsey, que intenta por todo los medios independizarse de la reacción que genera en los demás, que la ven como el reflejo de su hermana mayor; o Buckley, que con tan sólo cuatro años tiene que asumir la desdicha que asola a su familia, convirtiéndose tras la marcha de su madre en el principal apoyo de su padre. Y otros tantos personajes secundarios con personalidades de lo más interesantes.
Un asunto que me ha chirriado bastante es el referente a la parte policial. Creo que la autora no ha sabido resolverlo y eso que lo tenía bastante fácil. Por un lado, puedo entender que Sebold quiera demorar la resolución del asesinato, porque es normal que una vez que se hace justicia, la familia afectada suele tender a restablecerse del luto y consecuentemente, las aguas vuelven a su cauce, pero que la dilación sea a costa de presentarnos a unos policías que son unos incompetentes de libro me parece increíble. El padre, por ejemplo, enseguida sospecha del vecino (también del que podría ser el novio de su hija, pero inmediatamente se comprueba que es imposible porque tiene una coartada inapelable) e informa al agente encargado de la investigación, pero éste, en vez de comprobar algo, como en el caso anterior, se limita a dar por bueno lo que el sospechoso cuenta. Y no estamos hablando de un crimen cometido en la antigüedad, sino en 1973, con el agravante de que la historia se demora bastantes años más. Por poner un par de ejemplos, ¿no es surrealista que tengan que pasar unos cuantos años para que se enteren de que el asesino utilizaba un nombre falso? ¿O que en cada ocasión aludiese a su difunta esposa con un nombre diferente?
Con respecto al desenlace, desde mi punto de vista es, cuanto menos, curioso, como si la autora quisiera dar a cada personaje lo que se merece desde el cariño. No quiero, ni debo, adelantar nada, pero incluso el final del asesino es bastante original y salva en cierta medida el aspecto policial que como ya dije, está mal planteado y como tal dejaba pocas salidas dignas.
CONCLUSIÓN FINAL:
Sin lugar a dudas, una lectura interesante, con un argumento de lo más original donde se ha evitado la crudeza y el morbo para centrarse en lo puramente sentimental.