DATOS TÉCNICOS:
Título: El fugitivo
Título original: The running man
Autor: Stephen King
Editorial: Debolsillo
ISBN: 9788497930147
Páginas: 304
ARGUMENTO:
Corre el año 2025 y nos encontramos en un mundo futurista y lúgubre, donde se ha conseguido bastante en cuanto a avances tecnológicos impactantes, pero se ha perdido mucho en esperanza, por lo que las desventajas son tremendas. Por citar algunas, hay una enorme desigualdad social, con terribles consecuencias para la población; o la contaminación del aire, que causa graves enfermedades a los habitantes debido a la alteración de la atmósfera terrestre por la adición de gases y partículas sólidas. Pero hay algo que ejerce un poder pernicioso en la sociedad, que la devora irremisiblemente: La Libre-Visión, la droga de los pobres que además es gratis. Los ricos tienen otras, como los Dokes “Fume Dokes con pasión, para una gran alucinación”, dice la publicidad callejera. De hecho, tras la aplicación de una Ley llamada de Prestación Obligatoria, en cada vivienda tiene que haber un Libre-Visor (aunque todavía se puede desconectar legalmente, es cuestión de tiempo conseguir que sea obligatorio). Y la gente disfruta viendo los concursos que la cadena emite, a cual más pernicioso, donde se explotan los bajos instintos y se excita la curiosidad de los espectadores de manera patológica y cruel. Los hay para todos los gustos, desde bañarse con un cocodrilo a correr sobre una cinta contestando preguntas, siempre y cuando tengas problemas cardiacos para acabar, con un poco de suerte en el hospital. El concurso estrella de la cadena es “El Fugitivo”, el más lucrativo para los herederos del aspirante, ya que entre sus logros se encuentra que en seis años de emisión con máxima audiencia, ningún concursante ha sobrevivido. Pero también es la fórmula que le permite al gobierno, por vía de esta cadena de televisión, deshacerse de aquellas personas que representan un problema para el sistema.
Las normas, en apariencia, son sencillas: El ganador (o más bien sus herederos), ganará cien Nuevos Dólares (la moneda oficial del país) por cada hora que pase sin que le maten y mil millones de Nuevos Dólares en el caso de que aguante treinta días sin ser abatido. Además, le darán cuatro mil ochocientos dólares, en concepto de anticipo, para que pueda moverse, ya que el programa entiende que el concursante podrá sobrevivir sin problemas dos días (hasta el momento, ningún superviviente ha durado más de tres), con la condición de que en caso de que el concursante sea ejecutado antes de tiempo, el dinero será devuelto a la cadena. También le dan doce horas de ventaja antes de que los Cazadores empiecen a buscarle y tiene que comprometerse a enviar dos cintas de vídeo al día que se emitirán en el programa diario, que depositará en cualquier buzón de correos, de lo contrario perderá todo lo ganado, aunque no por ello dejarán de perseguirle y matarle.
Para rizar el rizo, el concursante contará con la inquina de los ciudadanos, previamente hostigados por Libre-Visión, y avisarán mediante un teléfono de urgencias a los responsables del programa en caso de verle en algún lugar. En caso de que este aviso resulte positivo para la organización y los cazadores consigan matar al concursante, serán premiados con mil Nuevos Dólares, si tan sólo consiguen grabar la localización en vídeo, la recompensa será de diez Nuevos Dólares.
Pronto se da cuenta de que aunque le aseguraron de que el envío de las cintas no se usaría para su localización, porque los empleados de correos no pueden recibir ninguna compensación del ente de concursos, esto era una trampa más, como tantas otras.
Y así es como nos encontramos con Ben Richards, un humilde padre de familia residente en un barrio marginal y que hace demasiado tiempo que se encuentra desempleado. Cobra una exigua cantidad de su seguro de pago, que ni le permite mantener a los suyos y mucho menos pagar sus deudas, hasta el punto que su mujer ejerce la prostitución para seguir malviviendo. El problema añadido es que su hija ha enfermado y necesita con urgencia atención médica y tratamiento, de lo contrario morirá. Es por ello que decide personarse en la Federación de Concursos de Libre-Visión, atraído por los suculentos premios, aún a sabiendas de que no sobrevivirá porque todos están trucados.
Tras realizar diferentes pruebas de selección, tanto físicas como psicológicas, Richards es elegido junto con dos compañeros, para el programa líder y de mayor audiencia de la cadena, “El fugitivo”. Antes de firmar el contrato, le explican en qué consistirá la aventura, las normas que ha de cumplir y los motivos de su elección, que no son otros que le consideran una persona antisocial, disidente, que no respeta el régimen establecido y lo que es peor: es inteligente y no tiene adicciones…
Posteriormente es conducido a maquillaje y después al estudio. Nada más entrar es presentado al público y en los monitores aparece una imagen retocada de Richards, en la que se vislumbra a una persona con aspecto estremecedor y primitivo, lo que aprovecha el conductor del programa para arengar al público solicitando que avisen en caso de encontrárselo por las calles. Después hacen lo mismo con una foto de Sheila, en la que aparece como una mujer mugrienta y descuidada, con una expresión de codicia en la mirada y los senos desnudos. Esto exaspera al concursante y se encara con el público que no para de abuchear e insultar. Poco tiempo después concluye la entrevista y acompañan a Richards a la calle, donde comienza la aventura más delirante de su vida.
Y de lo demás, ya os podéis hacer una idea… persecuciones sin cuartel, brutalidad irracional y horror, pero Richards también encontrará ayuda en momentos cruciales, gente concienciada y dispuesta a brindar su apoyo incondicional y donde descubrirá, sin querer, que incluso tiene sentido del humor a pesar de estar rodeado de adversidades. Y el final, pues ¿qué queréis que os diga? No puedo revelarlo, aunque os aseguro que es un broche de oro para una novela que no tiene desperdicio.
IMPRESIONES:
Durante un período de siete años (1977-1984) Stephen King adoptó el pseudónimo de Richard Bachman. El escritor pretendía mantener este alias mucho tiempo más, pero su identidad se filtró a los medios y tuvo que admitirlo posteriormente, como puede comprobarse en la introducción de The Bachman Books (colección en la que se incluyeron las novelas escritas durante esta época) publicado en 1985. El fugitivo se publicó en 1982, por lo que también pertenece a este período junto con Rabia (1977), La larga marcha (1979) Carretera maldita (1981) y Maleficio (1984).
Esta novela, obviamente, es una distopía, como ya comenté en la reseña de Los juegos del hambre En este caso, una cadena de televisión es la encargada de ejecutar las órdenes establecidas por el gobierno, utilizando sus propias herramientas y cuanto es necesario para acabar con la vida de aquellos a quienes se consideran peligrosos y que representan una amenaza para la sociedad. Obviamente, en el caso de Ben Richards, se basan en una serie de pruebas físicas, psicológicas y en su actitud para determinarlo, a pesar de que el único resultado concluyente que sacan es que le gusta leer, es inteligente y no tiene adicciones y esto sirve para elevarlo a la categoría de antisocial y antisistema.
Como no podía ser de otra manera, esta novela, como cualquier otra del inventor de las ideas cautivadoras, tiene un estilo efectivo y directo. El protagonista es verídico y está bien definido, aunque no tanto el resto del “elenco”, exceptuando a Bradley y su hermano pequeño (es normal que en las novelas de King aparezca siempre algún niño) o Amelia Williams, mujer a la que secuestra. Además, gracias a ellos nos regala historias paralelas de lo más interesantes. Los demás personajes, es decir, los malos, pasan sin pena ni gloria. Los ambientes y las ciudades están bien recreados, de hecho, son zonas que King conoce perfectamente.
No la considero de ciencia-ficción, aunque es sólo una apreciación personal. Si acaso, me parece más una novela de suspense. Ya comenté en otra ocasión que el hecho de que sea una distopía no implica que una novela pertenezca a este grupo. Por otro lado, el tema tecnológico, aunque más avanzado que en la actualidad, tampoco es como para tirar cohetes, con coches aéreos, comer a base de pastillas (siempre y cuando no haya para comida tradicional), pero también es verdad que con otras cosas te quedas pasmada, como que tenga que enviar dos cintas de vídeo diarias… ¡de video! ¿no se le ocurrió al genio algo más original? Porque tampoco la novela es tan antigua… por no hablar de que el dinero en vez de plástico, que sería lo normal incluso en 1982, es en efectivo y otra serie de detalles que te deja perpleja.
Para terminar, además de ser una historia que te atrapa desde la primera página, nos permite reflexionar sobre los medios de comunicación, los principales fabricantes de subjetividad, que son capaces de controlar y subyugar tanto el pensamiento como el comportamiento.
CONCLUSIÓN FINAL:
La historia es intensa a más no poder, con capítulos breves hasta el punto de que la mayoría de ellos no superan las dos o tres páginas y están llenos de acción y suspense, que te atrapa de tal manera que no tenemos más remedio que seguir leyendo para no quedarnos con la incertidumbre de qué será lo siguiente que suceda.